75 aniversario del Parador de Manzanares

EXPRESO - 12.12.2007

Antoni Costa, presidente consejero delegado de Paradores de Turismo, presidió los actos conmemorativos del 75 Aniversario del Parador de Manzanares en los que han estado presentes numerosas personalidades, representantes del mundo empresarial, el equipo directivo de Paradores y antiguos directores y empleados del histórico establecimiento

Hace 75 años, abrió el Albergue de Manzanares en primer lugar, seguido de los de Bailén y Quintanar.

ParadorManzanaresEl Albergue de Manzanares fue ubicado en el kilómetro 175 de la Carretera de Madrid a Cádiz. Su finalidad, al igual que la del resto, era ofrecer a los viajeros, servicios de alojamiento y restauración, a cualquier hora del día o de la noche y con calefacción en invierno.

Su dotación, para la época, era de verdadero lujo: los colchones de muelles, inauditos en España, se importaron de Inglaterra, y entre los electrodomésticos se contaba con un frigorífico General Electric y una radio pick-up americana.

La instalación se completaba con dos baños completos. Manzanares es el único Parador que aún conserva la barra de bar y el salón de chimenea redonda originales de los albergues.

Las tarifas de apertura fueron las siguientes: la habitación doble costaba 20 pesetas, 10 la individual, 6 pesetas el almuerzo o la cena, 2,50 el desayuno y se aceptaban perros, por 2 pesetas al día.

En Manzanares destacaba la humanidad y el trato familiar del personal del albergue, hecho que se ha reflejado en distintas publicaciones. Un ejemplo es la honradez demostrada por las empleadas Antonia Laguna y Francisca Fernández, a quién el Consejo de Ministros del 23 de mayo de 1933 concedió un premio en metálico, como recompensa por su contribución a la propaganda de España en general y del turismo en particular, al entregar un maletín olvidado en el Albergue a la familia Dumier Celine, que contenía alhajas, valores y dinero por más de un millón de francos, una fortuna en aquellos años, suceso del que en su momento se hizo eco el diario ABC.

Aquellos fueron años de trabajo frenético, no sólo por la importante actividad gastronómica, sino por la importancia de los visitantes, entre los que destaca Pedro Muñoz Seca, quién incluso escribió algunas piezas de teatro en el propio albergue, además de la obra ‘El Refugio', donde narra el agradable ambiente y los servicios que dispensaba el establecimiento hotelero.

El Parador de Manzanares fue también la última parada en la estela triunfal de toreros legendarios. En Manzanares pasó la última noche Ignacio Sánchez Mejías, que ocupó la habitación número 13 el día anterior a su muerte en la plaza de esta localidad, que quedó inmortalizada para siempre en los versos de Federico García Lorca.

También fue en el comedor de Manzanares, donde la camarera Antonia Laguna sirvió la última cena a Manolete, la noche anterior a su desgraciada faena en Linares. Otros personajes de la época, como la actriz María Bru, el cómico José Isbert o el general Miaja frecuentaban el albergue, hasta que durante la Guerra Civil pasa a convertirse en Cuartel General del Ejército, Hospital de Sangre y otros usos.

Una vez finalizada la contienda, el albergue volvió a funcionar con la misma ilusión y entrega, pero con más penurias económicas que al comienzo. El personal apenas contaba con medios y se veía obligado hasta a elaborar el jabón.

A finales de los años 40, momento en que empiezan a llegar los autocares de turistas, el albergue comienza a ofrecer almuerzo tras almuerzo. Entonces, mientras comía un grupo, el otro no podía ni bajarse del autobús. No había donde meter a tanta gente. Se empezaba a servir comidas las 11 de la mañana y se terminaba a última hora de la tarde, pero nadie se iba sin comer.

La cocina era una caldera de vapor y las habitaciones, que en esa época ya eran 12, se llenaban desde primera hora. La temporada estival se unía a la de caza y el albergue no dejó de crear cantera en esta época, preparando a mucho personal que pasó a engrosar las plantillas de los diferentes Paradores.

En se produce la ampliación del albergue a 42 habitaciones, se amplía el comedor, se construye el bar y un salón, y con esa configuración se llega al cierre definitivo del Albergue, en 1979.

En noviembre de 1980, tras catorce meses de inactividad, abre el nuevo Parador de Manzanares, heredero del antiguo albergue. Su configuración, 50 habitaciones y todos los servicios complementarios.

La última mejora data de 2002, que, con una inversión de 3,56 millones de euros, supuso la remodelación total de la instalación, mejorando la totalidad de los servicios, sustituyendo los cerramientos, puertas y ventanas, y mejorando las terrazas exteriores, que en madera vista gozan en la actualidad de un mayor carácter manchego.

También fue renovada la zona de piscina, incluyendo los vestuarios y el área infantil, se rediseñó el jardín, que permite el acceso de vehículos hasta la puerta del Parador, y se amplió la zona de parking bajo techo, con una zona cubierta de aspecto típico.

La renovación impulsó además la apertura del nuevo restaurante Azafrán, situado en el antiguo comedor rotonda, que ofrece una cocina tradicional, absolutamente renovada.

Redacción. A.F. Fotografía: Paradores.

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