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Una escapada a Marsella en cualquier momento del año
EXPRESO - 23.12.2017
Situada al sureste de Francia, limitando con España e Italia y bañada por el mar Mediterráneo, se encuentra la región de Provence-Alpes-Côte d’Azur
Situada al sureste de Francia, limitando con España e Italia y bañada por el mar Mediterráneo, se encuentra la región de Provence-Alpes-Côte d’Azur. Marsella, su capital, es la ciudad más antigua de Francia, segunda en importancia y población, con aproximadamente un millón de habitantes en su área metropolitana, y una media de 5 millones de visitantes al año.
Quizás en su momento podía tener cierta fama de conflictiva pero, ya en los años 90 comenzó una profunda remodelación y, en la actualidad, ese pasado ha quedado atrás para convertirse en una ciudad vanguardista, bella e interesante, ideal para pasar unos días descubriendo todos los rincones que tiene que ofrecer.
Además, cuenta con un clima privilegiado lo que hace que se pueda visitar en cualquier época del año. Los veranos son bastante cálidos y secos y los inviernos suaves y húmedos. Primavera y otoño son ideales para turismo urbano, el verano es perfecto si se quiere disfrutar de sus playas y naturaleza y, según cuentan los marselleses, en Navidad se crea un ambiente muy especial por lo que resulta un buen destino si se quieren disfrutar las fiestas de una manera diferente.
El Vieux-Port es el más antiguo e icónico de los 14 puertos con los que cuenta la ciudad, con más de 3.500 puntos de amarre. Es el centro neurálgico de Marsella, ideal para pasear y disfrutar de los numerosos locales de ocio y restaurantes que se encuentran en los alrededores.
Caminando desde el puerto hacia el este se llega al casco antiguo, conocido como Le Panier. La mejor forma de conocerlo es perderse por sus calles estrechas y sus animadas plazas para ir descubriendo su ambiente multicultural y variado, su mezcla de arquitectura moderna con construcciones más antiguas. En cada rincón se pueden apreciar muestras y expresiones de arte callejero, pequeñas galerías y centros culturales, típicos cafés y tiendas pequeñas y tradicionales, así como algunos de los locales más modernos o los más alternativos.
Tanto Le Panier como el cercano 7eme arrondissement (distrito 7) son las mejores zonas para disfrutar de la noche marsellesa así como de la gastronomía local, principalmente a base de productos del mar. El plato más típico es la bouillabaisse, o bullabesa,un guiso de pescado que, antiguamente, era una humilde receta de los pescadores, pero, en la actualidad, es reconocido como una delicatessen para el que se seleccionan los mejores pescados y mariscos.
Un sitio ideal para degustar la cocina marsellesa es el restaurante La boite à sardine. Decorado con todo tipo de útiles y motivos marineros y ambientado como si se tratase de una antigua taberna de pescadores, ofrece una amplia carta de pescados, mariscos y otras recetas tradicionales, siempre con el mar como protagonista.
En el distrito 7 se encuentra también la panadería Four des Navettes, la más antigua de Marsella, donde se cocinan las navettes, dulces preparados de manera artesanal a base de harinas cuidadosamente seleccionadas y cocidas en un horno de leña desde 1781.
Situada a escasos metros está una de las principales tiendas del producto estrella de la ciudad, famoso en todo el mundo, el jabón de Marsella. Aquí se pueden adquirir jabones realizados con la receta tradicional, en pastillas o geles, así como otros que incluyen distintos perfumes o esencias, en diferentes colores y formas, y otros productos elaborados a partir de jabón.
Casi enfrente de ambos locales se sitúa la iglesia más antigua de la ciudad, la Abbaye de Saint-Victor (Abadía de San Víctor), construida en el siglo V cerca de la tumba de uno de los mártires de Marsella, San Víctor, de quien toma su nombre.
Sin embargo, si hay una construcción religiosa imprescindible es la Basílica Notre-Dame de Garde (Nuestra Señora de la Guarda). Situada en la colina de la Garde, a unos 150m de altitud, se puede divisar desde casi todos los rincones de Marsella. En el siglo XVI se construyó como un fuerte para defensa de la ciudad, al que posteriormente se fueron añadiendo varias capillas, lo que le confería tres diferentes usos: fortaleza militar, puesto de vigilancia y lugar de peregrinaje. En el siglo XIX, al quedarse pequeña para la cantidad de peregrinos que acudían al santuario, se construyó la actual basílica que consta de dos edificios: la iglesia baja o cripta, y la iglesia alta o santuario, dedicado a la Virgen María. En su interior también se encuentra el Museo de Arte Sacro, inaugurado en 2013, que ofrece un recorrido por la historia de la basílica.
Marsella también cuenta con una catedral, la Cathédrale Sainte-Marie-Majeure (Catedral de Santa María la Mayor), también conocida como “La Mayor”. Está situada en una gran explanada entre el Vieux-Port y el nuevo puerto comercial. De estilo románico-bizantino, fue construida en la segunda mitad del siglo XIX y catalogado como Monumento histórico de Francia desde principios del siglo XX.
