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Politours abre las puertas del Danubio: Linz-Budapest, 500 km río abajo
EXPRESO - 10.03.2016
1ª noche en el barco Estamos en Linz (Km 2
1ª noche en el barco
Estamos en Linz (Km 2.135) después de recorrer 200 kilómetros por la autopista A1-E60, desde el aeropuerto Wien-Schwechat. La cifra marcada en negrita indica el punto en el que se encuentra Linz, dentro de la vía fluvial que comunica la Selva Negra con el Mar Negro. Porque en el Danubio los kilómetros se cuentan al revés: 2.135 son los que hay desde Linz hasta la desembocadura. Cuando finalicemos nuestro placentero periplo, en Budapest, estaremos a 1.635 km del Mar Negro.
Recién embarcados en el Swiss Crown e instalados en nuestro camarote, tenemos aún por delante 24 horas antes de zarpar río abajo. Será entonces cuando conoceremos al equipo de Politours y a la tripulación del Swiss Crown, durante el cóctel de bienvenida.
Las opciones mientras tanto son: disfrutar de Linz relajadamente o aceptar la sugerencia de POLITOURS para visitar Salzkammergut, una bonita región alpina, con la oportunidad de conocer Salzburgo y St Gilgen.
Sin dudar, nos vamos de excursión en ómnibus hacia la cuna de Mozart. De todos modos, aprovechando que el Swiss Crown está atracado en un muelle céntrico, justo en el malecón donde se ubica ahora el Museo de Arte de Linz, al regreso de Salzburgo estiraremos el día para recorrer este paseo repleto de obras de arte que nos lleva a la Hauptplatz, corazón de la ciudad.
Linz - Budapest, 500 km río abajo en el Swiss Crown
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Y llega el final...
Esta noche tenemos cena de gala y espectáculo ofrecido por la tripulación y el equipo de Politours. No hemos hablado en estas páginas de la vida a bordo, con animación constante para aprovechar cada minuto, con los guías siempre atentos a cada detalle, con una buenísima cocina y atención esmerada de todo el personal, haciendo de cada comida una placentera degustación. Como muestra les dejamos, en foto, el menú de la cena de despedida.
Y ha llegado la hora del retorno. Desde el aeropuerto de Budapest regresamos a España con la satisfacción de haber vivido una semana extraordinaria, pero también con muchas inquietudes que con seguridad nos impulsarán a volver.
Les dejamos aquí los contactos convenientes, que no necesarios, porque POLITOURS River Cruises se ocupa de todo:
Politours: www.politours.com
Austria: www.austria.info
Salzburgo: www.salzburg.info
Linz: www.linz.at
Viena: www.vienna.info
Durnstein: www.duernstein.at
Eslovaquia: www.eslovaquia.sk
Bratislava: www.visitbratislava.com
Hungría: www.hungarytourism.hu
Budapest: www.budapestinfo.hu
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto
2ª jornada
Excursión a Salzburgo, ciudad de Mozart, con ineludible escala en St Gilgen
Salzburgo está a unos 130 km de Linz, en dirección suroeste, y a 425 metros de altitud. Aunque la orografía es escarpada (no en vano nos acercamos a los Alpes) hay buena comunicación por autopista. En el último tramo, sin embargo, nos desviamos para adentrarnos en el distrito de Salzkammergut, conocido también como la Suiza Austríaca por la belleza de sus valles y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.
La contemplación de tanta belleza justifica de sobra el retraso, pero nuestra verdadera intención es visitar, aunque fugazmente, el pueblecito de Sankt Gilgen, cuna de la madre de Mozart, en la orilla oeste del lago Wolfgangsee.
Grato paseo por el pueblo, foto a una deliciosa escultura dedicada a la infancia de la madre de Mozart y 'cafetito' con ricas pastas caseras en una terracita, mientras nos observan los cisnes del lago entre los palos de los veleros. Un buen lugar para relax y compras de productos típicos y prendas de abrigo. Desde aquí arranca un teleférico que va directamente hasta la estación de montaña de Zwölferhorn, a 1.520 metros de altitud, con las mejores vistas y rutas de senderismo para los más intrépidos.
Y llegamos a Salzburgo, cuarta ciudad de Austria. Lo primero que visitamos fueron los impresionantes jardines del Palacio Mirabell, construido en 1606 para la amante del príncipe-arzobispo Wolf Dietrich y los diez hijos de ambos. Muchos castaños de indias y tilos, 'los árboles ornamentales de Austria', y todos los parterres colmados de color de begonias y tajetes. Y por aquí encontraremos los escenarios de la película "Sonrisas y lágrimas", ya que es a estas montañas a las que cantaba Julie Andrews aquel famoso "El Sonido de la Música".
La Catedral de san Ruperto (allí está con el barril de sal) es de 1628. Tiene cinco órganos y dimensiones gigantescas: la nave principal, 99 metros de longitud; la transversal, 66; y la cúpula sobre el crucero se eleva 71 metros. Sin duda el siglo XVII fue notable para esta ciudad, que creó su primera universidad en 1623. Los casi 1.200 años de arzobispado han convertido a Salzburgo en un 'pequeño Vaticano' de habla alemana, en el que sus prelados visten de púrpura aunque no sean cardenales.
