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Hace 500 años… La ruta de los descubridores en Extremadura
EXPRESO - 09.09.2013
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto Hace quinientos años que unos ojos europeos contemplaron por primera vez el Océano Pacífico
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto
Hace quinientos años que unos ojos europeos contemplaron por primera vez el Océano Pacífico. Fue el extremeño, de Jerez de los Caballeros, Vasco Núñez de Balboa quién avistó aquel pacífico mar del Sur desde tierras panameñas un 25 de septiembre del 1513.
No es el único quinto centenario que se celebra este siglo, ni el único con protagonista extremeño. Esta tierra antigua ha visto nacer a muchos descubridores, que llevaron su cultura y sus nombres al otro lado del mundo. Cinco siglos después, sus huellas nos llevan de ruta por Extremadura.
Extremadura de España
Estamos hablando de Extremadura de España. No es fútil la aclaración, porque también hay una Extremadura portuguesa y algunas más en América, nacidas precisamente en los últimos quinientos años.
La ruta de los descubridores por Extremadura
Hasta el Mar del Sur y la Florida con Núñez de Balboa y Hernando de Soto. |
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Pedro de Alvarado, Adelantado, desde Honduras, Salvador y Guatemala a Zacatecas. |
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Juan Rodríguez Suárez por tierras de Venezuela, de Mérida hasta Caracas. |
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Hernán Cortés, a la conquista del gran imperio azteca en solo ocho años, México. |
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Colón y los Reyes Católicos se entrevistaron ante la Virgen de los descubridores. |
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Pizarro y el Perú, Orellana de Guayaquil al río Negro y el Amazonas. |
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Francisco Godoy, alcalde de Lima, y los herederos de Isabel de Moctezuma. |
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Inés de Suárez, compañera de Pedro de Valdivia, la fundación de Santiago de Chile. |
Pues bien, esta Extremadura, antes morada de lusitanos, romanos, árabes y castellanos; crisol de cultura musulmana-judeo-cristiana; objeto de mil disputas, entre Roma y Viriato, entre castellanos y moros, entre portugueses y españoles…, tiene como vías de comunicación más importantes, me atrevería a decir de los últimos dos mil años, dos perpendiculares que la cruzan como dos ejes:
De Sur a Norte, la Vía de la Plata, que hoy día se identifica en su mayor parte con la autovía A-66 (de Sevilla a Gijón), y, de Este a Oeste, el río Guadiana.
En nuestra búsqueda de los orígenes de los más destacados descubridores-conquistadores-colonizadores del continente americano, poco tendremos que apartarnos de esos importantes, aún hoy, ejes extremeños que se cruzan en Mérida.
Efectivamente, las aguas del Guadiana nos llevan desde Guadalupe (en su afluente el Guadalupejo) hasta Badajoz, pasando por Medellín y Mérida.
Y su perpendicular, la Vía de la Plata en dirección Norte, nos hará llegar a Cáceres y Plasencia, desde la céntrica Mérida, ciudad más importante en la floreciente etapa de dominación romana y hoy capital de la Comunidad Autónoma de Extremadura.
Sólo nos desviaremos de esas vías principales para iniciar la andadura desde Jerez de los Caballeros, en la Sierra Suroeste, y para visitar Trujillo, a medio camino entre Guadalupe y Cáceres. Esta vez no entraremos en ‘La Serena’, tierra de Pedro de Valdivia, pero recordaremos sus andanzas desde Plasencia, donde nació su amante Inés Suárez.
Más información: Turismo de Extremadura
1.- Jerez de los Caballeros. Núñez de Balboa (1475-1519) y el pacífico Mar del Sur. Hernando de Soto (1500-1542) y la Florida.
Empezamos nuestro recorrido en Jerez de los Caballeros, localidad más meridional que visitaremos en esta ocasión. ¿Cómo llegamos? Si se viene del Sur, por la ya mencionada A-66, lo mejor es desviarse en Monesterio (o antes, en Santa Olalla) y si la procedencia es el Norte, cogemos el desvío de Zafra, para llegar con la EX-112, que pasa por Burguillos del Cerro. De todos modos, conviene recordar que Jerez de los Caballeros está en la N-435, que comunica Badajoz con Huelva y es otra buena opción.
El 25 de septiembre del 1513, Vasco Núñez de Balboa fue el primer europeo en alcanzar las cimas de la cordillera del río Chucunaque, en el actual Panamá, desde las que se divisa el Mar del Sur. Cuatro días más tarde se metió en sus aguas hasta la rodilla y tomó posesión de él para la corona española. Esta hazaña se considera una de los episodios más trascendentales de la epopeya americana, después de la llegada de Colón, en 1492. En la misma expedición, Núñez de Balboa descubrió el archipiélago de las Perlas.
Estamos hablando de un hombre ambicioso, con ansia de conquistas y riquezas, que llegó a gobernador de Veragua (1) en 1511, después de extraños acontecimientos. En sus múltiples aventuras, consiguió hacerse con grandes cantidades de oro. Su vida fue turbulenta, hasta ser condenado a muerte y decapitado en enero del 1519. En este episodio tuvo que ver Pizarro, que lo entregó a las autoridades.
Pues bien, este hombre nació en 1475, en la entonces villa de Xerez, y fue bautizado en la iglesia de san Bartolomé. Su casa natal fue rehabilitada y acondicionada para Casa-Museo en la primera década de este siglo XXI, denominándose ‘Centro de Interpretación Casa Vasco Nuñez de Balboa’. Hay buenas relaciones del ayuntamiento de Jerez con Panamá (nación cuya moneda es el balboa) y un calendario de actividades conjuntas para conmemorar el ‘Quinto centenario’.
Podemos citar la exposición ‘PACÍFICO, España y la aventura de la Mar del Sur’ (patrocinada por la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno de Extremadura y por la Secretaría de Estado de Cultura), que recorre con este motivo las localidades de Trujillo (Badajoz, España), Sevilla y Manila, sucesivamente.
Xerez, cuyo origen se remonta al menos a la época de los fenicios, tuvo gran esplendor con los árabes, que construyeron su Alcazaba. Esta fortaleza fue remodelada por los Templarios, que la ocuparon en el siglo XIII y parte del XIV, con un final violento, origen de la leyenda (?) de la ‘Torre sangrienta’. Alcanzó un importante desarrollo urbanístico con la Orden de Santiago y, en 1525, le concedería el emperador Carlos V el título de ciudad. Poco después pasaría a llamarse Jerez de los Caballeros.
