Sexo en Piedra ve la luz en Atapuerca

EXPRESO - 22.09.2010

El 22 de septiembre, en la sede de la Fundación Atapuerca,, Francisco Javier López Marcano, consejero de Cultura, Turismo y Deportes del Gobierno de Cantabria; José María Bermúdez de Castro, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y los comisarios de la exposición, Marcos García Diez y Javier Angulo Cuesta han inaugurado la exposición ‘Sexo en Piedra’.

La Exposición se podrá ver en la sede de la Fundación Atapuerca en la localidad burgalesa de Ibeas de Juarros –Burgos-, hasta el 8 de diciembre de 2010.
El objetivo o tema central de la exposición es mostrar los comportamientos sexuales de época paleolítica a través de la documentación gráfica relacionada con el arte mueble y el arte parietal.
El sexo es una constante a lo largo de la historia de la Humanidad. Ahondar en los orígenes de nuestro comportamiento sexual no es sencillo. Si hoy en día no se tiene un conocimiento preciso del comportamiento sexual de nuestros congéneres debido a los tabúes, condicionantes culturales y religiosos, y a nuestros propios prejuicios, más se estará limitado a la hora de conocer las actitudes sexuales de sociedades pasadas que no conocieron un sistema gráfico de comunicación como la escritura.
La reconstrucción de épocas prehistóricas es problemática. Desde el primer homínido hasta nosotros, el Homo sapiens, las actitudes sexuales a bien seguro han variado. De manera simplista y burda, podríamos simplificar el proceso señalando que se pasó de un comportamiento animal a otro propiamente humano, donde además de lo reproductivo entrarían posiblemente en juego otros factores: erotismo, placer, belleza, amor, posesión, sensualidad, etc.
Desde el proceso fisiológico animal que supone el cortejo de apareamiento y el ritual copulativo hasta las complicadas manifestaciones de la esfera sexual humana que constituyen el amor, entendido tanto como proceso físico como psicológico, ha sido necesario todo un proceso evolutivo que podríamos denominar la hominización sexual.
Nunca se sabrá del todo en qué momento tuvo lugar esta esencia, cuando la llamada sexual se convirtió en erotismo y el acto reproductivo se transformó realmente en un fenómeno sociológico. Lo que sí se sabe es que en algún momento de la Prehistoria los hombres y las mujeres tuvieron un comportamiento sexual muy similar al nuestro.
En este sentido existe una herramienta básica para comprender la morfología y la fisiología humana, al menos en lo que se refiere a su aspecto exterior y al modo de comportamiento. Los documentos que mayor información presentan en este sentido son los grabados, las pinturas y los dibujos en piedra y hueso que las últimas sociedades cazadores-recolectoras del Paleolítico superior, y el tiempo, nos han legado en cuevas, abrigos y rocas al aire libre.
Se trata simplemente de documentos materiales inertes, formas sobre las que los estudiosos deben aplicarse para extraer la información que esconden. Un trabajo no siempre sencillo y lleno de numerosos, y a veces infranqueables, problemas.
En la actualidad la sexualidad es un motor de las relaciones sociales, habiendo transcendido claramente del ámbito más personal e individual a una faceta pública, no sólo en cuanto a su consideración sino también en cuanto a su exposición, siendo un tema que abarca y aborda numerosas facetas de nuestra actividad.
De este modo, el estudio y la exposición de los primeros comportamientos sexuales son claves para entendernos como especie humana, tanto desde una óptica antropológica como etnográfica, ya que las bases de nuestros comportamientos sexuales pueden reconocerse, más o menos explícitamente, durante la etapa correspondiente al Paleolítico superior.
Expreso. Redacción. T.R

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