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Valencia celebra el año Jubilar del Santo Cáliz
EXPRESO - 08.10.2020
Este año, Valencia y su catedral conmemoran el Año Jubilar del Santo Cáliz, que comenzará este 29 de octubre, y será la excusa perfecta para descubrir la historia de esta pieza.
Desde 1916, el Santo Cáliz de Valencia ha generado leyendas, obras artísticas y literarias, es parte del tesoro de este templo, y atrae miles de peregrinos y visitantes deseosos de contemplar esta reliquia de fama mundial.
A veces los grandes tesoros se guardan donde menos te lo esperas. La Capilla del Santo Cáliz de la Catedral de Valencia es uno de esos lugares. En ella se exhibe desde 1916 la copa que ha generado más leyendas, obras artísticas y literarias; y una de las reliquias más admiradas y aclamadas por la Iglesia Católica: el Santo Grial, custodiado desde 1437 en el reconditorio de la seo valenciana.
Hasta su llegada al Palacio del Real de València en 1424 de mano del rey Alfonso el Magnánimo, la venerada pieza había ido cambiando de manos y de residencia a lo largo de los siglos en lo que constituye un interesante camino de peregrinaje.
Los datos arqueológicos, documentales y los históricos del viaje que realizó esta reliquia hasta recalar en la Catedral de València apuntan a que es el vaso que utilizó Jesucristo en la Última Cena. Los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI oficiaron misas con el Santo Cáliz de la seo en sus respectivas visitas a València en 1982 y 2006.
En 2015, el Papa Francisco concedió a Valencia la celebración del Año Santo Jubilar que se repetirá cada cinco años en la ciudad del Turia, convirtiéndola en una de las ciudades santas del mundo. El último jueves de octubre de 2020 comenzará, pues, el segundo año jubilar del Santo Cáliz y València acogerá a todos aquellos peregrinos que deseen obtener la indulgencia plenaria en su Catedral.
Cómo llegó el Santo Cáliz a Valencia
La copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena fue llevada de Jerusalén a Roma por San Pedro y utilizada desde entonces por él y los sucesivos papas de la Iglesia en Roma en las celebraciones eucarísticas hasta el año 258, cuando el papa Sixto II, encargó a su diácono San Lorenzo que sacara el cáliz de Roma para protegerlo de la persecución del emperador Valeriano.
San Lorenzo hizo llegar la reliquia a Huesca, donde vivían sus padres. El cáliz acabó escondido en el monasterio de San Juan de la Peña y en 1399 es entregada por los monjes del monasterio al rey Martín I de Aragón, de quien se conservan tres cartas reclamando la reliquia insistentemente.
Una vez en sus manos, Martín I llevó el grial a la capilla de su residencia en Zaragoza, el Palacio de la Alfajería. Y otro rey, Alfonso el Magnánimo, trasladó en 1424 el Santo Cáliz al Palacio Real de València, su residencia de entonces.
La conquista del reino de Nápoles supuso al Magnánimo costosas campañas militares para las que necesitó préstamos, uno de ellos contraído con la jerarquía eclesiástica. El rey lo avaló con todas sus reliquias, incluido el Santo Cáliz, que tuvo que entregar en 1437 para condonar su deuda con la iglesia.
Fue conservado y venerado durante siglos entre las reliquias de la Catedral, y hasta el siglo XVIII se utilizó para contener la forma consagrada en el «monumento» del Jueves Santo, hasta que fue finalmente instalado en la antigua Sala Capitular, habilitada como Capilla del Santo Cáliz en el año 1916.
Qué se puede ver en la Capilla del Santo Cáliz
Entra por la Puerta de los Hierros de la Catedral y dirígete a la primera capilla que encontrarás a tu derecha. Para albergar semejante joya, la capilla del Santo Cáliz es una estancia sin grandes lujos ni estridencias, envuelta en sereno silencio.
Tras el altar podrás contemplar, en una urna acristalada, esta misteriosa pieza de valor incalculable por todo lo que representa y los mitos y leyendas que ha generado a lo largo de la Historia.
Toma asiento en uno de los bancos de la capilla y detente a contemplar los detalles. Justo de frente, abrazando el Santo Cáliz, verás un impresionante retablo de alabastro realizado por el italiano Giuliano Poggibonsi, discípulo de Lorenzo Ghiberti, autor de las Puertas del Paraíso del baptisterio de Florencia.
Es la antigua puerta del coro de la Catedral del siglo XV, con doce relieves de escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Si elevas la vista, descubrirás la bóveda de crucería nervada en forma de estrella. En sus claves están los doce Apóstoles y en la central, la escena de la coronación de la Virgen en el cielo después de la Asunción.
A tu izquierda, esas enormes cadenas que cuelgan del muro, son las que cerraban el puerto de Marsella y que Alfonso V el Magnánimo se trajo en 1423 tras su paso por la ciudad provenzal. Sobre los 226 eslabones, el lienzo ‘Expulsión de los moriscos’ del artista Vicente López. Y al otro lado, el fresco de la Adoración de los Reyes pintado por Nicolás Florentino.
Pero la reliquia, ¿cómo es?
El Santo Cáliz se encuentra en una urna acristalada, por lo que no podrás contemplar sus pequeños detalles. Pero no vas a perderte nada, porque te los contamos aquí. La copa que se conserva en la Capilla del Santo Cáliz de la Catedral de València consta de tres partes diferenciadas.
La reliquia en sí es el vaso de ágata pulida de la parte superior. Gracias a los estudios arqueológicos realizados por el investigador Antonio Beltrán sabemos que la copa se remonta a la época comprendida entre el siglo IV antes de J. C. y el I de nuestra Era, y que fue labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina.
Las investigaciones demuestran que el pie es un vaso egipcio o califal del siglo X u XI, añadido a la copa, hacia el siglo XII, como estimación de su excepcional importancia. Y que las perlas y piedras preciosas que lo ornamentan son posteriores y pudieron ser sobrepuestas cuando el Santo Cáliz era venerado en San Juan de la Peña.
Las huellas del Santo Grial en València Hasta llegar a la Catedral, el Santo Grial recorrió o dejó huellas en algunos lugares de la ciudad que hoy puedes visitar: jardines del Real, Museo de Bellas Artes de Valencia, la Iglesia y Palacio del Temple, Museo El Patriarca y la Iglesia de San Martín Obispo y San Antonio Abad.
También se incluyen en esta peculiar ruta el Museo del Corpus, en la calle Avellanas, 3, la Casa de Sabina Suey, o la propia Catedral de Valencia.
Expreso. Redacción. J.R
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