San Vicente de la Barquera celebra La Folía

EXPRESO - 15.03.2007

La fiesta de la Folía, que se celebra en la cántabra villa de San Vicente de la Barquera -España-, consiste en pasear a la Virgen con acompañamiento de canciones marineras, con sus sones y sus bailes.

El tiempo propio de la celebración de esta fiesta era un martes de Pascua Florida, aunque en la actualidad se celebra el domingo después de Pascua de Resurrección.

Según cuenta la tradición, fue un martes de Pascua, cuando arribó al puerto la "Virgen de la Barquera", denominada así por llegar en una barca sin remos, timón, ni tripulante alguno. La Folía, conmemora esta aparición.

La fiesta consiste, sustancialmente, en un recorrido, romería o peregrinación en alta mar. La tarde del Sábado de Gloria, la Virgen va de camino en procesión por tierra, desde su santuario, que está situado a la entrada del puerto, hasta el templo parroquial.

En esta ocasión la Virgen viste manto de luto sobre manto un  manto azul. El día de la fiesta, el domingo, la Virgen luce un manto azul. El domingo, tras la fiesta, a las cinco de la tarde comienza la Folía propiamente dicha.

La cofradía de mareantes, autoridades religiosas y civiles y el pueblo entero llevan la imagen hasta el puerto, situándola en una mesa cerca del embarcadero.

Posteriormente es conducida por el mar a su santuario, aprovechando para ello la pleamar. Allí, ocho mozas vestidas de blanco -las doncellas o protegidas de la virgen- cantan al son de sus panderetas y se presentan arrodillándose.

Los marineros embarcan a hombros la imagen en un barco pesquero engalanado con ramaje, flores y banderas de vistosos colores, y seguidos por otros barcos, desde los que se lanzan cohetes y salvas a la Virgen.

El día de la Folía no faena ningún marinero de San Vicente de la Barquera. Las canciones y música que se ofrecen durante las ceremonias de esta celebración son los "picayos", cantos alusivos a la patrona en estrofas de cuatro versos octosílabos con rima impar y asonancia libre.

Estos cantos o romancillos son interpretados por ocho, diez o más mozas dispuestas en dos filas, que se autoacompañan con un lento y monótono son de panderetas.

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