Una escapada de capricho a la playa de la Malvarrosa

EXPRESO - 31.07.2010

Texto: Federico Ruiz de Andrés; Fotos: Ana Bustabad Alonso El día amanece nublado, pero no importa

Texto: Federico Ruiz de Andrés; Fotos: Ana Bustabad Alonso

El día amanece nublado, pero no importa. Hemos decidido escaparnos de las prisas a un lugar donde la luz es siempre protagonista, como en los cuadros de Sorolla. Nos espera un balneario de lujo nuevo con sabor antiguo, el hotel Las Arenas. A orillas mismo de la playa más famosa de Valencia, la Malvarrosa.
Como queremos que la escapada sea perfecta, hemos reservado un billete de ida y vuelta con Air Nostrum, la única aerolínea que cuenta con la Palma de Oro de la ERA (European Regions Airline Association), y que conserva todo el encanto de cuando volar tenía encanto.
Volamos desde Valladolid, pero podríamos haberlo hecho desde muchas otras ciudades españolas. En menos de hora y media, el pequeño CRJ200 de Air Nostrum nos deja con su servicio impecable en el aeropuerto de Valencia. Desde la escalerilla caminamos pocos pasos hasta una terminal nueva y esplendorosa en la que Aena parece haber echado el resto.
Bien señalizada e inmediata, la zona de taxis se encuentra en la misma puerta del aeropuerto. De ahí al hotel, apenas media hora hasta un área que lucha por integrarse en el paisaje urbano de Valencia.
Ya en el puerto, avistamos viejas naves modernistas transformadas en contenedores de actividades culturales. Justo al lado, las modernas sedes de los equipos de la Copa América.
De pronto, al doblar una curva, inmensa, la playa de la Malvarrosa, con sabor a tranvía que aún llega hasta aquí, renovado; con sabor a horchata, a tardes de olas. El mismo arenal por el que paseaban Blasco Ibáñez o Sorolla.
Allí, muy próximo, aparece el Hotel Las Arenas Balneario Resort. Son cuatro alturas para un cinco estrellas Gran Lujo, el primero de la Comunidad Valenciana, integrado en The Leading Hotels of the World, y que apuesta decididamente por abrirse al mar de Valencia.
A primera vista, el edificio resulta demasiado robusto para el entorno. Esconde su delicadeza en la decoración interior, en la luminosidad de los espacios. Una decoración excelente que llega a su máximo esplendor en la liviandad de sus suites; en las que no sobra ni falta nada.
El taxi sube la rampa y el personal, en línea con la categoría del hotel, se afana en recibir al viajero con una sonrisa. Nada más acceder al gran vestíbulo, la acogida es solícita, diligente. Un enorme y luminoso lobby nos sorprende apuntando al Mare Nostrum.
La herencia helénica, los mármoles, las fuentes y una vegetación que acumula años recibiendo la brisa del mar y las gentes que allí acuden buscando armonía y paz, salud o en busca de formación o celebraciones.
El interior del edificio es ópticamente más ligero. Se escucha el agua de la fuente, cerca del mar, a escasos metros separado por el paseo marítimo peatonal.
El gran patio central recoge una zona porticada. Sillones de mimbre tapizados en colores crudos. Se puede fumar, nada agobia. Todo está lleno de flores frescas. Por las noches, una iluminación bien resuelta transforma el edificio.
Las Arenas es también el nombre de esta zona, una de las tradicionales de playa en Valencia. El hotel  está ubicado en lo que fue el antiguo balneario y baños de Las Arenas. En aquel balneario con acceso directo a la playa, y su club selecto, acristalado sobre las mismas olas hasta que la Ley de Costas lo prohibió, en aquella zona acotada que llamaban nudista aunque era exclusivamente femenina.
El viejo balneario disponía de vestuarios, duchas, un restaurante sobre el agua, un American Bar, Grill-room, merenderos, se celebraban actividades para niños, cine infantil por las tardes, una zona de columpios y la ansiada playa. Incluso por las tardes y noches una orquestina hacía las delicias de los clientes.
Completaba las instalaciones el balneario una gran piscina, la primera de Europa con agua dulce y salada, con trampolines de diseño que aún se mantienen.
A sus bañeras de mármol y de mar caliente recurrían a finales del XIX distinguidos clientes con traumatismos, artritis, enfermedades nerviosas… que encontraban en sus aguas alivios sorprendentes.
A principios de los años treinta, el arquitecto Luis Gutiérrez Soto comenzaba el nuevo proyecto: piscina de adultos, piscina de niños, vestuario, solarium, restaurante y cocktail bar.
Pero aquel esplendor fue languideciendo y sufriría aún décadas de abandono hasta que, ya entrado el tercer milenio, Hoteles Santos compra el balneario y rehabilita los columnarios y el complejo de la piscina.
El antiguo balneario está destinado ya a convertirse en el más lujoso de la cadena, una empresa familiar de capital íntegramente español creada en Madrid hace más de tres décadas por los hermanos Santos Tejedor, con aquel entrañable Hotel Praga.
En 2002 se inicia la construcción del nuevo hotel Las Arenas. En ese año tan solo queda en pie uno de los columnarios originales –el de la izquierda, mirando a la playa- y la zona de la piscina, ya que el otro columnario fue destruido en la Guerra Civil española.
Actualmente se ubica en ellos el Centro de Convenciones Las Arenas, con enormes salones. Todos con luz natural, vistas al mar, y sin una sola columna que impida la visibilidad. El nuevo hotel sigue también las trazas clásicas de los columnarios, inspirado en su pasado.
 
