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Turismo de negocios en la mítica Venecia de los mercaderes
EXPRESO - 02.02.2011
Texto y fotos: Julia Peñas del Caz No se puede entender Venecia sin agua, son inseparables
Texto y fotos: Julia Peñas del Caz
No se puede entender Venecia sin agua, son inseparables. A Venecia la llaman ‘La novia del mar’ o ‘El regalo del mar’. Y no es que las olas dejaran en una de sus mareas un pedazo de tierra acanalada para ser habitada. Fueron siete ríos los que, en su camino hacia el Mediterráneo, formaron los canales en donde posteriormente se asentó la ciudad.
En sus inicios, mucho antes de ser italiana, Venecia estuvo habitada por un pequeño pueblo de pescadores que se vio invadido hacia el siglo V por los habitantes de las ricas tierras del norte. Aquí pusieron a salvo sus vidas y sus tesoros, lejos de tierra firme, y enseguida aprovecharon las ventajas que el mar les ofrecía: alimento y comercio.
Y es que si Venecia es inseparable de su mar, tampoco puede entenderse sin mercaderes. Gracias a su situación privilegiada, las ricas familias asentadas en la ciudad iniciaron prósperos caminos comerciales donde todo era válido para lograr beneficio: esclavos, especias, seda...
Estos ricos comerciantes fueron además unos auténticos mecenas del arte, y mantuvieron su patrocinio sobre pintores, arquitectos y otros artistas. Por eso, el carácter comercial de Venecia ha dado paso en los últimos siglos a una nueva fuente de ingresos, el turismo cultural.
Palacios e iglesias renacentistas, la época de mayor esplendor; genios como Tiziano o Tintoreto; la sucesión de pintores que dio lugar a la ‘Escuela Veneciana’, y cuya influencia llegó a maestros como Rubens o Velázquez; o la música de Vivaldi, Wagner o Stravinski, que quiso descansar para siempre en el cementerio de San Michele, están ligados sin remedio a la ciudad de los canales.
Venecia ha sido la cuna de Antonio Vivaldi y el lecho de muerte de Richard Wagner, en 1883, precisamente en el palacio que hoy ocupa el Casino di Venezia. Varias salas del edificio están cedidas a la Asociación Richard Wagner de Venecia, donde se pueden encontrar mobiliario, partituras, cartas firmadas, litografías o pósters.
Curioso es ver rosas de tela de varios colores y cintas granates encima de muebles y mesas, tal y como lo encontraron el día de su muerte. Además, el casino organiza cenas wagnerianas cuyo menú incluye platos y productos muy del agrado del famoso compositor.
Hoy que el turismo masificado se está ‘comiendo la ciudad’ con la invasión de viajeros que recorren en un día sus cientos de islas, atraviesan sus 400 puentes, navegan en góndola por sus grandes y diminutos canales… Venecia se reinventa de nuevo como una ciudad perfecta para el turismo de negocios, para los viajes de incentivos, los congresos y los grandes eventos.
Una buena infraestructura hotelera y de servicios, unida a su belleza, y a un gran patrimonio cultural y arquitectónico, salvan inconvenientes como la inundación de parte de la ciudad dos veces al día durante primavera y otoño, y hacen de Venecia un lugar idóneo para ese ‘otro turismo’ que supone actualmente la gran apuesta de la ciudad italiana.
Más de cuarenta palacios y museos, otras tantas iglesias, mercados, sus míticos puentes, grandes escuelas convertidas en teatros… Es difícil decidir por dónde comenzar el viaje.
Nosotros atracamos en la Isla de San Sérvolo. Aquí se encuentra un antiguo convento benedictino que fue transformado en hospital para militares enfermos en 1715, luego en manicomio para nobles, y posteriormente también para los enfermos más pobres de la ciudad desde 1725 a 1978, año en que fue clausurado por ley.
Este edificio alberga hoy un instituto de investigación social y centro de formación profesional, la Escuela Internacional de Neurociencia y la Venice International University. Disponible para acoger conferencias, seminarios, congresos u otro tipo de eventos, cuenta con 11 salas para entre 12 y 240 participantes.
Los pormenores de organización están garantizados con servicio de administración, organización de la ceremonia de apertura, oficina de prensa, creatividad publicitaria, asistencia técnica… Además ofrece alojamiento para los participantes en la Residencia y el centro de estudios, seis edificios con 193 habitaciones y un total de 319 camas.
No lejos de aquí encontramos otra isla,San Clemente. Una isla privada habitada desde 1131, el mismo año en que se construyó su iglesia.
Donde hacia mediados del siglo XVII se construyó el monasterio de la orden de los Camaldolesi, se levanta ahora un hotel de 5 estrellas.
