Amorgos: cultura y naturaleza en la más oriental de las Cícladas

EXPRESO - 07.10.2011

Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto Amorgos (amorgó, pronuncian sus habitantes), en castellano puede sonar a amor, a madroño, a fresa silvestre, pero a isla griega…? Nunca lo habría adivinado

Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto

Amorgos (amorgó, pronuncian sus habitantes), en castellano puede sonar a amor, a madroño, a fresa silvestre, pero a isla griega…? Nunca lo habría adivinado. Sin embargo está en el corazón mismo del Egeo, en el centro de la Grecia insular, con el mar de Ícaro al norte y el de Creta al sur.
 
A nueve horas del puerto del Pireo, Amorgos es la más oriental del archipiélago de las Cícladas, ese conjunto de 211 islas e islotes, que en realidad son ninfas metamorfoseadas en rocas por no haber querido sacrificar a Neptuno.
Poco conocida en los circuitos turísticos internacionales, pero muy apreciada por botánicos, arqueólogos y senderistas solitarios, es un paraíso poco explorado y con mucha historia; lleno de piedras y flores que parece un gigantesco espinazo flotante, posiblemente del último dinosaurio, de algo más de treinta kilómetros de longitud y una media de cuatro de ancho.
Es un espacio de unas doce mil hectáreas, con menos de quince habitantes por kilómetro cuadrado, comunicativos, alegres y deseosos de agradar al forastero.
Sus empinadas y abruptas laderas se clavan en el agua con rapidez, bajo la mirada de las cabras y de algún monasterio suspendido en el acantilado. Porque, Amorgós, con 1.800 habitantes humanos, tiene varias decenas (quizá cientos) de pequeños santuarios, iglesias, monasterios… y 25.000 cabras.
Tiene pocas playas y la mayoría se concentran en las bahías de Ormos-Egialis y de Katapola, dos amplias ensenadas bien abrigadas del norte que acogen también los dos puertos de conexión con el mundo exterior. Nosotros arribamos al primero y, cinco días después, embarcamos en el segundo para regresar a Atenas.
Es el lugar perfecto para el desarrollo de verdaderas praderas de Posidonia oceánica, planta acuática del Mediterráneo, cuya presencia se asocia a agua limpia, sol, abundancia de peces y falta de contaminación.
 
Acompáñanos a descubrir los encantos de la más oriental de las Cícladas
 
 
La religión ocupa un lugar especial en la vida amorgiana.
 
 
De gentes alegres y comunicativas, acogen al viajero desde lo alto.
 
 
 
 
 
 
Suspendidos en los acantilados, pequeñas joyas asomadas al Egeo.
 
 
El Hotel & Spa Aegialis de casitas blancas y azules mirando al sur.
 
 
 
 
 
 
El viaje comienza volando con Aegean desde España.  
 
 
Así comenzó todo, en un encuentro internacional de cultura y turismo. 
 
 
 
 
 
 
Todo empezó con nuestra cita en el ‘9º Encuentro Internacional de Cultura y Turismo YPERIA 2011, que se desarrolla cada año entre las actividades de la ‘Asociación Cultural de Mujeres Tholaria Aegiali’ de Amorgos.
Durante cuatro días y cinco noches tuvimos la oportunidad de alejarnos de los tópicos habituales para profundizar en las tradiciones y costumbres de los isleños, en la música y la gastronomía, en la esencia de las plantas, en la historia y la arquitectura de este lugar minúsculo y privilegiado.
Todo ello de la mano de expertos próximos que nos acercaron con esmero a sus conocimientos, y con base en el Hotel & Spa Aegialis, asentado en una pronunciada ladera que se desliza hacia la bahía de Ormos-Egialis, mirando hacia el Sur.
Estas son las impresiones de nuestra estancia en Amorgos, una isla sorprendente.
 

Santuarios que mantienen viva la tradición
Las empinadas y abruptas laderas de Amorgos se clavan en el agua con rapidez, bajo la mirada de las cabras y de algún monasterio suspendido en el acantilado. Porque, Amorgós, con 1.800 habitantes humanos, tiene varias decenas (quizá cientos) de pequeños santuarios, iglesias, monasterios… y 25.000 cabras.
 
