De cuarentena en cuarentena

EXPRESO - 15.05.2020

Ana Bustabad Alonso, periodista

balcon Casaval

Hace dos meses escribía en estas mismas páginas que España estaba triste. Ahora el caso es ligeramente distinto: con decenas de miles de muertos a causa del coronavirus, España está de luto riguroso y además está indignada. Tremendamente indignada por una gestión pésima de un Gobierno que, cada vez más, no representa al pueblo español.

Los españoles asistimos avergonzados a las veleidades inicuas de nuestros gobernantes que, un día sí y al otro también, nos dejan estupefactos y cabreados. Especialmente a los que trabajamos en el sector turístico, en un país que es el más competitivo del mundo y el año pasado recibió 84 millones de turistas extranjeros.

La penúltima decisión disparatada del Gobierno de Pedro Sánchez es imponer la cuarentena obligatoria desde este 15 de mayo a los viajeros que entren en España: catorce días confinados en su alojamiento, del que solo podrán salir para compras de primera necesidad.

Mientras la Unión Europea pedía permeabilizar las fronteras interiores para favorecer el turismo intracomunitario; mientras el Gobierno de Italia manifestaba que quería vuelos estivales con España, Francia y Alemania sin cuarentenas; mientras Francia anunciaba que no sería imperativa la cuarentena a los viajeros procedentes de otros países de la zona Schengen y establecía un corredor con el Reino Unido; mientras Grecia solicitaba a la Comisión Europea una prueba de coronavirus previa al viaje para entrar en la UE; al Gobierno español no se le ocurría mejor idea que decretar 14 días de confinamiento obligatorio a todos los viajeros internacionales. La penúltima patada en el estómago al sector turístico español.

Y, claro, Francia ha hecho lo propio con los viajeros procedentes de España, por cuestiones de reciprocidad.

Total, que a ver quién es el guapo que elige este verano, o este otoño, las playas o las montañas españolas, o sus ciudades, si solo las va a poder ver desde la ventana de su habitación. Menudas vacaciones.

Así que el desastre está servido en el sector turístico español. Por si no fuesen suficientes los tres meses de arresto domiciliario en los que estamos sumidos, la pérdida de la temporada primaveral y el más que previsible quebranto del verano; la mala imagen internacional que estamos proyectando como consecuencia de la nefasta gestión sanitaria de nuestro Gobierno, los apuros serios que están pasando hosteleros y agencias de viajes a causa de sus ineficientes medidas económicas; ahora también nos hipotecan el futuro del sector.

Saldremos de esta como hemos salido de todas las crisis, porque los españoles formamos una gran nación. De nosotros depende salir como el país del luto perpetuo, vendiéndonos como un destino de riesgo, al modo de Chernobyl, o volver como el país del sol y los abrazos. Para todo hay viajeros. Eso sí, si en vez de un barco a la deriva queremos que España sea una nao organizada y con buen rumbo, como las de nuestros antepasados, hemos de elegir mejor capitán.

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