Impresiones germánicas en Mallorca

EXPRESO - 25.02.2011

Manolo Bustabad, periodista

Los teutones no sólo vienen a España a disfrutar sus vacaciones o a retirarse en su jubilación, sino también a trabajar…

Está claro que para llegar a Mallorca, desde Santiago de Compostela, la mejor opción, y la única directa, es con Air Berlin, no en vano es la compañía aérea preponderante en el aeropuerto de Palma.

El reloj ya no admitía demora para buscar restaurante, por lo que nos dirigimos raudos a Playa de Palma, que nos habían recomendado por su cercanía y densidad de establecimientos hosteleros.

Encontramos pocos abiertos (era a mediados de enero) y nos decidimos por una terraza elevada, con cierta animación. Resultó ser un restaurante alemán que ofrecía como plato del día entrecot con hortalizas a 5,50 euros. Acompañado de cerveza resultó exquisito. Los camareros, un hombre y una mujer, eran alemanes, igual que los restantes clientes. Aquí se desmontó ya el primer tópico que llevábamos en nuestra mente: los teutones no sólo vienen a disfrutar sus vacaciones o a retirarse en su jubilación, sino también a trabajar.

En Mallorca viven permanentemente unos 27.000 alemanes, que representan el 3% de la población de la isla, y la visitan anualmente más de un millón. Se editan periódicos en alemán, ‘Mallorca Zeitung’ y Mallorca Magazine. Y en algunos foros se la conoce como el 17º estado alemán.
Es frecuente también encontrar teutónicos en puestos de responsabilidad en hoteles, tanto a nivel directivo como en tareas de servicio en los comedores. Eso sí, hablando español. Lo hemos comprobado en los del Son Vida y en el Hilton de Sa Torre.
En Sineu, en el centro de la isla, encontramos una galería de arte que tiene todos sus rótulos en alemán y alguno traducido al mallorquín.
Su nombre, Centre d’art s’Estació de Sineu, y su ubicación en el antiguo edificio de la estación ferroviaria nos hicieron suponer que se trataba de una sala de exposiciones pública, de ahí nuestra extrañeza por el idioma predominante.
Nos aclaró la situación con especial amabilidad Margalida Pons, nativa copropietaria, haciéndonos saber que es una sala privada, en la que más del 90% de los visitantes son alemanes. Y no sólo eso, sino que la mayoría de los vecinos del pueblo nunca entraron en el local desde su apertura, en 1988.
Naturalmente, el control de ventas y alquileres está en manos de inmobiliarias alemanas. Éstas tienen claro los distintos niveles de poder adquisitivo y sus preferencias, situando a los ricos en Andratx, Deià o Artá y a los de tres estrellas en Playa de Palma o cala Ratjada.
Y a nadie extraña que en las emblemáticas cuevas del Drach se obsequie a los visitantes con un concierto en el que, cómo no, la música es alemana mayoritariamente.
Es paradójico que en estas fechas sea tema de conversación la posibilidad real de que cientos de miles de españoles puedan encontrar su futuro laboral precisamente en Alemania. Como antaño, pero seguro que en mejores condiciones. Está claro que lo de ‘locomotora de Europa’ no es sólo un tópico y que su poderío no se circunscribe únicamente al viejo continente. Además su idioma está ganando terreno cada día a nivel mundial. No estaría mal empezar a estudiarlo, ya.
Hicemos estas reflexiones ya en Santiago de Compostela a mitad de febrero del 2011. Regresamos, claro, con Air Berlin.
 

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