Propuesta de Competur para una activación económica sostenida y sostenible

EXPRESO - 22.04.2023

En el marco del Foro Urbano Mundial de 2022, se hizo público el Informe Mundial de las Ciudades de ONU-Hábitat.

En él, se apuntó una de las pocas tendencias que todavía aúna tanto a los países en vías de desarrollo como a las economías ya consolidadas: el crecimiento progresivo de la población urbana que en 2050 representará a dos de cada tres habitantes en el planeta.

Por ello, es necesario que el debate sobre la configuración de las ciudades ocupe también, progresivamente, más espacio en la conversación pública.

En este sentido, el impacto del Covid-19 ha acelerado, como con otros tantos asuntos, los debates centrados en el futuro de las ciudades, vinculados a los efectos de la densidad de población, a la intensidad en el uso de determinados servicios, públicos y privados, y a otras discusiones ya más asentados, como la movilidad.

Y es que, mientras las instituciones públicas intentaban lidiar con los planes de emergencia y las medidas a corto plazo, se estableció un debate largoplacista sobre qué transformaciones son necesarias y cómo serían las ciudades del futuro.

La actividad en torno a nuestras ciudades es el principal motor económico de nuestro país, con el valor añadido que representan las relaciones de proximidad a la hora de generar confianza y cohesión social.

En suma, esta inercia provocada por la pandemia representa una oportunidad para poner fin a determinadas debilidades estructurales que condicionan el desarrollo de determinadas actividades económicas urbanas, limitando a su vez su impacto positivo sobre los ciudadanos.

Particularmente, en el caso del sector turístico y, en concreto, en el de sus tres principales derivadas (hotelería, restauración y ocio y cultura), estos retos son numerosos.

Con carácter general, se observa un distanciamiento entre el plano económico y el social, que avanza en sentido opuesto a la máxima que debe guiar las relaciones de proximidad: el impulso económico conlleva, siempre, una dimensión de carácter social.

Una situación que no deja de ser paradójica dado que, seguramente, sea la actividad socioeconómica que mejor representa la principal característica sociocultural de los españoles, su vis social, que se traduce en unos índices de ocio fuera del hogar y de socialización en grupo entre los más altos de Europa. Una forma de entender la vida que, además de edificarnos como sociedad, también edifica nuestro tejido productivo.

En definitiva, la recuperación económica constituye una oportunidad única para la transformación del tejido productivo y del diseño de nuestras ciudades.

Desde COMPETUR, la alianza por un turismo más competitivo, presentaron Ciudades Vivas, una propuesta de medidas para la activación de la vida en las ciudades a través del impulso de la competitividad del sector turístico y la identificación de las medidas que las administraciones públicas pueden llevar a cabo para contribuir a su mejora.

El turismo como vehículo para la mejora de las ciudades españolas

La relevancia del sector turístico para España es mayúscula: en 2022 aportó el 61% del crecimiento del PIB española en el último año y un 1,4% más al PIB que en 2019.

Además, recibió 71,6 millones de turistas internacionales, que realizaron un gasto de 87.061 millones. Estos datos se acercan a los del 2019, año en el que el turismo se convirtió en el sector que más riqueza aporta a la economía española.

Esta inyección de dinero cuenta además con una particularidad: la actividad del sector tiene un impacto específico en el flujo circular de la renta, dado que afecta directamente al incremento del consumo y, por tanto, a la rentabilidad, permitiendo incrementar el número de empresas y su salud financiera. Algo que, en suma, se traduce en un mayor nivel de renta para las familias, que se convierte a su vez de nuevo en mayor consumo y mayor inversión.

El turismo también es un generador de externalidades positivas: crea incentivos para el mantenimiento de la tradición arquitectónica, la construcción de mejores medios de transporte, políticas más intensivas de seguridad pública, una preocupación por la limpieza e imagen de los espacios públicos, entre otros.

Ejemplo de ello es el hecho de que el turismo urbano se reconoce como un factor contribuidor a la consecución del undécimo Objetivo de Desarrollo Sostenible: ‘lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles’.

Esta visión del turismo como una fuente no solo de beneficios directos para las empresas del sector sino, también, de externalidades positivas, es compartida por muchos ciudadanos residentes en ciudades turísticas.

El sector genera impactos positivos en muchos otros, como alimentación (actividades agropecuarias, transporte y distribución), construcción, textil y cultura.

También los genera de forma directa: existen actividades íntimamente ligadas al turismo como la hostelería, cuyo tejido empresarial está compuesto principalmente por PYMEs. Precisamente por ello, su aportación al mercado laboral también es determinante.

El estudio incluye una encuesta a 12.000 personas residentes en ciudades turísticas. De entre las personas que consideran que deben tomarse medidas para la gestión del turismo, el 72% considera que deben mejorarse las infraestructuras e instalaciones como respuesta al turismo.

El 65% considera que deben tomarse medidas para asegurar que las comunidades locales se beneficien del turismo. El 50% considera que debe haber una comunicación de los turistas con las comunidades locales.

Este dato no indica un crecimiento de la generación de riqueza, sino que había sectores en 2019 que en 2022 no se han recuperado al ritmo que el turismo.

Expreso. Redacción. J.R

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