Vive como Robinson en las islas de Bretaña

EXPRESO - 30.07.2013

Francia_Petit_BePara vivir una aventura inédita, disfrutar de la naturaleza en el mar y desconectar del día a  día del continente europeo, las islas bretonas, en la región oeste de Francia, ofrecen un paréntesis de carácter intimista.

Apartados del mundo gracias al mar, los alojamientos situados en los islotes bretones deshabitados ofrecen un  verdadero alto en el camino respecto a la vida moderna.
Vamos a detallar, a continuación, algunos ejemplos:
La casa del faro de la isla Louet
El faro de la isla Louet está situada en un islote rocoso a 350  metros de las costas de Carantec en la bahía de Morlaix en la  provincia de Finistère.
La antigua casa del guardián del faro ha sido renovada para acoger hasta a diez personas. Desde la  terraza equipada con una barbacoa excavada en la piedra, se divisan unas vistas panorámicas sobre el litoral bretón que  recompensan a los robinsones.
Se da preferencia al ecoturismo con reciclaje de los residuos y el uso de paneles solares. Esta  inmersión salvaje está accesible en barco desde Carantec para  disfrutar de una o dos noches.
El fuerte del Petit Bé en Saint-Malo
El fuerte del Petit Bé y su vecino el fuerte National están frente a la costa esmeralda que se extiende entre Saint-Malo y el Cabo Fréhel.
Aisladas del continente con marea alta, las fortalezas  construidas por Vauban en el siglo XVII siguen restaurándose  con mucha pasión y cuidado. Después de 33 años trabajando en la obra del fuerte National, Alain Etienne Marcel emprendió, en 1999, la reconstrucción del fuerte del Petit Bé, abandonado  desde hacía 150 años.
El bretón dedica largas jornadas, cada  semana, a su pasión por el patrimonio marítimo para dar nueva vida a estos edificios que pone a disposición del público y de los profesionales.
Para eventos de hasta 10 personas o para pasar una noche romántica, el  guardián del fuerte propone dejar y recoger a los huéspedes con su propio barco. 
En plena naturaleza en la isla Milliau
En la costa de granito rosa, mar adentro frente a Trébeurde, unos diez minutos a pie son necesarios con marea baja para  llegar a la pequeña isla de Millau.
Con marea alta, la granja situada en el islote, puede acoger hasta 17 personas en una de sus tres casas rurales, queda totalmente aislada del continente.
Una verdadera aventura de Robinson para los  afortunados que se convierten en dueños del lugar por una  noche o algunos días.
Una granja familiar en la isla de Quéménès
Perdido entre la punta del Finistère y la isla de Ouessant, el islote de Quéménès permaneció abandonado durante mucho tiempo.
En 2007, una pareja joven decide instalarse en las tierras del Conservatorio del Litoral. Desde aquella fecha, Soizic y David han tenido dos hijos y desarrollan una granja  insular.
Las ocas viven con Gaston el cerdo y los 50 carneros. 
Esta familia de robinsones cultiva también patatas, recolectan las algas comestibles y encuentran tiempo para acoger a los  turistas durante 7 meses al año en su casa de huéspedes.
Anteriormente sin agua ni electricidad, hoy la isla de Quéménés es un modelo de desarrollo sostenible: un aerogenerador y paneles solares aseguran el abastecimiento de energía y el agua de la lluvia es recuperada y tratada.
Quéménès es  una experiencia fuera de lo común sin televisión ni wi-fi.
Los tres alojamientos pueden acoger hasta  a 10 personas.
Expreso. Redacción. A.F

Comentarios