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Otra manera de descubir el mágico Perú
EXPRESO - 04.04.2010
Cuando hablamos de Perú nos estamos refiriendo a un país que goza de una importante riqueza natural y cultural
Cuando hablamos de Perú nos estamos refiriendo a un país que goza de una importante riqueza natural y cultural. El turismo vivencial ofrece al turista ávido de experiencias un viaje sensorial y de emociones único, en el que la interacción y el intercambio con las comunidades locales suponen la mejor manera de enriquecimiento personal.
El contacto directo con las familias que conforman la población autóctona, el aprendizaje de sus técnicas artesanales, su gastronomía rica y variada, sus ritos y el folclore, unido al disfrute de un entorno natural envidiable por su riqueza y belleza, son una irresistible invitación para el turista. Aquí se transporta a un mundo donde la biodiversidad, extraordinaria, permanece en un estado que impacta a los sentidos.
Gracias a esta forma de turismo se consigue que muchos de estas zonas pervivan y se desarrollen económicamente, con la consiguiente mejora de su calidad de vida. Visitar estas zonas es, en definitiva, ayudar a su preservación.
La Cordillera Blanca, el corazón de los Andes peruanos
Hablar de este paraje es hacerlo de paraíso natural. Ubicado en el corazón de los Andes peruanos, entre las Cordilleras Blanca (denominada de esta forma por la nieve que habita en sus cumbres) y la Negra (que carece del blanco elemento por los vientos alisios que soplan del Pacífico), este maravilloso valle es el hogar de la comunidad de Vicos.
Conocer esta localidad supone un enriquecimiento a nivel humano, gracias al contacto con sus pobladores. Aquí se puede disfrutar de una de las cadenas montañosas más hermosas del mundo, el refugio de los picos Huascarán y Alpamayo, y saborear los platos típicos que forman parte de la excepcional gastronomía altoandina, en la que destacan la unca con gallina, el tocusho o el chicharrón con canchita, entre otros platos típicos.
Durante la visita a Vicos merece la pena hacer una parada en el Parque Nacional de Huascarán, en los numerosos sitios arqueológicos preincas o en Recuay, el primer pueblo del valle, que conserva intacto su sabor colonial.
El Cañón del Colca, una de las joyas de la cultura peruana
Historia y naturaleza se dan la mano en este enclave, caracterizado por la intensidad de los poblados que la rodean. En sus cien kilómetros se contabilizan hasta 115 puntos de interés, naturales y culturales. Además, aquí se encuentran también 16 etnias descendientes de los collaguas y los cabanas, que han logrado preservar gran parte de la riqueza de su folclore, lengua, vestimenta.
Sibayo, antiguo asentamiento collagua es el poblado de más renombre, gracias a su valor arquitectónico, su emplazamiento como foco de comercialización de carne y lana y, por último, por su variado folclore local.
Entre las tradiciones que los descendientes de los collagua conservan en Sibayo destacan: sus ritos, que tienen como eje principial la tierra; su lengua, con el quechua como forma de comunicación, y su vestimenta, que destaca por sus intensos colores, exquisitos bordados y simbolismo.
El Valle del Colca es uno de los destinos más impresionantes de Perú. En este escenario natural se encuentra enclavada la cadena volcánica más larga del planeta y uno de los cañones más profundos del mundo, con una profundidad media de 3.400 metros, más de dos veces la del Cañón del Colorado. Además, es el hogar del cóndor, el ave más grande del mundo, con una longitud de hasta 3 metros con sus alas extendidas.
Experiencias en el Lago Titicaca
El lago navegable más alto del mundo, declarado Reserva Nacional, ofrece una irresistible combinación de belleza natural y rural. La fauna y flora del lugar están impregnadas de una gran riqueza, entre la que destaca una enorme variedad de especies acuáticas, mamíferos y anfibios. Uno de los grandes e inolvidables recuerdos que el visitante nunca podrá borrar de su memoria son los maravillosos cambios de luz en el cielo.
El poblado de los Ccoto es un pueblo generoso y abierto que comparte todo su universo de costumbres, como las técnicas de tejido y las danzas, la gastronomía y las opciones para el ocio. Además, desde aquí se puede poner rumbo a alguna de las islas cercanas al lago, como Tikonata, donde se ha construido para comodidad de los visitantes una pequeña aldea de putukos, construcciones de barro.
Otra experiencia de turismo vivencial se encuentra en la selva amazónica. Casa Matsiguenka, reconocido por la UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad, es su mejor ejemplo en esta zona del Perú. Este albergue, regentando por etnias locales, ofrece interactuar con los pobladores, explorar la selva de la mano de estos y conocer, de primera mano, su modo de subsistencia, a través de la elaboración de instrumentos de caza y pesca, así como sus ritos y curas medicinales.
Expreso. Redacción. A.F
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