Lanzarote, fuego y ciencia en estado sólido

EXPRESO - 11.04.2021

Famara y Los Ajaches son hijas del vulcanismo, igual que el Parque Nacional de Timanfaya o el malpaís que construyó el Volcán de la Corona hace 20.000 años.

El sueño de aprovechar la geotermia de origen volcánico para producir energía está cada vez más cerca, gracias a un grupo de investigadores del Instituto de Smart Cities de la Universidad Pública de Navarra.

Desde el 31 de agosto de 2020 el Parque Nacional de Timanfaya tiene instalado un prototipo de generador termoeléctrico: un aparato pequeño, silencioso, robusto y respetuoso con el medio ambiente que se encargará de convertir en energía eléctrica los 170º de temperatura que se registran a dos metros bajo tierra.

¿Cómo lo hará? Usando la misma tecnología que utilizan las neveras de los hoteles: la termoelectricidad. El objetivo inicial es generar suficiente energía para que el Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca y el Restaurante El Diablo sean autosuficientes.

Los cálculos científicos del proyecto, apoyado por Instituto Tecnológico y de Energías Renovables y el Instituto Volcanológico de Canarias, dicen que las inusuales temperaturas del subsuelo de Lanzarote podrían suministrar energía a doscientos hogares de la isla.

Los viajeros que las visitan pueden contemplar los efectos de estas anomalías geotérmicas, las más importantes de toda Canarias.

Un poco de agua introducida en un agujero se transforma en décimas de segundo en un potente géiser: una columna de vapor y agua caliente que sale disparada desde la superficie de la tierra.

Es el mismo ‘fuego’ el que provoca la combustión de las aulagas que los trabajadores del Parque Nacional introducen en pequeños ‘hornos’ excavados a muy poca distancia de la superficie que pisan los visitantes.

Así funciona también unas de las joyas del restaurante El Diablo: el horno-barbacoa diseñado por César Manrique que asa la carne con el aliento telúrico de la isla.

Base de entrenamiento para astronautas

La Agencia Espacial Europea trabaja en Lanzarote desde hace cuatro años para preparar expediciones a la Luna y Marte. La razón la encontramos en el clima y la naturaleza geológica de la isla, que la convierte en un lugar inmejorable para simular una base en el satélite terrestre o el planeta rojo.

El astronauta Matthias Maurer, que viajará a la Estación Espacial Internacional este otoño, entrenó en Tinguatón en 2017 y vio cómo las afiladas rocas de basalto de algunos salientes desgarraban uno de los guantes de su traje espacial. De haber ocurrido esto en una misión real, su vida hubiera corrido un grave peligro.

Uno de los trabajos más importantes de los exploradores consiste en saber detectar la huella que deja el agua.

En Lanzarote estudiaron con particular interés las costras que tapizan parte del tubo volcánico de La Corona y las torrenteras de Caldera Blanca, muy similares a las que recientemente se han descubierto en Marte y que prueban la existencia de una escorrentía, un fluido circulando por la superficie.

Gracias al acuerdo firmado por el Cabildo de Lanzarote y la Agencia Espacial Europea hasta 2022, la isla seguirá siendo un análogo planetario de relevancia mundial. El pasado 18 de febrero la sonda Perseverance aterrizó en el cráter Jezero, en Marte, con la misión de buscar rastros de vida. La NASA bautizó el lugar previsto de aterrizaje como Timanfaya.

La estación meteorológica del robot ha sido diseñada y fabricada íntegramente en España. También tiene sello tecnológico español su Supercam, capaz de analizar la composición química de las rocas marcianas.

70 lugares para hacer ‘geoturismo’

El paisaje que atravesamos siguiendo la Ruta Volcanes con Historia, diseñada por científicas del Instituto Geológico y Minero de España y la Universidad de La Laguna, fascina aún más cuando conocemos todos estos datos. Los colores y las deliciosas formas de las rocas atesoran además una información esencial para la comunidad científica.

El Laboratorio de Geociencias de Lanzarote lleva desde 1987 auscultando la Tierra con tres módulos de observación en Timanfaya, Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes. Así, mide una gran cantidad de parámetros que resultan esenciales para centros de investigación de Europa, América y Asia.

En apenas 850 km2 de isla, la comunidad científica ha inventariado setenta lugares de interés geológico donde podemos ver cómo ha cambiado el clima desde tiempos prehistóricos. A su condición de Reserva de la Biosfera, Lanzarote y el Archipiélago Chinijo sumaron en 2015 el título de Geoparque, concedido por la Unesco por lo “excepcional” de su geología y el auge del geoturismo.

Expreso. Redacción. A.F

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