Dispone de 8 salas para convenciones y cualquier evento en un ambiente elegante, esmerado servicio y alta cocina que aseguran el éxito en la organización.
Desde la Piazza di Roma salen los autobuses que nos conducen a tierra firme.
Así, en 15 minutos llegamos a Mestre, una ciudad industrial y también ahora convertida en ciudad dormitorio de Venecia.
En Mestre se encuentra el hotel NH Laguna Palace, una bella estructura arquitectónica que se compone de dos edificios unidos mediante un techo de vidrio y divididos por una dársena privada, ya que a este hotel también se puede llegar en barco por un canal navegable desde la mismísima Plaza de San Marcos. Está a 5 minutos de la estación de tren y a solo 10 minutos del aeropuerto de Marco Polo.
Este hotel es referencia en la región en la celebración de congresos; completamente polivalente con espacios abiertos y cambiantes mediante paneles correderos según las necesidades. Pasillos con puertas separan a los congresistas del resto de los huéspedes del hotel. Cuatro salas se reparten los 650 m2 de zona de congresos.
La sala 3 es la más grande, capaz de albergar a más de 250 congresistas. Todas las salas tienen cabinas de traducción simultánea, buenos espacios para descansos y accesos independientes a la entrada del hotel. Un edificio anexo, antiguo almacén y taller de barcos, ha sido recuperado como centro de actividades alternativas, cursos de formación y también charlas y seminarios.
A lo largo del río Brenta, en sus pequeños y coquetos pueblos descubrimos las Villas Venecianas, palacios de verano de las ricas familias de la ciudad, signo de poder y que tan de moda se pusieron durante dos siglos, entre 1.500 y 1.700.
Afamados arquitectos y pintores de la época fueron los encargados de la construcción y decoración de estos lugares de descanso y esparcimiento sin dejar, no obstante, de lado los negocios, ya que era frecuente recibir a comerciantes y mercaderes en estos palacetes.
Hoy la mítica Venecia, cuna de mercaderes y mecenas, de negociantes y de artistas, vuelve a sus orígenes, y reinventa un ‘turismo de negocios’ que fue durante siglos la esencia misma de esta ciudad.
No es un desafío, es una necesidad, y por eso la región del Veneto ha dado dos importantes pasos hacia el crecimiento del sector congresual: por un lado transferir a las provincias recursos para favorecer su desarrollo y organización.
Por otro, identificar los ‘Convention Bureau’ como las formas más apropiadas para la integración de las empresas que trabajan en el sector, instando a las provincias a constituirlos y apoyarlos con iniciativas específicas.
La Provincia de Venecia, a su vez, ha aceptado y asumido el desafío creando una mesa de trabajo para la constitución de un convention bureau veneciano compartido entre la APT (Azienda di Promozione Turistica- Empresa de Promoción Turística) de la Provincia de Venecia, asociaciones del sector y el consorcio de promoción turística.
Venecia ofrece posibilidades muy variadas para el turismo congresual y de incentivos, ya sea en la ciudad o en tierra firme en las remodeladas y bonitas Villas, los antiguos palacetes de verano de las familias venecianas.
En tiempos, una villa, debía de tener tres cosas: El palacio, donde residía la familia y que constaba de un gran recibidor, salas de música, comedores y otras zonas comunes. En la parte de arriba se encontraban los dormitorios, cuatro como mínimo.
La barchessa, el lugar destinado a las caballerías y residencia de sirvientes de la villa, en su recuperación, éste es el lugar que han destinado a zona congresual y otros eventos, dejando el palacio solo para visitas.
Imprescindible era contar con un jardín. Jardín para el descanso y el relax como si de un auténtico paraíso se tratase, pero ante todo práctico, era muy habitual que en los jardines venecianos se plantaran frutales y plantas aromáticas, así como poseer de un pequeño estanque que daban cobijo a aves que servían como sustento. O los siempre majestuosos pavos reales para disfrute de la vista.
En Mira se encuentra Villa Widmann, actualmente propiedad de la provincia de Venecia y que desde 2003 pasó a manos de la Asociación de Promoción Turística, por tanto su gestión es pública. No es la única, la APT gestiona otras 5 villas similares, cercanas, donde se pueden celebrar pequeños congresos.
Villa Widmann cuenta con una sala que puede albergar un máximo de 100 personas, preparada para congresos, cursos y seminarios, y otras tres salas multifuncionales para representaciones artísticas y otros espectáculos. Además, organiza actividades extra a los congresistas, como visitas a otras villas o a la ciudad de Venecia.
No hay posibilidad de alojamiento, pero esto se subsana en otras villas cercanas y privadas o en hotelitos modestos pero muy participativos y volcados con el turismo de congresos.
