Camino de la Soria de Machado en el tren Campos de Castilla

EXPRESO - 27.05.2012

Texto: Federico Ruiz de Andrés  Fotos: F

Texto: Federico Ruiz de Andrés  Fotos: F.R. y Ayuntamiento de Soria

Coincidiendo con el centenario de la famosa obra de Antonio Machado, Soria acaba de estrenar el tren Campos de Castilla, una ruta en ferrocarril de Renfe hacia Castilla y León, por los mismos lugares que recorrió el poeta.


El Tren ‘Campos de Castilla’ es un viaje en el tiempo, un fin de semana que te traslada desde el Madrid del siglo XXI a las tierras sorianas de cien años atrás, las que Machado amó con tanta intensidad que les dedicó lo mejor de su pluma.

A bordo del tren Campos de Castilla

El viaje comienza temprano, el tren no espera a nadie. Sábado por la mañana en la madrileña estación de Chamartín. Todos atentos al panel que anuncia la vía. Aún no ha empezado el ‘viaje en el tiempo’, pero ya nos parece oír el silbato del jefe de estación, dando la salida con su gorra y la bandera roja en la mano. ¡Viajeros al tren!

A las 08.16, puntual, el convoy de Renfe inicia el traqueteo camino de Soria. Como hizo Machado hace un siglo. Como cantaba Gabinete Caligari en su famosa ‘Camino Soria’. Este tren tan especial, un fascinante viaje teatralizado de ‘Machado y el tren’ repite trayecto dos sábados al mes hasta el 7 de octubre.

A bordo, descubrimos ‘las colinas plateadas, las cárdenas roquedas, los montes de violeta’ que inspiraron a Machado. Es mucho más que un viaje en tren, es un recorrido por la vida de Machado y su obra Campos de Castilla.

Atravesamos el valle del Henares, buenas tierras, con rica agricultura. En la estación de Sigüenza comienza la aventura. Un interventor, una engalanada señorita ‘bien’ y una hechicera trasladan a los pasajeros cien años atrás, rememorando los instantes del viaje que emprendió Machado.

Desde Sigüenza, estaciones cerradas, vías muertas, edificios ferroviarios en decrepitud, ni un alma. Sigue, en el interior del tren la dramatización de poemas machadianos y los guiños a su época.

Interesante la estación de Torralba, grande, distinta a tantas otras. Desde aquí la línea pasa a ser diésel, vía única, camino Soria. Dejamos volar la imaginación con estos paisajes yermos, imaginando en plena actividad los molinos que salpican el campo, una de las escasas advertencias de la presencia humana.

En Coscurita hay todavía un empalme con una línea abandonada, la de Valladolid - Ariza. El tren Campos de Castilla se detiene un momento en Almazán. Suben viajeros. Desde aquí, el horizonte se llena de pinos, de pinares, de piñones. Nos acercamos a Soria.

Los colores de Soria

Dos minutos antes de las 11 hace su entrada en la estación de Soria, donde nos espera una degustación de productos de Saborea Soria. Mantequilla, torreznos, buen vino y aguas de la tierra.

Un rato en el hotel para dejar el equipaje y enseguida cambiamos a otro tren, este pequeño y sobre ruedas, un trenecito turístico que nos lleva desde el centro al parque del Castillo, uno de los dos cerros, el otro es el del Mirón, entre los que nació Soria. Aquí se encuentra el Parador de Turismo, dominando la ciudad.

Abajo, en el collado, Soria se extiende junto al río, pequeña y tranquila, rojiza como sus edificios de piedra arenisca, bajo un cielo azul sin rastro de contaminación. Y desde el río la línea de tejados asciende hasta la Alameda de Cervantes, más conocida como La Dehesa, pulmón verde y lugar de recreo de los sorianos.