Salzburgo hay que disfrutarlo caminando e ir descubriendo sus calles medievales, la arquitectura barroca, sus amplias plazas y el sabor de una ciudad propia del Renacimiento italiano, obra de sus poderosos arzobispos. El rincón más visitado es sin duda Mozartplatz, donde está la casa natal del compositor, convertida hoy en museo. Y, desde todas partes, al fondo aparece siempre la fortaleza Hohensalzburg dominándolo todo. Para compras, la calle más importante es Getreidegasse, donde veremos hasta los más modernos comercios con sus logos y letreros adaptados al estilo medieval imperante. Y por supuesto hay que probar las famosas mozartkugeln, unas bolas de praliné y mazapán envueltos en chocolate, que encontraremos en pastelerías y otros establecimientos.
La raíz 'salz', que tanto se repite en los topónimos de esta zona, tiene su origen en los numerosos depósitos de sal, el 'oro blanco', que vienen explotándose desde la antigüedad. Precisamente gran parte de su transporte se realizaba por aguas del río Salzach, el que atraviesa Salzburgo, hasta la llegada del ferrocarril en el siglo XIX.
2ª jornada
Linz, ciudad imperial y capital del 'turismo digital'
Estamos de vuelta en Linz con algo más de una hora de día, así que, sin pisar el barco, nos lanzamos al encuentro de las mejores fotos del ocaso.
Se atribuye la fundación de Linz a los romanos, que asentaron aquí un campamento con el nombre de Lentia, aunque parece ser que lo establecieron sobre un antiguo asentamiento celta del siglo IV. Vivió su periodo de grandeza, como capital del Sacro Imperio Romano Germánico, los últimos años de Federico III de Habsburgo. A la muerte de éste, en 1493, la capitalidad volvió a Viena y Praga. Sin duda su monumento más emblemático es la barroca columna de la Trinidad, levantada en mármol blanco en 1723 como protección contra la guerra, los incendios y la peste. Se encuentra en Hauptplatz, espacio también muy conocido por sus famosos mercadillos de Navidad, en el centro de la ciudad.
Linz, en cuyo Instituto de segunda enseñanza estudió Hitler y cuya universidad lleva el nombre del matemático Joannes Kepler, que también residió aquí algunos años, compartió con Vilna la Capitalidad Europea de la Cultura en 2009. Aunque su población es mayoritariamente católica, cuenta con iglesia protestante, la Martin Luther Kirche, desde que, en 1781, el emperador José II autorizó su construcción, eso sí, "retirada 50 metros de la calle, para no perjudicar la imagen de los católicos".
Hoy tiene cerca de 200.000 habitantes y es la capital de la Alta Austria. Está cruzada por el Danubio, que fue frontera entre los territorios ocupados por rusos y americanos durante varios años de la posguerra. A sus orillas se miran, enfrentados, dos de los museos más importantes de Austria: En la margen izquierda, el Ars Electrónica Center (Museo del Futuro), centro de la vanguardia electrónica mundial, cuyos premios "ars electrónica" a las propuestas más creativas de la animación digital son codiciados en todo el mundo. En la derecha, como presidiendo un malecón repleto de arte, el nuevo edificio (de 2003) del Lentos Kunstmuseum Linz (Museo de Arte de Linz), que alberga obras de artistas tan importantes como Klimt, Kokoschka, Nolde, Rechstein, Schiele...
En ese mismo espacio al aire libre abundan las esculturas modernas, como ésta de la serie "Forum Metall", de Erwin Reiter (muerto precisamente en diciembre del 2015).
Linz era una ciudad afín a Mozart y es inevitable la referencia a Linzer, su 36ª sinfonía, estrenada aquí. Lo relevante es la anécdota, que muestra una vez más la capacidad creadora del genio. Llegó a la ciudad el 30 de octubre en viaje familiar (volviendo de Salzburgo a Viena) y fue invitado a dar un concierto cinco días más tarde. Como no llevaba partitura alguna, decidió crearla. El día señalado la obra estaba terminada y las copias a punto para tocarla. Era el 4 de noviembre de 1783.
De todos modos, si buscamos Linzer, posiblemente nos toparemos con más referencias a la Linzer torte, una tarta de la región, muy conocida (aunque también la hay parecida en Hungría), de la que la primera referencia escrita es el año 1653.
Regresamos al barco de noche y cansados, pero valió la pena el paseo por Hauptplatz y la avenida Landstrase. Nos queda pendiente la visita a sus museos, sus catedrales (la Antigua y la Nueva), la casa de Mozart... Aún estamos iniciando el recorrido y ya vamos 'acumulando alicientes para un próximo crucero'.
A las 20:30 estamos todos a bordo. Zarpamos hacia el Wachau, comarca de castillos y vino, mientras pasamos al restaurante para la 'Cena de bienvenida'. La noche es larga, llegaremos a Melk después del amanecer, así que disfrutamos relajadamente del programa de animación en el bar-salón panorámico.