Una de las grandes ventajas de celebrar un evento aquí es poder disfrutar del paisaje, la tranquilidad, la cultura y la excelente gastronomía, muy apreciada por todos los italianos en general.
No hay que dejar de probar platos autóctonos como el Bacalá a la veneciana o mantecatto, un bacalao batido con aceite de oliva hasta formar una pasta para untar; la Sarde en Saor o sardina escabechada.
O una curiosa y riquísima verdura con forma de alcachofa alargada, color morado de lombarda y textura de endivia y que se cocina de muy diversas maneras: a la plancha, en ensalada o con rissotto. Sin olvidar dulces como la pinza, parecido al pan de higos o los zalettis, pequeñas pastas de harina de maíz.
Siguiendo la ribera del Brenta llegamos a Villa Foscarini Rossi, una joya arquitectónica del siglo XVII. La villa fue construida a finales del 1.500 con el proyecto del ilustre arquietcto Vincenzo Scamozzi, según el diseño de Andres Palladio y por deseo de Jacopo Foscarini. Posteriormente, durante los años de 1.800, fue remodelada en estilo neoclásico por el arquitecto Guiseppe Jappelli.
La villa es ahora propiedad de la familia Rossi, dedicada a la fabricación del calzado durante más de 60 años, que puede presumir de haber trabajado para los mejores diseñadores.
Dior, Kenzo, Ives StLaurent o Emilio Pucci, han sido los creadores de los zapatos que han calzado a las más famosas actrices y modelos, como Grace Kelly, Marlene Dietrich, Sharon Stone o Naomi Campell.
Podemos admirar todas estas muestras gracias a que la villa alberga un museo familiar ‘Il Museo Rossimoda della Calzatura’ y que cuenta con unos 1.500 modelos de calzado femeninos, así como herramientas de trabajo y muestra un pequeño taller de calzado.
El edificio exterior, llamado la Forestería, acoge todo tipo de eventos. Está presidido por un gran cuerpo central llamado El Salón de la fiesta, decorado en 1652 con frescos de Domenico de Bruni. Puede albergar cómodamente un evento de 200 personas.
El Ático es una superficie diáfana de 600m2 con ventanas ovoidales y techo artesonado en madera, capaz de recibir a más de 500 personas. En el buen tiempo se puede contar con un elegante pórtico desde el que se puede disfrutar de unas estupendas vistas al jardín y la villa mientras se degusta la gastronomía veneciana.
Dejamos ‘tierra firme’ y volvemos a la ciudad de los canales. Una ruta cuyo peaje pagaron a diario durante siglos los cientos de barcos cargados de mercancías preciosas que venían desde Oriente.
De aquella Venecia orgullosa que comerciaba los bizantinos, con los turcos; de aquella ciudad independiente gobernada por el Dux, repartida luego a la fuerza entre Francia y Austria por Napoleón, y por fin unida al Reino de Italia a mediados del siglo XIX, queda aún todo el esplendor de sus piedras milenarias.
En el corazón de la ciudad y próximo a la plaza de San Marcos se encuentra uno de los más fascinantes complejos culturales de la ciudad lagunar: el Palazzo Querini Stampalia, sede de la Fundación que lleva su nombre y nacida en 1868 de la mano del último descendiente de la familia Querini Stamplia, el conde Giovanni, un hombre muy culto y polifacético, estudioso de temas tan diversos como anatomía o jurisprudencia.
El conde dispuso que todo su patrimonio fuese destinado a una fundación con una biblioteca que tuviese todas las comodidades para uso y disfrute del público general. Así pues, el palacio conserva íntegro el patrimonio de la familia veneciana y dispone de una biblioteca, un museo y otras salas para exposiciones temporales, encuentros, seminarios y eventos similares.
La biblioteca, de carácter general, tiene a disposición de público cerca de 340.000 volúmenes de los cuales 32.000 están directamente accesibles según la voluntad de su fundador. El resto se trata de manuscritos, incunables, atlas y mapas geográficos del archivo privado de la familia y solo disponibles para estudiosos e investigadores.
A través de una impresionante sala decorada con frescos y con música en directo de clavicémbalo, accedemos al museo de la fundación, en el que encontramos mobiliario neoclásico del Setecientos, vajillas y otros enseres de porcelana, esculturas, lámparas de cristal de Murano, más de 400 pinturas de los más famosos pintores venecianos desde los siglos XIV al XIX.
El Auditorio, del arquitecto Mario Botta, se encuentra en el corazón del edificio, pero dispone de entrada independiente, lo que le da total autonomía.
En la parte baja podemos encontrar algunos ejemplos de la arquitectura contemporánea veneciana: las salas restauradas por Carlo Scarpa en los años 60 desembocan en un típico canal veneciano y un sugerente jardín interior.