Nuestra visita a la iglesia de Nuestra Señora de Panochoriani se convierte en un agradable paseo de algo más de un kilómetro, desde el pueblo de Lagkada, durante el cual tenemos la oportunidad de conocer gran variedad de flores y yerbas aromáticas de la mano del polifacético periodista Manolis Lignos, presidente de YPERIA.
Se trata de un templo reducido, en cuyo recinto, a su espalda, podemos ver varias capillas, de minúsculas puertas abiertas, con sus interiores engalanados.
Llegamos cuando están celebrando los oficios religiosos, mientras, en un lateral del atrio, cerca de las caballerías que aguardaban, tres hombres cortan varias hogazas en generosos trozos que vuelven a introducir en bolsas de papel, para colocarlas seguidamente al lado de la puerta del santuario.
Según van saliendo los fieles cogen un trozo de pan y todo el mundo come y bebe. Sí, también nosotros, porque amablemente nos invitan a su ágape y al omnipresente licor de guindas, que reparte una señora con una botella grande y vasitos desechables.
Mientras tanto, suenan constantemente las campanas, tañidas sucesivamente por varios fieles que parecían competir en ese arte. Su sonido nos acompaña incluso cuando, recobradas las fuerzas, asistimos a la traslación del Santo, en el icono de Chozoviotissa, en procesión hasta la iglesia de Lagkada, donde se completan los acostumbrados actos litúrgicos.
Desde la entrada del pueblo, pequeños incensarios particulares jalonan el camino y perfuman el aire.
Es tradición que el icono de la Virgen Chozoviotissa recorra las parroquias de la isla para regresar al monasterio el día primero de mayo por el camino viejo Aegiali - Chora. Este año asistimos también a la salida de esta última etapa desde la Iglesia de la Ascensión de Potamos.
Pero el ejercicio propuesto para esta jornada es la confección de coronas a base de flores silvestres, tan abundantes en Amorgos. Venimos ya preparados con sarmientos secos, pero aún elásticos, proporcionados por Irene Giannakopoulos, que, atados con cordeles, forman el aro base al que se van sujetando las margaritas, las amapolas, las camomilas…
También aquí podemos observar el ritual de tañer las campanas desde el suelo, dos a la vez y con distinta cadencia, en posición alejada de la base del campanario, por medio de dos largas cuerdas.
Aquí el tañedor es el sacerdote, una vez que se inicia la peregrinación, de cuatro kilómetros a pie, hacia la pequeña iglesia de San Nikolaos de Asfondylitis (pueblo desierto del que daremos razón en su momento).
Enfrente, mirando desde Potamos hacia el norte, está Tholaria.
La Iglesia de Tholaria, pintoresca exteriormente y ricamente decorada en su interior con unos azules increíbles, donde no falta el facistol (que rivaliza en filigranas con el de Potamos), nos reserva, además de sus ricos iconos y su Museo, la coincidencia con Ianes (Juan), uno de sus mayordomos, que nos saluda en correcto castellano.
En las proximidades de este pueblo de Tholaria, abrigado del norte por el monte Koutoulos, de 433 m de altitud, está Aegiali, una de las tres ciudades históricas de la isla. Las otras dos son Arkesini, que visitaremos más tarde, y Minoa, ambas al suroeste de Chora.
   
Pueblos alegres que acogen al viajero desde lo alto
Amorgos tiene pocas playas y la mayoría se concentran en las bahías de Ormos-Egialis y de Katapola, dos amplias ensenadas bien abrigadas del norte que acogen también los dos puertos de conexión con el mundo exterior. Nosotros arribamos al primero y, cinco días después, embarcamos en el segundo para regresar a Atenas.
 