Mantiene su casco histórico, de empinadas calles empedradas con cantos rodados, relativamente bien conservado y es un verdadero placer la contemplación de sus torres y sus blasones. Hay una panorámica estupenda desde la carretera N-435, en que destacan especialmente sus torres. Cada torre una iglesia, claro.
¿Importantes?, las de Santa Catalina, en el ‘Barrio Bajo’; San Bartolomé, patrón de la ciudad, que aloja el sepulcro (de 1535) de Vasco de Xerez y su esposa Beatriz Bravo y cuya magnífica torre se levantó hacia 1759 para sustituir a la anterior que se derrumbó durante el terremoto de Lisboa de 1755; San Miguel, con planta de colegiata y preciosa torre barroca, de granito, ladrillo y cerámica, y Santa María, quizá la más antigua, al lado del ‘Castillo de los Templarios’; todas iniciadas en el XV, con evoluciones varias.
No nos olvidamos de Hernando de Soto, también nacido en aquel Xerez, en 1500. Participó en la conquista de Nicaragua y Honduras y, años más tarde, acompañó a Pizarro en la conquista del Perú. Volvió a España en el 1536, se casó con Inés de Bobadilla, de familia influyente en la Corte, y fue nombrado gobernador de Cuba por el emperador. Regresó al Nuevo Mundo y en mayo del 1539 se lanzó a la aventura de la Florida, explorando gran parte del sur de los Estados Unidos. Murió de fiebres en el río Missisipi, en 1542.
Se come bien en Jerez de los Caballeros, son famosas sus ‘calderetas’, sus ‘migas’ y, por supuesto, los ‘gazpachos’ y ‘salmorejos’. No hay que olvidar que estamos en tierras del cerdo ibérico, por lo que los jamones y embutidos de aquí están en el cenit de la gastronomía. En los postres tienen cierto protagonismo los frutos secos y la miel, quizá reminiscencias moras.
(1) Veragua comprendía las costas de Nicaragua y Costa Rica y parte de Panamá.
Más información en la Oficina de Turismo, Plaza de la Constitución, 4, teléfono (+34) 924 730 372 www.turismo.jerezcaballeros.es, en balboayelpacifico.com y en Turismo de Extremadura www.turismoextremadura.com
Nuestro próximo destino: Badajoz.
2.- Badajoz raiana, Pedro de Alvarado (1485-1541) y América Central
Dejamos Jerez y nos vamos a Badajoz, por la ya conocida N-435, atravesando la Serranía de los Caballeros, sin resistirnos a parada y foto en el Valle de Matamoros, que, aunque no lo parezca, es nombre de pueblo. El paisaje es espectacular, con el pintoresco pueblo en primer plano y el embalse del Brovales al fondo, un buen destino para pescantines ya que, tanto en éste como en el cercano y quizá más conocido de Valuengo, abundan las carpas y los barbos. Otro descubrimiento pendiente.
Continuamos en esa dirección Norte hasta incorporarnos a la N-432, carretera que viene de Córdoba y de atravesar la Tierra de Barros. Desde Jerez de los Caballeros hasta Badajoz, una hora, más o menos.
Precisamente el año pasado fue el quinto centenario de la llegada de seis hermanos pacenses a ‘La Española’, en 1512. Uno de ellos sería famoso pocos años más tarde: Pedro de Alvarado. Iba a decir tristemente famoso y, sin que se enfade nadie, quizá sea el adjetivo más idóneo, porque si por algo se le recuerda sobre todas sus hazañas es por su vinculación con la Noche Triste, consecuencia del funesto incidente ocurrido en el Templo Mayor de Tenochtitlán, en ausencia de Cortés. Era el año 1520.
Tanto en esa etapa como en varios momentos clave de su vida, estuvo próximo a Hernán Cortés, que en más de una ocasión le sacó las castañas del fuego. Precisamente con él participó en la conquista de Honduras, para seguir sus hazañas en El Salvador y Guatemala, donde fundó Santiago de los Caballeros (Ciudad Vieja). En 1527 viajó a España y el emperador le nombró ‘Gobernador, Capitán General y Adelantado de Guatemala’.
En 1534, habiendo tenido noticia de las conquistas de Pizarro y Almagro, realizó incursiones en tierras del Ecuador, pero tuvo que regresar después de negociarlo con éste último. Murió en 1541 a consecuencia de las heridas recibidas en el asalto a Nochistlán, en el actual Estado de Zacatecas, cuando se disponía a zarpar hacia las ‘Islas de Poniente.
Estamos en Badajoz, la mayor población de Extremadura, con algo más de 150.000 habitantes. En algún sitio hemos leído que es la mayor población fundada por los musulmanes en España. Lo que está claro es que aquí estuvieron cuatro siglos, con períodos gloriosos, como los cuarenta años de gobierno de Sapur (1), siendo Reino independiente entre 1016 y 1022.
Pero es en el siglo XVI cuando la ciudad vive sus momentos más gloriosos, como sede de acontecimientos de relevancia mundial: en 1524 se reúne aquí la elite de cartógrafos y navegantes para analizar y proponer el meridiano que señalaría el límite entre portugueses y españoles, en las nuevas tierras de ultramar. Participaron en estas jornadas, conocidas como ‘Las Juntas de Badajoz’, entre otros, Hernando Colón, Juan Vespucio, Sebastián Caboto, Juan Sebastián Elcano, Diego Ribeiro y Esteban Gómez.
Otro año glorioso fue el de 1580, cuando Felipe II trasladó la Corte a Badajoz, como estrategia para hacer valer sus derechos sobre el Reino de Portugal. Aquí murió en esa etapa la reina Ana de Austria.
Un paseo imprescindible empieza por la Alcazaba, la parte más alta de la ciudad pese a estar próxima al río. Es, por tanto, la mejor atalaya para ubicarse, pasear por la muralla, contemplar el Guadiana y sus puentes, situar sus torres, echar un vistazo a Portugal, ahí mismo, y planificar el callejeo por sus múltiples vías peatonales y sus amplias y bulliciosas plazas, con mucho pavimento de adoquín portugués.
