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‘Hay peregrinos de cinco estrellas, pero no piden caballerizas, sino Internet’
EXPRESO - 27.10.2009
Así es el Hostal de los Reyes Católicos, buque insignia de los Paradores gallegos, visto por su director, Julio Castro Marcote
Texto y fotos: Manuel Bustabad Rapa
Es, la plaza del Obradoiro en Compostela, una de las más emblemáticas de Occidente y su arquitectura admirada en todo el orbe. No en vano es la meta del Camino de Santiago, esa vía que conforma las primeras y más firmes raíces de Europa.
En este marco, cerrando la plaza por el Norte, se ubica el Hostal de los Reyes Católicos, buque insignia de la cadena hotelera Paradores de Turismo de España.
Los otros lados de este espacio rectangular, en el que la piedra alcanza sus valores más nobles, están ocupados por la Catedral, que guarda los restos del Apóstol, según la tradición; el Palacio del Obispo Gelmírez, hoy Casa Consistorial y sede Presidencial de Galicia, y el Rectorado de la Universidad, enfrente al Hostal.
En este sobrio edificio, nacido hace quinientos años para Hospital y residencia de Peregrinos, y, por ello, considerado el hotel más antiguo del mundo, tuvimos el privilegio de entrevistar a su director.
Natural de Sardiñeiro, provincia de La Coruña, de familia de hosteleros desde 1916, fecha en que sus bisabuelos fundaron Casa Lestón, restaurante en plena actividad actualmente bajo la batuta de su hermano, nuestro hombre se encuentra en las más altas cotas de su profesión tras una trayectoria de ascenso constante.
Sardiñeiro es el primer pueblo del municipio de Finisterre yendo desde Corcubión. En ese paraíso natural pasó don Julio César Castro Marcote su infancia, intercalando entre sus obligaciones escolares las ayudas al quehacer de la familia, a la vez que sentía nacer el gusanillo por la profesión.
Por eso, el paso a la Escuela de Hostelería de La Coruña no fue una sorpresa. Se graduó en el año 1991 y a partir de ahí comenzó una interesante etapa de perfeccionamiento en varios países europeos.
En el año 1996 se matriculó en un Master de Hostelería en Santiago de Compostela, cuyas prácticas realizó, premonitoriamente, en el Hostal. A las dos semanas ya lo ficharon para crear un departamento comercial, iniciando así su recorrido en Paradores. Aquí desempeñó actividades de comercial, de subdirección e incluso de director en funciones, antes de dar el salto definitivo a las tareas de dirección, en el año 2000, para poner en marcha el recién ampliado Parador de Villalba.
En 2003 inauguró el Parador de Monforte, iniciando así una fructífera etapa en la Ribeira Sacra, que le llevaría en 2004 a inaugurar también el de Santo Estevo, esta vez en la vertiente orensana.
Ostentó la dirección de ambos a la vez, aunque con mayor dedicación al último, hasta el mes de julio de 2008, fecha en que fue llamado a su actual destino: nada más y nada menos que dirigir el impresionante Hostal de los Reyes Católicos en Santiago de Compostela.
Para nosotros es ya un viejo conocido, pues desde nuestro medio, EXPRESO, tuvimos el placer de dar a conocer a nuestros lectores las deliciosas jornadas culinarias que, año tras año, de estación en estación, venía organizando en Santo Estevo de Ribas de Sil, con la inapreciable colaboración de un cocinero de elite: su Chef José Ramón.
No habíamos tenido ocasión de saludarle desde su traslado a la capital de Galicia, por eso, después de las debidas felicitaciones, la pregunta era obligada:
Dirige Ud. uno de los mejores hoteles de Paradores, con una ocupación que algunos años sube del 80%, ¿quiere esto decir que es un puesto de los más cómodos, como para echarse a dormir?
De ningún modo, al contrario. En mi anterior etapa, el hecho de inaugurar un Parador era como parir un niño, tenías que desarrollar nuevos proyectos, promocionar nuevas zonas. En Santiago no hay que impulsar nada, te encuentras con un hotel emblemático, en el que hay que cuidar otros muchos aspectos.
