Los 10 colores de Jordania que no te puedes perder

EXPRESO - 13.06.2012

Rosa

Texto y fotos: Ana Bustabad Alonso
 
Del rosa de la arena del desierto al azul oscuro del Mar Rojo; del amarillo de los taxis de Amman al blanco de las sales del Mar Muerto; Jordania es un país de colores intensos y brillantes. Te descubrimos los más especiales, los 10 colores de Jordania que no puedes perderte:

Rosa. Gran parte de Jordania es desértica, pero ningún lugar te sorprenderá tanto como Wadi Rum, con sus inmensas formaciones de roca arenisca y arena en toda la gama del rosa. Recórrelo en camello o en jeep, y túmbate sobre la arena para sentir el calor que atrapa aún después de la puesta de sol.

Si quieres una experiencia diferente, quédate a dormir bajo las estrellas en un campamento beduino. Música y baile para despedir el día, y una buena comida cocinada a la manera tradicional, bajo la arena del desierto.

También Petra, el icono turístico del país, es de este color, por eso la llaman la ciudad rosada. 

 

Rojo. El rojo sobre blanco de la hata o kofia, el pañuelo tradicional jordano, es el color más típico del país. La utilizan los hombres para protegerse del sol, especialmente en el sur del país, donde las temperaturas a mediodía son extremas.

Las encontrarás por toda Jordania, asegúrate de que son de algodón y bordadas, no pintadas, y que sus esquinas están rematadas con borlas blancas. Son las auténticas, y suelen llevar un sello que indica su origen jordano.

Nada que ver con las imitaciones que venden en los mercadillos de todo el mundo. No las confundas tampoco con las negras y blancas, procedentes de Palestina.

 

Anaranjado. El anaranjado de estos dulces de zanahoria y pistacho es solo una muestra de los coloridos y delicados postres con los que los jordanos finalizan cualquier comida.

La mayor parte están recubiertos de un almíbar elaborado con agua, azúcar y zumo de limón, que hierven largamente para dar brillo y dulzor. Las mujeres jordanas utilizan una mezcla más espesa de los mismos ingredientes como depilatorio natural.

Para potenciar su sabor, disfrútalos acompañados de café con cardamomo o té a la menta. Y no te pierdas tampoco el anaranjado de los albaricoques, de las naranjas… En Jordania las frutas saben a fruta.

 

Amarillo. El amarillo es el color de los taxis de Amman, la capital. Todos llevan taxímetro, pero suele estropearse misteriosamente cuando el cliente es extranjero, así que lo mejor es negociar un precio. Una carrera en la ciudad no suele superar los cinco dinares jordanos, poco más de cinco euros.

Si quieres callejear por la zona más animada de la ciudad, pide al taxista que te lleve al centro –downtown-, verás miles de tiendas de ropa, comida, objetos decorativos a muy buenos precios, y podrás tomarte un té con una sisha en cualquiera de sus cafés tradicionales.

Si prefieres una visita más cultural, coge un taxi hasta la antigua Ciudadela, en la parte alta, desde donde tendrás una de las mejores vistas de Amman.

 

Verde. De un verde refrescante son los árboles de la pimienta, una de las especias más apreciadas en la comida jordana, fuertemente condimentada, que también utiliza ajo, hierbas y otros aliños naturales para potenciar el sabor.

También verde es el color de las uvas blancas que comienzan a cosecharse desde junio, porque aquí el verano llega mucho antes que a otros lugares.

A pesar de ser un país musulmán, Jordania ha comenzado en los últimos años a producir vinos, especialmente en la región de Zarca, al norte. Aunque la mayor parte de la producción se destina a elaborar Arak, una bebida dulce que suele ofrecerse como bienvenida y tiene toques de anís y comino.

Azul. El golfo de Aqaba, en el sur del país, es la única salida de Jordania al mar, más de veinte kilómetros de costa fronteriza entre Israel y Arabia Saudí, con la orilla egipcia justo enfrente. A pesar del nombre de este Mar, Rojo, aquí las aguas tienen un precioso color azul.

No te pierdas un paseo en barco por la bahía, puedes hacerlo a bordo de un navío antiguo, o en un barco con fondo de cristal. Te impresionará la cantidad de pececillos y corales que se ven a simple vista.

Este azul es perfecto para practicar buceo, snorkel, o simplemente disfrutar de un día de descanso en alguno de los nuevos hoteles y clubes de playa que se asoman al mar.

 

Piedra. En Ammán, como en la mayoría de los pueblos y ciudades de Jordania, las construcciones se mimetizan con los tonos arenosos del terreno. Es el color de la piedra caliza, la misma que utilizaron los romanos para levantar la ciudad de Jerash, una de las mejor conservadas del mundo.

Las casas suelen ser bajas en todo el país, de dos o tres alturas, y con los pilares de hormigón armado saliendo abruptamente de la azotea hacia el cielo. Responden a la costumbre de que cada hijo varón que se casa construye su vivienda sobre la de sus padres.

El pueblo jordano es profundamente familiar, y muy hospitalario, virtud que te sorprenderá aún más que el resto de cosas maravillosas que ofrece el país.

 

Fucsia. El buen clima de todo el país hace que las buganvillas sean un adorno perenne que crece en cualquier rincón. Las más espectaculares son las de color fucsia, pero las hay amarillas, blancas, anaranjadas, rosas, rojas…

También son de color fucsia las adelfas que jalonan la subida al monasterio de Petra, una de las rutas más espléndidas de la ciudad nabatea.

No son las únicas flores que abundan en Jordania. Camino del norte, desde Amman hacia la frontera con Siria, verás a la orilla de la carretera cantidad de viveros de flores y plantas, y puestos improvisados donde comprar fruta recién recolectada: uvas, higos, melones, albaricoques…

 

Blanco. Aquí el blanco, el de la sal del Mar Muerto, no significa mezcla de colores, sino de sensaciones. La ausencia de gravedad que sientes al flotar sin esfuerzo, el regusto picante de estas aguas con un 33% de concentración de sales - ten cuidado no te entre en los ojos-, y la suavidad que deja en la piel tras el baño.

No te pierdas un tratamiento de fangos, dicen que una semana aquí equivale a años de tratamientos cosméticos. Lo mejor, que puedes llevarte a casa sales y muchos otros productos elaborados con ellas.

Este lugar, el más bajo de toda la Tierra con 421 metros menos que el nivel del mar, recibe sus aguas del río Jordán, y desprende una energía especial. Si no puedes quedarte a dormir, los mejores hoteles suelen ofrecer también paquetes de día que incluyen la comida y el acceso a la playa.

 

Oliváceo. Cualquier comida jordana comienza con un sinfín de platillos que llaman mezze, aperitivos de hummus, berenjena, ensaladas frescas, salsas de yogur, y las inevitables aceitunas, intensamente sabrosas.

Se cultivan en el norte del país, cerca de las ciudades de Jarash y Ajlün, donde crecen más de dos millones de olivos, algunos de 2.000 años de antigüedad.

Con ellas se elabora un aceite buenísimo, de sabor fuerte con toques de manzana y almendra. Aunque la mayor parte del aceite se utiliza para la exportación, lo encontrarás aderezando muchos de los platos tradicionales.

 

En la web de Turismo de Jordania encontrarás muchas más ideas y toda la información práctica para disfrutar de estos diez colores que perfilan un país seguro, amable y sorprendente. 

Comentarios