Elche, sorprendentemente jugosa

EXPRESO - 09.05.2007

Texto: Ana Bustabad Alonso

Texto: Ana Bustabad Alonso. Fotografías: Federico Ruiz de Andrés

En la provincia de Alicante, en plena aridez del Levante español, Elche -Elx en su dulce nombre valenciano- se abre jugosa al viajero, como un dátil maduro en medio del desierto. Como el de los dátiles, el sabor de Elche sorprende al principio, explota los sentidos y permanece luego en el paladar y en la memoria.

Dama de Elche

El inmenso palmeral que rodea su centro histórico y la devoción que profesa por el Misteri de su Virgen de la Asunción son ya de toda la Humanidad, porque así lo decretó la UNESCO en 2000. Pero, seguramente, para los ilicitanos no hay Patrimonio más grande que la mirada de su Dama. La que pasea el nombre de su ciudad por el mundo.

Mucho más que el busto del siglo IV ó V a.C. que estudian los escolares en sus libros de texto, la Dama de Elche es una auténtica belleza en piedra. De cerca, impresiona, cautiva su mirada firme, subyugadora.

Tras la exposición temporal que la trajo en 2006 al MAHE, el más que agradable Museo Arqueológico y de Historia de la ciudad, la Dama volvió a su lugar en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Mientras añora a su Dama, Elche no pierde un minuto con el carácter bulliciosamente sociable de sus calles.

El centro de la ciudad es animado, divertido. Culquiera que sea el momento del año, los ilicitanos gustan de disfrutar en las terrazas la bendición de un clima como pocos. Y lo hacen con unos precios razonables.

Si hace años Elche era famosa por su floreciente industria del calzado -sus fábricas producen casi la mitad del total que se manufactura anualmente en España-, desde 2003 empezó a forjarse como referente de eventos de negocios en la región.

La culpa la tiene el Centro de Congresos Ciutat d'Elx, un ejemplo de arquitectura vanguardista de acero y cristal ubicado en pleno casco histórico. Un casco histórico que conserva su escala humana, que invita a pasear en busca de la cúpula azul de la basílica de Santa María.

En su interior se celebra la Festa o Misteri d'Elx, el protagonista indiscutible de la vida cultural en la ciudad. Origen de muchas otras festividades, esta obra medieval conmemora la Asunción de la Virgen María a los Cielos.

Asistir a la representación del Misteri tiene un poco de mágico y mucho de ilusión y esfuerzo conjuntos. Como en el siglo XV quienes encarnan a las Marías son niños, y lo más impactante de todo su canto monocorde contra el silencio absorto de la Basílica.

Aunque la fiesta grande se celebra los días 14 y 15 de agosto, se pueden visitar también los ensayos generales de los días anteriores y las funciones extraordinarias de los años pares. Si el viaje no coincide con ninguna de ellas, merece la pena visitar, al menos, el Museo de la Festa.

A dos pasos de él, la imponente figura de la Calaforra, una torre almohade que servía de vigía a principios del siglo XIII y hoy se asoma al cauce seco del Vinalopó.

Sin embargo, la imagen más internacional de Elche -con permiso de su Dama- es el Palmeral. El famoso Palmerar d'Elx es, en realidad, muchos palmerales. Por toda la ciudad se entremezclan antiguos huertos de palmeras datileras, de origen musulmán, un trocito de África en Europa.

Más de doscientas mil palmeras, en dos millones de metros cuadrados integrados en el casco urbano, hacen de la ciudad una de las más verdes de España, duplicando la media nacional de zonas verdes.

Hoy prácticamente no quedan explotaciones de los que llegaron a ser considerados los mejores dátiles del mundo. Es más barato importar los dátiles de mercados ultramarinos, como es el caso de Túnez.

La mayoría de los huertos se dedican, entonces, a cultivar la palma blanca que utilizan en la espectacular procesión del Domingo de Ramos, declarada en 1997 Fiesta de Interés Turístico Internacional, y con la que unos pocos artesanos aún esculpen complicadas filigranas.

La Palmera Imperial, la más especial de todas, abre sus siete brazos en el Huerto del Cura, espacio verde que reúne ejemplares de todo el mundo. Su nombre lo debe al Capellán Castaño, quien se la dedicó a la emperatriz Elizabeth de Austria Sissí, cuando visitó el Huerto en 1894.

