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El Salvador, pulgarcito de América, destino fiable
EXPRESO - 20.10.2017
Desmontando mitos
La feria Centroamérica Travel Market (CATM), el evento de comercialización turística más importante de la región y que va rotando por los distintos píses desde Belice a Panamá, se ha celebrado este año por segunda vez en El Salvador. La CATM se dedica exclusivamente a la captación del turista europeo, mostrando de cerca al viejo continente la realidad de una región rica en destinos interesantes.
En nuestro caso personal, la CATM17 era la excusa necesaria, la verdadera razón era la intriga sobre la vida diaria en un país que con demasiada frecuencia sale en la prensa entre los más peligrosos.
En San Salvador hemos visitado algunos de los monumentos más emblemáticos, como la Iglesia del Rosario, el Museo de los Tres Poderes o la cripta de Monseñor Romero, en la parte baja de la catedral, donde captamos la devoción de una familia con niños pequeños. Pero también nos adentramos en oscuros callejones, encontrando gentes amables que no recelan de contar sus peripecias diarias. Donde los perros están atados para que no se coman las gallinas; porque éstas viven en el mismo cuarto, casi desnudo de mobiliario, decorado con un calendario y un escudo del Madrid o del Barça, cuya única ventilación es la puerta al callejón.
Y, en nuestro recorrido por los departamentos de Cuscatlán, La Libertad, Sonsonate, Ahuachapán y Santa Ana, todos en el occidente salvadoreño, pudimos contemplar de cerca detalles de la vida cotidiana intercalados con las visitas programadas. Nos aguardaba el taller del añil en Suchitoto, con participación activa en el diseño y teñido de una prenda; pero la visita al molino de maíz, donde las mujeres salen con la pasta para las tortillas ya hecha, o el encuentro respetuoso con un entierro en el que el ataúd va sobreelevado como en una urna de vidrio y en el acompañamiento todo el pueblo caminando muy juntito; eso no estaba previsto. Como tampoco lo estaba participar en la elaboración de pupusas, en aquella cena de la 'Casa de la Abuela', después de los conjuros del chamán.
Disfrutamos de confortable hospedaje en 'Los Almendros de San Lorenzo', casa rural, posada, anticuario y jardín tropical, todo en uno. Conocimos otra versión de gastronomía local en 'Posada Suchitlán', contemplando el lago e imaginando Honduras tras el Cerro Miramundo. Y, ya hacia la 'Ruta de las Flores', nos detuvimos en Aguilares para hacer la foto al 'Perrito de Cihuatán' una joya precolombina probatoria de que ya conocían la rueda. Pero no sólo eso, había tiangue de ganado y allá nos fuimos al barro entre vacas, chotos, vendedores de cacahuetes tostados y paisanos que lucían los machetes en artísticas vainas. También estaba Mª Paz Morales haciendo flores de plástico, que vendía en manojos de diez por un dólar, "para criar a los cinco hijos aunque ahora ya están grandes".
Nos detuvimos en un mirador que hay en la orilla de "la panamericana" pero la niebla no nos dejó contemplar el volcán de San Salvador o Quezaltepec, aunque sí el páramo negro de lava. En cambio, un poco más allá, pudimos hacer la foto a la loma del Cerro Verde, escoltado por el Ilamatepec o Santa Ana y el Izalco. Todo verde y frondoso: una extensa plantación de caña, al fondo los volcanes y a nuestros pies, casi en el arcén, un ordenado cultivo de frijoles. Después cruzamos Sonsonate sin detenernos para llegar pronto a Nahuizalco, donde el mercado estaba anímadísimo, sobre todo muchas frutas y hortalizas, numerosas carnicerías vendiendo también embutidos que hacían allí mismo y puestos de elote con todas las preparaciones imaginables.
Al llegar a Concepción de Ataco, en 'Casa Degraciela, hotel boutique' nos agasajaron con un cocierto del sexteto 'Marimba Monterrey', la mitad de ellos tocaban la 'marimba completa' a seis manos y los otros tres, batería, contrabajo y marimba tenor. Una delicia. Como todo en Ataco. Cuando nos instalamos en el Hotel Misión de Ángeles ya había anochecido pero apetecía estirar las piernas, patear los bien conservados empedrados de este colorido pueblo y buscar algo de coversación con su gente, en una atmósfera apacible y, eso sí, muy húmeda. Terminamos la jornada en el restaurante Tayua Gastro Panadería con un curioso menú en el que figuraba el personalísimo potaje de garbanzos con butifarra catalana, servido con lonchas de jamón y una especie de rúcula por encima, además de un trozo de limón. El embutido era salvadoreño pero elaborado con receta aprendida en Barcelona. Buenísimo el queso untuoso con pan tostado y las tablas de embutidos.
Al otro día, antes de la visita guiada a la factoría cafetera nos esperaba un desayuno sorpresa. Pero todo esto, con otras peripecias, lo iremos contando para que se vayan haciendo idea de la peligrosidad de El Salvador, donde, parafraseando el lema de otra tierra hispanoamericana, "el riesgo es que te quieras quedar".
El Salvador, 2017
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa
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