253 habitaciones y suites componen una oferta estucturada en 39 habitaciones Classic y 69 habitaciones superiores con vistas a la ciudad, al célebre barrio del Cabañal; y las mejores, con vistas al mar: 105 habitaciones Deluxe, 30 Executives, 8 suites Mare Nostrum y dos suites Presidenciales -Suite Las Arenas y Suite Malvarrosa-.
La mayoría de sus habitaciones y suites están equipadas con baños con cabina hidromasaje y bañera, minibar, televisión de plasma y vía satélite, Internet wi-fi y reproductor de CD.
Muchas cuentan también con amplias terrazas con vistas al Mediterráneo. Las mejores, sin embargo, son las de la cuarta planta.
Cada tarde, los huéspedes reciben en su habitación ‘Las Arenas News’, con información sobre actividades y servicios del hotel, rutas o agenda de la ciudad y previsiones meteorológicas. En las estancias se ha jugado con la luz, y el resultado son espacios acogedores, tranquilos, elegantes.
El estilo es clásico, pero incorpora las últimas novedades en tecnología que hoy demanda el cliente. Madera, piedra, mármol blanco. Los colores de base cambian en cada planta, haciéndose más oscuros a medida que se asciende.
Para ello se ha contado con la colaboración de interioristas valencianos. La suite presidencial Las Arenas, por ejemplo, ha sido decorada por Verónica Montijano, mientras que La Malvarrosa ha sido decorada por la propia empresa. Ambas atienden a las últimas tendencias en diseño.
Esta última, la que lleva el nombre de su playa, es un derroche de buen gusto en tonos malva.
Salón con varios ambientes, dormitorio a gran altura, vestidor, baño con terraza y enorme bañera con hidromasaje, una pequeña cocina, habitación de servicio… No falta siquiera un telescopio para disfrutar de las mejores vistas sobre la Malvarrosa.
Un día especial  el hotel Las Arenas ha de comenzar sin falta en la terraza porticada, con una buena selección de su desayuno buffet, que se sirve también en la gran sala del restaurante, presidida por ‘La Señora’ de Sorolla, entre las 7 y las 11 de la mañana.
En la Brasserie Sorolla, el Chef José María Baldo y su equipo han hecho suyo el lema ‘placer y refinamiento son un auténtico arte de vivir’, y lo demuestran con una carta variada, sin extravagancias, cocina tradicional con una presentación muy cuidada.
El restaurante participa en jornadas gastronómicas específicas como es el caso de ‘Valencia Cuina Oberta’, pero también organiza sus propias jornadas.
Para quienes visitan el hotel en busca de espacios de trabajo, o celebraciones especiales, el Centro de Convenciones Las Arenas dispone en los dos columnarios de espacios flexibles, que pueden adaptarse para acoger a dos mil personas.
Por las noches, el lobby Bar del hotel cierra pronto, a las 10. Y aunque los alrededores parecen excesivamente tranquilos, basta acercarse un poco hacia el puerto de Valencia, para encontrarse con locales como ‘Destino 56’, ‘Vivir sin dormir’ o ‘Las ánimas’ -este último para los más jóvenes- y discotecas como ‘La Floridita’ o ‘Caballito de mar’.
Una ‘piscina luminosa’
El hotel Las Arenas ha respetado intacto el proyecto original de aquella ‘piscina luminosa’ que anunciaba en 1933 el gran cartelista Josep Renau.