Durante los cuatro días y cinco noches de nuestra estancia allí, además de pequeños santuarios, monasterios, iglesias, y paisajes de piedras y flores sobre el mar, descubrimos pueblos de habitantes comunicativos, alegres y deseosos de agradar al forastero. Estas son nuestras impresiones:
 
Tholaria
Es el pueblo más septentrional de la isla, pero mira hacia el sur, al amplio valle que se extiende a sus pies y se transforma en playa para bañarse en la bahía. En la ‘pared’ de enfrente están Lagkada y Potamos, también encaramados cada uno en su ladera, como evitando ocupar el escaso terreno cultivable.
Es una constante en Amorgos: los pueblos antiguos se construyeron en los altos. Aunque la principal razón no ha sido la agricultura, sino que, escarmentados de mil invasiones, procuraron alejarse de la costa para mejorar su seguridad.
Nuestra primera visita a Tholaria fue nocturna, para asistir a una memorable cena griega, amenizada por los músicos locales Stamatis, al violín, y Yakomís, al laúd, en la típica taberna Panorama. El propietario amenizó la velada con sus canciones y la concurrencia danzó hasta altas horas.
Un día o dos más tarde volvimos, esta vez para conocer su iglesia, con un curioso Museo e interesantes murales en azul.
Parece ser que es costumbre local que, en cada parroquia, una o varias personas se encarguen de atender a las necesidades del templo. Pues bien, el mayordomo de aquí se llama Ianes (Juan). La sorpresa es que habla español aceptablemente y nos cuenta su historia. Aprendió nuestro idioma embarcado varios años de cocinero en un petrolero mejicano.
Y a su vuelta a Amorgos montó un restaurante de cocina tradicional amorgián: Thalassino Oneiro (El Sueño del Mar). Tiene un local muy luminoso, con flores silvestres en las mesas y decorado interiormente con curiosos murales de temática marina. 
No tuvimos tiempo de degustar sus platos, pero doy fe de la excelencia de su café.
 
Lagkada
En Lagkada iniciamos aquella excursión pedestre a Nª Sª de Panochoriani, donde participamos del pan y de donde volvimos en procesión hasta la iglesia del pueblo.
La agenda del día nos llevó hasta el pequeño pero bien preparado laboratorio de Vangelis Vassalos, el experto en plantas aromáticas y medicinales, el que sabe extraer lo mejor de cada una y conseguir las esencias para conservarlas en tarritos pequeños.
La información y venta de productos es en otro establecimiento en la parte baja del pueblo, muy próximo a la entrada. Las tareas de recogida, curado, destilación y envasado se realizan básicamente con colaboración familiar, pero también de estudiosos y becarios.
En nuestro caso recibimos las explicaciones de la estudiosa, de nacionalidad suiza, Annelise Wirth, que estaba allí para especializarse en fitoterapia.

Lagkada es, como casi todo en Amorgos, blanco y azul. Con muchas calles escalonadas de peldaños pintados bordeadas de glicinias. Y pavimentos decorados con figuras encaladas. Y muchos geranios y adelfas.
La comida fue bajo un emparrado, en plena plaza, y bufé al aire libre, con alubias guisadas, pescados fritos, patatas cocidas, postres almibarados y vino clarete de la tierra.
Tuvimos la alegre compañía del violín y el bonzonki, a cuyo son bailaron pequeños y grandes. Hay aquí gran afición a la danza, siendo destacable la de hombres solos, en la que se van turnando para llevar la dirección, con un alto nivel de profesionalidad y derroche físico.
                           
Potamos
Estuvimos en Potamos el 1º de mayo, el día de las coronas de flores, para despedir el Icono, que partía hacia Asfondylitis por el camino del monte.
Potamós no tiene calles propiamente dichas, tiene escaleras que serpentean por la pendiente, bifurcándose una y otra vez hasta perder la cuenta, para llegar a todas partes. Otras parecen repisas de una pirámide, sin petos ni barandillas.
Sus casas, más que adosarse, se superponen. Por eso es una aldea muy fotogénica ya que se consigue captar perspectivas poco habituales, como en toma aérea. Circunstancia que aprovechamos para obtener instantáneas de la bahía y su entorno con primeros planos de la cubierta de la iglesia, con sus cúpulas casi añil.
Disfrutamos de este paseo, más próximo a la escalada, subiendo entre las casas y las higueras hasta los campos de flores que llenan la montaña. Nos habría gustado seguir hasta Asfondylitis, pero nuestra agenda no lo permitía y regresamos para subirnos al pequeño bus.

