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Tres pueblos del Algarve donde se escucha el silencio
EXPRESO - 05.07.2024
El mejor destino de playa del mundo también es el destino de la tranquilidad. El lugar donde perderse por carreterillas que conducen a bonitos pueblos algarvíos que en verano consiguen mantener la calma.
Dicen que bastan diez minutos al día en silencio para que suban los niveles de endorfinas, se refuerce el sistema inmune, baje la presión sanguínea y disminuyan los niveles de estrés.
Así que imagina si en lugar de unos minutos puedes estar uno o dos o tres días disfrutando del sosiego del interior del Algarve, la región turística meridional de Portugal, recorriendo pueblos tan bonitos y tranquilos como Loulé, Silves y Aljezur, una diagonal de calma y silencio por el interior algarvío que te invitamos a recorrer este verano.
Loulé: autenticidad y encanto portugués a 16 kilómetros de Faro
En Loulé, la población local lleva una vida relajada y los artesanos mantienen vivas las viejas tradiciones. En este encantador municipio portugués situado a 16 kilómetros de Faro se respira paz y autenticidad.
Las calles estrechas y empedradas de su casco histórico apenas han cambiado desde la época medieval y forman un laberinto de lo más cautivador, con recovecos en calma y puertas de colores que albergan tiendas de artesanía local y oficios tradicionales.
Cruzarlas es entrar a un mundo de trabajo pausado, de texturas de antaño, de tradiciones que requieren paciencia, calma, concentración. Un mundo creativo al que también tiene acceso el viajero gracias a Loulé Criativo, una interesante iniciativa que organiza numerosas actividades en distintos puntos de la ciudad con el fin de revitalizar el patrimonio cultural, las artes tradicionales, la artesanía y el diseño.
El centro neurálgico de Loulé es también uno de sus iconos: el colorido Mercado Municipal, de inspiración árabe, que data de 1908 y es el mayor mercado cubierto del sur de Portugal. Junto a él se encuentra el Ayuntamiento y la Torre del Reloj, que conduce a ese laberinto de estrechas calles empedradas que invitan al paseo tranquilo y en silencio. Un balcón enrejado, plantas en flor en las ventanas, un gato que nos mira, una bici que cruza despacio…
La calma nos espera también en el castillo, de origen árabe, otro de los lugares más emblemáticos del municipio. Y en la Iglesia Matriz o Iglesia de Clemente, del siglo XIII. Y justo enfrente de ella tenemos otro rincón de mucha paz: el Jardim dos Amuados. Se trata de un pequeño jardín arbolado construido a finales del siglo XIX sobre la antigua muralla. Lo más destacado es, sin duda, la vista panorámica que regala desde lo alto. Es un lugar ideal para detenerse y disfrutar de un momento de calma y reflexión.
Silves: cafés al aire libre, calles empedradas y un ritmo pausado
Silves está situado en una colina de la Sierra de Monchique y es otro encantador pueblo del Algarve en el que se respira un ambiente tranquilo y sosegado, lo notaremos nada más poner un pie en él y atravesar las puertas de la ciudad para acceder al casco histórico.
Silves conserva un encanto especial. Las calles de la antigua medina, que respetan el trazado medieval, están llenas de rincones pintorescos, cafés al aire libre y bonitos monumentos, como la Catedral Vieja, de visita obligada.
Paseando por su casco histórico también podremos ver bellos ejemplos de la arquitectura burguesa de finales del siglo XIX y principios del XX, una arquitectura asociada a la prosperidad que originó en la zona la importantísima industria del corcho.
Mención aparte merece su castillo, de ladrillo rojo, el más impresionante del sur de Portugal y considerado también el más bello monumento militar de la época islámica en Portugal. Está situado en el centro del municipio, en lo más alto, y regala unas bonitas vistas panorámicas.
Desde allí se observa la belleza de los alrededores y se escucha el silencio. Junto a las murallas de Silves tenemos el Museo Municipal, que alberga una colección de piezas de origen musulmán; y si bajamos a la zona del río, podremos dar un relajante paseo por su ribera y acercarnos al puente romano. Dos planes bonitos y tranquilos que nos permitirán empaparnos aún más de la historia de Silves.
Gran parte del municipio es también un huerto fértil en el que crecen naranjas, mandarinas, granadas, higos, almendros y algarrobos. Y toda la sierra en un privilegiado punto de observación de aves: alondras, mirlos, gavilanes, pájaros carpinteros, jilgueros… Un maravilloso entorno que contribuye a crear un microcosmos de calma y silencio en la antigua capital de la región del Algarve.
Aljezur: calma y sosiego junto a la increíble Costa Vicentina
El mar y la montaña ejercen su influencia de calma y sosiego sobre Aljezur, capital de la increíble Costa Vicentina, que abarca desde el río Odeceixe hasta el Cabo de San Vicente, en el mentón de la Península Ibérica, y está considerada uno de los mejores destinos europeos para el turismo de naturaleza.
Aquí tampoco hay bullicio, ni aglomeraciones de gente. Estamos en un pueblo tranquilo en el que reina el silencio y el aire huele a eucaliptos y campo, un bonito rincón virgen del Algarve que regala estampas de tiempo detenido y paisajes en plena conexión con la naturaleza. Un lugar que despierta emociones y es perfecto para la práctica del senderismo.
Aljezur se extiende en torno a las murallas del castillo (otro más), recuerdo de las luchas entre musulmanes y cristianos que siglos atrás llenaron estas tierras del sur de Portugal.
Situado en lo alto de la colina, domina la panorámica y es su monumento más conocido. Desde allí, entre curvas y plazas, siguiendo los niveles de la pendiente, pequeñas casas bajas de fachadas blancas y ventanas de colores crean un casco histórico escalonado y lleno de lugares con encanto.
La Iglesia de la Misericordia, el Museo Municipal y la Casa-Museo José Cercas, dedicada a este pintor local del siglo XX, merecen una visita si vienes con tiempo.
En los alrededores de Aljezur, el horizonte sólo sabe de vegetación: campos, valles y colinas se alternan en silencio con campos de cultivo en los que se siembra, principalmente, boniato, producto estrella de la gastronomía de la zona.
Y más allá, en dirección oeste, el Océano Atlántico, al que se asoman enormes acantilados e impresionantes playas, como la de Odeceixe, otra joya del Algarve.
Expreso. Redacción. A.F
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