Frente a la catedral, al lado del Vieux-Port y casi encima del mar, se encuentra el MUCEM, Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo. Fue construido por el prestigioso arquitecto Rudy Ricciotti e inaugurado en 2013, año en que Marsella fue Capital Europea de la Cultura. De estilo moderno, destaca por su exterior, una especie de estructura de hormigón especial que cambia de color en función de la luz, lo que le da un aspecto único. Es el más importante de los museos de Marsella, único museo nacional de Francia fuera de París y el primero dedicado a los pueblos y culturas del Mediterráneo, desde tiempos antiguos hasta la actualidad. Cuenta con varias salas de exposiciones, librería, auditorio y restaurante.
El museo está unido por medio de una pasarela de 130m sobre el mar al Fort Saint-Jean que, a su vez, también está conectado con el centro de Marsella por otra pasarela. Esta histórica fortaleza que preside la ciudad al borde del mar, fue construida por Luis XVI en el siglo XVII sobre otras fortificaciones antiguas con la idea de proteger la ciudad ante posibles ataques enemigos.
Pero si hay una fortaleza famosa en Marsella es el Chateau d’If, construida en el siglo XVI en una pequeña isla del archipiélago de Frioul, en la bahía de Marsella. En el siglo XVII se convirtió en prisión estatal y, entre sus reclusos más ilustres, se encontraba José Custodio Faria, en quien se inspiró Alejandro Dumas para su famosa novela “El Conde de Montecristo”. La fortificación se abrió al público a finales del siglo XIX y, hoy en día, es uno de los principales enclaves turísticos de Marsella.
El archipiélago de Frioul forma parte del Parque Nacional de Calanques, primer parque nacional de Europa periférico, marino y terrestre al mismo tiempo. Está compuesto por islas, cañones marinos y un impresionante macizo situado a lo largo de 25km repartidos entre los municipios de Marsella, Cassis y La Ciotat. Cuenta con una biodiversidad excepcional, albergando más de cien especies autóctonas y protegidas, tanto animales como vegetales. Es perfecto para disfrutar de la naturaleza al lado de la ciudad, si además de turismo urbano se quiere aprovechar la visita a Marsella para realizar deportes acuáticos como el submarinismo o el kayak, o para adentrarse en el macizo por algunas de sus rutas de senderismo y practicar la escalada por sus sinuosas montañas, o sumergirse en las cristalinas aguas del Mediterráneo en alguna de sus numerosas calas.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Marsella cuenta con un aeropuerto internacional situado a 27km de la ciudad, con servicio regular de tren y autobús para desplazarse hasta ella.
La mejor forma de viajar a Marsella es con la aerolínea Air Nostrum, que ofrece tres vuelos diarios desde Madrid, con conexiones con las principales ciudades españolas a través de Iberia, cuyos horarios están perfectamente coordinados para facilitar el tránsito entre vuelos. Sus precios son altamente competitivos, se puede facturar maleta o llevarla de mano, si bien éstas tendrán que ir en la bodega puesto que los aviones disponen de poco espacio en cabina. Los aviones cuentan con 100 plazas, amplias y cómodas, se ofrece una amplia carta de aperitivos y bebidas y el trato a bordo es exquisito.
Dónde dormir
Para alojarse durante la visita, el hotel Golden Tulip Villa Massalia resulta una opción más que recomendable. Este precioso hotel de 4 estrellas, está situado en el distrito 8 (8eme arrondissement), a unos 10 minutos del centro en autobús. Se encuentra en una localización privilegiada, detrás del hipódromo de Marsella, muy cerca del Parque Borély y a apenas 5 minutos caminando de la playa del Prado, con unas fabulosas vistas del mar mediterráneo.
El hotel tiene 10 años de antigüedad, tiene 140 habitaciones y suites de diferente categoría, con vistas a la calle o al hipódromo y mar, piscina (cerrada en invierno), sala de conferencias, un completo spa, bar y un amplio restaurante considerado de los mejores de Marsella.
Siempre garantiza el mejor precio a través de su página web y es habitual encontrar diferentes ofertas y paquetes para sus clientes. Durante el verano hay música en directo los jueves, para fin de año ofrecen habitación, cena y fiesta, un pack romántico para San Valentín, etc. Es recomendable consultar su web para descubrir las ofertas existentes en el momento de planificar el viaje.
Cómo moverse
Para llegar al parque se puede optar por coger un barco, que también funciona como transporte público desde abril a septiembre. Otra opción es alquilar un coche, si bien sólo se puede llegar a la base del macizo, pero muy cómodo si se planea visitar otras localidades cercanas. Sin embargo, para moverse por la ciudad, lo mejor es el transporte público, lo que evitará las incomodidades del tráfico y el aparcamiento.
Marsella cuenta con dos líneas de metro, tres de tranvía y una flota de unos 80 autobuses. Lo más cómodo y económico es hacerse con el City Pass, que da acceso a todos los transportes, incluido el barco, así como a la mayoría de los lugares turísticos. Se puede adquirir para 24 o 48 horas en la oficina de Turismo de Marsella, situada en Le Panier, o en algunas agencias turísticas o por Internet con anterioridad al viaje.
Texto y fotos: Ana García Iglesias
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