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Una escapada de verano a los Montes Torozos, preciosa ruta en Valladolid
EXPRESO - 14.08.2017
La comarca natural de los Montes Torozos se extiende suave por la provincia española de Valladolid
La comarca natural de los Montes Torozos se extiende suave por la provincia española de Valladolid. Se trata de una gran llanura paramera, salpicada de pronto por valles verdes y arbolados, pequeños abismos que descienden hacia el cauce de arroyos, y donde se esconden joyas de nuestro patrimonio histórico y arquitectónico.
Desde Valladolid, es un placer comenzar la ruta en coche (o en bicicleta, esta ruta es muy frecuentada por ciclistas) por la humilde carretera que lleva a Zaratán, tierra de buenas salchichas, y continuar unos kilómetros hasta Wamba.
Aquí, en el único municipio español cuyo nombre comienza por “W”, se encuentra la primera joya. La iglesia visigoda de Santa María, que antaño fue de la orden militar de los Hospitaleros de San Juan de Jerusalén, y cabecera de muchas otras villas. Merece la pena la visita guiada al interior, descubrir su sobrecogedor osario y detenerse un momento en la hermosa plaza arbolada de cipreses para comenzar la adaptación al ritmo lento de estas tierras.
A solo 25 kilómetros, otro de los hitos imprescindibles en la comarca de Montes Torozos es San Cebrián de Mazote, donde se yergue el mayor templo mozárabe de toda España, del siglo X, que no fue destruido en tiempos del terrible Almanzor seguramente por lo recóndito de su ubicación.
Entre una y otra, el impresionante castillo de Torrelobatón, con proporciones perfectas de la Escuela de Valladolid, que hoy alberga el Centro de Interpretación de los Comuneros, aunque los añadidos de su interior hagan rehuir la visita.
Y la imponente espadaña de la iglesia del Salvador de Torrecilla de la Torre, con su perfecto nido de cigüeña al que regresa su propietaria cada invierno.
En esta escapada de curvas suaves y sorprendentes cambios de rasante, de montes de encinas y quejigos, no puede faltar un descenso hacia la Santa Espina, elegante monasterio reconvertido en centro de formación agrícola; y al pueblo del mismo nombre, que tiene su origen en la colonización de mediados del siglo XX.
Aquí se encuentra una de las paradas más apetecibles de la ruta, rica también en quesos. Primero, por la famosa miel de este lugar. Y, segundo, por el restaurante El Rincón del Labrador, que ofrece al viajero espléndidas materias primas de la zona cocinadas a la manera más sencilla y sabrosa. Por ejemplo, sus espectaculares tomates de la huerta o sus huevos de corral con patatas y lomo de la olla.
Un poco más al oeste, Urueña, Villa del Libro, un mirador natural amurallado, plagado de librerías con encanto, donde se puede visitar el Centro e-Lea Miguel Delibes.
Y en las estribaciones occidentales de este páramo inmenso que son los Torozos, ya entre la Tierra de Campos y el Campo de Toro, se encuentra Tiedra, que además de su castillo ofrece al visitante todas las estrellas del firmamento en su Centro Astronómico.
La vuelta desde aquí a la capital vallisoletana conviene hacerla por la autovía A-6, para contemplar el impresionante paisaje que desciende hacia Mota del Marqués, uno de los más bonitos del país, especialmente en primavera.
Tras dejar atrás Tordesillas y nada más pasar el renovado hotel El Montico, un descanso tranquilo entre pinares, el siguente desvío de la A-62 conduce al coqueto aeródromo de Matilla. Aquí cada fin de semana hay actuaciones en directo, y la terraza de verano de su Taberna del Aviador permite un agradable refrigerio a la sombra observando los despegues de avionetas.
Los Montes Torozos incluyen además otras sorpresas como la del castillo de Fuensaldaña, sede de las Cortes de Castilla y León en el siglo XX; o los vinos de la D.O. y las imponentes torres herrerianas de la iglesia de Santiago en Cigales, que según Fray Antonio Alcalde habrían de verse desde el mexicano Yucatán, de tanto dinero como había enviado para ello a su villa natal; o la coqueta Valoria la Buena; las bodegas de Mucientes, los avestruces de granja de Villalba de los Alcores, la histórica campa de Villalar donde cada año se recuerda que en el siglo XVI se enfrentaron Comuneros y tropas imperiales; y el aeropuerto de Villanubla, el aeropuerto de Valladolid.
Texto y fotos: Ana Bustabad Alonso y Federico Ruiz de Andrés
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