Comenzamos por la amplia y recién rehabilitada Plaza Alta, que ocupa el lugar de la antigua ciudad musulmana y durante mucho tiempo fue el centro neurálgico del Badajoz que ya había rebasado la muralla de la Alcazaba.
En un santiamén, todo bajada, nos ponemos en la Plaza de España, donde está el Ayuntamiento y la Catedral con hechuras de fortaleza, cuya construcción se inició en el siglo XIII con el beneplácito del rey Alfonso X ‘El Sabio’ y se terminó en el XVIII. Precisamente en éste último, en 1729, se casó en ella el Príncipe de Asturias, futuro rey Fernando VI, con Bárbara de Braganza. Es muy interesante su Museo Catedralicio y el Coro, obra de Jerónimo de Valencia, discípulo de Berruguete.
Muy cerca está la plaza de San Francisco, amplio espacio arbolado con ‘quiosco’ para la música y múltiples recuerdos de la epopeya americana, plasmados en bancos revestidos de cerámicas pintadas reproduciendo algunas de las gestas.
Un emplazamiento privilegiado, para relajarse unos días y disfrutar de la ciudad, lo hallamos en el Hotel Zurbarán, que tiene su entrada frente al parque de Castelar, un interesante jardín botánico ubicado en las antiguas huertas del convento de Santo Domingo, y mira al Guadiana y a Portugal, hacia el noroeste, entre el puente de la Universidad y el de Palmas, de tiempos de Felipe II. En el inicio de este puente se conserva la emblemática y famosa Puerta de Palmas.
Muy próximo, sólo hay que cruzar el río, todo un descubrimiento en la azotea del Hotel NH Gran Casino, que además goza de amplísimas vistas: restaurante ‘El Mirador del Guadiana’, de estupenda cocina regional extremeña. Lo mejor, dejarse aconsejar por el jefe de sala Juan José Mata y, eso sí, elegir un vino de la tierra.
(1) El persa Sapur, que nació esclavo y llegó a la cima del poder, fue famoso en la Corte cordobesa por su sabiduría. Gobernó la provincia emeritense y el Algarve, que incluía Badajoz, y a la muerte de Almanzor, en 1016, se proclamó hagib de Badajoz.
Muchas razones para visitar Badajoz. Oficina de Turismo-Casas Mudéjares, Plaza de San José, 18, teléfono (+34) 924 201 369 www.turismobadajoz.es y Turismo de Extremadura www.turismoextremadura.com
Nuestro hotel: www.hotelzurbaranbadajoz.com
Continuamos nuestra ruta hacia Mérida.
3.- Mérida, ciudad romana, Juan Rodríguez Suárez (1510-1561) y Mérida.
Desde Badajoz a Mérida tenemos menos de 70 kilómetros por la autovía A-5, que nos lleva por la margen izquierda del Guadiana, al encuentro del sol.
En 1983, ocho años después de celebrar su bimilenario, Mérida fue designada Capital de la Comunidad Autónoma de Extremadura. En 1993, declarada Patrimonio de la Humanidad. Es la única ciudad de España que ostenta la denominación de Conjunto Histórico-Arqueológico.
Todo ello unido a su privilegiada ubicación, en el centro de Extremadura, y el ser un nudo importante de comunicaciones ferroviarias, además de estar en la Vía de la Plata, ha provocado una nueva y floreciente etapa que vino a despertarla de su letargo de los últimos tiempos.
Pocas ciudades tienen un pasado tan glorioso, que además se prolongó con distintas culturas durante siglos. Emérita Augusta, fundada en el año 25, a. de C., brilló tanto que estuvo entre las diez más importantes del Imperio Romano. Aún podemos contemplar varios edificios de la época, como el Circo, el Anfiteatro, el Teatro, templos, acueductos, puentes…
En los siglos V y VI, con los visigodos, fue capital de Hispania. Bajo la dominación musulmana fue arrasada y, a partir del siglo XIII, fue recuperando parte de su pasado esplendor, hasta que, con los Reyes Católicos, recupera su posición política, gracias al Maestre de Santiago, Alonso de Cárdenas, que acertó en sus apoyos durante las disputas entre los partidarios de Isabel y Juana (la Beltraneja).
El deslumbrante ‘Teatro Romano’ es el escenario del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que se celebra todos los años, desde hace cincuenta y nueve. En nuestra fugaz visita tuvimos el privilegio de disfrutar de la representación de Hécuba, de Eurípides, la tragedia de la venganza, en versión de Juan Mayorga, bajo la dirección de José Carlos Plaza y con un magnífico reparto encabezado por Concha Velasco.
Mérida participó en la colonización de América, aunque los nombres de sus descubridores hayan quedado eclipsados por aquellos de las grandes conquistas. Sin embargo no podemos olvidar a Juan Rodríguez Suárez (1510-1561), que desarrolló su labor por tierras de Venezuela, fundando Mérida entre grandes tensiones con su colega Juan Maldonado, y más tarde la Villa de San Francisco que, aunque arrasada por los indígenas, sería el principio de la ciudad de Caracas. Por cierto, años más tarde, fue defendida por otro emeritense, Garci González de Silva (1546-1625), quién, por sus hazañas, está enterrado en la Catedral de Caracas.
Sería prolijo relacionar los puntos de interés emeritenses y siempre se nos quedaría alguno en el olvido. A pesar de los siglos transcurridos, de las diversas culturas, de las destrucciones y saqueos, Mérida sigue siendo una ciudad romana por la cantidad y riqueza arqueológica y arquitectónica de sus edificios y ruinas.
Ni que decir tiene que el conjunto de Teatro y Anfiteatro, en el mismo recinto, son los monumentos estrella, pero vale la pena recorrerla caminando para disfrutarla con intensidad y sin olvidar los restos de la etapa musulmana. Es imprescindible visitar el Museo Nacional de Arte Romano y el centro Cultural Alcazaba.
Precisamente Alcazaba se llama el restaurante del Hotel Velada, donde nos alojamos en nuestra reciente visita, que está situado en la Avenida de la Reina Sofía, cerca del centro histórico y a pocos pasos de los monumentos más importantes. Ubicación ideal para olvidarse del auto y caminar entre piedras ilustres.
Más información:
Turismo de Mérida www.turismomerida.org
Festival de Mérida www.festivaldemerida.es
Turismo de Extremadura www.turismoextremadura.com
Nuestro hotel de esta noche: www.veladahoteles.com/merida
Nosotros seguimos nuestra particular ruta, rumbo a Medellín.