 

Asfondylitis
Este es un pueblo deshabitado y en ruinas aunque, en nuestro deambular entre las piedras y las chumberas, nos topamos con algunos gatos y gallinas. La explicación es que algún antiguo morador conserva allí un pequeño corral y sube de vez en cuando para su cuidado.
La capilla, dedicada a san Nicolás, está bien conservada y también una casita próxima. El resto, entre sus ruinas, nos deja ver las rudimentarias técnicas constructivas de su pasado. Los muros son básicamente de mampostería en seco y las cubiertas de lajas de piedra apoyadas en vigas de madera y tapadas con tierra.
Uno de los atractivos de este lugar es la colección de grabados realizados sobre las piedras hace más de un siglo por Michalis Roussos. De esto trata el libro ‘Asfontilitis,’ del escritor y periodista Elías Provopoulos, y sobre ello dio una charla en el atrio de la capilla.
Otra curiosidad la constituyen el conjunto de aljibes, reunidos en lo que se supone ha sido un espacio público, en la parte más baja del pueblo. Son de piedra, de planta circular y cubierta plana de lajas con pendiente hacia el centro, que es donde tienen el orificio de entrada de agua. Su ubicación nos hace suponer que también aprovechaban el agua de las escorrentías.
Desde este pueblo fantasma con nombre de piedra se avista el mar por los dos lados de la isla, el mar abierto del sureste y la bahía Kalotyri, al abrigo de la isla Nikouria.
Chora
Chora (Jora, pronuncian), también llamada Chora Amorgos, es la capital de la isla. Es también el mayor núcleo de población, pero no sobrepasa los 400 habitantes. Está situada en lo alto de la cordillera que rodea la bahía de Katapola.
Nuestra visita fue rápida y el recorrido de este a oeste (de arriba abajo), su eje más largo. Abundan los geranios y las adelfas. Su árbol más representativo es el eucalipto.
Es un bonito pueblo blanco en cuyo centro nos topamos con siete u ocho iglesias, algunas totalmente adosadas. El desnivel del terreno propicia que por una parte los campanarios queden a ras de suelo. Pero la niebla no nos abandonó ni un instante, chafándonos las ansiadas fotos.
En este conjunto también está la casa señorial veneciana que alberga su mayor atractivo: el Museo Arqueológico.
 
Ormos Egialis
Este es el puerto de nuestra arribada y lo primero que divisábamos desde nuestra habitación al levantarnos. Sin embargo hasta la víspera de nuestra partida no disfrutamos de la tranquilidad de sus calles. Bien es verdad que, en mis incursiones de días anteriores por la playa, alguna vez llegué hasta el puerto. En su amplio espigón, protegido del poniente por una escollera, en cuyo arranque hay un molino de viento, los pescadores preparan sus aparejos.
El paseo marítimo, que arranca desde el puerto y llega casi hasta mitad de la playa, está jalonado de grandes árboles y da acceso a varios chiringuitos y restaurantes. Precisamente aquí tuvimos nuestra primera comida, en el restaurante ‘Lakki’, prevista al aire libre, pero con retirada de emergencia huyendo de una fuerte tormenta. Una de las noches cenamos también en esta zona, con vistas a la bahía, por cortesía de la taberna ‘Chondros’.
El resto de la playa, hacia el hotel, linda directamente con cuidadas tierras donde cultivan productos de huerta.
Mención especial merece la comida en el restaurante Limani (‘To Limani tis Kira Katinas’), sito en la calle peatonal paralela al puerto. Al entrar, la vista se dirige automáticamente al gran mural del pintor alemán Man, al lado de otras pinturas y de dos fotos de gran formato que abarcan la isla desde lo más alto de la montaña.
El bufé, variadísimo y de gran calidad, estimulaba los sentidos a distancia y en la corta superaba todas las impresiones. Lo mejor, los productos de propia producción, tanto del mar: mariscos, cigalas, langostinos, pescado frito, exquisito pulpo; como los de tierra, desde una gran variedad de ensaladas, guisos de legumbres con verduras, croquetas vegetales, hasta los yogures, los quesos y los riquísimos postres de miel.
Fue un descubrimiento para nosotros el ‘ouzo’, una bebida con sabor a anís a la que se añade agua hasta conseguir el sabor al gusto de cada cual. Desde nuestro punto de vista no es competidor del vino para acompañar a la comida, pero allí tiene mucho éxito.
Ormos Egialis tiene puerto, playa, buenos hoteles, gente agradable, tranquilidad. Es un resumen, en pequeño, de la pequeña Amorgos. ¿Qué más podemos pedir?
               