3ª jornada
Cruzando el Wachau. Escalas en Melk (km 2.036) y Dürnstein (km 2.009)
El Wachau es un valle con suaves colinas y treinta km de longitud, cruzado por el Danubio entre Melk y Krems. Está jalonado de castillos y sus cultivos más importantes son los albaricoques y los viñedos. Son apreciados sus vinos blancos secos, de las variedades Riesling y Grüner Veltliners cultivadas en empinadas laderas, de los que encontramos amplia oferta en las enotecas de las numerosas poblaciones.
Es uno de los destinos más solicitados de Austria y Patrimonio de la Humanidad, desde el año 2000, por su agricultura y arquitectura. Quizás haya contribuido a todo esto la Venus de Willendorf, una estatuilla de 11 centímetros de altura y más de 25.000 años de antigüedad, cuyo descubrimiento vino a revolucionar los cimientos de la arqueología. Se trata de una figura de piedra representando una mujer desnuda, cuya exhuberancia se relaciona con el erotismo y la fertilidad. Aunque fue descubierta en 1908, no salió a la luz hasta 1998 y hoy es el objeto más destacado del Museo de Historia Natural de Viena, a la vez que el más enigmático y un importante estímulo para la investigación.
En Melk el muelle de atraque está en una especie de islote en el que se encuentra el camping, separado del pueblo alrededor de un kilómetro. El acceso a la población se efectúa a través del St Leopold-Brücke, un puente levadizo de hierro de corte modernista, que encontramos a continuación del Wachauarena, un teatro al aire libre, ya a la vista de la impresionante Abadía.
La Abadía Benedictina de Melk, una de las más conocidas de Austria, tiene más de 900 años de historia, aunque fue reconstruida casi en su totalidad en el siglo XVIII, después de un incendio. Conserva un museo y una biblioteca, famosa por sus manuscritos, con más de 16.000 volúmenes. En las dependencias imperiales se hospedó Napoleón y aquí se inspiró Umberto Eco para escribir "El Nombre de la Rosa".
El pueblo, a los pies de la Abadía, conserva un cierto aire medieval en sus calles empedradas, las agradables tabernas, el mercadillo de frutas, quesos y licores...
Su extenso cementerio, situado en la parte alta, merece una visita por los creativos trabajos de arquitectura funeraria y jardinería. Cada tumba es un pequeño vergel con infinidad de colores y limpios diseños.
Volvemos a nuestro barco, que sigue adentrándose en el Wachau. Lo primero que vemos al atracar en Dürnstein son los viñedos que rodean a las poblaciones. Con lo que no contábamos era con toparnos con el mismísimo Blondel cantando melodías en inglés a los pies de la muralla del castillo. Se trataba de una de las sorpresas que nos reservaba el equipo de animación de Politours, representando una de las leyendas en torno a Ricardo Corazón de León.
Es historia que este monarca inglés estuvo cautivo, por el conde Leopoldo V a su regreso de la Tercera Cruzada, en el castillo de Dürnstein desde la navidad de 1192 hasta febrero del 1194, de donde fue liberado después de que su madre, Leonor de Aquitania, enviase el importante rescate solicitado. La leyenda, que incluso serviría de guión para una ópera de Grêty en el siglo XVIII, dice que Ricardo fue liberado por su amigo, y compañero de trova en la juventud, el juglar Blondel, que iba cantando al pie de cada castillo las canciones que habían compuesto juntos, hasta obtener respuesta del cautivo, que halló aquí, en Dürnstein.
El castillo actualmente es un conjunto de ruinas sin gran interés, pero vale la pena la 'escalada', de unos 20 minutos, por la amplia panorámica de todo el valle con algunas de las mejores tomas paisajísticas de todo el crucero. Por cierto, al iniciar la subida pasamos ante la verja del recoleto cementerio y no nos resistimos a hacer alguna foto curiosa, que trataremos de aportar en este reportaje. A la bajada aprovechamos los minutos sobrantes para comprar unas botellas de vino en una enoteca. Tenía un buen surtido y nos sorprendió que todas las botellas del expositor tenían tapón de rosca. Ya les contaremos...
En Dürnstein fueron poco más de dos horas. Ya en el barco, asistimos a una charla informativa sobre Viena. Esta noche tenemos 'Cena Buffet Austriaca' con premio a la imaginación en la vestimenta. Sugerencia: los colores rojo y blanco de la bandera. Llegaremos a la 'Ciudad de la Música Clásica' (y de los palacios, y de los parques, y de...) bien entrada la noche.
4ª jornada
Viena (Km 1.929), visita guiada, paseos, parques, palacios...
Nuestra primera impresión de Viena, pues, fue nocturna. El Swiss Crown atracó muy cerca de uno de los puentes más famosos de la ciudad: el Reichsbrücke. Al despertar, la vista desde nuestro camarote ('cabina doble – A nº 325') era una panorámica de Donau City emergiendo del Danubio. Resaltaba la flamante Torre DC 1 (la DC 2 aún está iniciándose), el edificio más alto de Austria, con sus 248 metros (incluyendo los 28 de la antena).