El paisaje cambia de colores en cada estación, pero siempre sobra oxígeno. Tanto, que dan ganas de coger una bicicleta y lanzarse a descubrir los alrededores de ciudad con los versos de Machado en la cabeza. Es fácil, Soria cuenta con un servicio de alquiler que cuesta solo 10 euros al año, o tres euros al día. 

Nos esperan la iglesia de Santo Domingo, con su fachada de piedra salpicada de piñas labradas por discípulos de Silos, tan abundantes en el románico soriano y en los montes que rodean la ciudad; los claustros de San Juan de Duero o San Pedro, el Convento de la Merced; palacios renacentistas, quietud.

La visita a muchos de sus monumentos es gratuita, y en la web del Ayuntamiento de Soria pueden consultarse los horarios y los datos de contacto.

Caminando por la Soria de Machado

La tarde la dedicamos a descubrir los rincones machadianos de Soria, caminando por los lugares que formaron parte de su vida, y de su obra.

Antonio Machado y Ruiz, sevillano, llegó en el último trimestre del curso allá por 1907, para hacerse cargo de la cátedra de Lengua Francesa de un viejo instituto y traer los aires nuevos de la Institución Libre de Enseñanza.

El Instituto, que hoy lleva su nombre, es un imponente edificio de piedra con apenas unos adornos en la fachada. Dentro, el aula donde impartía clases ‘el buen profesor’, que nunca repartía notas bajas, solo ‘aprobado, aprobadillo y aprobadejo’.


Aquí nos cuentan su historia. Sus primeros meses en la ciudad, de pensión en pensión, primero en el número 54 de la calle del Collado, más tarde en el 7 de la calle Estudios, a pocos minutos caminando de su trabajo.

Al principio Machado es duro describiendo a Soria y a los castellanos. Era poco sociable, su carácter huraño, y sus convecinos no entendían su obra. Para entenderla, dicen, hay que acercarse al Duero. En esos años conoce al amor de su vida, Leonor Izquierdo Cuevas, que tiene solo trece años.

Visitamos la iglesia románica de Nuestra Señora de la Mayor, donde un 31 de julio de 1909 Antonio se casa con Leonor, que ya tiene quince, él treinta y cuatro. También aquí, años más tarde, se oficiaría el funeral por esta mujer que le marcó la vida.

A pocos minutos caminando, el palacio de la Audiencia, antigua sede del Ayuntamiento, cárcel y mercado. El reloj con campanas que corona su torre inspiró a Machado el poema ‘Da la una’: ¡Soria fría! La campana/ de la Audiencia da la una./ Soria, ciudad castellana/ ¡tan bella! bajo la luna!


No nos perdemos la visita al Círculo de la Amistad Collado, antiguo Casino Numancia, que guarda el sabor de los cafés de principios del siglo XX. Todavía puede verse el piano Steneway que tocaba Gerardo Diego, testigo de las tertulias de los hermanos Bécquer, de  Eduardo Saavedra, de Machado. Para visitarlo libremente hay que informarse antes de las horas de visita.

En julio de 1912 Machado escribe su famoso poema ‘A un olmo seco’, en realidad una metáfora de la enfermedad de Leonor, que ni los aires puros de Soria consiguen mitigar.

‘Antes que te derribe, olmo del Duero./ con su hacha el leñador, y el carpintero/ te convierta en melena de campaña./ lanza de carro o yugo de carreta:/ antes que rojo en el hogar, mañana./ ardas de alguna mísera caseta,/ al borde de un camino;/ antes que te descuaje un torbellino./ y tronche el soplo de las sierras blancas;/ antes que el río hasta la mar te empuje/ por valles y barrancas,/ olmo quiero anotar en mi cartera/ la gracia de tu rama verdecida./ Mi corazón espera/ también, hacia la luz y hacia la vida,/ otro milagro de la primavera.’

La vida de Leonor se apaga el 1 de agosto de ese año fundamental para Machado, cuando publica su gran obra ‘Campos de Castilla’. Aquí descansa para siempre, en el pequeño cementerio del Espino, a unos pocos metros del olmo seco.

