Un paseo por cinco lugares místicos de Chequia

EXPRESO - 10.08.2020

Concentración de energías, sensaciones inexplicables, lugares de peregrinación, gemas extraterrestres... el hilo conductor de esta nueva ruta por la República Checa te llevará a descubrir algunos de sus rincones más especiales.     

Símbolos humanos o inspirados en otras civilizaciones, gemas con poderes milagrosos, lugares que atraen cada año a miles de peregrinos, arquitectura basada en números mágicos...

Desde Turismo de la República Checa quieren demostrarnos que aún queda mucho por conocer.     

1. El Pastor Petrificado, un menhir que palpita  

Con el nombre del Pastor Petrificado (Kamenný pastýř) se conoce el menhir más grande de la República Checa. Erguido y solitario se yergue cerca de la población de Klobuky, al noroeste de Praga.

Su curioso nombre se debe a que, inicialmente, estaba rodeado de 12 megalitos más pequeños, por lo que parecía un rebaño de ovejas con su pastor.       

Aunque esta figura de piedra arenisca de tres metros y medio, y cinco toneladas de peso impone, lo que resulta aún más sorprendente es su capacidad de emitir impulsos energéticos con una frecuencia similar a la del corazón humano.

Sobre la energía que emite, para algunos positiva y para otros negativa (ya que incluso la responsabilizan de varios accidentes), también se han formulado diversas teorías.       Alrededor del menhir han surgido leyendas como aquella que indica que realmente es un pastor local petrificado debido a un castigo, o que la piedra se mueve un poquito más cada año, en dirección a la iglesia local, y que cuando llegue se acabará el mundo.      

Aunque la función de los menhires aún es objeto de estudio, la hipótesis más aceptada es aquella que los relaciona con la fecundidad, el culto fálico, la astronomía o con su función de neutralizadores de energía electromagnética.

2. Říp, una montaña de leyenda  

Seguimos esta ruta mística en la montaña Říp, un accidente geográfico muy particular donde se podría situar el punto exacto en el que comenzó la historia checa. Según narra la Crónica de Cosmas, en esta colina se asentaron los primeros eslavos que seguían a Čech, el padre de la nación y quien le dio nombre a la República Checa.         

Esta fértil zona ya era lugar de culto desde hacía más de mil años, según atestiguan los restos hallados de cerámica de época primitiva y medieval. Este monte con forma de campana, y coronado por el templo de San Jorge, ha sido y es un lugar importante de peregrinación.      

Si estás de viaje en Praga sólo debes tomar un tren hasta Roudnice nad Labem, ya que desde allí parte un sendero señalizado con color rojo, que conduce a la cima. Además de admirar unas vistas impresionantes y de dar un agradable paseo, también se puede practicar un poco de cicloturismo siguiendo alguno de los itinerarios.     

3. Monasterio y basílica de Velehrad  

El gran centro espiritual de la República Checa se encuentra en la Basílica del monasterio de Velehrad. Cada año acuden a este templo decenas de miles de peregrinos para conocer el punto donde se empezó a escribir la milenaria historia del cristianismo en el centro de Europa.              

Aunque este monasterio, situado junto a las montañas Chřibské hory, fue fundado en el siglo XIII su actual aspecto barroco se debe a la reforma acometida tras el incendio de 1681.

A su basílica llegan, sobre todo en julio con motivo de la Fiesta de San Cirilo y Metodio (los dos apóstoles eslavos que llegaron aquí en el año 863 para divulgar la fe), miles de personas que recorren a pie centenares de kilómetros por senderos que atraviesan Moravia del Este.

Aunque no seas creyente es imposible no sentir la energía que transmite este lugar, sobre todo cuando se unen en oración los fieles que han culminado su largo camino.     

Otras dos visitas de interés que se pueden hacer en la zona son el palacio de Buchlovice, una bonita residencia aristocrática barroca, y el castillo de Buchlov, envuelto en un cierto halo de misterio.        

4. Iglesia de San Juan Nepomuceno  

Inscrita en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, la iglesia de San Juan Nepomuceno es otro de los lugares de peregrinaje de la República Checa. Se levanta desde el siglo XVIII sobre un montículo cerca de la población morava de Zelená hora, y su arquitectura es, cuanto menos, sorprendente.        

El proyecto de este templo fue encargado al arquitecto Jan Blažej Santini, quien decidió diseñar una planta muy original en forma de estrella de cinco puntas. Pero el 5 no sólo aparece ahí, sino que también está presente en el número de puertas, capillas y altares. E, incluso, se pueden contar 5 estrellas en el altar Mayor.

Esta cifra se relaciona con una leyenda vinculada a la vida de San Juan Nepomuceno, que señala que cuando el santo se negó a revelar al rey Wenceslao la confesión de su esposa, éste lo hizo arrojar por el Puente de Carlos de Praga. Justo cuando su cuerpo salió a flote aparecieron 5 estrellas en el cielo para indicar el lugar de su martirio.    

El templo y el espacio que lo circunda está repleto de símbolos místicos, además de los mencionados. Todos los meses, el día 16, tiene lugar la Noche de Nicodemo. Ese día se abre la iglesia al público a las 20 horas para recibir a quienes desean meditar, confesarse o, simplemente, buscan un rato de calma.     

5. Castillo Vranov nad Dyjí  

Sería imperdonable abandonar un país como Chequia sin pasear por los jardines o fantasear en el interior de alguno de sus centenares de castillos.

En este itinerario nos detendremos en el de Vranov nad Dyjí. Este castillo encaramado en una colina rocosa fue construido en el siglo XII, aunque debido a un devastador incendio hoy día disfrutamos de una imagen mucho más romántica y barroca, propia del siglo XVII, que fue el momento de su reconstrucción.         

Desde su creación, esta propiedad ha pasado por varios linajes, los cuales han ido aportando su propio concepto arquitectónico y decorativo. La etapa que más nos interesa en esta ruta es la que corresponde al conde Stanislav Minszek, miembro activo de una logia masónica en Polonia.

Este fue el responsable, en el siglo XIX, de la colocación de grandes pinturas murales en el ala occidental, inspiradas en la alquimia y en un concepto filosófico místico de la vida. Exteriormente, sus gustos fueron tenidos en cuenta en las fachadas de los establos y caballerizas, y, también, en los iconos repartidos en el parque del castillo en forma de cruces y obeliscos.      

Quienes visitan el lugar aseguran que la combinación del río Dyje, las rocas, los bosques, el castillo e, incluso el majestuoso cielo generan una poderosa energía, más allá de lo meramente científico o explicable.     

Expreso. Redacción. J.R

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