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Deslumbrante Catar, para visitar sin demora
EXPRESO - 01.11.2023
Doha, la capital
Es una ciudad a medida montada pieza a pieza en pocos lustros. Todo es nuevo. Mires por donde mires, su aspecto es el de una gigantesca maqueta en la que las piezas van encajando con una perfección mecánica, científica. Una ciudad de records (el metro más moderno, la lámpara más grande, calles con aire acondicionado) en un país en el que la batula es el símbolo nacional. Su área metropolitana alberga el ochenta por ciento de la población de Catar y una cantidad ilimitada de edificaciones espectaculares diseñadas por los arquitectos más prestigiosos. Acoger el mundial de fútbol del 2022 fue determinante para dar un nuevo paso de gigante en la competición urbanística que se desarrolla actualmente en el Golfo Pérsico. Podríamos definirla como una 'ciudad compuesta', en la cual las múltiples 'ciudades vocacionales' se van acoplando en una sucesión sin final programado.
Ciudad de la Educación
Qué da prestigio una atmósfera cultural, pues se construye una Ciudad de la Educación para que varias prestigiosas universidades de todo el mundo abran aquí una delegación. Cabe también un estadio de fútbol con vistas al mundial y una bellísima mezquita de minaretes inclinados, en la que las inscripciones árabes forman parte del diseño arquitectónico de las fachadas y las cascadas de agua alegran escalinatas y patios.
Uno de los edificios principales es la moderna Biblioteca Nacional, cuyo exterior recuerda un libro abierto y el interior escalonado, un anfiteatro; bordeando su espacio central, Qatar y Estados Unidos presiden una hilera de treinta y cuatro banderas; la planta más baja se destina a exposición de manuscritos y valiosas colecciones; en una de las vitrinas, bajo el título 'Mujeres en el Islam', se puede leer (en inglés): 'Cuando el Sagrado Corán se dirige a los fieles como 'hombres creyentes y mujeres creyentes', deja claro que la revelación se dirige a ambos sexos y enfatiza la igualdad de hombres y mujeres en cuanto a deberes, derechos, virtudes y méritos...'
Transportes públicos
Los desplazamientos dentro de la Ciudad de la Educación se articulan con un moderno servicio de tranvías, que serpentean por amplias avenidas entre inmensas plazas desiertas, deteniéndose bajo grandes marquesinas de acero y cristal, pausadamente, para acceder sin agobios desde las acristaladas salas de espera, dotadas de asientos, aire acondicionado y agua gratuita.
Hablando de desplazamientos, una de las cosas que no debe de perderse el viajero es una visita al metro; la magnitud de las estaciones y su diseño arquitectónico, de inspiración árabe y evocando el interior de una ostra, ya nos anticipan algo extraordinario, pero el asombro llega al entrar en el vagón: los asientos son sillones anatómicos, con reposabrazos mullidos, espaciados y dispuestos en dos hileras enfrentadas; todo está impoluto en estos trenes japoneses sin conductor.
Katara Cultural Village
Como espacio de ocio, se crea Katara Cultural Village, articulada en torno a un gran anfiteatro griego con capacidad para 5.000 espectadores, abierto por un lado hacia la playa. En esta 'Aldea Cultural' abundan los restaurantes, los cafés y los centros comerciales, con réplicas europeas como las parisinas Galeries Lafayette y un edificio con forma de paquete de regalo, con lazo y todo. Una expresión de apertura al exterior es la proliferación de murales al aire libre firmados por artistas de todo el mundo.
En las proximidades del anfiteatro, y muy cerca de la mezquita de Katara, se erigieron las Torres Pigeon, un ejemplo de arquitectura tradicional árabe, que en realidad son palomares cuyo fin es el aprovechamiento del guano, un aporte de nitrógeno vital para fertilizar las áridas tierras. Y, como la temperatura es alta casi todo el año, en esta 'Aldea Cultural' se puede efectuar parte del paseo por calles climatizadas.