Con sus 33 metros de largo, su piscina infantil y una zona de solarium. No sólo eso, se ha recuperado también el antiguo trampolín, tan famoso en la Malvarrosa.
Alrededor de la piscina se ha creado un Spa de lujo, de estilo contemporáneo. Como guiño a la historia, perviven algunos elementos del viejo balneario, como las antiguas bañeras de mármol blanco, que han pasado a formar parte de la decoración exterior del complejo.
Es un Spa que evoca el mar y la arena, con sus formas curvas forradas de mosaico vítreo. La piscina lúdica de diseño orgánico y aires orientales está realizada en acero, y es la única hasta el momento de su género en el mundo.
Cromoterapia, baño de vapor, sauna, poza fría, fuente de hielo, ducha de sensaciones, jacuzzis de alternancia, jardín de relajación… En el Spa de Las Arenas nos encontramos con los últimos tratamientos para el cuerpo. Los más solicitados, la exfoliación corporal, el facial de Sisley en cabina y el recorrido termal. Para el alma, un masajes destaca entre todos, la exclusiva ‘ceremonia Las Arenas’.
El hotel cuenta con otros servicios seguramente más prosaicos, pero igualmente necesarios. Peluquería, centro de Fitness, pista de pádel y piscina cubierta climatizada completan las instalaciones de esta área.
Los jardines del antiguo balneario
Otro de los elementos que se recuperan en Las Arenas es la flora autóctona que existía en el antiguo balneario. Entre las especies recuperadas están dos ficus de grandes dimensiones, varios tamarindos y muchas palmeras.
En total, más de 8.000 metros cuadrados de elegantes jardines, proyectados por el arquitecto paisajista valenciano Roberto Duato, con un resultado que él mismo explica así: ‘Creo que da solución a las necesidades humanas, de uso, pero también emocionales, porque conecta con la memoria innata que la gente del Mediterráneo mantiene de su paisaje.’
Nuestra escapada llega a su fin. Subimos por la pequeña escalerilla del avión sin mirar atrás, rumbo a casa. Pero nos llevamos en la retina la luz inmensa, y las olas de la Malvarrosa; y la memoria llena del paisaje de Valencia, como aquellas gentes del Mediterráneo.
Air Nostrum, vuelos de capricho a precios de oferta
La compañía Air Nostrum, franquiciada de Iberia para vuelos regionales, vuela a Valencia desde muchos de los aeropuertos españoles. Desde Valladolid, por ejemplo, opera dos frecuencias semanales en cada sentido, los viernes y domingos, perfectos para escapadas de fin de semana a la capital valenciana. Pedro también hay vuelos desde Badajoz, Coruña, Vigo, Santiago, Santander, Asturias, Bilbao, León, Jerez, Málaga, Melilla, Jerez, Madrid, Barcelona, y desde los aeropuertos de las Islas Canarias y Baleares.
Además, si se compra el billete con más de siete días de antelación, se pueden encontrar ofertas fantásticas por menos de 30 euros por trayecto, tasas incluidas.
Las mejores tarifas están disponibles en la web de Iberia, aunque también se puede reservar a través del teléfono de Serviberia (902400500) y en agencias de viaje.
Todos los pasajeros de Iberia Regional Air Nostrum, cinco millones al año, disfrutan de billete electrónico, selección de asiento on line, y recogida y entrega de equipaje de mano a pie de avión.
 
Agradecimientos:
 

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