Sabes que aquí se desarrollan muchos actos institucionales, a veces internacionales, incluso cumbres de ministros, con lo cual las exigencias son de un nivel superior. Podríamos decir que es una labor menos creativa, pero de trabajo más intenso y de mayor complejidad.
Aquí somos un equipo de unos 150 empleados, cuando en uno como Santo Estevo no se sobrepasan los 60. Con una plantilla poco más del doble, casi cuadruplicas la facturación. En San Estevo la facturación ronda los tres millones de euros, cuando aquí se superan con creces los diez millones.
Es verdad que cuentas con un equipo más completo, con director, subdirector, adjunto a dirección para asuntos comerciales, diversos departamentos, cada uno con su jefe. Esto te permite desarrollar temas más amplios y más complejos. Es decir, aquí tienes que impulsar un volumen de negocio muy superior y cuidar, más si cabe, que todo salga bien.
Hablando de volumen de trabajo, nos viene a la mente el tópico del mal año en hostelería en vísperas de Año Santo. ¿Se cumple esta vez?
Sí, se cumple. No es tópico. Pasó en el 98. Recuerdo el 1999, un Año Santo excepcional, cuyas cifras fueron récord en este Parador. Aún hoy no se superaron. El 2003 y 2004 lo viví desde la Ribeira Sacra, pero fue una realidad la gran recesión del año anterior y la importante subida del Año Santo.
Este 2009 temíamos ese efecto doblemente, debido a la crisis general que atravesamos, sin embargo está resultando bastante bien. Siguiendo la estadística, el volumen total habría caído sobre un 2% respecto al 2008. Lo cual no es de extrañar, ten en cuenta que aquí se desarrollan muchos congresos y convenciones y los colectivos correspondientes prefieren irse a otra ciudad y dejar el de Santiago para coincidir con el Xacobeo.
Pues, como te decía, está resultando bueno este 2009, ya que aunque vamos con 1.400 habitaciones menos que el año pasado, en el cómputo general estamos ya un 2% por encima. La crisis obliga a crear ofertas más atractivas, que los clientes aprovechan, naturalmente.
¿También hay peregrinos de cinco estrellas?
Sí, es verdad, desde el 1999 venimos notando un cambio en ese sentido. Nuestro cliente tradicional en Año Santo era el ‘institucional’, el de congresos o el vacacional de alto poder adquisitivo.
Esto ha cambiado mucho, tenemos mucho cliente de última hora. Es frecuente (lo estamos experimentando mucho este año precisamente) que nos llamen con diez o quince días de antelación para enviar el equipaje y avisar de la llegada días más tarde. Es gente que viene haciendo el Camino.
Por cierto que muchos lo hacen a lomos de sus caballos. ¿Tienen aquí establos para acogerlos a la vez que a sus amos?
No, en este momento no tenemos esta clientela. Sin embargo no es algo extraño al establecimiento. Como sabes fue hospital y hostal de peregrinos y, naturalmente, se alojaba también a las caballerías. Nuestro actual Restaurante dos reis, con sus preciosos arcos de medio punto, se ubica en la antigua caballeriza. Pero no, hoy no tenemos ese cliente, aunque, repito, sí tenemos cada vez más peregrinos.
De todos modos lo que más demandan hoy nuestros clientes son las nuevas técnicas de la comunicación. Por eso tenemos wifi en todas las habitaciones y una sala de ordenadores para poder conectarse a Internet. La verdad es que cada vez son más los que sacan sus tarjetas de embarque o efectúan sus reservas en próximos destinos por este medio, lo cual he de reconocer que origina a veces una pequeña cola.
¡Que contraste y que cóctel tan encantador: tecnologías del siglo XXI para disfrutar un edificio de quinientos años, repleto de auténticas y exclusivas joyas de cantería, en sus claustros, en sus salones, en su fachada.
Piedras talladas convertidas en fuentes, en ménsulas, en gárgolas, en capiteles. Todo ello, arquitectura y escultura, en un perfecto equilibrio digno de la plaza más hermosa!.
