La diversidad cultural de Brasil, factor clave para el turismo

EXPRESO - 30.04.2022

Hasta un 27,2% de los turistas españoles eligen viajar a Brasil por su riqueza y diversidad cultural.    

Desde el enorme papel del Amazonas hasta su pasado colonial, Brasil es un país de una amplísima riqueza cultural, influenciada a lo largo de la historia por las tradiciones y costumbres africanas, europeas e incluso asiáticas. No en vano, esta cultura atrae a casi el treinta por ciento (27,2%) de los turistas españoles que viajan a Brasil, dispuestos a descubrir la riqueza de Brasil más allá de sus playas y carnavales. 

Debido a su gran extensión y a las diferentes tribus y poblaciones del país a lo largo de su historia, en Brasil podremos encontrar numerosas culturas, cada una con sus propias tradiciones y fiestas, que ofrecen experiencias inimitables a los turistas que viajan hasta el país sudamericano. 

‘La receptividad de nuestra gente y la vasta cultura de cada región es un gran diferencial para que Brasil sea un destino atractivo para viajeros internacionales. La diversidad cultural de nuestro país es enorme y hay mucho por descubrir y maravillarse con nuestra rica historia y destinos únicos’, ha destacado el presidente de la Embratur, Silvio Nascimento.    

Rio de Janeiro 

Aunque Río es la ciudad de Brasil más conocida, esta tiene mucho más que ofrecer además de playas, fútbol y samba. Como capital de la época colonial y refugio de la corte portuguesa, la ciudad fue clave para el desarrollo del país. Así, Río de Janeiro representa la cara de Brasil, concentrando la oferta de cualquier gran ciudad con una gran representación de la cultura tan diversa de Brasil. 

El centro de esta ciudad es el punto de salida perfecto para los amantes de la historia y la cultura, con atracciones que les acercarán a la historia de la ciudad, como la Biblioteca Nacional o el Teatro Municipal, construido a principios del siglo XX e inspirado en la Ópera Garnier de París. 

Otra de las postales esenciales de Rio es su playa de Copacabana. Caracterizada por su belleza natural y su paseo marítimo de piedras portuguesas blancas y negras, la zona es uno de los lugares preferidos por locales y turistas para probar la comida típica o practicar algún deporte. 

Si hablamos de vida nocturna, nada como un paseo por el bohemio barrio de Lapa, considerado como la zona cultural de referencia para la ciudad, además de por dos de los conjuntos arquitectónicos más llamativos de la ciudad: el Acueducto Carioca y la Escalera de Selarón. De noche, las calles se iluminan con los diferentes restaurantes y locales donde disfrutar de la típica “samba de gafieira”, un baile parecido al practicado en la escena “ballroom”.    

Manaos 

Famosa por su biodiversidad en la selva amazónica, Manaos es una región única no solo por su fauna y flora. El centro de la ciudad es el escenario perfecto para recordar de esas antiguas ciudades coloniales.

Destacan en él sus palacios, como el Palacio de Río Negro o el Palacio Provincial, o el increíble Teatro Amazonas, construido a finales del siglo XIX durante la belle époque y que ha atraído a músicos de renombre de todas partes del mundo. 

También se puede disfrutar del Centro Cultural de los Pueblos del Amazonas, donde se puede realizar una visita inmersiva en la que interactuar con los diferentes objetos utilizados en el día a día por las tribus nativas y de los Ribeirinhos, pueblo que actualmente vive junto al río.

Es una gran oportunidad para descubrir la cultura indígena, con objetos que servían para hacer harina o extraer el látex. 

Otra atracción interesante es el conocido como ‘Encuentro de Aguas’, un fenómeno que se produce en el Amazonas tras la confluencia del río Solimões, de aguas claras de tonalidad arcillosa, con el río Negro, cuyas aguas son más oscuras, prácticamente de color negro. En un recorrido de seis kilómetros, las aguas de ambos ríos discurren de lado a lado, pero sin mezclarse, debido a que presentan densidades y velocidades distintas.

El fenómeno tiene mucha influencia en la arquitectura de la ciudad, como en la plaza de São Sebastião, donde las formas de las piedras representan el encuentro del río fangoso con el de aguas negras.    

Salvador de Bahía 

La ciudad de Salvador es prácticamente un museo viviente de la historia y cultura brasileña. Es un símbolo de la mezcla de las diferentes religiones y procedencias de sus habitantes, alegres y siempre abiertos a recibir visitantes.

Además, la ciudad es un referente a nivel arquitectónico y de expresiones artísticas.  El centro histórico y el Pelourinho, donde se encuentran los edificios antiguos de la ciudad, son una visita obligada en Salvador y un ben punto de partida para conocer la región.

Además, dignos de visita son la Iglesia y Convento de San Francisco, monumentos de la época colonial y de estilo barroco de gran belleza. También podremos comprar souvenirs y artesanía local, en el tradicional Mercado Modelo. 

Pelourinho es el corazón de Bahía y el centro de la cultura africana en Brasil. El lugar está repleto de coloridas mansiones, iglesias, tiendas y restaurantes. Uno de los mayores atractivos de la zona son sus recónditas plazas, donde suelen tener lugar conciertos de música local y a las que solo se puede acceder a pie, ya que no está permitía la entrada de coches, alejándonos así del bullicio de las zonas con carretera. 

Además, en Salvador encontramos una de las iglesias más famosas de Brasil, la iglesia Senhor do Bonfirm. De estilo neoclásico y con una fachada rococó, la iglesia fue construida a finales del siglo dieciocho y principal punto de encuentro para los católicos soteropolitanos (gentilicio de los habitantes de Salvador). 

En las escaleras de la iglesia Senhor do Bonfim tiene lugar la famosa fiesta de Lavagem do Bonfim, una celebración interreligiosa en la que los fieles se visten de blanco y recorren 8 kilómetros en procesión.

El punto álgido de la fiesta se produce cuando las escaleras de la iglesia son lavadas por unas 200 mujeres bahianas que vierten agua en las escaleras y en el atrio de la iglesia, al son de las palmas, los tambores y los cánticos. Una vez terminada la parte religiosa, la fiesta continúa en el Largo do Bonfim, con tambores, bailes y puestos de bebidas y comida típica.

Otro símbolo de la iglesia, y de Salvador, son las cintas de colores que cuelgan de sus barandillas. Tradición de origen africana, los creyentes eligen un color dependiendo del deseo o deidad de la cultura africana, y o bien se la atan a la muñeca hasta que se les cae, o la atan a las barandillas de la Iglesia como ofrenda.

Expreso. Redacción. J.R

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