Y, muy cerca de nuestro atraque, el templo de San Francisco de Asís, conocido también como Trinitarierkirche y una de las mayores iglesias de Viena, construida a finales del siglo XIX. Se inauguró en 1898 para celebrar el 50 aniversario de reinado del emperador Francisco José I, aunque no se finalizó hasta 1913. Un dato curioso es que la plaza en la que está situada, Mexiko-platz, fue bautizada así porque México fue el único país del mundo en manifestar su desacuerdo cuando Hitler ocupó Viena.
Precisamente en el XIX la ciudad de Viena alcanzó su máximo esplendor, multiplicando su población por diez en sólo un siglo. Una de las claves para la expansión de la ciudad fue la eliminación de las murallas sustituyéndolas por la gran avenida Ringstrasse, que circunvala la parte histórica y pronto se llenó de palacios y suntuosas residencias. Fue una etapa de gran florecimiento cultural, con intelectuales y artistas como Sigmund Freud, Gustav Klimt, Josef Hoffman... En 1916 superaba con creces los dos millones de habitantes.
Recorriendo dicha avenida se inicia la visita panorámica, disfrutando de edificios y monumentos como la Ópera, el Ayuntamiento, el Parlamento y, sobre todo, el Hofburg, que abarca además del Palacio Imperial, ya de por si un enorme conjunto de edificios de distintas épocas, donde se encuentran la Biblioteca Nacional, la Escuela de Equitación Española, varias salas de conciertos (por citar algo, ya que el palacio cuenta con 2.600 estancias), el Complejo Museal y toda una sucesión de plazas y parques de gran belleza.
Nuestro placentero paseo por las calles peatonales del centro histórico discurre sobre todo por las comerciales Kärtner-strasse y Graben, cuya confluencia en Stock im Eisen Platz nos lleva directamente ante la Catedral de San Esteban, cuya torre, de 137 metros, fue la más alta del mundo en su día. Ahí mismo, en Stephans-platz, justo enfrente a la joya visigótica, nos encontramos con una firma española que ya es referencia en todo el mundo: Zara.
Y, hablando de centros comerciales, una visita que recomendamos es al edificio Steffl en Kärtnerstrasse 19. Hay que entrar para disfrutar de su diseño, usar el ascensor panorámico situado en la fachada, que nos va abriendo la ciudad al subir hasta el bar en la última planta. Imprescindible para los amantes de los cafés italianos y la buena pastelería. Su exquisito servicio y la inigualable vista de la catedral sobre el mar de tejados, nos harán olvidar el precio.
Por la noche aprovechamos la oportunidad de asistir al concierto en la gran sala Redoutensaal, deleitándonos con una selección de obras de Johann Strauss y W. A. Mozart, interpretadas por la Hofburg-Orchester. Este salón del palacio imperial tiene una tradición de más de 300 años. En ninguna otra sala del mundo se escucharon tantas veladas musicales ofrecidas por grandes músicos como Mozart, Salieri, Beethoven, Paganini y hasta la dinastía de los Strauss. En noviembre del 1992, un gran incendio destruyó hasta los muros del ala del Hofburg donde se encuentra la Redoutensaal. En 1997, después de una difícil restauración, la sala volvió a su destino inicial. Es conveniente reservar las localidades al inicio del crucero.
5ª jornada
Despedida de Viena y tarde de paseo en Bratislava
Al día siguiente, disponiendo sólo de la mañana, nos propusimos un paseo tranquilo por la ciudad, con un único objetivo: visitar la 'tumba de Mozart'. La mejor opción desde el centro es el tranvía 71, apeándonos en Fred-Zinnemann para caminar los últimos quinientos metros. El St. Marxer Friedhof, cementerio de san Marcos, es un pequeño bosque de pinos y lilas de seis hectáreas, a cuatro o cinco kilómetros del centro de Viena, encajado entre la vía férrea y una raqueta de autovías. Mozart fue enterrado en una sepultura comunitaria (no en una fosa común), como cuentan todas las crónicas, y en realidad lo que allí podemos ver, en un claro entre tumbas abandonadas, es un pequeño monumento formado por una columna truncada y un angelote apesadumbrado que se apoya en su basa. La inscripción, escueta: "W. A. MOZART 1756-1791". Es un lugar retirado, pero siempre con flores frescas. Dicen.
Y, claro, imposible abandonar Viena sin una visita al Café Sacher para catar la famosa tarta de chocolate creada por Franz Sacher en 1832. En realidad la teníamos muy cerca. Está al lado de la plaza Albertina, ese lugar con especial encanto, poblado de arte y coches de caballos, a donde volvíamos una y otra vez: al Hofburg, al concierto, durante los paseos por las calles peatonales... Ración de 'Sacher-Torte', 5,60€; cada café, 4,90€. Pero bueno, la tarta exquisita, el ambiente, la Casa de la Ópera enfrente... Y un capricho es un capricho...