Estos pensamientos nos alejan por un momento de esa completa información, poblada de datos y cifras, que brotan con fluidez de labios de D. Julio César Castro, y nos llevan a nuevas interrogantes sobre la propia edificación, sus necesidades como hotel de primera línea, sus relaciones con la ciudad y con las instituciones, sus vecinos más próximos…
Tanta riqueza arquitectónica, máxime estando tan próxima, tan accesible, por fuerza ha de necesitar cuidados especiales. ¿Algún departamento de Patrimonio se ocupa de ello?
Sí, por supuesto. Hemos de aclarar ante todo que Paradores es una empresa estatal, cuyo único accionista es Patrimonio del Estado. Y todos los edificios de la empresa son de su propiedad.
Es decir, que para la realización de cualquier obra, bien de mantenimiento o restauración, bien de reforma o mejora, pasa siempre por la supervisión de Patrimonio. En nuestro caso de Patrimonio de la Xunta [de Galicia], merced a los convenios entre las instituciones.
Ahora mismo tenemos planteado el problema de la accesibilidad en nuestra entrada principal. Es una fachada renacentista, pero tenemos que resolverlo. Estamos también con el proyecto de acondicionamiento de los aseos que dan servicio a los comedores y otros de las plantas inferiores. Otra obra pendiente es la colocación de un ascensor para la zona de desayunos. En fin, todas han de hacerse con la supervisión de Patrimonio.
Por otra parte, el mantenimiento del edificio es muy caro. Gastamos en él el 10% de nuestros ingresos, lo cual significa alrededor del millón de euros anualmente.
En este orden de cosas, ¿cuáles son los retos inmediatos?
En lo que se refiere al Parador de Santiago, precisamente este mes se ha aprobado en los Presupuestos del Estado una partida de cinco millones de euros para invertir hasta 2012 en su adaptación la normativa actual y a las nuevas tecnologías, a los consumos responsables de energía y alguna mejora.
Estamos planteándonos, también, reformar las edificaciones auxiliares que tenemos en el recinto, en contacto con la calle Carretas, que están en desuso, para montar un SPA e instalaciones de termalismo.
No hace mucho, concretamente en el 2004 se invirtieron mil millones de pesetas en mobiliario, para redecorar habitaciones. La verdad es que estamos bastante bien dotados de equipamiento.
Este Parador, además de su situación de privilegio, ocupando el lado Norte de la plaza del Obradoiro, tiene unos vecinos de lujo que, además, son los principales motores de esta ciudad. Hablamos, nada menos que, de la Iglesia, la Universidad y las Administraciones, local y autonómica. ¿Cómo es la relación del Hostal con las Instituciones?
Efectivamente, estamos en una de las plazas más emblemáticas no sólo de España sino de Europa, a cuya construcción y riqueza cultural contribuye el Camino de Santiago desde hace siglos, con ese incesante peregrinar que culmina en la Catedral, nuestro vecino por el Este.
En el lado Sur tenemos el Rectorado de la Universidad, que fue fundada tres años antes de la construcción del Hostal. Y la última edificación, cerrando el lado Oeste, es el Palacio Episcopal de Xelmírez, actualmente dedicado a Casa Consistorial y a Presidencia de la Xunta de Galicia.
Pues bien, la filosofía de Paradores siempre ha sido la de relacionarse con las Instituciones para potenciar el turismo. Cuando se decidió convertir el antiguo Hospital de Peregrinos en el actual Hostal, e inaugurarlo en el Año Santo de 1954, era para convertirlo en el gran Hotel que pudiera acoger los grandes eventos de Galicia.
Desde entonces siempre ha conservado su prestigio. No hay que olvidar que de aquí han salido iniciativas importantes para impulsar el turismo en nuestra región. El Hostal ha sido sede de grandes eventos, que quizá no se habrían celebrado sin él. Uno de los importantes fue la cumbre hispano-alemana, con los presidentes Felipe González y Helmut Kohl en el año 1995. Además todos los años acoge cumbres de ministros. En resumen, las instituciones cuentan con nosotros para sus actos importantes.
Y qué me dice del resto de compostelanos, ¿disfrutan también del Hostal?