Monasterios repartidos por toda la isla
La religión tiene un papel preponderante en la vida de los nativos de Amorgos. Se nota bien en su fervor y elevada participación en los actos litúrgicos, que tienen lugar con regularidad en el gran número de iglesias, santuarios y monasterios repartidos por toda la isla.
 
De todos, el principal, a dos kilómetros de la capital, Chora, y símbolo de Amorgos, es el Panagia (Nª Sª) Chozoviotissas, que mira hacia Oriente desde un increíble acantilado, en el que se incrusta cual si lo apuntalase.
Su construcción data de 1088 y en ella se emplearon mármoles de Milos y maderas de ciprés. Sus dimensiones son cuarenta metros de largo, cinco de ancho y ocho pisos de altura. En su entorno Luc Besson filmó en 1988 ‘Le grand bleu’, la historia de un buceador y amante del mar.
La rigidez de los monjes, que no admiten a las mujeres en pantalones (ponen a disposición de las visitantes unas faldas largas), no es óbice para que nos acojan amablemente, agasajándonos con un licor mezcla de varias hierbas, miel y raki.
El conjunto es de gran belleza y, tanto en el interior, donde rústicos dinteles de madera, desbastados a azuela, hacen resaltar más las primorosas filigranas del facistol, como en sus accesos y alrededores, en que abundantes y variadas flores, casuales o cultivadas, surgen entre los riscos y la niebla compitiendo con el veteado de la roca, los contrastes sobrecogen e incitan a la meditación.
Exactamente a cuatro kilómetros al suroeste de Chora está el desvío hacia el monasterio San Georgios (Jorge) Valsamitis y desde allí nos acercamos caminando ese último tramo, de unos tres o cuatrocientos metros.
La finca, en forma de óvalo, está perfectamente cerrada por un muro de mampostería seca bien conservado. Desde la carretera se ve al fondo el pueblo de Xylokeratidi, en la bahía de Katapola.
 
Este es un cenobio de mujeres que está adosado a la iglesia, pero independiente. El interior del templo es austero, con una sillería de madera simplísima, que ni siquiera oculta sus muros, y el facistol completamente liso. Resalta la colección de incensarios colgados del techo y algunos frescos murales.
Tampoco aquí falta un apetitoso refrigerio a base de exquisitos hojaldres almibarados, con que la organización de YPERIA obsequia a la concurrencia, acompañados de un suave licor, que parece de guindas, por parte de las anfitrionas.
Es de destacar la abundancia de agua en el recinto (incluso dentro de la iglesia se mantiene abierta una mina), que permite regar los cultivos propios en bancales.
Todo el conjunto resalta por el blanco inmaculado de sus paramentos exteriores, incluyendo la cubierta. La única concesión al azul es la bandera griega, que ondea en lo más alto por partida doble.

 