Todo un sueño, pero el Swiss Crown no espera. Tomamos rápidamente el metro hasta Vorgartenstrass (¡tan cerca del Prater y no hemos montado en la famosa noria!) y nos despedimos de Viena con más notas 'acumulando alicientes para un próximo crucero', como todos los días.
Zarpamos, nos espera Bratislava esta misma tarde. Media hora después de abandonar Viena entramos en una esclusa. Es la primera que pasamos con día y vemos cuán escaso margen nos queda a babor y estribor. Realmente los barcos de río tienen limitadas sus dimensiones por eso; por muy largos que sean, no suelen sobrepasar los doce metros de anchura. El Swiss Crown, con una eslora de 100 metros, sólo tiene 11,40 de manga. Entramos lentamente hasta el fondo. Por la popa se cierra la compuerta. La esclusa se va vaciando y descendemos en pocos minutos. A las 16:00 estamos desembarcando en Eslovaquia, han transcurrido dos horas y cuarenta minutos desde que salimos de Viena.
Tarde de paseo guiado en Bratislava (Km 1.874)
Bratislava, a tan sólo 60 kilómetros de Viena y con buena comunicación entre ambas, por el río y con un tren eléctrico que aquí llaman tranvía, parece una prolongación de la capital austriaca. Nos la recuerda su bien recuperado centro histórico, la actividad cultural, la nostalgia monárquica... La capital de Eslovaquia está también próxima a la frontera con Hungría y muy cerca de Budapest y, aunque no puede competir con la grandiosidad de sus dos vecinas, es el lugar ideal para una excursión de fin de semana o incluso de un día.
Se habla alemán y húngaro, además de eslovaco, y están orgullosos de su poliglotía. El primer monumento que nos topamos al desembarcar está dedicado a L'udovit Stúr (1815-1856), escritor, líder del resurgimiento cultural eslovaco y gran impulsor de la lengua propia. Su obra más conocida:"Sobre el dialecto eslovaco y la necesidad de escribir en ese dialecto".
Y ya estamos en la Hviezdoslavovo namestie, la plaza más grande y universal de Bratislava. En ella encontramos algunos de los edificios más representativos de la ciudad, como el Teatro Nacional; el Hotel Carlton, donde se hospedaron eminencias como Einstein o Julio Verne; la embajada norteamericana, con una tupida verja de más de tres metros de altura; la heladería 'Luculus'... De las esculturas que jalonan esta larga plaza, dos llaman nuestra atención: Sobre elevada peana de piedra, la dedicada a Pavol Országh Hviezdoslav (1849-1921), escritor y filósofo, líder de la literatura eslovaca, que da nombre a la plaza. Y, a ras de suelo, monumento en bronce de Hans Christian Andersen (1), que pasó por aquí en 1841. Viajaba de Estambul a Viena y se prendó de esta pequeña ciudad, que, se dice, le inspiró dos de sus obras: 'El patito feo' y 'La pequeña cerillera'. La describió sencillamente: "Bratislava es una ciudad hermosa llena de chicas guapas y buen vino".
Nuestro paseo continuó por la plaza Rudnayovo, donde se encuentra el monumento al Holocausto (en recuerdo a los 60.000 judíos eslovacos masacrados) delante de la Catedral de san Martín (donde por cierto se coronaba antiguamente a los reyes de Hungría), y por la calle Michalska, con la Torre de San Miguel siempre al fondo. Un agradable callejeo con mucho ambiente desembocando en la Plaza de Armas, con el Antiguo Ayuntamiento al fondo y la Fuente de Maximiliano en el centro. Alguien había organizado juegos infantiles en medio de la explanada y estaba todo lleno de gente. En un extremo, la terraza del 'Café Mayer', una pastelería cuya tarta nos había recomendado la guía. Exquisita.
En plena zona peatonal uno de los personajes más buscados por propios y extraños es 'Cumil el mirón', un hombre que se asoma desde el interior de un pozo de registro con mirada risueña. Y allí nos fuimos. También se le conoce como 'El hombre en el trabajo'. Desde luego el letrero bajo la señal que lo indica reza: 'Man at work'. Se trata de otra escultura en bronce de 1997, esta vez de Viktor Hulík.
Cuatro horas en Bratislava no dan para mucho más, la compra de un pequeño recuerdo y de vuelta al Swiss Crown. Aquí sigue creciendo nuestra lista, porque nos quedan temas pendientes para un buen fin de semana: el Palacio del Arzobispado, entrar en la Catedral, en sus museos, subir al Castillo... Quizá 'para el próximo crucero'.
(1) La escultura de Andersen, que representa al narrador danés con algunos de sus personajes, como el caracol, cisnes, el soldadito de plomo, el emperador desnudo..., es obra del arquitecto y escultor eslovaco Tibor Bartfay, que la realizó sin percibir honorarios, sólo por reconocimiento al escritor. Bartfay falleció en Bratislava el 3 de octubre del 2015, tres semanas después de nuestra visita. Tenía 93 años. Su obra más famosa, de las que se pueden contemplar en Bratislava, es "las fuentes de la paz" en la Plaza Hodzovo.
