6 pueblos para descubrir la otra esencia de Formentera

EXPRESO - 10.08.2022

Repartidos por toda la isla, son la alternativa perfecta para relajados paseos de media tarde, tras una intensa mañana de chapuzones.

Y es que Formentera, en verano, es sinónimo de playas de aguas cristalinas, mercados, mercadillos y románticos amaneceres o atardeceres en sus dos faros: La Mola y Cap de Barbaria, respectivamente.

Pero, a diferencia de esos paraísos lejanos de los Mares del Sur donde ‘solo’ hay naturaleza, Formentera aporta también un valor añadido: el encanto de sus seis pueblos, La Savina, Sant Francesc, Sant Ferran, Es Pujols, Es Caló de Sant Agustí y El Pilar de la Mola.

Cada uno con sus peculiares características, distintas pero complementarias, invitan al viajero a descubrir esa otra esencia mediterránea de la isla: la de sus calles y plazas, sus monumentos patrimoniales… y sus gentes. 

1–La Savina, mucho más que la puerta de entrada a la isla

El Puerto de La Savina fue creado a finales del siglo XIX para ofrecer refugio alternativo a los propietarios de embarcaciones amarradas en el Estany des Peix. Y con los años se convirtió también en punto estratégico para exportar la sal que se recolectaba en las salinas, por lo que se fueron desarrollando allí todo tipo infraesrtructuras para favorecer su transporte.

Hoy día todas esas instalaciones se han reconvertido para enfocarse en el turismo siendo el puerto la principal vía de abastecimiento para toda la isla A él llegan los ferrys desde la vecina Ibiza o la alicantina Dénia (solo de abril a octubre) repletos de viajeros ansiosos de disfrutar del ‘último paraíso del Mediterráneo’.

Al puerto pesquero de siempre, refugio de vetustas embarcaciones, ha unido el puerto deportivo, con sus modernas embarcaciones de recreo. Bullicioso y alegre, está repleto de bares y restaurante, un mercadillo vespertino de ropa y complementos y establecimientos donde alquilar vehículos de todo tipo, en especial bicicletas y motos. Y también donde hacer acopio de información para empezar a disfrutar de la isla.                         

2–Sant Francesc Xavier, la capital, cargada de patrimonio

Estratégicamente situada en el interior de la isla, es cruce de caminos para conocer todos los rincones de la isla. Su corazón es la Plaza de la Constitución, sede del ayuntamiento y del Consell Insular. Pero lo que más llama la atención en ella es su iglesia-fortaleza del siglo XVIII.

Deambular por su centro histórico es sentir la alegría que destilan sus calles peatonales, con sus bares, terrazas, restaurantes y pequeñas boutiques donde adquirir prendas únicas. También son dignos de visita el Museo Etnográfico, la capilla de Sa Tanca Vella (del siglo XIII, cubierta por una bóveda de cañón) o el Fossar Vell, cementerio restaurado por el arquitecto formenterés Marià Castelló, con una intervención que le valió ser finalista en los premios FAD de arquitectura 2017.

Y, a las afueras, una pequeña caminata para admirar los molinos de Sa Miranda: El Molí d’en Mateu (hoy vivienda privada) y el Molí d’en Jeroni. Ambos datan del siglo XIX aunque dejaron de funcionar en la década de los 50. Desde ellos hay una espectacular vista panorámica.

3–Sant Ferran, bohemia y la creatividad

En los años 70, esta pequeña localidad fue el punto de encuentro de hippies y bohemios, reunidos en la legendaria Fonda Pepe, aun abierta hoy día. Y sigue destilando creatividad, expuesta en sus dos mercados: el artesanal y el artístico.

A nivel patrimonial destaca su iglesia parroquial, Sant Francesc de Ses Roques, de finales del siglo XIX y declarada Bien de Interés Cultural –en la tipología de conjunto histórico– en 1996. Es la más pequeña de las tres únicas iglesias parroquiales de la isla (junto a las de Sant Francesc y El Pilar de la Mola).

Muy cerca hay otros dos molinos de viento: Molí d’en Teuet y Molí de Ses Roques. Al sur están los embarcaderos de Cala en Baster y al este los bellos acantilados de piedra marés, utilizada para la construcción de las casas.                           

4–Es Pujols, epicentro de la hoteleria y el ocio nocturno

Ubicada al norte, entre la playa de Levante y Punta Prima, aglutina la mayor oferta hotelera de la isla. Con un bullicioso Paseo Marítimo salpicado de restaurantes, bares, pubs, terrazas y tenderetes de artesanía, en un mercadillo que abre todos los días de la semana, de 19:00 a 24:00 horas.

Es Pujols también presume de la única playa urbana de la isla, un arenal de unos 700 metros en paralelo a su Paseo Marítimo, en el que ‘conviven’ también algunos varaderos de madera. Es la localidad que le da un toque de ‘locura y frenesí’ a la tranquilidad generalizada que impera en el resto.                       

5–Es Caló de Sant Agusti, fotogénico pueblo de pescadores

En la costa de Tramuntana, esta coqueta y pintoresca aldea de fuerte tradición pesquera cuenta con un peculiar puerto natural donde destaca su impresionante conjunto semicircular de varaderos de madera que dan cobijo a los llaüds (barcas tradicionales de pesca), declarado Lugar de Interés Cultural en 2022. Con algunos restaurantes en los que degustar buen pescado fresco, marisco o arroces.

La zona playera que la antecede –Ses platgetes, conjunto de tres calas casi idénticas– contrasta con los rotundos acantilados de La Mola, hacia el norte. Y a su salida está el punto de partida de la más bella de las 32 Rutas Verdes de Formentera (Ruta 25), conocida como Camí de Sa Pujada, pues recorre íntegramente el histórico camino que era único acceso a la parte más elevada de la isla.               

6–El Pilar de la Mola y su famoso Mercado Artesano

Ubicada en el extremo este de la isla, es la única localidad de este altiplano de 192 metros de altura, techo de Formentera. Es el pueblo más tranquilo… salvo las tardes de los miércoles y domingos, de mayo a octubre, cuando entra en ‘ebullición’ su Mercado Artesano, el más famoso de la isla. Al final del pueblo, en dirección al faro de La Mola, es de obligada visita la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Pilar, construida en el siglo XVIII para atender las necesidades espirituales de esta comunidad tan aislada del resto.

Y también camino del faro hay un desvió que permite llegar hasta el más bello y mejor conservado de los molinos de la isla, el Molí Vell de la Mola, del siglo XVIII. Es el único que puede visitarse –gratuitamente– en su interior, de miércoles a domingos, de 17:00 a 20:00 horas.

Está declarado Bien de Interés Cultural tras ser rehabilitado totalmente, incluído su mecanismo tradicional, por lo que puede admirarse su fabuloso engranaje.

Expreso. Redacción. J.R

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