Una visita salvaje a Cabárceno, el parque de animales felices de Cantabria

EXPRESO - 31.03.2014

Texto y fotos: Ana Bustabad Alonso Las jirafas me sonríen con sus ojos grandes, intensos, antes de agacharse para recibir una zanahoria

Parque de Cabárceno. Opinión de Expreso.info del

Texto y fotos: Ana Bustabad Alonso

Las jirafas me sonríen con sus ojos grandes, intensos, antes de agacharse para recibir una zanahoria. La toman de mi mano delicadamente, todo elegancia. Pero le sonríen mucho más aún a Santiago Borragán, el veterinario jefe del Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Porque este hombre extraordinario conoce a cada una por su nombre, sabe de su carácter, y ellas lo conocen a él.
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Da gusto ver cómo viven en esta antigua mina de Cantabria, tan diferente de otros recintos zoológicos. ‘Todos lo hacemos lo mejor posible con los medios que tenemos’, disculpa Santiago, humilde, a sus colegas. Pero no es cierto. Quien esto firma ha visto demasiadas jaulas indignas por el mundo. Todo lo contrario que en Cabárceno. Aquí los animales son felices. Y los animales humanos también.
El espacio en sí mismo resulta espléndido. Impulsado por el entonces presidente de esta Comunidad Autónoma española, Juan Hormaechea, el proyecto recuperó en 1990 una mina de hierro a cielo abierto. Paisaje casi apocalíptico que hoy alberga más de un centenar de especies.
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Una delicia venir a pasar el día, mejor entre semana, aparcar el coche y perderse en los senderos, sentarse sobre una piedra, a la sombra de un cerezo, o recorrer en bici sus curvas misteriosas. Participar en un taller educativo sobre el vuelo de las rapaces, o caminar por la ruta botánica de tejos, alcornoques y nogales que rodea a los tigres.
Las posibilidades no se agotan, porque Cabárceno diseña cada temporada actividades nuevas, los animales crecen y se reproducen, y la acuarela de formas fantasmagóricas de Peña Cabarga se renueva con las estaciones.
No puede faltar una subida al mirador del helipuerto, para tener una espectacular idea de conjunto. Mejor al atardecer.
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Desde aquí, una vista de 360º sobre el Parque, con sus rocas horadadas color fuego, grupos de watusis descansando sobre el verde, ruinas de viejos edificios mineros, flores, aire puro.
Dos curvas más y aparece ante nosotros el Cantábrico, el mar de Santander, sus jardines de Pereda, el palacio de la Magdalena. Estamos a solo 15 kilómetros. Enfrente, la lengua de arena de la playa de Somo.
Ver jugar a los tigres, rebozados en la hierba como gatitos ociosos, sentirte pequeño cuando un oso pardo se yergue a pocos centímetros de ti, descubrir la belleza magnífica del rinoceronte, son experiencias cotidianas en Cabárceno. Por eso se ha creado la tarjeta Amigo, porque apetece repetir mil veces, y la 'Visita Salvaje', un regalo inolvidable. 
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Las instalaciones incluyen cafetería, restaurante, tienda de regalos, zonas de picnic y un gran aparcamiento para lanzarse a sus circuitos de senderismo. Pero aquí lo importante son los animales. Hipopótamos pigmeos, elefantes, osos, lobos, antílopes, rinocerontes, avestruces… sus habitantes son muchos y muy diferentes.
Para verlos más de cerca, para conocer por dentro este Parque de la Naturaleza, hay que reservar una ‘Visita Salvaje’ con guía especializado, que cuenta con una modalidad también para empresas, e incluye la comida en Cabárceno.
A ratos a pie, a ratos a bordo de un jeep todoterreno, se descubren en ocho horas las entretelas de este espacio privilegiado. Un regalo maravilloso, aunque sea para uno mismo, un día único para aprender y disfrutar.
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A la llamada de sus cuidadores, Kira se acerca a la poderosa valla metálica de los boxes y asoma la pata a través de ella para dejarse cepillar, revisar si todo está en orden. Luego, con su trompa mimosa, solicita una manzana. No, no es un número circense, ni mucho menos. En Cabárceno respetan demasiado a los animales.
Se trata de una técnica que usan para hacer chequeos a cada uno sin necesidad de, por ejemplo, someterlos a una anestesia innecesaria. Y es que este Parque de la Naturaleza ocupa 750 hectáreas, con recintos tan grandes como los de los elefantes o los osos, donde resultaría imposible cuidarlos tan bien de otra manera.
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Uno de los espacios más especiales es la casa de los gorilas, donde han nacido ya varios bebés con pasaporte español. Lo es, porque su construcción, más de 14.500 metros cuadrados, siguió estrictamente las recomendaciones de los etólogos más reputados del mundo en cuanto a protección de gorilas. En Cantabria todavía recuerdan la visita de Jane Goodall, que se declaró fascinada con el lugar.
El colmo del lujo es sentarse en el suelo frente a Moja, mirarla y dejarse mirar a través de unos pocos centímetros de vidrio. Sentir cómo el cristal desaparece en cuanto se produce la conexión mágica, intercambio inolvidable de miradas. Una experiencia que, necesariamente, te hace mejor persona. No dejes de probarla. 
 

Más información: 
Parque de la Naturaleza de Cabárceno cantur.com
Cantabria Infinita turismodecantabria.com
gorilita

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