6ª jornada
"Recodo del Danubio": Esztergom (km 1.719), foco espiritual de Hungría
Después de toda la noche de navegación, pasadas las 7:00 horas entramos lentamente en una esclusa, con la vista puesta en la Basílica de Esztergom, que sobresale al frente. Pocos minutos después, los que hemos elegido la excursión opcional del "Recodo del Danubio", desembarcamos para recorrer en ómnibus los kilómetros que restan hasta Budapest, que en realidad está a la vuelta del recodo. Esta opción terrestre tiene el aliciente de varias excursiones, la primera en Esztergom, que hace 1.000 años era la residencia principal de los reyes de Hungría y aún hoy es la archidiócesis más importante del país.
Más allá de las ruinas del Castillo, en lo más alto, sobresale de todo el paisaje una gigantesca iglesia: la Basílica de Esztergom. Se trata de un templo de 5.600 metros de superficie, con asiento para 8.000 personas, en cuyo sótano se aloja la Cámara del Tesoro, con valiosas piezas. Sin embargo, se puede afirmar que su reliquia más preciada y visitada es la tumba de József Mindszenty (Csehiminszent, 1892 – Viena, 1975), octogésimotercer arzobispo de Esztergom y Cardenal Primado de Hungría, desposeído del cargo por el Papa un año antes de morir. Su historia, controvertida y apasionante, está aún muy viva en la memoria colectiva de gran parte de Europa (2).
La basílica, conocida también como Catedral de San Adalberto, fue reconstruida por enésima vez entre 1822 y 1869 y ostenta más de un récord: Edificio más grande de Hungría; su altura desde la cripta hasta el exterior de la cúpula es de 100 metros; en el momento de la consagración, su órgano, que aún está en construcción, también era el más grande; el retablo de la Virgen María, obra de Grigoletti de 13,50 x 5,60 metros, es la pintura en tela más grande del mundo en una sola pieza.
Desde el mirador exterior, sobre los tejados de la ciudad, se domina un amplio tramo de río y, al otro lado, Eslovaquia. Foto inexcusable. Ya no queda tiempo para visitar el Museo del Danubio o el de Arte Sacro, ni el Palacio del Obispo, con su biblioteca histórica..., ni siquiera para ver el conjunto de edificios barrocos de la plaza Széchenyi. Decididamente, será en 'nuestro próximo crucero'. Volvemos al 'bus'.
Desde la Ciudadela medieval de Vysegrad, a unos 200 metros de altura sobre el Danubio, gozamos de extensa panorámica del río, con apuestas sobre cuál es nuestro barco de aquellos que van pasando, antes de perderse detrás de Szentendrei-sziget, la isla de San Andrés. Vysegrad, que no llega a los dos mil habitantes, recibe más de 300.000 visitas al año, sobre todo por su Castillo. Actualmente, sin embargo, cada vez son más las personas que buscan sus aguas termales. Para nosotros hoy también es escala técnica, con posibilidad de comprar conservas, licores 'caseros' o artesanía del país, en la misma explanada del aparcamiento.
Pero, hablando de compras, mejor reservarse para la siguiente parada: Szentendre, apodado el "Montmartre del Danubio" por el asentamiento de artistas y por la abundancia de galerías de arte y artesanía. Hay museos dedicados a las obras de Margit Kovács y Ferency Károly e itinerantes exposiciones de arte contemporáneo en la galería Szentendrei Képtár. Su peculiar arquitectura, con mezcla de estilos, se explica por la masiva llegada de refugiados procedentes de los Balcanes en el siglo XVIII. Por eso también tiene iglesia ortodoxa desde 1690.
Deambulamos por sus calles y plazas, todas empedradas, llegando hasta la parte alta del pueblo, donde descubrimos el patio escondido del Café Dorothea, que nos recibe con tarta de chocolate y capuchino a la sombra de hiedras y arces. Encantador. A la vuelta nos detenemos en la Plaza Mayor ante la Cruz barroca, levantada también por los comerciantes serbios en 1763, para dar gracias a Dios por haber protegido a la ciudad de la peste. Desandamos la caminata perezosamente... Nos atrapa este pueblo, su color, las cuidadas casitas, la artesanía, callejuelas escalonadas..., o cubiertas con sombrillas...