Hotel & Spa Aegialis, casitas de blanco y azul
El mejor lugar para alojarse en Amorgos –también la ‘base’ y marco principal de actividades de YPERIA- es el Hotel & Spa AEGIALIS, asentado en una pronunciada ladera que se desliza hacia la bahía de Ormos-Egialis, mirando hacia el Sur, justo enfrente al puerto.
La edificación se inspira en la sencilla arquitectura amorgiana y se ha realizado respetando y tratando de imitar los pequeños conjuntos de viviendas que salpican la isla. Consiste en un espacioso recinto en el que los edificios, seis casitas de blanco y azul, se acoplan a la vertiente, en cascada, aparentando otra pequeña aldea.
La vista es bella y relajante. A sus pies, un kilómetro de playa, bordeada de campos cultivados y casas blancas, llega hasta el puerto.
Desde las terrazas superiores, el mar parece una prolongación de la piscina. Por cierto, ésta es de agua del mar y tiene tamaño olímpico. La misma panorámica se contempla desde los salones y comedor del restaurante Ambrosía Galería, en cuyas instalaciones tuvieron lugar los talleres de cocina y cata en el marco de YPERIA.
A la izquierda, en el extremo de la finca y un poco más arriba se ubica el edificio que alberga las instalaciones de gimnasio, spa y bar, con la peluquería en la planta alta.
Cuenta con múltiples soluciones habitacionales, que abarcan la más variada demanda, desde la habitación simple o doble hasta las suites familiares (con capacidad para cuatro personas) y la suite presidencial, cuyos precios varían según la temporada turística. Por supuesto, cuentan con aire acondicionado, nevera, caja fuerte y todos los complementos imaginables para el baño.
En este en apariencia pequeño poblado tenemos cubiertas todas las necesidades para conseguir una estancia relajada y de auténtico descanso, pues a los servicios enumerados se añade solución a las múltiples demandas de la clientela, lo cual no deja de ser una agradable sorpresa en ese entorno rural y aislado.
Tiene resuelto el cuidado y entretenimiento de niños, servicios de lavandería y de secretariado. Dispone de automóviles para desplazamientos por toda la isla, en grupos o individualmente. Los transfers hasta los puertos de Katapola y Aegiali cuestan diez y dos euros, respectivamente.
Es comprensible que en este marco se celebren múltiples bodas de múltiples creencias y de lo más variado, pero siempre amenizadas por el violín y el bouzonki. Como en la memorable cena con que el hotel agasajó a los asistentes a las jornadas de YPERIA 2011, en la que disfrutamos de la música y la danza hasta la madrugada.
Pues bien, el alma y motor de todo es Irene Giannakopoulos, directora del hotel, Presidenta de la Asociación de mujeres de Tholaria, coordinadora de YPERIA y perfecta anfitriona.
La dirección es Aegiali, Amorgos 84008, Cyclades, Greece; teléfonos +30 2285 073 393/ 107; fax +30 2285 073 395; correo info@aegialis.com.
Para una completa información hay que entrar en su web www.amorgos-aegialis.com.
 
 
CÓMO LLEGAR
Volando a Atenas con Aegean Airlines, la flota más joven
Unas tres horas y media separan Atenas de cualquiera de las ciudades españolas desde las que vuela Aegean Airlines, la aerolínea de bandera de Grecia, que cuenta con una de las flotas más jóvenes del mundo.
Con 20 kg de equipaje facturado, una buena comida a bordo y el sabor de los vídeos turísticos de Grecia para ir haciendo boca llegamos al aeropuerto internacional de ‘Eleftherios Venizelos’.
Desde hace unos meses, todos los aviones de la compañía, en todos los vuelos nacionales e internacionales, muestran una selección de videos de carácter turístico hechos especialmente por Turismo de Grecia.
Nosotros salimos de la terminal 2 de Madrid-Barajas, pero podríamos haberlo hecho desde Barcelona, A Coruña, Bilbao, Málaga, Mallorca, Sevilla o Tenerife, las ciudades españolas que conecta Aegean con la capital griega, también en código compartido con Spanair.
Lo mejor, las comidas a bordo y la posibilidad de elegir el mejor asiento gracias al web check-in, que está disponible en la web de Aegean Airlines desde 48 horas antes de cada vuelo. Aquí también se puede encontrar, por supuesto, toda la información sobre horarios, tarifas y comprar directamente los billetes.
Los responsables de Aegean Airlines aseguran que sus tres principales objetivos son la seguridad de sus pasajeros, la protección del medio ambiente y mejorar continuamente sus servicios. 
De los dos primeros da fe la jovencísima flota de Airbus con los que cuenta y que está equipada con sistemas de seguridad como el ACAS II (sistema anticolisión de a bordo), el EGPWS (sistema mejorado de aviso de proximidad al suelo) y el DFGS (sistema digital de navegación), así como un exhaustivo mantenimiento en su base técnica.
Del servicio damos fe los que hemos viajado a bordo de Aegean, una aerolínea que este 2011 ha vuelto a recibir los premios Mejor aerolínea regional europea y Excelencia del servicio a bordo en los World Airline Awards que este año se han entregado en París.
Si además viajas en clase preferente, la compañía cuenta con una sala Business Lounge junto a la puerta número 4 del aeropuerto internacional de Atenas, donde relajarse, tomar un aperitivo o conectarse a Internet, con áreas para fumadores y no fumadores.
A quienes buscamos los mejores precios, la web de Aegean Airlines nos sorprende a menudo con fantásticas ofertas de vuelos directos España-Grecia desde 49 euros, tasas y gastos incluidos.
Para estar informados de las promociones una buena opción es suscribirse a la newsletter gratuita de Aegean, y recibir directamente por correo electrónico las ofertas de la semana; o bien seguir las últimas novedades a través de sus perfiles de Twitter y Facebook.
 