4.- Medellín, Hernán Cortés (1485-1547) y México.
Medellín está a menos de 50 kilómetros de Mérida, río arriba. Seguimos hacia el Este. Lo mejor es la N-430 hacia Ciudad Real (que comparte el primer tramo con la A-5, dirección Madrid) y, después de recorrer unos 33 ó 34 km., desviarse en dirección a Don Benito. Cuando encontremos el Guadiana, esta vez por su orilla derecha, avistaremos Medellín, del otro lado.
El río tiene el cauce ancho pero, con el puente de veinte ojos y cuatrocientos metros en perfecto estado, cruzamos, primero con la vista, detenidos a la sombra de una encina, y contemplamos un pueblo en suave ladera y el castillo en lo más alto. Esto es lo que veía Hernán Cortés en sus años jóvenes (1), de los que hay pocas y confusas informaciones. Lo que sí está claro es que no pudo ver el Teatro romano, porque fue intuido hace menos de cincuenta años y excavado totalmente en este siglo XXI.
Habiendo llegado a la Española en 1504 y después de su fructífera etapa cubana, donde fue alcalde de Santiago de Baracoa, el ilustre medellinense en franca rebeldía, iniciaba por su cuenta, en 1519, una aventura increíble pero real como es la conquista del gran imperio azteca, en sólo ocho años y con unos pocos centenares de hombres.
En tan poco tiempo, derrotó a mayas y mexicas; fundó la ciudad de Veracruz; contó con la inestimable ayuda de su incondicional ‘doña Marina’, ‘La Malinche’, hija del cacique mexica de Xaltipán, de la que nació su hijo Martín; se deshizo de Pánfilo de Narváez, que iba a pedirle cuentas; consintió los excesos de Alvarado y milagrosamente se salvó con él en la ‘Noche Triste’; logró el perdón real y fue nombrado Gobernador y Capitán General de la Nueva España, aunque sería destituido antes de regresar a la Península; estuvo en el descubrimiento de la península de California, cuyo golfo se conoce también como Mar de Cortés; conquistó Tenochtitlán, la ciudad de los lagos, la Venecia mexicana, primero con sus alianzas con Moctezuma (quien le entregaría a su hermana), después derrotando a Cuauhtémoc, a quien utilizó y liquidó posteriormente.
En esa etapa Cortés tuvo al menos otra hija, Leonor Cortés Moctezuma, con Isabel Moctezuma, la hermana del emperador azteca.
En abril de 1529 se casó en Béjar con la joven Juana de Arellano, hija del Conde de Aguilar, y en julio del mismo año el emperador le otorgó el título de Marqués de Oaxaca. En 1530 regresó a Nueva España, habiendo perdido el poder político y muchos pleitos, pero ‘conocedor de su afianzamiento como la persona más poderosa social y económicamente del Nuevo Mundo’. (2)
Hernán Cortés falleció en 1547, cuando se dirigía a Sevilla para embarcar nuevamente hacia Nueva España.
Medellín es un pequeño pueblo de las Vegas Altas del Guadiana, con una rica agricultura. Pero su verdadero atractivo reside en las doce hectáreas de su Parque Arqueológico, coronadas por el Castillo del siglo XIV. Su joya, el Teatro Romano, en el que sorprende la buena conservación de su graderío y de varias esculturas. Aún así, el verdadero tesoro es que la mayor parte de este espacio, sin edificaciones ni otros impedimentos, está todavía por remover y ofrece evidencias de las culturas que lo ocuparon durante unos tres mil años. Es decir: el sueño de cualquier arqueólogo. No en vano se le considera ‘uno de los enclaves de atracción histórico-arqueológica más interesantes y completos de la Europa occidental’.
Rosa Merino, una de las responsables de Turismo de Medellín que custodia el Centro de Interpretación de la Iglesia de Santiago y el Teatro Romano, todavía se emociona al contarnos que tuvo la oportunidad de colaborar en su reciente excavación. No es para menos, se trata de un yacimiento de ‘primera división’, en el argot de los arqueólogos.
En Medellín, los estudios arqueológicos están a la orden del día. En nuestra visita coincidimos con obras de saneamiento en el núcleo urbano y, en las zanjas abiertas, se podía ver restos de una muralla y a pocos metros un horno, probablemente de cocer cerámica. Eso sí, con su arqueólogo al lado en plena faena.
La Iglesia de San Martín, al igual que la de Santiago, se inició en el siglo XIII, fecha de la que ambas conservan sendos ábsides semicirculares. En la primera se conserva la pila en que probablemente se bautizó al más famoso indiano de todos los tiempos. La única iglesia de culto del pueblo es la de Santa Cecilia, del siglo XVI.
En el centro de la Plaza de Hernán Cortés se alza el monumento erigido en su honor, en 1890, consistente en una estatua, obra del escultor Eduardo Barrón, en la que empleó cuatro toneladas de bronce. Muy cerca se puede ver el escudo de armas del conquistador, tallado en piedra, colocado en el lugar donde se levantaba su casa natal.
No se nos va de la cabeza la cara, con rasgos de india americana (a lo mejor es casualidad) de Genoveva, la responsable de Turismo municipal en el Castillo. Así lo comentamos con ella, que nos permitió retratarla para EXPRESO.
(1) El puente primitivo, el que conoció Cortés, era romano y fue destruido a principios del siglo XVI por una riada. Se levantó otro en 1575, arrasado de nuevo por el Guadiana en 1603. El actual es de 1630.
(2) Del libro ‘Hernán Cortés, el fin de una leyenda’, de Esteban Mira Caballos.
La mejor información en la Oficina de Turismo, Plaza de Hernán Cortés s/n, teléfono (+34) 924 822 438, en Turismo de Medellín www.medellin.es y en Turismo de Extremadura www.turismoextremadura.com
Al sobrepasar el río Ortiga aún volvemos la vista para contemplar el bonito paisaje que dejamos atrás y la fortaleza, pero Seguimos nuestra ruta hacia el Este en dirección a Guadalupe.
5.- Guadalupe, Colón y los Reyes Católicos (1496)
Al salir de Medellín, recuperamos la N-430, dirección Ciudad Real, solazándonos al atravesar los espléndidos maizales y las interminables plantaciones de tomates de estas fértiles Vegas Altas del Guadiana.