(2) Mindszenty, Cardenal Primado de Hungría, fue condenado a muerte (conmutada por cadena perpetua) por el régimen soviético en 1948. Liberado durante la fugaz rebelión del pueblo húngaro en 1956, al entrar las tropas rusas en Budapest a los pocos días, tuvo que refugiarse en la embajada americana, donde permaneció 15 años soportando las presiones rusas y vaticanas, cuyos dirigentes anhelaban restablecer relaciones. Pero su historia (y su leyenda) empezó mucho antes. En 1919, a los cuatro años de ser ordenado, fue detenido y enviado a un campo de concentración durante el régimen pro-soviético de Bela Kun. En la Segunda Guerra Mundial coordinó la distribución de alimentos en los campos de refugiados y fue detenido en 1944 por oponerse al alojamiento de los soldados pro-nazis en su residencia. En 1948 fue detenido y torturado por su defensa de la Iglesia católica en contra de la legalidad comunista, hasta su encarcelamiento. Mucha gente recuerda aún su liberación en 1971. A partir de entonces residió en Viena (el Papa quería llevarlo a Roma) y viajó por varios países de América para apoyar a los refugiados húngaros. El mismo año de su muerte, 1975, fue recibido en Caracas con honores de jefe de Estado, poco antes de regresar a Europa. En resumen, se enfrentó a los nazis, fue perseguido y represaliado por los comunistas y presionado y humillado por su propia Iglesia. Hoy es venerado y su recuerdo respetado por todos los húngaros, tanto católicos como protestantes. Sus restos fueron trasladados a Esztergom en 1991, dos años después de la caída del muro y dieciséis de su muerte. Este gran hombre forma parte de la historia reciente de Hungría y de Europa.
6ª jornada
Budapest, visita panorámica y crucero nocturno con folclore a bordo
Ya vamos sobre ruedas hacia Budapest. Hacemos los últimos 20 kilómetros por una carretera al lado del río para entrar por Buda bajo el Puente Margarita, que va a su Isla y también nos lleva a Pest. El Swiss Crown está atracado entre los puentes Petófi y el de la Libertad. Queda media jornada intensa todavía. El programa señala: "Por la tarde visita panorámica de Budapest: los grandes bulevares, el Parlamento, la Ópera, la Plaza de los Héroes en la zona de Pest y el Bastión de los Pescadores en la orilla opuesta, la zona de Buda".
Todo lo que digamos de esta ciudad será poco para describir su grandeza. La sucesión de Palacios en ambas orillas; los elegantes puentes decimonónicos, repletos de jóvenes enamorados; las plazas llenas de vida, como inmensas salas de museo; el incesante movimiento de embarcaciones turísticas; las llamativas y multitudinarias fiestas campestres en los parques públicos, el fin de semana; el monumental Parlamento; la 'joven' y grandiosa Basílica de San Esteban; la bella Iglesia de Matías; el Castillo de Buda; el Bastión de los Pescadores, la Plaza de los Héroes... Todo lo llevaremos siempre en la mochila de viajes.
Después de comer en el barco, volvemos al ómnibus, que nos acerca ante todo a la Plaza de los Héroes. Nos perdemos la llegada caminando por la Avenida Andrássy, una de las principales arterias de la ciudad, que, con la Plaza de los Héroes, es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pero a cambio el 'paseo panorámico' nos proporcionó un 'aperitivo' de la grandeza de Budapest a través de sus bulevares y magnos edificios, como la bella Estación Nyugati (del Oeste). A ambos lados de la Plaza de los Héroes se encuentran el Museo de Bellas Artes y el Múcsarnok o Museo de Exposiciones, pero sin duda el atractivo principal es el Monumento del Milenio, que se inició en 1896 para conmemorar los mil años transcurridos desde la conquista de Hungría por los magiares. Se compone de dos columnatas dobles formando arco, en las que se instalaron las estatuas de personajes notables. En el centro, como elemento principal, una gran columna coronada por el Arcángel Gabriel, en cuya base los siete jinetes representan los caudillos de las siete tribus fundadoras de Hungría.
Subiendo a la colina de Buda accedemos a varios de los monumentos más visitados de Budapest: La Iglesia de Matías, sede de bodas y coronaciones reales y marco incomparable de conciertos de órgano y música clásica, es la iglesia católica más famosa de la ciudad. Aunque sus inicios son del siglo XIII, su reconstrucción importante se realizó en el XIX, de ahí su estilo neogótico. A pocos pasos está el Bastión de los Pescadores, un famoso mirador, que nos proporciona espléndidas vistas de Pest. Aquí volvemos a encontrar las siete tribus, simbolizadas en siete torres, con la estatua ecuestre de Esteban I en el centro. La otra cita inexcusable en esta excursión, sobre todo para estudiosos, es el Palacio Real, más conocido como Castillo de Buda, ubicado algo más al Sur. Este gran complejo acoge actualmente la Biblioteca Szechenyi, la Galería Nacional Húngara y el Museo de Historia de Budapest.
Esta noche todavía nos reserva actividad. Cenamos en un restaurante fluvial y a continuación, ya en nuestro barco, nos deleitamos con un espectáculo folclórico y el crucero nocturno para admirar los majestuosos monumentos iluminados. Las 'perlas' son el Parlamento y los puentes, sobre todo el de las Cadenas, pero todo el recorrido transcurre como en un cuento de hadas.
7ª jornada
Budapest (km 1.652-1.635). Parlamento, Szent István, Puente Szabadság
Si hay algo cuya visita es inexcusable, eso es el Parlamento y hacia allá nos vamos.