Katara Towers
Un poco más al norte, Lusail, una urbe de nueva creación a 15 km del centro de Doha, es un ejemplo reciente de arquitectura moderna. Su edificio más emblemático es 'Katara Towers', la Torre de Katara; en realidad son dos torres de 40 plantas simulando dos cimitarras que se cruzan en la base, albergando los hoteles Raffles Doha y Fairmont Doha, cuyas estrellas se buscan en las alturas.
Dos apuntes interesantes a tener en cuenta: uno, en su vestíbulo principal se encuentra la lámpara más grande del mundo; otro, el restaurante 'Vaya', para disfrutar de la mejor cocina argentina, trabajada en independientes obradores abiertos al amplísimo y luminoso comedor.
La Perla
Y, entre Katara y Lusail, emergiendo de la bahía, The Pearl – Qatar, La Perla, una isla artificial bordeada de playas, creada alrededor de una marina circular repleta de yates, en cuyo centro, cual si fuera una auténtica perla, otra isla redonda alberga el hotel St. Regis Marsa Arabia Island; su lámpara, 'Entre el cielo y la tierra', acompañándonos al ascender por la bellísima escalera helicoidal, es una auténtica obra de arte; si además se tiene la oportunidad de comer en NAR, el restaurante turco, la visita se hace inolvidable. Pero La Perla es mucho más: una retahíla de hoteles, edificios residenciales, restaurantes, en torno al sinuoso bulevard central, además de la 'Pequeña Venecia', un barrio de canales en el que también se reproduce el emblemático Puente Rialto.
Rascacielos y hoteles
Los rascacielos de Catar constituyen por sí solos un atractivo extraordinario. Su principal ubicación es la conocida como Zona Diplomática, en la West Bay, donde se encuentran los más premiados, como el Burj Qatar, Premio Pritzker de Arquitectura. También se encuentra aquí el centro comercial City Center Doha mail, contiguo al palacio de congresos Doha Exhibition & Convention Center, precisamente al lado de Le Meridien City Center, acogedor hotel de privilegiada ubicación, que tiene el primer bar de vinos de Catar y en la planta 24 el restaurante 'Caza' ofrece lo mejor de la cocina marroquí a la par de unas vistas fantásticas.
Por cierto, desde lo más alto, nivel 44, se disfruta de una inigualable panorámica de la ciudad, en la que destaca, por proximidad el Hotel de Convenciones y Resort Sheraton Doha, posiblemente el más representativo de Catar por su forma piramidal y por su protagonismo en las conferencias de la Organización de los Estados Árabes, en el transcurso de los últimos 40 años.
Fue el primer edificio construido en el Nuevo Distrito de Doha, siguiendo el proyecto del arquitecto William Pereira, profesor de Frank Gehry, y renovado en 2014 para dotarlo de las modernas tecnologías del siglo XXI. Conocido como la 'Pirámide del Golfo', es el icono indiscutible del fulgurante desarrollo de Catar. A partir de ahí la lista es interminable, baste decir que solo el grupo Marriot tiene 18 hoteles en Doha.
Los museos
Y si hay algo imprescindible en Catar son los museos. Eso sí, museos recientes y de arquitectura espléndida. El Museo de Arte Islámico de Doha alberga interesantes manuscritos y piezas textiles, comprados por todo el mundo, porque en Catar no existían, pero lo de verdad interesante es el envoltorio: un bonito edificio de octógonos superpuestos, obra del arquitecto Ieoh Ming Pei, construido en este siglo XXI sobre un solar creado ad hoc en una península que se adentra en la bahía "para que ningún edificio le haga sombra".
Muy cerca, el Museo Nacional de Qatar, cuya apertura oficial se realizó en marzo del 2019, se construyó según proyecto del arquitecto Jean Nouvel, inspirado en la 'rosa del desierto'. Este es el mejor lugar para conocer la historia de Catar, además de una interesante experiencia multisensorial a lo largo de las salas interconectadas, donde la pieza más fotografiada es una gran escultura representando la característica máscara que cubre el rostro de las mujeres, la batula, símbolo nacional catarí. Este moderno edificio envuelve, como pieza central, al restaurado Palacio histórico del jeque Abdullah bin Jassim Al Thani (1880-1957), hijo del fundador del Qatar moderno, edificio que, después de hogar de la Familia Real, fue sede del gobierno y posteriormente Museo Nacional original. Ambos museos se hallan próximos al puerto.