La carretera va cerca del río hasta pasar Valdivia, un pueblo nacido con aquel Plan Badajoz, que impulsó el desarrollo de la zona hace unos setenta años. Concretamente en Obando nos desviamos por la EX-116 durante 34 kilómetros, hasta el puerto de Puertollano, para hacer los últimos 11 por la EX-102. Total: algo más de una hora hasta Guadalupe.
Es verdad que el mapa de América no sería el mismo sin los aportes humanos de Extremadura, pero a la epopeya hay que añadir otros nombres, otros lugares y volver a la época en que las Indias Occidentales eran todo lo más un sueño.
Porque todo empezaba a tomar forma años antes, concretamente el 21 de abril del 1486, fecha de la primera entrevista de Cristóbal Colón con los Reyes Católicos en el Santuario de Guadalupe (1). Ésta sería la primera de las cuatro visitas documentadas del navegante al ya importante foco de peregrinación y centro de poder que era Santa María de Guadalupe, un punto de referencia imprescindible en el encuentro de los dos mundos.
Colón, a punto de dejarse vencer por el desánimo ante continuas dificultades, volvió a reunirse aquí con Isabel y Fernando, en 1489, encomendando su empresa a la Virgen. En el 1493 fue su tercera visita, para dar gracias por el éxito, y en 1496, la última, en compañía de sus criados Cristóbal y Pedro, indígenas americanos bautizados en la pila que hoy día sirve de fuente en la plaza de la puebla, ante el Santuario.
Sólo citaremos otra visita ilustre documentada, la de Hernán Cortés que entrega un escorpión de oro, conteniendo otro auténtico que le había picado, habiéndose salvado por invocación a la Virgen. En los archivos de Guadalupe hay constancia de los numerosos indianos que acudían aquí con devoción, así como de las múltiples conexiones con pueblos y santuarios americanos a lo largo de los siguientes siglos.
No está de más recordar que la imagen es una talla en madera de cedro, de 59 centímetros de alto, datada a finales del siglo XII, representando a María con el niño en brazos. Viene a cuento la aclaración porque lo que vemos actualmente es una imagen con velo y corona, casi el doble de alta, debido al tamaño de su manto bordado de oro, de la que en realidad sólo vemos su cara y la del niño, además de la mano que sostiene el cetro.
Según confirma el Padre Sebastián García en su libro Guadalupe de Extremadura en América, fue hallada a finales del XIII o Principios del XIV por un pastor, a orillas del Guadalupejo (río perdido). Está pintada de negro (también puede deberse a la oxidación de las pinturas empleadas), ‘perteneciendo al Grupo de Vírgenes negras de la Europa Occidental del siglo XII’. El Padre Sebastián transcribe aquel bello pasaje del Cantar de los Cantares, que se aplicaba entonces a María:
Tengo la tez morena, pero hermosa, muchachas de Jerusalén, como las tiendas de Cadar, como los pabellones de Salomón. No os fijéis en mi tez oscura, es que el sol me ha bronceado.
Más atrás queda la leyenda, que atribuye la autoría de la talla a san Lucas, con cuyo cadáver fue enterrada y trasladada a Constantinopla a mediados del siglo cuarto. El papa Gregorio Magno, elegido en 590, fue devoto de la imagen, a cuya impetración achacó el pueblo el final de la peste, a la vez que un ángel aparecía sobre el castillo, llamado desde entonces Sant’Angelo.
Este papa se la envió a San Leandro, arzobispo de Sevilla, donde fue venerada hasta la invasión árabe. En el año 714, unos clérigos la escondieron, con otras reliquias, en las montañas. Bien podría haber sido junto al río Guadalupejo, lo cual enlazaría con el hallazgo del pastor seiscientos años más tarde.
Del conjunto arquitectónico que es el Santuario diremos que se aparece como una sucesión de elementos sobresalientes, desordenados y superpuestos, que son sus torres, cúpulas, espadañas, campanarios y cimborrios, que nos describen las múltiples funciones desarrolladas aquí a lo largo de la historia. Hay que entrar e ir descubriendo la basílica, los claustros, la sacristía, el relicario, el camarín de Guadalupe, los museos… para comprender el inmenso valor de su contenido.
No es nuestra misión describir pormenorizadamente este monumento, pero sí queremos señalar algunos aspectos que nos resultaron curiosos o impactantes. La fachada principal, gótica, se restauró por última vez en el siglo XX, al igual que los claustros y gran parte del edificio, y, aunque es una fachada lateral, desde ella se entra a la basílica, que carece de acceso desde los ‘pies’.
Para apreciar la verdadera dimensión de la nave principal, lo mejor es subir al coro, donde es de admirar el enorme facistol del siglo XVI, la sillería del siglo XVIII y las pinturas del techo, atribuidas a Juan de Flandes, pintor de cámara de Isabel la Católica.
Es imprescindible recorrer los claustros, el mudéjar, con un misterioso templete en su interior, y el gótico; el museo de libros corales; el de bordados, quizá el más exclusivo; el de pintura y escultura, con incomparables tallas de marfil, una de ellas un Cristo posiblemente de Miguel Ángel, varios ‘Grecos’ y un ‘Goya’; el Camarín de Nª Sª, con nueve lienzos del napolitano Lucas Jordán, pintor de cámara de Carlos II.
La pieza reina es la Sacristía, considerada el ‘mejor museo de Zurbarán’, con tres partes, la ‘Antesacristía’, la ‘Sacristía’, con ocho grandes lienzos del pintor extremeño, y la ‘Capilla de san Jerónimo’ con otras tres pinturas de Zurbarán (algunos estudiosos dicen que de Ribera) y una lámpara que fue fanal de la nave capitana turca en la batalla de Lepanto.
Los vínculos de Extremadura con América son innumerables y Guadalupe tiene un protagonismo especial. Es probable que sea determinante la afición de los Reyes Católicos a este lugar, pero el caso es que fue foco de peregrinaciones y donativos de los principales líderes de la conquista, en gran mayoría extremeños. Citamos sólo algunos hechos de gran relevancia:
- Colón en su segundo viaje bautizó la isla de Guadalupe.
- En los archivos del monasterio está documentado el préstamo que el Obispado de Badajoz hizo a la Corona para financiar el equipamiento de las carabelas.