El edificio del Parlamento seguramente es el más conocido de Budapest. Es obra del arquitecto húngaro Imre Steindl y se puede decir que es de estilo neogótico, aunque con elementos neoclásicos, renacentistas y barrocos. Fue construidoentre 1885 y 1902 y en su interior destaca el uso de oro y mármoles. Actualmente, además de las salas de representantes, alberga las oficinas del Primer Ministro, en un ala, y del Presidente de la República, en la otra. Es visitable una gran parte, aunque con importantes medidas de seguridad, Desde el año 2000 se puede ver también las joyas de la coronación de Hungría, aunque 'sin fotos'.
El emplazamiento del Parlamento fue elegido cuidadosamente para dejar bien patente la carga simbólica que se le quería dar: como casa del pueblo, está a orilla del río en el lado de Pest, en contraposición con la elevada residencia real en el Castillo de Buda. Su fachada principal mira hacia el Danubio, aunque se accede por la posterior a través de la Plaza Kossuth.
Precisamente desde dicha plaza, caminando por la peatonal calle Vécsey se llega rápidamente a la Plaza de la Libertad, con su controvertido monumento soviético a la Liberación. Vamos en dirección a Szent István, bonita plaza con mosaicos en el pavimento, para visitar la iglesia del mismo nombre y mayor de Budapest: la Basílica de San Esteban. Su construcción, que duró medio siglo, se terminó en 1905 y en el interior se guarda como reliquia la mano derecha de San Esteban. El templo es visitable y se puede subir a una de sus torres. Se nos ha ido la mañana, volvemos al Swiss Crown.
Al desembarcar, nuestra última tarde en la ciudad más bella del Danubio, lo primero que nos encontramos, frente a la pasarela del pantalán, es una fiesta húngara con bullicio y vestimentas típicas. Cruzamos la ya famosa 'Ballena' que teníamos a la vista desde el barco y nos enteramos de su pequeña historia. El proyecto del edificio CET, conocido como 'la ballena' y sito entre los puentes Petofi y el de la Libertad, fue encargado por la Autoridad Portuaria de Budapest al equipo de arquitectos ONL con el fin de mejorar el espacio urbano para uso público y a la vez rejuvenecer viejos edificios, en este caso antiguos almacenes portuarios. Actualmente su uso principal es el museístico y comercial. Las terrazas de sus bares están entre las más frecuentadas de Budapest por su ubicación, al lado del río y con el Monte Gellért enfrente.
Es domingo y nos quedamos sin poder entrar en el Mercado Central, que era uno de nuestros objetivos, así que bordeamos el bello edificio y llegamos a la Plaza Fövám-ter, que tiene en el centro, el monumento a los caídos en la guerra del catorce. Es una plaza animada, con muchas terrazas y buenas vistas, que llega hasta el río, justo donde arranca el puente Szabadság (de la Libertad). Del otro extremo, sale hacia el norte la calle Váci, peatonal y una de las más comerciales de Budapest. Muchas tiendas, todas abiertas, con artesanía y mercadeo de turistas. Abundan también los bares y restaurantes.
El sol va cayendo y no queremos perdernos los últimos reflejos en Pest desde la orilla de Buda. El paseo por el Puente de la Libertad es relajado, la calzada para automóviles y tranvías va por el centro, separada de los laterales peatonales por la estructura de hierro fundido. Eso explica que esté concurrido de jóvenes, disfrutando sus amores sobre las anchas platabandas roblonadas. Al llegar al otro lado destaca, al frente, el histórico Hotel Balneario Gellert, al pie mismo del monte que le da nombre. Valió la pena; las perspectivas de la propia estructura del puente; la animación juvenil; la foto hacia el Norte al Erzsébet (de Isabel) y hacia el Sur, al Petófi; en Pest, el edificio CET que, desde aquí, sí recuerda a una ballena y la imponente fachada neoclásica de la Universidad Corvinus.
Los puentes de Budapest fueron casi todos destruidos durante la última guerra mundial. Éste, diseñado por Janos Feketeházy e inaugurado por el emperador Francisco José en 1896, fue restaurado por última vez entre 2007 y 2009. Al regresar nos fijamos mejor en las torres, cada una con una gran ave de bronce en lo alto. Es el ave Turul, mensajera entre dioses y humanos, que engendró en Emesé a Álmos, padre de Árpad el conquistador, bisabuelo de Szent István, fundador del reino de Hungría allá por el año 1000. Eso dice la mitología.
Sigue la animación en la fiesta 'campestre' y de los primitivos pero prácticos trípodes de hierro aún penden las gramalleras, cada una con su caldera y un humeante guiso rojizo. En la solana del Swiss Crown nos aguardan los compañeros de crucero que prefirieron una tarde de lectura.
Todo lo que digamos de Budapest será poco para describir su grandeza. La sucesión de Palacios en ambas orillas; los elegantes puentes decimonónicos, repletos de jóvenes enamorados; las plazas llenas de vida, como inmensas salas de museo; el incesante movimiento de embarcaciones turísticas; las llamativas y multitudinarias fiestas campestres en los parques públicos, el fin de semana; el monumental Parlamento; la 'joven' y grandiosa Basílica de San Esteban; la bella Iglesia de Matías; el Castillo de Buda; el Bastión de los Pescadores, la Plaza de los Héroes...
Lo llevaremos siempre en la mochila de viajes.
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