Un paseo por los cafés literarios de Europa

EXPRESO - 02.07.2019

‘Por un instante, los ángeles pasean ente las mesas’

Leer_Viajar‘Por un instante, los ángeles pasean ente las mesas’. Eran tiempos en los que las manecillas del reloj se movían a otro ritmo y el olor a café, a un café que ya no se encuentra, impregnaba las ropas y las paredes dejando aromas de países lejanos. 

Algunos cafés de Europa siguen conservando esa pátina de otra época en la que los escritores e intelectuales arrancaban en sus mesas sus mejores obras. Establecimientos añejos que han inspirado a la autora Pepa Calero, para escribir un libro evocador.
Leer, Viajar, Estar vivos. ‘Conocía Trieste, su café San Marcos y su Jardín por la voz de Claudio Magris. Respiré el atardecer en Buda, en el Bastión de los Pescadores, al lado de Kristóf, el protagonista de Divorcio en Buda… Ay, Budapest, horas y horas contemplando el Danubio como si tuviera el río en los labios.’.
‘Visité estas ciudades en otoño. Tiempo de vacaciones. Hubo días de lluvia, días de frío, de viento, de cierta nostalgia, de anhelos. No había gente en los parques, nadie paseaba, solo se iba a algún sitio. Pocos turistas. Detrás de los cristales de un café, esperaba, como si la vida fuera eso, mirar tras las ventanas manchadas de un elegante café…’.
Cafés con solera
Son establecimientos como el Café Central de Viena ‘De pronto, el otoño parece detenido al borde de la calle donde se encuentra el Café Central. Está situado en la planta baja del palacio Ferstel, en la calle Herrengasse. Mi anhelada cafetería. Son las dos de la tarde y el cielo parece una paleta de azules y grises. Por un instante, los ángeles pasean entre las mesas (…) Allí vivía el escritor y poeta Peter Altenberg, un bohemio empedernido que dormía de día y conversaba de noche. De él decía Claudio Magris que era el «poeta sin casa». De hecho, allí está su figura representada en papel maché, sentado en una silla, dejándose fotografiar’.
Café Nueva York en Budapest: ‘Un café de esplendor remodelado que el escritor Sándor Márai, solía visitar y que descansa junto al Danubio, el río de los valses, el río de los enamorados, el gran río literario» … Lugares donde, según comenta la autora: «En algunos instantes, la felicidad olía a café caliente’.
Caffè degli specchi Trieste: ‘Anochece. Cerca del lujoso Caffè degli Specchi, una mujer rubia con un gorro negro de lana toca el chelo junto a la fuente de los Cuatro Continentes. A su lado, un señor con abrigo gris y bufanda blanca escucha extasiado la canción. A veces, los dos cierran los ojos’.
Café San Marcos, Trieste: ‘Inmortalizado por Claudio Magris en su libro Microcosmos. Descubrí esta ciudad gracias a él. Su crónica-ensayo ha dado la vuelta al mundo, atrayendo a miles de viajeros hasta este rincón fronterizo’.
Café Slavia, en Praga: ‘Un café con carácter, de amplios ventanales y aire añejo. Abriendo el sobre de azúcar, pienso en Joseph Roth, que solía escribir en las mesas de los cafés. Aquí vivió un par de años desde 1922 y aquí creó sus primeras novelas. Gran parte de nuestra literatura les debe la vida a los cafés’.
Café Tomaselli, en Salzburgo: ‘A escasos metros, junto a la fuente de San Florián, se encuentra el Café Tomaselli, en pie desde 1705, con sus paneles de madera, sus elegantes camareros, sus gentes, su melancólico hechizo (…) Junto a la escalera contigua a la barra, hay una rueda de la que parten, como un abanico, los ganchos dorados de los que cuelgan los periódicos ensartados en un listón de madera. Si supiera alemán, preguntaría por la leche de almendras que el músico solía beber en este artístico café’.
Cafés recoletos de Lisboa: ‘En el interior de un pequeño café, tras una cortina de tiras verdes, una mujer canta en español una triste melodía. Un fado desentonado y torpe, a ritmo de unos vasos que chocaban en el aire brindando por algo llamado amor’.
Y al otro lado del Mediterráneo…
Café Hafa, Tánger: ‘Me detengo un par de horas en el Café Hafa, que data de 1921. El café preferido del escritor Paul Bowles. Localizado en la parte alta de la Medina, es un lugar con terrazas que mira al mar, al estrecho y a esa franja que dibuja el horizonte llamada España. Desde aquí, el cielo tiene un matiz luminoso bajo el impresionante manto azul marino’.
Escritores enriquecedores de vida
Fue la pasión por algunos autores lo que empujó a Pepa Calero a explorar los escenarios recogidos en su libro. ‘No solo quería viajar para conocer el escenario de una obra. Mi anhelo iba más allá. Deseaba conocer las ciudades en las que vivieron mis grandes autores. Salzburgo por Stefan Zweig; Viena por Joseph Roth, Musil y Zweig; Budapest por Sándor Márai y Mazda Szabó; Trieste por Claudio Magris, Rilke e Italo Svevo; Lisboa por Fernando Pessoa y Antonio Tabucchi; Praga por Jan Neruda, J. Roth y Rilke; Varsovia por Isaac Bashevis Singer y Adam Zagajewski; Berlín por J. Roth, Irmgard Keun, Bertolt Brecht… y tantos otros’.
Paul Bowels acompañó a la escritora por las callejuelas de Tánger. El autor de El cielo protector y su dominio en el arte de crear atmósferas, envuelve el relato de este destino: ‘Tánger, la ciudad azul, el hogar del escritor bohemio Paul Bowles, era un hervidero de varones que ocupaban relajadamente todos los cafés del centro. Olía a mar y a té de hierbabuena’.
Jan Neruda y el poeta checo Rilke también acompañan a la autora: ‘Y Praga, mi querida y asombrosa Praga, a la que llegué con cierto recelo. La bella durmiente que habita junto al río. La gran dama. El poema eterno. La ciudad de las cien torres, que se refleja orgullosa junto a los cisnes blancos del Moldava. Música y palabras cruzan a todas horas el entrañable puente Carlos. Un viaje deslumbrante con poemas de Rilke y Jan Neruda en la mochila’.
La odisea de viajar sola
‘Con media vida por delante, cercana a los cincuenta años y un puñado de incertidumbres, retomé el sueño por viajar como el niño que coge el hilo de la cometa y corre por la playa sin pensar en nada más’.
En palabras de la autora, la juventud, el tiempo de las escapadas con mochila, no eran su caso. ‘Me hallaba en la madurez y no había muchas opciones. O viajaba conmigo misma o me quedaba en casa tejiendo y destejiendo el anhelo de explorar’.
Es el anhelo que le llevó a recorrer ciudades como Viena, Triestre, Budapest, Salzburgo, Berlín, Lisboa o descubrir rincones como la librería Lello&Irmao en Oporto, donde nos transporta a un universo literario paralelo: ‘Aquí, el tiempo parece detenido entre versos y relatos’.
‘Leer, viajar estar vivos’. Peña Calero. Editorial Casiopea, 2019.

 

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