Una romántica guerra de la Independencia en Segovia

EXPRESO - 30.08.2008

A partir del 19 de septiembre la Obra Social y Cultural de Caja Segovia, en colaboración con el Ministerio de Cultura celebra, en las salas del Palacio del Torreón de Lozoya una exposición que llevará por título ‘La Guerra de la Independencia. Una visión desde el Romanticismo'.

 Esta exposición supone una ocasión única para mostrar al público - como anticipo a la próxima inauguración del Museo Romántico de Madrid- una buena parte de las importantes colecciones que alberga este centro, actualmente cerrado.

A través de ellas, el Torreón de Lozoya y el Museo Romántico se suman a la conmemoración del Bicentenario de la Guerra de la Independencia pero de una forma completamente nueva que singulariza a Segovia en el marco de las actividades desarrolladas por todo el país: la Guerra de la Independencia vista a través de los ojos de la generación posterior a la misma -la de los románticos-.

El Romanticismo fue un movimiento estético y cultural que contribuyó, de manera definitiva, a crear todo el mito que rodeó a este acontecimiento patriótico -para aquella sociedad un hecho relativamente reciente- que dejó una huella profunda en la historia de España y que tenía un valor de enseñanza para el futuro.

La exposición podrá contemplarse hasta el 23 de noviembre y recoge más de 170 piezas, procedentes del Museo Romántico de Madrid, de muy variado signo (pintura, grabado, escultura, dibujo, monedas, objetos de uso cotidiano, mobiliario, etc.), ofreciendo una original visión sobre el conflicto bélico, aquella que tuvo la sociedad que se desarrolló con posterioridad a la Guerra de la Independencia, creadora de mitos e hija de un tiempo marcado por un hecho dramático de amplias repercusiones.

La exposición pretende proporcionar una magnífica ocasión para reflexionar, siguiendo sus seis apartados, sobre los mitos creados durante y con posterioridad a la Guerra ya que, una vez terminada, hubo un interés por mantener en la memoria colectiva -con el fin de afianzar el poder absolutista- los "horrores" cometidos por los franceses.

El conflicto no sólo suscitó el primer brote de nacionalismo español, sino que dio lugar a una verdadera guerra civil, que acabó con el proceso de la Ilustración del XVIII,  marcando con ello vivamente todo nuestro siglo XIX.

Con ella se generó  un dilema de difícil solución: la modernidad y el progreso de los "afrancesados" (la Ilustración, la Razón, la Enciclopedia y el Laicismo), de una parte, o la tradición y el patriotismo (lo autóctono, la Nación, la Inquisición y la Corona), de otra. Como sabemos, ganó la tradición, algo que marcó vivamente el descontento romántico: a mediados del siglo, el filósofo Jaime Balmes describía ya la escisión entre las dos Españas: la del pasado y la del porvenir, la de Mesonero Romanos y la de Larra.

La memoria épica de la Guerra contribuyó también a definir las características políticas de la España Romántica: las insurrecciones, pronunciamientos, las revoluciones y todas las convulsiones de la cultura que estaban, más que en ninguna otra época, relacionadas con los vaivenes de la política.

La memoria creará un mito en el que se olvida que la España de 1808 tuvo la posibilidad de llevar a cabo una verdadera revolución y en su lugar se subraya la idea de nación indomable.

Por otro lado, es un hecho que la imagen romántica de España -ese arquetipo que los europeos fabricaron de nuestro país- se consolidó con esta Guerra, considerada posteriormente por toda Europa como una lucha contra el poder tiránico de Napoleón.

Fue una guerra de afirmación nacional frente al invasor, escenario perfecto de la agonía de un Antiguo Régimen que no acababa de desaparecer.

Expreso. Redacción. A.F

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