Ciudad del Cabo (II).- Ruta de Buena Esperanza

EXPRESO - 09.05.2017

Después de unas primeras horas de hallazgos apasionantes, la verdad, una cena relajada con sabor a dos mares en el puerto, sonaba bien

Después de unas primeras horas de hallazgos apasionantes, la verdad, una cena relajada con sabor a dos mares en el puerto, sonaba bien. Primera sorpresa, un establecimiento con nombre español, Restaurante Vista Marina, que se autodefine de estilo mediterráneo. Después fueron llegando las emociones. De entrante, gambas, con una envoltura parecida a patatas paja moldeadas, sobre cama de hortalizas. El plato principal también fue de mar, filetes de pescado con una salsa de almejas y vegetales. De postre, una exquisita 'tarta de almendra caliente', servida con helado de nata. Aprovechando el momento de felicitar al cocinero, Wesley Papier, nos interesamos por la receta del pastel. Él lo clasificó dentro de las Sponge cake y amablemente enumeró los ingredientes (seguramente los especialistas le sacan partido): sirope, mantequilla, azúcar, huevos, almendra tostada en láminas, y harina; horno a 160 ºC durante 45 ó 50 minutos. La que nos sirvieron estaba hecha en moldes individuales. ¡Buenísima!. Y casi nos olvidamos del vino. Pasando de maridajes de libro, nos apuntamos a un tinto que resultó un gran acierto: Kanonkop Kadette del 2015, graduación alcohólica 14 %, casta pinotage. ¡Ah!, y con tapón de corcho. Buen comienzo para los sentidos. Una cena para repetir que, además, tiene sorpresa; sólo diremos que la mesa tiene escalera en un extremo.

cena_capetown

Lo siguiente, después del primer reconocimiento de la ciudad y de haber dormido plácidamente, es acercarse al Cabo de Buena Esperanza, distante unos 50 kilómetros. En realidad esa es la longitud de la Península del Cabo que conoceremos en esta excursión. Atravesamos Green Point en busca del océano, que iremos bordeando en esta primera parte, con Table Mountain a nuestra izquierda. Ya saliendo de la ciudad, nos detenemos en un extremo de la playa de Camps Bay. Allí, encaramada en la ladera, la urbanización más cara de Cape Town ocupa un lugar excelente, arropada por el Parque Nacional y con la playa a sus pies. Por cierto, en el extremo norte de esta pequeña bahía se puede ver parte de la valla del apartheid, de hierro. Todos recuerdan aquí que los negros que no la respetaban se exponían a tres meses de cárcel. Hoy tiene sus puertas abiertas pero se conserva, como otros signos de aquellos años (iba a escribir 'aquella época', pero me he dado cuenta de que es la mía, es ésta) que se nos va mostrando durante este viaje.
valla_apartheid
Hacemos una breve escala en el puerto de Hout Bay, con su explanada del muelle repleta de vistosos batiks y artesanía veriopinta, sobre todo de madera, antes de proseguir en dirección Sur, ahora por una carretera tallada en el acantilado. Pronto dejamos la costa Oeste para, atravesando la península, avistar en pocos minutos la ribera Este, donde se encuentra Simon's Town, una pequeña ciudad conocida por su base militar (1). Sin embargo en esta ocasión nuestros propósitos eran otros. Por una parte, visitar la colonia que los pingüinos han establecido en The Boulders, la playa de los cantos rodados. Era época propicia y la colonia estaba repleta, aunque también con bastante público que se apelotonaba en los miradores ad hoc. El otro motivo de nuestra parada era por avituallamiento y, así, poder disfrutar precisamente (de nuevo) de los magníficos mariscos y pescados de esta costa. Para ello nos esperaban en el restaurante Black Marlin, en Miller's Point, con un menú a base de langosta, gambas, pescados, arroz y verduras. Deliciosa la comida y el lugar, a la sombra de una arboleda y con un mar limpio y azul a nuestros pies.
pinguinos
El primer nombre fue Cabo de las Tormentas, que así lo bautizó en 1486 el navegante portugués Bartolomé Díaz, cuando fue arrojado allí por una de ellas después de explorar la bahía de Algoa. Pero a su rey, Juan II, que esperaba encontrar el camino de la India, no debió de parecerle político o de buen fario y se lo cambió por el actual, Buena Esperanza. Completaría la ruta, once años más tarde, Vasco de Gama. El faro, a unos 240 metros de altura, está en Cape Point, el extremo geométrico de esta península que apunta al Sureste, aunque el punto más al Sur, 'el del nombre', es una especie de playa pedregosa y está aproximadamente a un kilómetro de distancia. De todos modos el punto más austral del continente, que está a unos 160 kilómetros en dirección ESE, es el Cabo Agulhas, ahí es donde se encuentran los dos océanos, Atlántico e Índico. Con todo eso, los datos que hemos recabado nos permiten afirmar que la temperatura del mar a ambos lados de la Península del Cabo tiene una diferencia de 9 ºC, más alta en la ribera Este, la de la Bahía Falsa, que, mira por donde, es la de la colonia de pingüinos. Y, hablando de animales, en nuestro recorrido hemos visto también avestruces, pero ni rastro de los traviesos babuinos, "únicos monos comedores de marisco en todo el mundo", dicen por aquí (2).
cabo
 
(1) Este puerto, considerado a principios del siglo XX el más importante del hemisferio Sur, tuvo gran protagonismo durante la segunda guerra mundial y permaneció bajo el control de la Royal Navy hasta 1957. Su ubicación abrigosa en la Bahía Falsa lo hacía utilizable durante todo el año con más garantías que el de Cape Town. De aquí ya partió la primera ocupación británica, en 1795.
(2) Con todas las salvedades, al parecido físico de la península del Cabo con Gibraltar, haciendo una simetría con el mapa (Cabo de Buena Esperanza – Punta Grande de Europa; Bahía Falsa – Bahía de Algeciras; Cabo Agulhas – Punta de Tarifa), se añade la existencia de una colonia de monos, que en el Parque Nacional Table Mountain están tan aislados como en Gibraltar.
 
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa

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