Machado no resiste el golpe, y apenas una semana después abandona esta ciudad a la que solo volvería veinte años más tarde, pero que impregna su obra con tanta intensidad como esta ha dejado su huella en las calles de Soria.

La Ruta de Antonio Machado puede seguirse también por libre, en la web del Ayuntamiento de Soria está disponible una audioguía en formato mp3 en español, francés e inglés.  y puede descargarse un folleto con las rutas machadianas en Soria, incluyendo un plano e información de cada punto del recorrido.

El primer día del Tren Campos de Castilla termina con un espectáculo musical o teatral, uno de los momentos más especiales del programa, que puede consultarse completo en el folleto de Renfe.

Ecos de Alvargonzález en la Laguna Negra

El domingo es el momento de subir hasta Vinuesa, donde aún resuenan los ecos de ‘La Tierra de Alvargonzález’, que se recuerda a través de una actividad teatralizada, y de conocer la misteriosa Laguna Negra.

La carretera de Burgos nos lleva hacia las fuentes del Duero, ‘que nace en los Picos de Urbión, provincia de Soria’, cantábamos en la escuela. El mismo camino que recorrió Machado hace un siglo:

‘Tomamos la ancha carretera de Burgos, dejando a nuestra izquierda el camino de Osma, bordeado de chopos que el otoño comenzaba a dorar. Soria quedaba a nuestra espalda entre grises colinas y cerros pelados. Soria mística y guerrera, guardaba antaño la puerta de Castilla, como una barbacana hacia los reinos moros que cruzó el Cid en su destierro. El Duero, en torno a Soria, forma una curva de ballesta. Nosotros llevábamos la dirección del venablo...’

Atravesamos el monte de Valonsadero, donde vacas y caballos disfrutan en libertad. Cruzamos el valle, en paralelo al extinto ferrocarril Santander – Mediterráneo, para tomar un desvío a la derecha en Cidones, donde comienza una carretera escoltada de robles.

Allí descubrimos el Club Náutico del embalse de la Cuerda del Pozo, el primero del río Duero, a 47 kilómetros de su nacimiento. Cuentan los vecinos que la noche de Todos los Santos se escucha nítida la campana de la iglesia de la Muedra, anegada para siempre bajo sus aguas, como el resto del pueblo.

Vinuesa nos recibe con sus calles empedradas de casas tradicionales, justo en la falda de los Picos de Urbión. Aprovechamos para hacer una previsora visita al aseo, preparándonos ya para la subida a la Laguna Negra.

El grupo teatral Tizona nos traslada en el tiempo, con una teatralización del poema machadiano ‘La Tierra de Alvargonzález’, un famoso Romancero dedicado a Juan Ramón Jiménez.

Y, por fin, nos espera el Parque Natural de Sierra de Urbión y la Laguna Negra, auténtico escenario del poema, un lago glaciar entre ‘Pinus Silvestris’ y algún tejo milenario, en el bosque más grande de la Península Ibérica, con más de 100.000 hectáreas de aire puro, tantas veces nevadas.

Un último vistazo al Duero

De regreso a la ciudad, y antes de emprender viaje de vuelta a bordo del Tren Campos de Castilla, todavía hay tiempo de un último vistazo al Duero.

Por qué no siguiendo los pasos de Machado y asomándonos al mirador del Mirón y su pequeña ermita, escenario de largos paseos con Leonor, junto a los lienzos de la antigua muralla, uno de los mejores lugares para ver el río.

O más cerca del agua, para visitar el original claustro del monasterio de San Juan de Duero, antiguo cenobio de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.

Una de las rutas preferidas del poeta es la que acompaña al río desde las ruinas de San Polo, antiguo cenobio templario, hasta la ermita de San Saturio. Un paseo largo y romántico cuajado de árboles.