Al-Mina y reflexiones sobre la cocina
Y en el antiguo puerto de Al-Mina, quizá dejándose llevar por el amor incondicional que inspira en los árabes el Mediterráneo, se ha construido un nuevo barrio de casas bajas, callejuelas y tonos pastel que podría pasar por griego o andaluz.
Excelente lugar para pasear como en un pueblo, de eso se trata, comprar souvenirs, comer buenos pescados procedentes de Turquía, como por ejemplo en el restaurante Chabrat Al Mina, y hacer las mejores fotos de una puesta de sol cuando se oculta tras los rascacielos de West Bay.
Hablando de restaurantes, no hemos logrado conocer la cocina catarí. Hemos nombrado uno marroquí, uno argentino y uno turco; también hemos catado las delicias indias del Jamawar, en el Sheraton, y las especialidades iraníes del Parisa, un restaurante de espectacular decoración en los aledaños del zoco. Quizás la conclusión es que la gastronomía catarí es fusión de varias cocinas orientales, con marcadas influencias de India, Persia y Turquía, y las especias como protagonistas.
Souq Waquif y las piezas más veladas del rompecabezas
En este puzzle recien fabricado que es Doha no podía faltar un zoco. Nos aclaran que aquí estuvo el antiguo, pero la realidad es que Souq Waquif es nuevo aunque con aspecto de laberinto, como corresponde.
Y es aquí donde están las piezas más veladas del rompecabezas, esas que no se encuentran a la primera y que le dan a Doha el punto romántico de autenticidad oriental. Quizá el más accesible sea Saad Ismail Al Jassim, 'el viejo buceador de perlas', que con sus ochentaitantos años regenta un esablecimiento de joyería y, si está de humor, cuenta las historias de su pasado culturista y "último pescador de perlas vivo", actividad principal en Catar, hasta la llegada de las perlas cultivadas chinas, y que recibió la puntilla con el descubrimiento del enorme yacimiento de gas que alberga esta península.
También muy interesante es Majlis Al Dama, un centro comunitario frecuentado por Al-Bader Khalid, antiguo piloto comercial catarí, casi siempre dispuesto a contar la historia y mil anécdotas del país, y maestro en el curioso juego de damas que se desarrolla en un tablero con todos los cuadros blancos. Y para tomar un café con azafrán y cardamomo sin salir de Souq Waquif un buen anfitrión en su pequeño majilis es Hussain Alhadad; no sabe a café pero la conversación siempre es amena.
Cataríes, pocos. Y el desierto, para los turistas
Estos tres, el Sr. Al Jassim, el Sr Khalid y el Sr. Alhadad son cataríes; sabemos que hay al menos un cuarto de millón más, pero muy difíciles de ver; la vida cotidiana se hace con los dos millones y medio de extranjeros que residen en este país de 11.586 kilómetros cuadrados de desierto. Por cierto, también aquí la excursión al desierto forma parte de la oferta turística. Dohabus Adventures, con su flota de todoterrenos, algunos con capacidad para treinta personas, cuenta con magníficos profesionales para llegar hasta el mar interior que hace frontera con Arabia Saudita, cabalgando dunas y demostrando que en este desierto se puede circular a 120 km por hora.
Hay varios majilis en la ruta pero el hotel de referencia, inaugurado para el mundial de fútbol del 2022, es el The Outpost Al Barari, un establecimiento con cinco categorías de habitaciones en bungalows, algunos con piscina independiente, ideales para viajes familiares y contemplación de las estrellas. Está a hora y media del aeropuerto, en pleno desierto, y a unos quince minutos de la playa.
Catar, el de las perlas naturales y las inmensas reservas de combustibles fósiles, quiere que el turismo se haga visible en la economía del país. Y cuando el mundo no necesite su gas, Catar será un joyero de gigantescas perlas arquitectónicas abierto para todos. Lo bueno es que no necesitamos aguardar, está disponible ya.
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa
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