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Parador Costa da Morte, el faro de la cadena pública
EXPRESO - 18.11.2020
El Parador de Muxía es mucho más que un hotel de lujo. Incrustado en una frondosa ladera, para molestar lo mínimo a la naturaleza en una costa que sabe de agresiones, se va deslizando hacia el manso encuentro con el Atlántico en la playa de Lourido. Quiere ser un monumento a la sufrida naturaleza y ¿qué mejor que pasar desapercibido?
Sensiblemente equidistante a los faros de Cabo Vilán y Cabo Touriñán (este último, el más occidental de la España continental), a los pies del Monte Facho de Lourido, cuyo nombre lo dice todo, este faro simbólico viene a iluminar el sector hotelero, y turístico en general, de una zona con los mejores mariscos y los paisajes más agrestes, a la que ni se aproximaban aún las vías rápidas (esta circunstancia ha servido al menos para mantenerla al margen de la masificación).
Además tiene vocación de museo. Así presenta su oferta de arte: "El Parador Costa da Morte acoge una propuesta artística que se relaciona intimamente con la vida, el paisaje, la historia y la cultura gallega. Esculturas y fotografías nos transportan y vinculan íntimamente con esta tierra". Esculturas de Francisco Leiro y Álvaro de la Vega; retratos de una decena de fotógrafos que nos transportan a un mundo rural en trance de desaparición. Todo organizado de modo que el visitante olvida que está en un hotel para sentirse en un museo.
Todo empezó con el desastre del Prestige. Fue tal el impacto de aquella marea negra, que en enero del 2003, sólo dos meses después del naufragio, el Gobierno de España decretó la construcción de un Parador de Turismo en la Costa da Morte. Era sólo una de las promesas de múltiples medidas y, para dar más énfasis a ese plan de reactivación de la economía gallega, el Consejo de Ministros se celebró en el Ayuntamiento de la Coruña. Eran tiempos de Aznar, de Fraga y de Francisco Vázquez. Además, para propiciar el desarrollo turístico de la zona, se decidió también la construcción de la autopista, que actualmente llega hasta Baio (la última media hora es por buena carretera).
Se barajaron varias localizaciones, pensando inicialmente en Ponteceso, pero la historia, la cultura y las leyendas inclinaron la balanza hacia Muxía. El Ayuntamiento tiró de archivo para recordar la historia milenaria de sus pesquerías, con referencias documentales de los siglos XI y XII sobre los secaderos de congrio, demandado desde tierras tan lejanas como Aragón, donde el 'congrio a la bibilitana', de Calatayud, es un manjar clásico y celebradísimo; también puso en la balanza el paso de Rosalía de Castro por Muxía, ya que en 1859, allí aposentada, escribió 'La hija del mar'. Y dio el paso definitivo aportando el solar, que compró a varios cientos de propietarios (valor que recuperó con creces al ingresar en las arcas municipales cerca de un millón de euros por licencias) en la ensenada de Lourido, una ladera que mira hacia el naciente y tiene al frente la villa.
El proyecto de edificación es del arquitecto gallego Alfonso Penela, aunque en el transcurso de la obra el equipo del Instituto de Turismo de España (TURESPAÑA), que corrió con la dirección de la construcción, cambió elementos esenciales, como la inclinación de las cubiertas, que era inicialmente mayor y se mimetizaban todavía más con el paisaje; la reducción de unas veinte habitaciones (al final son 63, todas con vistas al mar e iluminación cenital) o la distribución de los baños, que por cierto se quedaron sin bidé y con la bañera en medio de la habitación. Esto último lo solucionaron los decoradores velándola tras una empalizada que va del verde oscuro al amarillo, como los tojales que tapizan la ladera hasta donde permite la espuma salada. Lo del bidé no va a tener remedio.
La decoración, dirigida por David García, del Grupo Ramón García, que se encargó del interiorismo en colaboración con Sutega, está inspirada en aquel singular paraje y en las costumbres y leyendas de la Costa da Morte. Este aspecto queda patente ya en el amplio vestíbulo, con la recreación de un secadero de congrio, un rompeolas y hasta la mítica pedra de abalar. La piedra y la madera son los materiales predominantes, sin olvidar los encajes de Camariñas y la cerámica de Buño, presente en jarrones y lámparas y en la escultura de Manolo Eirín, con el artesano Rulo, que simula los rayos del sol y se repite en cada planta cambiando de color, desde el verde azulado al rojo, al igual que lo hace la iluminación solar a lo largo del día.
Lo que no estaba previsto era su puesta en funcionamiento en plena crisis turística, sin embargo el 2020, además de la pandemia, trajo a Muxía el mejor verano de la historia. Una verdadera prueba de fuego, estrenarse con el Parador al 100% durante los meses de julio y agosto. La previsión para el otoño también era óptima pero se produjeron cerca de 800 cancelaciones en el mes de octubre.
En su interior los huéspedes cuentan con numerosos atractivos para conseguir el relax total: Un completo spa, con baño turco, sauna, jacuzzi, piscina dinámica, solárium, todo con vistas al Atlántico, además de una amplia zona de cabinas para tratamientos. Y para no perder ni un segundo el contacto visual con el paisaje, la 'piscina infinita' tiene su muro final de vidrio.
El restaurante une a la habitual propuesta de la cadena, gastronomía local y recetas tradicionales, los mejores productos del mar y de la tierra gallega (el 'congrio a la bibilitana', todavía en pruebas). Los amantes de la lectura encontrarán una agradable biblioteca con literatura gallega, en especial de escritores del Batallón Literario da Costa da Morte.
Despierta curiosidad la constante presencia de la geografía e historia de la comarca en todo el establecimiento: cada planta lleva el nombre de una ría de la Costa da Morte y cada habitación fue bautizada con el nombre de un paraje de la zona y cuenta con su mapa, carta náutica y datos de interés.
Por si fuera poco, el director, Julio César Castro Marcote, está trabajando ya en la idea de preparar una leyenda por habitación, relacionada con su nombre. Eso será para después de las vacaciones, ya que el Parador, como algunos otros de Galicia, cerrará el 3 de enero. Dos meses que vendrán muy bien para reparar problemillas de obra, que no permitió la presión del atípico verano, y colocar algún que otro colgador en los baños.
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto
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