Yo creo que poco a poco se ha conseguido. Es cierto, y no hay porque omitirlo, que muchas veces ha estado de espaldas a la ciudad, o que los compostelanos lo veían inaccesible. Yo sin embargo he tenido esa percepción de cambio.
Desde el año 96 se nota una gran transformación. En esa época hubo un gran director que era Gonzalo Gurriarán que lo abrió mucho a la ciudad. Yo tuve la suerte de trabajar con él de comercial y recuerdo que la gente nos transmitía esa realidad.
Se inauguró el restaurante Enxebre directamente a la calle. Posteriormente se abrió también el Restaurante dos Reis aquí a la Rúa do Cristo y la terraza abierta al exterior. Paralelamente se organizaban eventos, algunos desde el propio Parador.
Ya en mi etapa de director trato de escuchar las sugerencias que se hacen desde el exterior y poco a poco vamos organizando cosas. En fechas como la Navidad o el Antroido se programan actos especiales. Organizamos jornadas gastronómicas y exposiciones…
Y la verdad es que esto funciona, tenemos la muestra en la facturación de restauración que, a pesar de estar en un año de crisis, va un 2% sobre el 2008. Y percibimos la presencia de mucha gente de Santiago en los comedores.
¿En que se fija inevitablemente cuando entra en un hotel como cliente?.¿Tiene algún tipo de deformación profesional como nos sucede a menudo a los humanos?
Pues no, yo soy un cliente muy fácil. Quizá porque llevo muchos años, desde niño, en este sector, soy muy benévolo. Entiendo todas las situaciones.
Y, en general, me sorprende gratamente el trato de los profesionales. Fíjate que estamos en un hotel de gran nivel, en el que trabajamos en equipo constantemente para mejorarlo todo día a día. Pues aún desde esta perspectiva, en los establecimientos que visito encuentro una atención amable, que es lo que más valoro. Las pequeñas deficiencias son perfectamente entendibles y disculpables, aunque a veces el cliente no lo entienda.
Desde mi punto de vista, lo más importante en nuestro sector no es el edificio ni las instalaciones ni los posibles atractivos, lo más valioso es el buen trato, la amabilidad, la sonrisa. Es lo que más valoro. En cuanto a las instalaciones entiendo que cada empresario tiene que adaptarse a su poder económico.
Después de ‘pilotar’ este ‘buque insignia’ de Paradores, como podríamos llamar al Hostal de los Reyes Católicos, ¿a que aspira profesionalmente?.
Mi aspiración es estar al mando de un hotel. Estoy contentísimo en Paradores, a donde he llegado en 1996. En esta empresa he tenido la oportunidad de asentarme después de vivir otras experiencias turísticas. Me gusta trabajar en mi tierra y esta empresa me ha dado la oportunidad de, sin salir de Galicia, llegar a dirigir, efectivamente, el buque insignia. He podido desarrollar e impulsar nuevos proyectos, como los de Villalba, Monforte, Santo Estevo.
Me gustaría seguir en Paradores.
¿Por qué no en Muxía?, para poder contribuir al impulso de Costa da Morte. Allí, a raíz del desastre del Prestige, se decidió la construcción de un Parador y hay terrenos comprados en la playa de Lourido.
Este proyecto se ha ido retrasando por cuestiones burocráticas, pero confío en su puesta en marcha a no tardar mucho.
El concurso lo ha ganado el arquitecto Alfonso Penela, que está redactando ya el proyecto definitivo, y contamos que en siete u ocho meses se pueda sacar a concurso la obra del Parador de Muxía.
Para mí, dirigirlo, sería un reto maravilloso. Lo mismo que pude contribuir al desarrollo y conocimiento de la Ribeira Sacra, a través de los Paradores de Monforte y Santo Estevo, aquí podría trabajar por la dinamización de Costa da Morte; con la gran diferencia de que es una zona muy conocida y muy familiar para mí. Sería estupendo llevar a mi tierra importantes actividades y eventos.
De todos modos espero estar aquí, en Santiago, muchos años. Aquí estoy muy satisfecho. Aunque, eso sí, si tengo que cambiar que sea para mi tierra.
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