Almuzara publica La Ciudad, un clásico sobre Sevilla

EXPRESO - 07.06.2011

La CiudadLa editorial Almuzara acaba publicar La Ciudad de Manuel Chaves Nogales, uno de los referentes de la literatura y el periodismo español del siglo XX . En 1920, a los 23 años, y cuando marchaba para Madrid para hacer carrera en el mundo del periodismo, Chaves Nogales quiso dejar constancia escrita sobre el alma de su lugar de nacimiento, Sevilla. Se trata del primer libro de este ilustre periodista y escritor, que con la increíble lucidez que le imprime siempre a su obra y ese aire de actualidad retrospectiva, escudriña y desmenuza las entrañas de la ciudad.
Chaves describe una especie de dinamismo modernista en el carácter de su tierra, que le ayuda a digerir los antagonismos y contradicciones, los tópicos y las formas extrañas con una despreocupación inconcebible.  
En La Ciudad ‘está todo’ como comenta en su nota el editor David González Romero: ‘el pretil de azotea y el incomparable crepúsculo, el tipo sevillano y la reivindicación de la mujer, las gentes de barrio y las santas Justa y Rufina, la Sierpes y la Macarena, los patios y los cafés, la Semana Santa y el Gran Poder, los gitanos y el cante, el extrarradio y las tensiones sociales, las peinetas y el romanticismo, el turista y la Expo, la tragedia de Andalucía y el andalucismo...’
Romero apunta que, ‘con una enorme clarividencia, este libro encierra quizás los párrafos más agudos que se han escrito sobre Sevilla’.
Entre sus páginas, el autor afirma rotundamente que el carácter de la ciudad viene condicionado porque el hispalense ha hecho de su vida su propia religión, y afirma que ‘alguna vez pensamos en que estas inquietudes sevillanistas no sean sino una aberración; se nos ocurre imaginar que acaso todas estas perplejidades, toda esta complejidad, no sea realmente más que una sensación primitiva, bárbaramente subjetivada, que se repite de modo invariable ante el espectáculo de lo que nos es familiar. Tal vez el alma de Sevilla esté solamente en una aberración espiritualista de los sevillanos; pero si esa aberración fuese general, si hubiese sido infundida en nosotros y nosotros pudiéramos infundirla a nuestra vez, alma de Sevilla sería ella’.
Asimismo, guarda incluso una velada respuesta a lo que se ha escrito sobre su tierra por algún que otro ‘arbitrario divagador’.
Según Chaves Nogales, al pensar en una literatura sevillana total, nos sobrecoge el imperativo de una erudición monstruosa y de una ordenación perfecta, sin embargo debemos rectificar a cada hora y a cada sensación, ya que eso es lo único que podemos aprehender de Sevilla, que,’a fuerza de butacones y heterogeneidades, ha llegado a gozar de una suprema simplicidad’.
Chaves Nogales critica a quienes clasifican a Sevilla como ciudad típica, ya que sólo conocen la plaza del Triunfo, el barrio de Santa Cruz y la Macarena y todo gracias a la diligencia municipal de quien ha expuesto una Sevilla fácil, ordenada, llena de arte y de cicerones.
A su juicio, no es censurable este aspecto para quienes aspiran a hacer de Sevilla una Meca de la emotividad moderna, pero el autor va más allá de este simple planteamiento y detecta la potencia que hace de Sevilla una ciudad eterna: ‘hay un certero instinto, una misteriosa potencialidad crítica, que sin ser precisamente el pensamiento, destruye las ficciones y burla todos los artificios demoníacos, conservando a todo trance —aún en el negro trance de ignorancia— la elevación espiritual de los ciudadanos, su predisposición a una misión providencial no determinada’.
Expreso. Redacción. A.F

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