De las mejores sorpresas que reserva Elche al visitante, sus playas. Porque, sí, Elche tiene playas. Cercando al norte y al sur el municipio de Santa Pola se encuentran algunos de los pocos kilómetros vírgenes -si cabe la expresión- del litoral alicantino.

La de Carabassí mira al Mediterráneo desde sus arcadas blancas de casitas de pescadores, separada por una valla del pinar verde que rodea sus dunas.

La playa de la Marina, más grande, tiene una magnífica vista de Alicante, y el aliciente añadido de los aviones que la sobrevuelan a pocos metros, por la cercanía del aeropuerto de El Altet. Aquí, en los días de temporada baja, las olas reinterpretan suaves el silencio.

Tampoco la buena gastronomía es fácil de descubrir para el visitante primerizo. Al contrario que la mayoría de ciudades españolas, y con algunas excepciones, aquí no existe apenas la costumbre del tapeo.

Lo que sí se encuentran son buenos restaurantes donde probar un delicioso ‘arroz con costra', el plato más emblemático de Elche, o un tradicional ‘puchero con pelotas'. Desde luego, el mejor postre lo ponen unos dátiles de temporada.

Si difícil es tapear en Elche, tampoco resulta nada fácil encontrar alojamiento en verano. Aunque, como suele suceder, esta estación es cuando menos se disfruta de la ciudad.

El hotel Tryp Elche, perfectamente situado, es una alternativa aséptica en pleno centro. Sin embargo, si se quiere descubrir el encanto de los huertos de palmeras desde las entrañas, ningún alojamiento se puede comparar con el hotel Huerto del Cura.

El Huerto del Cura, la exuberancia hecha hotel

Justo enfrente del Huerto del mismo nombre -y de los mismos propietarios-, y junto al Museo del Palmerar, el hotel Huerto del Cura, de cuatro estrellas, merecería por sí mismo una visita.

El hotel, pieza fundamental de la empresa familiar Grupo Huerto del Cura, se dispone a partir de una estructura acristalada y cerámica con retejado encarnado.

A partir de este cuerpo, dispersas entre el bosque de palmeras y amplia vegetación,  zigzagueado por caminos bien señalizados; todo un conjunto de pequeñas casas de planta baja que acogen el total de 71 habitaciones dobles estándar y 10 junior suites.

La imagen es que nada altera la frondosidad del cuidado jardín; nada destaca ni visualmente ni en altura; sólo las plantas, las palmeras y otras especies autóctonas del Mediterráneo.

Todos los caminos llevan a la piscina, aneja al edificio donde se sirven los excelentes desayunos. De hecho, uno de los mayores placeres que ofrece el hotel es disfrutar la primera comida del día al aire libre. Bajo la sombra de las palmeras que rodean la piscina.

Las habitaciones de las casitas se muestran con un toque rústico-tropical en el que destacan ornamentos y enseres diversos llegados de Asia. El resultado, delicadamente sencillo. Perfecto pese al plasma incrustado en un mueble de madera de teka.

Bueno es apuntar aquí el merecido confort que se disfruta en las estancias y que éstas se encuentran en un proceso de reforma y actualización que ha renovado la decoración primitiva de los años setenta.

El surtido de amenities del baño lo firma Dalmana, con extractos vegetales. Un toque más de sofisticación que completan las flores frescas, y el blanco de los sanitarios en contraste con el gris piedra.

En las proximidades del hotel, como una referencia amiga de múltiples bolsillos, se encuentra el Hotel Milenio. Menos euros no implican, en este caso, renunciar a la frondosidad que rodea sus habitaciones.

Se trata de un correcto tres estrellas, perteneciente al mismo Grupo y que ofrece unos estándares de instalaciones y servicios bastante interesantes, aunque se nos ofrece como un amplio edificio de habitaciones moderno y lustroso.

Del Grupo Huerto del Cura forman también parte los dos restaurantes del complejo. La Taula del Milenio y uno de los mejores restaurantes de la ciudad, Els Capellans, en el hotel Huerto del Cura, que elabora cocina selecta mediterránea y cuenta con una buena bodega.

 

Agradecimientos:

Instituto Municipal de Turismo del Ayuntamiento de Elche (Turisme d´Elx)

Patronato del Misteri d'Elx

Hotel Huerto del Cura

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