Está capacitado para acoger a 130 participantes y 5 oradores. Dispone de todas las nuevas tecnologías que se pueden manejar desde la mesa; para traducciones simultáneas cuenta con dos cabinas y posibilidad de videoconferencia, además de ser una sala con muy buena acústica. Completan los servicios la calidad y atención al detalle, que son los principios de esta fundación.
En el mismísimo canal Grande, a dos pasos de la Plaza de San Marcos y del afamado Puente de los Suspiros, con vistas a la Basílica de la Salud y de la Isla de San Giorgio, y justo al lado de Cà Giustinian, histórica sede de la Bienale, se levanta majestuoso el Hotel Mónaco & Gran Canal.
El palacio en donde se asienta el hotel, cuya propietaria era la noble familia Dandolo, acogió en 1638 el primer ‘Ridotto’ público, un lugar donde nobles y otro tipo de personas como aventureros, prostitutas o viajeros, se retiraban para gozar de los placeres del juego (está considerado como el primer casino), de las cortesanas, para las relaciones sociales y políticas. El mismo Giacomo Casanova lo consideraba el lugar ideal para sus conquistas.
El edificio pertenece ahora al grupo Benetton que reestructuró y organizó el espacio. Con la incorporación del antiguo teatro Ridotto ha aumentado la capacidad de recepción con 8 salas para congresos, incentivos y otros eventos.
No pasa desapercibido en la Isla de Giudecca un centro de congresos 5 estrellas, el hotel Molino Stucky Hilton, a pocos minutos del centro de Venecia.
Desde su apertura está considerado como uno de los polos congresuales más importantes y prestigiosos de Italia. Gracias a sus amplios espacios, esmerado servicio y óptima gestión en la relación con el cliente, ha obtenido el prestigioso premio ‘The Business Destinations Travel Awards 2010’, que concede anualmente la revista inglesa Business Destinations.
El edificio es un antiguo molino, de construcción tardía a finales del 1.800 por iniciativa del industrial Giovanni Stucky, un hombre que, al igual que su edifico, tampoco pasaba desapercibido con casi dos metros de altura y gran barba, inquieto e innovador.
El molino contaba, en su época, con tecnología de vanguardia que hacía que la actividad fuera intensa, dando trabajo a 1.500 operarios y contribuyendo de manera significativa al progreso económico de la ciudad.
Con la muerte de su propietario, fatalmente asesinado, y los conflictos mundiales de principios del siglo XX, el edificio conoció una fase de lenta actividad hasta su cese y clausura en 1955. En 2007 y después de su restauración, reabrió al público como lujoso hotel de 5 estrellas de la firma Hilton.
Su Centro de Congresos se distribuye en una superficie de 2.600 m2 y permite albergar los eventos más grandes, como la Venetian Ballroom, y acoger a 1.000 delegados. Este centro puede ser dividido en cinco salas insonorizadas y con acceso independiente.
Ofrece, además 14 salas de reuniones, un Business Centre y un Executive Boardroom, todo ello con el máximo confort y las altas tecnologías más avanzadas: alta velocidad en internet, WiFi en todas las salas, videoconferencia, videocámara, sistema de televisión de circuito cerrado, receptor satélite… Cuenta además con 379 habitaciones modernas pero que conservan el estilo particular de la estructura del antiguo molino.
Es importante destacar que dispone de servicio gratuito de transfer en barco y con buena frecuencia desde la misma puerta del hotel hasta el embarcadero del Gran Canal, en plena zona turística.
No podemos olvidarnos de otro lugar igualmente bello dentro del circuito congresual de la ciudad de Venecia, Ca’Sagredo. Un lujo para los amantes del arte, pues el palacio en sí es un auténtico museo. Un palacio cuyo propietario original fue la familia Morosini pero que fue adquirido al principios del XVIII por la noble familia Sagredo, que entonces vivía desde hacía siglos en el barrio de Santa Sofía.
Su fachada rosa sobre el Gran Canal da testimonio del origen bizantino del edificio. Las cinco salas destinadas a eventos están decoradas por pintores venecianos de mediados del XVII y XVIII. Para acceder a ellas hay que subir la impresionante escalera construida por Andrea Tirali y decorada con frescos de Longhi.
Culta, sabrosa, coqueta, sorprendente... Un viaje de negocios siempre se convierte en placer y disfrute en la ciudad de los canales, ‘La Sereníssima’, La Bella, Venecia.
Agradecimiento:
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19.02.2013 - 10:35
Todavía quedan en Venecia, aunque no lo parezca, rincones aislados del turismo masificado... A nosotros nos gusta perdernos cerca del antiguo gueto judío, el primero del mundo, o seguirle los pasos a Giacomo Casanova,otro de sus ciudadanos más conocidos! ;)