HISTORIAS DEL AVANT (III)

EXPRESO - 17.05.2012

J. Salgueiro Pardo

Hoy me he colado en el vagón nº3 y he constatado, como me habían dicho, que es el de mayor concentración de políticos. Sus encuentros aquí son más cordiales que entre escaños y al menos en una cuestión parecen bastante de acuerdo:

Hoy me he colado en el vagón nº3 y he constatado, como me habían dicho, que es el de mayor concentración de políticos.
Algunos se hacen familiares a fuer de salir en los diarios de por aquí y sólo puedo decir que son diputados autonómicos de distintos partidos.
Sus encuentros aquí son más cordiales que entre escaños y al menos en una cuestión parecen bastante de acuerdo: prefieren el tren de las 9:00, que llega a Santiago de Compostela sobre las 9:35, a los que le preceden, a las 7:00 y a las 8:00
Cotilleos aparte, quizá esta nueva remesa de políticos, con predominio de gente joven, sean capaces algún día de analizar la realidad gallega sin dejarse llevar excesivamente por los localismos, en este asunto de las comunicaciones.
Lo de Vigo-Lavacolla-Coruña, que decíamos el otro día, no es una ocurrencia del momento. Responde a una lógica aplastante. Parto, por supuesto, de que ni Alvedro ni Peinador tienen posibilidad de crecer hasta el punto de convertirse en el Aeropuerto Internacional de Galicia.
¿Y por qué no decimos Vigo-Santiago-Coruña, como defienden algunos, añadiendo que desde la estación de Santiago se proyectaría un tren-lanzadera hasta el aeropuerto?
Sencillamente porque lo prioritario es acercar a los usuarios de Vigo y Coruña al avión (*). El hacer escala en Santiago supone probablemente duplicar el tiempo, además de la incomodidad de trasladar los equipajes.
El problema es que para los funcionarios y los políticos es más cómoda la estación en el centro de la ciudad, pero ellos sólo son una pequeña parte de los que utilizamos el aeropuerto.
La deficiente comunicación terrestre con el aeropuerto de Santiago de Compostela es histórica. Cuando se construyó la autopista del Atlántico, debería haberse proyectado ya la ramificación hasta Lavacolla. Ni siquiera cuando, treinta años después, se acometió la autovía Santiago-Lugo, que pasa al lado, se pensó en conectar ambas vías rápidas.
Y eso no puede ser una simple torpeza ingenua tras otra. Eso es presión premeditada de los políticos locales (de Vigo y Coruña), para los que el mundo parece terminar en Cangas y Betanzos.
No cometamos los mismos errores una y otra vez. La estación del tren rápido ha de estar en el Aeropuerto central de Galicia, en Lavacolla.
Ya estamos llegando y casi se me olvida contarles el chisme del día. Bueno, en realidad es algo que se repite con cierta frecuencia. Se trata de que, al salir de Orense, entrando en el primer túnel, que está a unos dos kilómetros, el tren se para. Se dice que tiene que ver con la tensión eléctrica de la catenaria. La primera vez que me coincidió estuvimos parados unos doce minutos y menos mal que el maquinista dejó ‘caer’ el tren hacia atrás, aprovechando la pendiente, con lo cual la espera resultó menos crispante que en el túnel.
De todos modos es justo decir que normalmente la parada es tan corta que ni provoca demora en la llegada.
Hasta otro día.
Tren rápido Orense-Santiago de Compostela, abril del 2012.
(*) Al decir Vigo y Coruña, en este contexto, debe de entenderse el área de influencia de ambas, que, además de Pontevedra y Ferrol respectivamente, comprende municipios populosos, concentrando entre las dos zonas en torno al millón y medio de habitantes.
 
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