 
Navegando hacia Amorgos a bordo de Blue Star Ferries
Desde el puerto del Pireo, muy cerca de Atenas, la compañía Blue Star Ferries lleva a los viajeros a la isla de Amorgos, tanto al puerto de Aegiali como al de Katapola.
A bordo del Blue Star Naxos, la travesía comienza al atardecer y dura hasta bien entrada la madrugada, unas siete horas navegando por estos mares azules.
En la web de Blue Star Ferries se puede encontrar toda la información sobre horarios y precios, así como reservar directamente los billetes.
La vuelta, desde Amorgos Aegiali, nos hace despedirnos al amanecer de la más enigmática de las Cícladas, para llegar al puerto del Pireo justo a tiempo de seguir disfrutando de la excelente gastronomía griega.

 

 
Yperia 2011, así comenzó todo
Todo empezó con nuestra cita en el ‘9º Encuentro Internacional de Cultura y Turismo YPERIA 2011, que se desarrolla cada año entre las actividades de la ‘Asociación Cultural de Mujeres Tholaria Aegiali’ de Amorgos.
Aunque no cabe duda de su vocación de promocionar el turismo en Amorgos, YPERIA se aleja de los tópicos habituales para profundizar en las tradiciones y costumbres de los isleños, en la música y la gastronomía, en la esencia de las plantas, en la historia y la arquitectura de este lugar minúsculo y privilegiado. Todo ello de la mano de expertos próximos que nos acercan con esmero a sus conocimientos.
La ‘base’ y marco principal de actividades es el Hotel & Spa Aegialis, asentado en una pronunciada ladera que se desliza hacia la bahía de Ormos-Egialis, mirando hacia el Sur, justo enfrente al puerto.
Las conferencias se desarrollan en uno de los salones, habilitado también como sala de proyecciones y exposiciones. Los talleres de cocina y cata tienen lugar en su restaurante Ambrosía.
Son unas estupendas jornadas de distensión y, sin embargo, plenas de actividades que permiten conocer la cultura e inquietudes de los moradores de Amorgos.
Y así, con naturalidad, surgen las conferencias, las exposiciones, los paseos, las degustaciones, los talleres, la visita a monasterios e iglesias, la proyección de cortos, las excursiones arqueológicas o folclóricas, las veladas festivas con música y danza…
También las visitas a los monumentos de la isla, como el famoso monasterio bizantino de Hozoviotissa, la torre helenística de Agia Triada en Arkesini, o la iglesia de Epanochoriani; y las degustaciones de platos tradicionales en los restaurantes de Amorgos; que completan el cuadro de cultura contemporánea que ofrece la hermosa y pintoresca isla griega.
Todo eso es YPERIA 2011.
Todo dirigido y coordinado por dos personas extraordinarias:
Irene Giannakopoulos, presidenta de la Asociación de mujeres de Tholaria, directora y relaciones públicas del Hotel & Spa Aegialis, en tareas de secretaria, presentadora y traductora.
Emanouil Lignos, presidente de la Unión de periodistas de las Cícladas, Abogado-Publicer de Nea, ‘Thiraika periódico’, fundador del museo folclórico de Santorini, como presidente de la Convención.
Aquí, en Amorgos, nos encontramos periodistas, fotógrafos, reporteros y equipos de televisión de Grecia, Austria, Dinamarca, Bulgaria, Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Polonia, Rumania, Serbia, Suecia, Canadá, el Congo y España, con Expreso como único medio representante en esta edición de YPERIA.
 
  

 

Comentarios

Blake More (no verificado)

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