Parador de Vilalba, dormir en una torre medieval camino de Santiago

EXPRESO - 13.04.2014

Texto y fotos: Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso Érase una vez un castillo imponente que dominaba Villalba –Vilalba, en gallego-, villa lucense de buen comer camino de Compostela

Texto y fotos: Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso

Érase una vez un castillo imponente que dominaba Villalba –Vilalba, en gallego-, villa lucense de buen comer camino de Compostela. Las revueltas Irmandiñas del siglo XV dejaron solo una torre, la de los Andrade, que sobrevive hoy convertida en el Parador más coqueto de esta red de alojamientos de España.

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En su interior seis cuartos, los más especiales del hotel, y un salón con chimenea. El resto se acomoda en el edificio contiguo, cubierto de pizarra como los demás tejados de la villa. Entre ambos, un jardín pequeño con terraza para el buen tiempo, que en Galicia es más abundante de lo que cuentan.
Asomados a la ventana ojival de la 301, la ‘habitación del Cardenal’, oteamos las dos salidas hacia Santiago que tiene la villa; la de As Roxeiras, atravesando la judería, y la del barrio de los herreros. Los antiguos moradores de la torre de los Andrade veían ya partir a los peregrinos hacia el Apóstol.
Quienes aquí se alojan reciben la leyenda de esta habitación única, que no vamos a desvelarles, escrita en un pergamino que traslada al huésped a tiempos remotos. Hay que leerla despacio, en los bancos pétreos de su ‘parladoiro’, que invitan al recogimiento y a la imaginación.
Y, en la parte más baja de la torre, los fogones deliciosos de Marcos Domínguez, un chef que presume de gallego. Se nota en el punto perfecto de los berberechos al vapor, de sus tostas con queso San Simón da Costa, en el pulpo á feira, los croquetones de jamón o las filloas. Comer o cenar en el Enxebre, gracias a su decoración, es una experiencia gastronómica con sabor a Medievo.
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Desde aquí, desde la campiña de la Terra Chá, se pueden descubrir mil rutas verdes, no solo hacia Santiago. Sin olvidarse de callejear por Vilalba, que se disfruta especialmente los días ‘de mercado’.
Lo mejor es preguntar en recepción, porque siempre sugieren planes interesantes, fuera y dentro del hotel, que organiza banquetes medievales, rutas cicloturísticas… Es un lugar magnífico para alojarse en ocasiones señaladas como Navidad o San Valentín, que preparan con todo lujo de detalles.
Rodeando al parador, los paisajes húmedos y agradables que conforman los ríos Magdalena y Ladra; las aguas termales del Alligal; y a tiro de piedra la muralla romana de Lugo, Patrimonio de la Humanidad, las Rías Altas gallegas o el final del Camino en Compostela. Este hotel, por cierto, tiene tarifas especiales para los peregrinos.
Cualquier viajero que conozca Paradores sabe que el personal de la cadena pública española pone en su trabajo mucho más que rapidez, eficacia, elegancia; pone corazón. Pero en el parador de Villalba se mima al huésped como en pocos.
Si tienen Twitter, anoten estas cuentas: @paradores @TheQuinval @LauraVerez @CarruselRusel @MarcosDhomin. Seguro que al marchar querrán darles las gracias.
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