- Los topónimos ‘Guadalupe’ en América pasan de 80, por ejemplo en México, 48, y en Estados Unidos, 9. (2)
La Puebla de Guadalupe se fue formando a los lados del Santuario y conserva el trazado de calles y muchas casas de los siglos XIV y XV, lo cual hace único este conjunto desde el punto de vista urbanístico. Es un verdadero placer pasear a la sombra de sus soportales, de sus balcones de madera voladísimos, beber en la fuente ‘de los Tres Chorros’, en su plazuela, atravesar el ‘Arco de las Eras’ y solazarse en sus plazas.
Un lujo para hospedarse es su Parador de Guadalupe – Zurbarán, que ocupa lo que fue el palacio del Marqués de la Romana, antes Colegio de Infantes o Gramática, del siglo XVI, comunicado con el antiguo Hospital de San Juan Bautista, Siglo XV, hoy patios del Parador (3). Hay que visitar su jardín, verdadero vergel de plantas autóctonas, y su patio mudéjar de naranjos y limoneros. Y, por supuesto, paladear lo mejor de la cocina extremeña en su restaurante, con carnes y hortalizas inolvidables. Está al lado del Monasterio.
Otra magnífica opción es la Hospedería del Real Monasterio, que ocupa parte del llamado ‘Pabellón de la Enfermería Nueva’. En su interior podemos disfrutar de un bello patio gótico con influencias mudéjares y arquerías de tres plantas. Tiene un comedor nuevo, obra del arquitecto Rafael Moneo.
(1) Esta visita de los reyes al Santuario es histórica, además, por la Sentencia Arbitral de Guadalupe, firmada por Fernando el Católico, poniendo fin a los conflictos entre señores y payeses de remensa (básicamente abusos señoriales sobre los pageses de remensa) en el Principado de Cataluña. No nos resistimos a mencionarlo aquí, dada la actualidad de las relaciones entre una parte de la población catalana y el ‘poder’ establecido, hoy mismo, quinientos años más tarde y con reivindicaciones que parecen evocación de aquellas.
Por otra parte, del peso político y económico del Santuario da idea el hecho de que los Reyes Católicos estuvieron allí en veinte ocasiones.
(2) Extremadura y América. Ángel Rubio y Muñoz Bocanegra. Sevilla, 1929.
Guadalupe, historia, devoción, arte, de Fray Sebastián García y Fray Felipe Trenado. Editorial católica Española S.A. Sevilla 1978.
(3) Este conjunto fue un importante Centro de aprendizaje de medicina, cirugía y gramática, quizá el primero que obtuvo permiso de la Santa Sede para realizar disecciones de cadáveres.
Más información en la Oficina de Turismo de Guadalupe, teléfono (+34) 927 154 128 oficinadeturismoguadalupe.blogspot.com.es y en Turismo de Extremadura www.turismoextremadura.com
Hospedería del Real Monasterio www.monasterioguadalupe.com
Parador de Turismo Zurbarán www.parador.es/Guadalupe
Seguimos viaje hacia Trujillo.
6.- Trujillo. Pizarro (1478-1541) y el Perú. Orellana (1511-1546) y el Amazonas
Al salir de La Puebla, volvemos sobre nuestros pasos hasta el puerto de Puertollano, para continuar por la misma EX-102 hasta Zorita, donde nos desviaremos a la derecha por la EX-208, ya directos hasta Trujillo.
Buscar ‘Trujillo’ en Internet es obtener un número de entradas muy superior a lo esperado para una pequeña población que no llega a los 10.000 habitantes. La explicación es que precisamente hace más de quinientos años su nombre comenzó a jalonar el continente americano de la mano de ilustres viajeros trujillanos, al crear nuevos asentamientos. Uno de ellos, la ciudad de Trujillo en el Perú, fue fundado por Francisco Pizarro en 1534.
Pero vayamos al principio. Pizarro llegó a la Española en 1502, con la expedición de Nicolás de Ovando, y allí se estableció hasta 1508, fecha en que se traslada a tierra firme y participa en varias expediciones en América Central y Colombia. En 1513 forma parte de la expedición que descubre el Mar del Sur a las órdenes de Núñez de Balboa, a quien tiene que prender en 1517, por orden del gobernador del Darién.
Hace una buena carrera política llegando a Regidor y Alcalde de Panamá entre 1519 y 1523, pero es un hombre de acción y al año siguiente realiza su primer viaje hacia el Sur sin obtener resultados. En 1526 crea la ‘Empresa de Levante’ con Almagro y el clérigo Luque, pero no será hasta 1532, después de un viaje a España y las Capitulaciones con la Corona, cuando, de nuevo en busca del ‘Birú’ y su oro, inicia la expedición que le llevaría a encontrarse con el mismísimo Atahualpa en la fortaleza inca de Cajamarca, a quien hace prisionero.
A pesar del famoso rescate en oro y plata y de haberse casado con su hermana Huaylas Yupanqui, bautizada Inés, Pizarro manda ajusticiar a Atahualpa en julio de 1533, coronando a Manco Inca. Después de muchas peripecias, conquistas, fundación de Trujillo, ya mencionada, fundación de la Ciudad de los Reyes (Lima), en 1535, guerras con los incas y guerras entre españoles, en 1538 ordena la ejecución de Almagro. Sólo tres años más tarde, Francisco Pizarro es asesinado por los partidarios de éste, encabezados por su hijo, Almagro el Mozo.
Trujillo, llamada Turgalium por los romanos, fue asentamiento visigodo y musulmán sucesivamente y ostenta el título de ciudad desde 1430, concedido por el rey Juan II de Castilla. Conserva buena parte de sus murallas medievales, dentro de cuyo recinto se puede visitar el Castillo, la Casa-Museo de Pizarro que ocupa la casa familiar de su padre, Gonzalo Pizarro ‘el Largo’, la Iglesia de Santa Mª la Mayor, la casa natal de Francisco de Orellana y un bien conservado aljibe árabe, entre otros monumentos.
Hoy, sin embargo, el punto neurálgico es la Plaza Mayor, próxima a la Puerta de Santiago. Su monumento más visitado es la ‘Estatua de Pizarro’ montado a caballo.