‘Estos chopos del río, que acompañan/ con el sonido de sus hojas secas/ el son del agua, cuando el viento sopla,/ tienen en sus cortezas/ grabadas iniciales que son nombres/ de enamorados, cifras que son fechas.’

Al templo de San Saturio se accede por una escalinata empinada. Aquí, sobre la gruta en la que según la tradición vivió el patrono de la ciudad, junto a la imagen más emblemática de la capital soriana, Machado recibió el último homenaje de Soria. Fue en 1932, cuando la ciudad lo nombró ‘Hijo adoptivo’.

Machado lo agradecía con estas palabras: ‘Nada me debe Soria, creo yo, y si algo me debiera sería muy poco en proporción a lo que yo le debo: el haber aprendido en ella a sentir a Castilla, que es la manera más directa de sentir a España. El hijo adoptivo de vuestra ciudad, ya hace muchos años que ha adoptado a Soria como patria ideal’.


Ligeros de equipaje

Termina ya este fin de semana machadiano, y el tren Campos de Castilla emprende a media tarde, a las 18.16 horas para ser exactos, su viaje de vuelta con destino Madrid Chamartín, a donde llega cuatro minutos más tarde de las nueve.

Nos vinimos en tren y ligeros de equipaje, como Machado, apenas una mochila, unas botas y algo de abrigo que siempre hace falta en las sierras de Soria. El trayecto de regreso por los paisajes castellanos parece ahora tomar nuevos colores, los de la mirada machadiana que nos ha calado hondo.

Volvemos distintos, con más quietud, cargada la maleta con mantequillas de colores y otras lindezas gastronómicas, porque los regalos para el alma no están reñidos con los del cuerpo, y no nos hemos resistido a las delicias de Soria.

Seguramente no será nuestro único viaje a bordo del tren Campos de Castilla, que todavía ha de traer muchos viajeros a la Soria del Machado hasta el 7 de octubre, dos sábados al mes, llegando como el poeta, ligeros de equipaje.

‘Y cuando llegue el día del último viaje,/ y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,/ me encontraréis a bordo ligero de equipaje,/ casi desnudo, como los hijos de la mar’.

Súbete al tren Campos de Castilla

Esta propuesta tan atractiva está disponible desde 99 euros por persona, incluyendo transporte desde Madrid, alojamiento, desayuno, traslados, y todas las actividades del programa, y se puede reservar a través de Rural Vacaciones.

También hay un Pack Oro, que por 110 euros incluye las mismas actividades, con alojamiento en hoteles de 4 estrellas. Los niños entre 2 y 12 años, tienen un descuento del 50% en cualquiera de las dos modalidades. Para reservar plaza hay que llamar al teléfono (+34) 975 232 252 de Rural Vacaciones.

El tren Campos de Castilla es una iniciativa del Ayuntamiento de Soria, Soria Pura Vida, Renfe y el Ministerio español de Fomento, en la que participan también Asohtur, Saborea Soria, la Cámara de Soria, Biosfera Soria, la Asociación Cultural Los Abedules y Rural Vacaciones.

En la web de Renfe se puede encontrar toda la información sobre el paquete de fin de semana, incluyendo las fechas de circulación, dos veces al mes hasta octubre, y se puede descargar el folleto Tren Campos de Castilla.

Toda la información práctica para visitar la ciudad está en la web del Ayuntamiento de Soria, que contiene apartados específicos dedicados a la gastronomía, con una relación de restaurantes, de las mejores zonas de tapas y de copas y muchas sugerencias para descubrir Soria. 


 

Comentarios

brujuleando

Tal y como lo cuentas, apetece subirse a ese tren y viajar en el tiempo para conocer los lugares de Machado. Precioso texto!

josé salgueiro (no verificado)

La verdad es que apetece. Trataremos de programar un viaje en tren desde Galicia a Soria con lectura de Machado que nos dure para la ida y para la vuelta.
Hasta pronto.