Enero, el mes de san Antón y los panecillos de crema

EXPRESO - 14.01.2013

Ana Bustabad Alonso, periodista

Además de dar nombre a los panecillos deliciosos de Cubero, me gusta san Antón porque es el patrón de los animales. Su imagen se reconoce fácilmente por el cerdo que lleva a sus pies, y siempre que lo veo me acuerdo de otro cochino ilustre, el ‘porquiño de san Antón’…

Enero llega cada año con ganas nuevas y costumbres renovadas. Es el mes de los buenos propósitos, que este año nos hemos propuesto incumplir a gustode la mágica fiesta de los Reyes Magos y de los carnavales más madrugadores. Pero el día más apetecible de todo el mes es el 17 de enero, festividad de san Antón.

panecillos

No sé qué tendrá san Antonio Abad, que cada año su fiesta inspira dulces tradicionales en muchos lugares del mundo. En la ciudad española de Valladolid, desde donde hacemos Expreso, no perdonamos nunca los bollitos de crema de almendra que hacen en Cubero, una de las mejores confiterías de la ciudad, y que se venden solo durante un par de semanas.
Además de dar nombre a estos panecillos deliciosos, me gusta san Antón porque es el patrón de los animales. Su imagen se reconoce fácilmente en las iglesias porque es una talla de un anciano con un cerdo a sus pies.
Siempre que lo veo me acuerdo de otro cochino ilustre y entrañable, el ‘porquiño de san Antón’, que crían entre todos los vecinos en la localidad coruñesa de Espasante (Ortigueira), en la costa noroeste de España.
El ‘porquiño de san Antón’ se pasea libremente durante todo el año por las calles de este pueblecito marinero del norte de España, y recibe mimos, comida y golosinas de propios y extraños. Se le reconoce antes incluso de llegar, por el sonido del cencerro que lleva atado a su cuello.
Se siente tan querido que entra con confianza en las casas, hasta la cocina. Pero la pobre criatura no sabe que tras unos meses de buena vida será sorteado entre los vecinos y acabará en la olla, como todos. Mientras, vive feliz.
En los últimos años ha habido ocasiones en que la tradición ha estado a punto de romperse por desacuerdos entre los vecinos, quizá algún ortegano nos lea y pueda confirmar si sigue vigente. En el centro de Espasante, eso sí, hay un monumento de bronce dedicado al porquiño.
Que me desvío. Hablaba de san Antón -san Antonio Abad-. Nació en Egipto allá por el año 250, en una familia de campesinos adinerados. Su vida cambió cuando escuchó la palabra de Dios, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró al desierto, donde comenzó a llevar una vida de penitencia.
Leo en la Wikipedia que allí conoció a un anacoreta llamado Pablo a quien, según la leyenda, alimentaba diariamente un cuervo entregándole una hogaza de pan. Cuentan que el pájaro dio la bienvenida a Antonio con dos panes. A la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales.
cerdito
Se cuenta también que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos ciegos, suplicando ayuda. Antonio curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separaba de él y lo defendía de cualquier alimaña que se acercara.
Pero con el tiempo, las vueltas que da la historia, se extendió la idea de que el cerdo era un animal impuro, y comenzaron a representar a san Antón con un cochino a sus pies, simbolizando el dominio de la impureza.
Durante la Edad Media, cuando soltaban los animales, los ponían bajo el patrocinio del santo para que nadie se los apropiara, y así se fue forjando la leyenda.
Hoy sigue celebrándose su fiesta el 17 de enero, y en muchos lugares hay costumbre de bendecir a los animales a las puertas de las iglesias. (Desde aquí una petición a sus ‘amos’ para que no los disfracen ridículamente. Un poco de respeto a la dignidad animal, por favor).
No viene de ahora. Siglos atrás, cuando la economía estaba basada en la agricultura y la ganadería, ese día se bendecían los animales de carga y el ganado. Al atardecer se encendían lumbres en huertas, caseríos y montes, en todos aquellos lugares en los que había ganado y animales domésticos. Con el fuego se esperaba ahuyentar a las enfermedades y las plagas del rebaño.
Hay muchas fiestas este día de san Antón. En algunas localidades de la Alpujarra granadina todavía se celebran ‘los chiscos’, hogueras alrededor de las cuales bailan, comen y charlan todos los vecinos y los que llegan de otros pueblos.
Antiguamente se tenía por tradición no uncir siquiera a los animales el 17 de enero. Tampoco se ataban. Se les daba fiesta, enviándolos libremente al monte para que se tomasen un día de descanso.
Propongo que a partir de ahora, además de las bendiciones, de los panecillos de crema y de tratar fenomenal a los animales –durante todo el año-, el día de san Antón demos rienda suelta al animal que todos llevamos dentro.
Fotos Espasante: Turismo de Ortigueira
espasante 

Comentarios

josé salgueiro (no verificado)

La última propuesta me parece un poco arriesgada

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