Conserva edificaciones del barrio judío, cuando era aún un arrabal de comerciantes y artesanos, pero en el siglo XVI, con el regreso de los descubridores o sus ricos herederos, fue ocupada por lujosos palacios y casonas, entre los que destaca el Palacio de la Conquista, construido por Francisca Pizarro Yupanqui (hija del conquistador y de Inés Huaylas, la inca Quispe Sisa) a raíz del casamiento con su tío Hernando Pizarro. Poco tiempo vivió aquí, pues pronto enviudó y se casó con un aristócrata trasladándose a la Corte de Madrid, donde fue popular y conocida como ‘doña Francisquita’.
En aquellas guerras civiles entre españoles en el Perú, participó Francisco de Orellana, al lado de los Pizarro, de quienes parece ser era primo. El caso es que se fue muy joven a América y en 1538 participó en la refundación de Santiago de Guayaquil. Ese mismo año fue nombrado gobernador de la Culata. En 1540 Francisco Pizarro lo envió como segundo de Gonzalo Pizarro, desde Quito hacia el Este, en busca del ‘País de la Canela’.
Cruzaron los Andes y, siguiendo los cursos de agua, navegaron con muchas penalidades y pérdidas humanas, hasta que en febrero de 1542 decidieron separarse, volviendo Gonzalo a Quito y continuando Orellana aguas abajo. Bautizó el río Negro y el propio Amazonas, llegando a la desembocadura en agosto del mismo año después de haber recorrido 4.800 kilómetros. A partir de ahí costeó hasta Cubagua, en la actual Venezuela. Regresó a España donde el Emperador lo nombra Gobernador de las tierras descubiertas, a las que llaman Nueva Andalucía. Emprende un segundo viaje en 1545, pero un año después muere en el delta del Amazonas victima de los nativos.
Aunque hemos llegado a Trujillo por una carretera secundaria, por cierto en muy buen estado, hay que decir que esta ciudad goza de magnífica comunicación por autovías, no en vano está en plena ruta Madrid – Badajoz, al lado de la A-5, que precisamente aquí enlaza con la reciente A-58, que ya llega hasta Cáceres, y pretende alcanzar Portugal. Con esta última haremos nuestra próxima etapa, cubriendo sus 55 kilómetros hasta la capital de la provincia.
Más información en la Oficina de Turismo, Plaza Mayor, teléfono (+34) 927 322 677 www.turismotrujillo.com y en Turismo de Extremadura www.turismoextremadura.com
Próxima parada, Cáceres.
7.- Cáceres, Patrimonio de la Humanidad, Isabel de Moctezuma.
Esta ciudad de torres desmochadas es uno de los núcleos urbanos medievales mejor conservados de Europa y así lo reconoció la UNESCO en 1986, al declararla Patrimonio de la Humanidad.
Lo del desmochado de las torres se debe a una ordenanza, nada menos que de Isabel ‘la Católica’, que estuvo aquí en 1477, hospedada en el Palacio de los Golfines de Abajo, y castigaba así a todos aquellos que no habían apoyado su causa en las disputas sucesorias con ‘la Beltraneja’. Les obligó a eliminar, no sólo las almenas, sino las saeteras y cualquier elemento defensivo. De este cumplimiento quedaban eximidos sus partidarios, claro, como la familia Ovando, de cuyo palacio se conserva la Torre conocida como ‘de las Cigüeñas’. Por otra parte, uno de sus miembros fue nombrado gobernador de ‘La Española’.
En el siglo XVI, hace más o menos quinientos años, fueron muchos los cacereños que cruzaron el Atlántico en busca de fortuna. Los que lograban el objetivo, volvían y muchos construían lujosas mansiones. Por eso Cáceres es más conocida como la Ciudad de los Palacios. Una excelente muestra es el de los Toledo-Moctezuma, construido a finales de dicho siglo por los herederos de la princesa azteca Isabel de Moctezuma (1) y su esposo Juan Cano Saavedra.
Este Juan Cano casi siempre estuvo enfrente de Hernán Cortés. Primero, porque era de los del derrotado Pánfilo de Narváez y, aunque seguidamente se incorporó a las huestes de Cortés, más tarde, al casarse con la hija del emperador, pleiteó por la que consideraba legítima herencia de Moctezuma para su esposa. De todos modos, se ve que en lo económico no le fue del todo mal.
Otro de los cacereños que hicieron fortuna allende los mares fue Francisco de Godoy Aldana, que fue alcalde de Lima en 1536, llegó a Chile en 1557 y en 1568 era gobernador de Valdivia. El Palacio de Godoy es de los más conocidos de la ciudad.
Sus aventuras fueron cantadas por Alonso Ercilla en La Araucana, al igual que las de doña Mencía de los Nidos, la heroína de Concepción.
Recuperamos nuestro callejeo para ir descubriendo en cada recodo un palacio, en cada fachada un blasón, en cada iglesia una preciosa talla. Extramuros nos detenemos en la Iglesia de Santiago, con sus peculiares contrafuertes y su retablo de Berruguete, y en el cercano Palacio de Godoy. Ya intramuros, el de Moctezuma, el de los Ovando. El Palacio de Carvajal y su misteriosa torre redonda. Los ricos Palacios de los Golfines. La Concatedral con su enigmático Cristo Negro.
Volviendo por el Adarve de Santa Ana nos esperan la Torre del Horno y la Torre de la Yerba. Y, enfrente, más palacios, el de la Generala y el de Ribera, y una sorprendente imagen de Santa Ana con su hija y su nieto. Ya seguimos por el Adarve Estrella, para salir por su Arco hacia la Plaza Mayor y relajarnos en una terraza de los soportales contemplando las mismas torres, ahora por el otro lado, y la Ermita de la Paz y la poderosa Torre almohade de Bujaco, tan juntas y separadas por seiscientos años.
Pasear por Cáceres es saturarse de historia, de monumentos, de cultura... En una de esas mansiones, la casa–palacio de los Becerra, modelo de arquitectura medieval cacereña, rehabilitada para museo, nos encontramos la Fundación Mercedes Calles-Carlos Ballesteros, una institución privada sin ánimo de lucro, creada por la mecenas que le da nombre, unido al de su marido. Su finalidad es fomentar la cultura en múltiples expresiones, impulsando la investigación y el desarrollo socioeconómico de los ciudadanos. Está en la Plaza de San Jorge, nº 2, y la entrada y visita es gratuita.
