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Excelente cocina en Santiago de Chile y buen vuelo con LATAM
EXPRESO - 15.03.2017
Partíamos de Lima, donde nos habíamos acercado desde Madrid, para un reportaje de primer contacto
Partíamos de Lima, donde nos habíamos acercado desde Madrid, para un reportaje de primer contacto. Nuestro siguiente destino era Chile para asistir a un encuentro gastronómico de los que dejan huella y amigos: ENBIGA 2016. Regresaríamos vía Perú. La amplia frecuencia de vuelos, con horarios que se ajustaban perfectamente a nuestros enlaces, no nos dejaba lugar a dudas: volaríamos con LATAM, la aerolínea que constantemente teje la malla de comunicaciones en el continente americano y su articulación con Europa. Por cierto, además de la extraordinaria amabilidad y simpatía de los tripulantes, descubrimos en sus aviones cómo se oscurece la cabina sin cortinillas.
Solucionado el desplazamiento y a la vista de una obligada pernoctación en Santiago, en un triste e impersonal hotel próximo al aeropuerto Nuevo Pudahuel, quedaban por llenar cuatro o cinco horas de tarde noche. Era nuestra primera vez en la capital de Chile y las alternativas estaban a la vista: interminables horas de habitación, bar, tv, habitación, comedor... O una escapadita al centro, con posibilidad de agradable paseo nocturno y ocasión de cena inolvidable en el restaurante de referencia, para recomendar a los amigos o quién sabe si para una próxima cita.
No cabía duda. El taxi nos dejó en la calle Agustinas, junto a la Plaza de la Constitución y a la vista del Palacio de la Moneda. Así que ese era el célebre escenario pisoteado y ocupado por los bárbaros... Primero la foto, que ya quedaba poca luz. Después, con calma, rodeamos el edificio, bordeando las vallas y la vigilancia de soldados armados, para continuar el paseo por la Avenida del Libertador Bernardo O'Higgins y una peatonal por el entorno de San Antonio, de ambiente un tanto proceloso... Sin rumbo, hasta que, ya cerca de la Plaza de Armas, empezamos a interesarnos por "la" zona de bares y restaurantes. Curiosamente, varias indicaciones coincidían en dirigirnos hacia Santa Lucía y "Lastarrias" (Luego nos enteramos que este barrio se conoce como 'Lastarria', derivado de su arteria principal: Avenida de José Victorino Lastarria), así que, calle de la Merced adelante, recién sobrepasamos el cerro cuando, en la enésima consulta para encontrar un lugar agradable, con buen producto, cocina chilena, ambiente de vinos..., un joven pronunció el nombre: el restaurante que nos convenía era el Bocanáriz, así, con tilde llanera.
Bocanáriz, vinobar es un bar-restaurante con muy buen ambiente, decorado con buen gusto, con motivos y frases alusivos al vino, abarrotado y con cierto bullicio. Éramos cuatro y pronto nos ubicaron en una mesa alta en el centro de la que parecía la sala principal. Ellos mismos se denominan "lugar de encuentro para turistas y locales amantes del vino" o "la vitrina del vino chileno, con una de las cartas de vinos más extensas y premiadas de nuestro país". Luego nos enteramos de que su bodega cuenta con casi 400 caldos chilenos y que una prestigiosa publicación considera su carta de vinos como una de las mejores del mundo. En lo que respecta a su gastronomía, baste saber que gira en torno al vino: "Nuestro menú ha sido diseñado de acuerdo a un mapa de sabores con el fin de potenciar y realzar los sabores del vino".
Habíamos dado en el clavo, sólo faltaba dejarse aconsejar y eso hicimos.
Para empezar: compartimos dos entrantes:
'Bastones de congrio frito con salsa tamarindo'
'Papas bravas al estilo Bocanáriz'
Platos de fondo: acordamos pedir cuatro distintos para ampliar nuestro particular abanico de cata:
'Trucha ahumada rellena con jamón serrano y queso sobre tian de vegetales'
'Cremoso de camarones con plátano verde y arroz negro al estilo chaufa'
'Filete de salmón grillado, praliné de aceitunas y ñoquis en carbonara'
'Asado de tira en vino tinto con puré de papa camote y escamas de cebolla frita'
Como quien no quiere la cosa, nos habíamos probado cinco o seis de los once sabores que describen en la carta: cremoso, agridulce, especiado, ahumado, guisado... El resultado: delicias sucesivas.
Seguramente no habríamos acertado con el vino si no nos dejaramos llevar por la mesera Gabriela. Nos tomamos una botella de Sofía, un pinot noir del Valle de Casablanca, a medio camino entre Santiago y Valparaíso. Luego nos enteramos de que es una de las comarcas vitivinícolas de mayor proyección de Chile, además de cuna de Gabriela, nuestra atenta camarera.
Quisimos saludar y felicitar al excelente chef que había elaborado los manjares y departimos unos instantes con el santiaguino Diego Marín Calderón, que lleva casi tres años al frente de esta prestigiosa cocina.
Y si contamos todo esto es porque nos encantó y nos apetecía, no porque nos hayan invitado. No señor, el precio rondó los 112.000,00 Pesos, poco más de 45,00 euros por barba.
Objetivo cumplido. Habría valido la pena volar desde Lima con LATAM aunque sólo fuera para recalar en esta delicia de restaurante, así que tomen nota:
Para moverse por todo el mundo, pero especialmente en América: LATAM de Latam Airlines Group www.latam.com
Restaurante para recordar: Bocanáriz, vinobar, www.bocanariz.cl, y la dirección Avenida de José Victorino Lastarria, 276 – Santiago, Región Metropolitana – Chile.
Texto y fotos: Manuel Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto
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