Cáceres está bien dotado de alojamientos con, al menos, siete hoteles de 4* y dos de 5*, con nombres de reyes y guiños a Portugal y al Nuevo Mundo. Nosotros esta vez hicimos nuestro particular descubrimiento al hospedarnos en el Husa Gran Hotel Don Manuel, un 4* con spa y parking, a sólo cien metros de la Plaza Mayor. Por cierto, ofrece servicios de fisioterapia para aliviar espaldas y descargar piernas de tanto ajetreo. Recomendable.
(1) Isabel Moctezuma, hija y hermana de emperador, tuvo una hija con Hernán Cortés: Leonor Cortés Moctezuma. Después tuvo un hijo, Juan Andrada Moctezuma, del militar Pedro Gallego de Andrada. Con Juan Cano Saavedra, con quien se caso y vivió hasta su muerte, tuvo cinco hijos más.
Para profundizar: Turismo Cáceres turismo.ayto-caceres.es y Turismo Extremadura www.turismoextremadura.com
Nuestro hotel en este viaje: www.husagranhoteldonmanuel.com
Nuestra última etapa nos lleva a Plasencia, distante unos 70 kilómetros por la autovía A-66, dirección Norte.
8.- Plasencia, Inés Suárez y Santiago de Chile
Cuando Inés Suárez nació en Plasencia, en 1507, apenas se había iniciado la locura de ir derribando una catedral recién terminada (menos de cien años) para, simultáneamente, construir una nueva, más grande y suntuosa. Era el año 1500, había transcurrido menos de una década del descubrimiento y es poco probable que se contase ya con fondos procedentes de América (1).
Sea como fuere, Inés, que vivió en esta ciudad hasta 1537, año de su partida al nuevo mundo en busca del marido emigrado diez años antes, conoció la Catedral Vieja completa y pudo ver como iba desapareciendo, engullida por otra mucho más esbelta y luminosa. Tanto, que la ‘Vieja’ cabía entera en la nueva nave central.
Recordemos quién fue Inés Suárez (1507-1580) y después les contaremos algunas cosas de su ciudad. Aún no había cumplido los veinte años cuando, posiblemente en 1526, se casó con Juan de Málaga, el cual se embarcó rumbo a América un año después. No teniendo noticias de él, fue en su busca, llegando a Panamá en 1538 para enterarse de que ese mismo año había muerto en combate. Por su condición de viuda le proporcionaron tierras y criados, quedándose en el nuevo continente. Pero esto sólo sería el inicio de una apasionante vida, inspiración de músicos y literatos hasta nuestros días (2).
Fue amante de Pedro de Valdivia (1497-1553) y compañera en la conquista de Chile, siendo pieza fundamental en la fundación y reconstrucción de Santiago de la Nueva Extremadura, la actual capital del estado chileno. Cuando las autoridades forzaron su separación, Valdivia la casó con Rodrigo de Quiroga, uno de sus capitanes. Sobre esto hay distintas versiones, reales o noveladas. Nosotros preferimos la de la Inés enamorada platónicamente del joven Rodrigo, viudo y con una hija, que pudo realizar sus deseos al verse ‘liberada’ de sus ataduras a un Valdivia ‘ya mayor’. Como decíamos, sobre Inés hay literatura suficiente para quienes quieran profundizar en sus andanzas. Volvamos a la Plasencia que dejó.
Las obras de aquella Nueva Catedral, proyectada para rivalizar con Toledo y Salamanca, se paralizaron definitivamente en 1587 ‘por motivos técnicos y económicos’. En su interior nos dejaba las exquisitas bóvedas de crucería, con sus nervaduras prolongadas hasta la base de los pilares; todos sus dorados con panes de oro y, posiblemente lo más importante, el encuentro con la Catedral Vieja y gran parte de su nave, lo cual nos proporciona una muestra única del ‘choque’ de dos arquitecturas, apasionante para profesionales y profanos.
Puede que los problemas fuesen más técnicos que de dinero, ya que a principios del siglo XVII se le encarga nada menos que a Gregorio Fernández el retablo mayor, dedicado a la Asunción. En él se incluye una de las primeras imágenes de Santa Teresa en un retablo. La sillería del coro, sin embargo, es del siglo XV, pues la había realizado Rodrigo Alemán para la Catedral Vieja. Quizá por eso, su colocación es atípica, ocupando todo el fondo de la nueva nave. Una curiosidad: esta ‘Catedral Nueva’ se inaugura para hacer el funeral de Carlos V (en Extremadura, al rey Carlos I se le llama Emperador Carlos V).
Plasencia es una ciudad monumental, repleta de iglesias, conventos y palacios (por cierto, algunos en venta). Es de visitar la iglesia de San Nicolás, con interesantes altorrelieves policromados del Siglo XVI, representando la adoración de los pastores, y una pila bautismal de granito tallado. Muy próximo, está el Parador que ocupa un antiguo convento fundado por la familia Zúñiga en el siglo XV. La muralla, felizmente recuperada en gran parte, es de la época de la fundación de la ciudad, siglos XII y XIII. Conserva siete puertas y veinte de los setenta ‘cubos’ iniciales.
(1) Hemos leído en algún sitio que el hecho de que dos personajes tan poderosos e influyentes como Hernán Cortés y Francisco Pizarro perteneciesen a la diócesis de Plasencia, pudo haber sido determinante para la financiación de la Nueva Catedral. Es posible, pero en los inicios de tan sorprendente obra seguro que no, ya que en 1500 ninguno de los dos había cruzado el Atlántico todavía.
(2) Publicaciones sobre Inés de Suárez:
1941.- ‘Inés de Suárez’, ópera del compositor chileno José Guerra.
1964.- ‘Inés… y las raíces en la tierra’, novela histórica de María Correa M., Editorial Zig-Zag.
1968.- ‘La Condoresa’, biografía novelada de Inés de Suárez.
1971.- Película ‘La Araucana’, versión libre del poema de Ercilla. El personaje de Inés lo interpreta Elsa Martinelli.
1993.- ‘Ay mamá Inés-Crónica testimonial’, novela de Jorge Guzmán.
2006.- ‘Inés del alma mía’, novela de Isabel Allende.
Más información en la Oficina de Turismo Municipal en Plza de la Catedral s/n, teléfono (+34) 927 423 843 oficinaturismoplasencia.blogspot.com.es, y en la Oficina de Turismo de la Junta de Extremadura en Plaza de la Torre Lucía s/n, teléfono (+34) 927 017 840 www.turismoextremadura.com
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