Toulouse y Albi, dos ciudades de colores en Midi-Pyrénées

EXPRESO - 23.06.2012

Texto y fotos: Ana García Iglesias
Entre el Mediterráneo y el Atlántico, a dos horas de los Pirineos y a un paso de España, la región francesa de Midi-Pyrénées presume de ciudades de colores. Dos de ellas, de hecho, reciben el sobrenombre de ‘rosa’ y ‘roja’ debido al color del ladrillo predominante en sus edificios.
Son Toulouse, la segunda ciudad de Francia que más estudiantes universitarios acoge y cuna del autor de El Principito; y la pequeña Albi, con un impresionante conjunto monumental Patrimonio de la Humanidad, que vio nacer a Toulouse-Lautrec.
Toulouse, la ciudad rosa de Saint-Exupéry
Toulouse es una de las ciudades más sorprendentes de Francia. Capital de de Midi-Pyrénées la región más grande del país galo, es, además, la cuarta ciudad francesa en cuanto a número de habitantes, más de 900.000 en toda su área metropolitana.
Combinando historia y vanguardia a partes iguales, Toulouse quizás no enamore a primera vista, pero adentrándose en ella se van descubriendo sorpresas que acaban conquistando al viajero más exigente.
Toulouse es, además, punto de unión entre el Mediterráneo y el Atlántico gracias al Canal du Midi que une por vía fluvial estos dos grandes mares.
Fue inaugurado en 1681 por Pierre-Paul Riquet, y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996. Esta gran obra de ingeniería tuvo mucha importancia para el desarrollo del comercio al permitir el transporte fluvial a través del país, evitando rodear España.
Otro gran hito para las comunicaciones fue la creación de la Aéropostale, también nacida en Toulouse, que unía Francia con Sudamérica por vía aérea.
Pionera de los vuelos trasatlánticos y antecesora de la actual Air France, contaba entre sus pilotos con el famoso escritor Antoine de Saint-Exupéry, ilustre huésped del histórico hotel Le Grand Balcon, cuya suite sigue manteniendo la estética de la época.
Tras la Aéropostale llegaron otros acontecimientos importantes que han convertido a Toulouse en el segundo centro espacial del mundo y primer centro aeronáutico europeo. En 1969 el Concorde despegó por primera vez desde el aeropuerto de Toulouse-Blagnac y en 1972 le llegó el turno al primer Airbus.
Ambos aviones se pueden visitar gracias a Taxiway, que organiza visitas y tours por diferentes instalaciones aeronáuticas. Además, la empresa Touch and Go permite conocer, entre otros, los entresijos del funcionamiento del aeropuerto de Toulouse-Blagnac.
Por su parte, la Cité de l’Espace supone toda una inmersión en el universo. En este gran parque temático, único en Europa, niños y adultos pueden disfrutar de aventuras espaciales en su planetario, en la sala IMAX o en las réplicas de la estación MIR y otras naves.
Cuenta, además, con tres restaurantes donde disfrutar de la gastronomía tolosana o incluso organizar un evento especial.
El río Garona es otro de los lugares indispensables de Toulouse. Erigida a ambos lados de su cauce, sus riberas son perfectas para pasear o tumbarse al sol, si el tiempo acompaña.
Existen varias posibilidades para disfrutar más del río, como los distintos cruceros que lo recorren cada día. Las empresas Toulouse Croisières y Bateaux Toulousains ofrecen cruceros diurnos que pueden incluir comida, animación y otros servicios, tanto para particulares como para grupos.
Un recorrido por la historia de la ‘ciudad rosa’ debería comenzar en la Plaza del Capitolio, el centro neurálgico de la ciudad. Se trata de una gran plaza cuadrada, rodeada de edificios históricos, que suele estar muy transitada y donde incluso tienen lugar actividades para jóvenes o mercadillos al aire libre.
En ella se encuentra el Capitole, sede del ayuntamiento y del Teatro Nacional, cuya fachada neoclásica data del siglo XVIII y en cuyo interior destaca la ‘Sala de los Ilustres’, inspirada en la Galería Farnese de Roma.
Al otro lado de la plaza, bajo las Arcadas del Capitolio, se puede observar, desde 1997, una serie de 29 pinturas del autor Raymond Moretti que cuentan la historia de Toulouse y sus habitantes. En esta curiosa galerue no faltan las referencias a la aeronáutica, el rugby o el pastel, una de las plantas típicas de la región.
A pocos minutos andando se llega a uno de los monumentos importantes de Toulouse, la Basílica de Saint-Sernin. Está considerado uno de los edificios religiosos de estilo románico más grandes de Europa.
En ella está enterrado San Saturnino, primer obispo de Toulouse, y constituye uno de los puntos clave de la Vía Tolosana del Camino de Santiago, que comienza en Arles y se une al Camino Francés en la localidad navarra de Puente la Reina.
Otro de los monumentos imprescindibles es el Convento de los Jacobinos. Fue construido entre los siglos XIII y XIV por los Dominicos. De estilo gótico del Languedoc, es bastante diferente de otras construcciones religiosas, como lo demuestra el hecho de que el altar esté en la parte norte y no al este, como solía ser lo habitual.
Antiguamente estaba dividido en dos naves, una para los monjes y otra para los fieles. Durante la invasión de Napoleón en España, el edificio se utilizó como almacén y alojamiento para los soldados y su deterioro fue notable.
Actualmente está restaurado, con gran parte de sus pinturas originales al descubierto. Los rosetones también son los originales, sin embargo las vidrieras son de los años 70 del siglo XX.
Aquí descansan los restos de Santo Tomás de Aquino y en su festividad es la única ocasión en la que se celebra misa en el convento. Destaca, además, la última columna, llamada la ‘palmera de los jacobinos’, con 22 ramas, que se puede observar directamente mirando al techo o a través del espejo situado en la base.
Resulta muy agradable callejear por el centro histórico, repleto de placitas y callejuelas estrechas, la mayoría curvas para amortiguar los vientos meridionales que de vez en cuando se pasean por la ciudad y de los que se dice que tienen ciertos efectos sobre el comportamiento de las personas.
También se pueden encontrar varios patios de antiguas casas señoriales, cuyas torres indicaban el poderío de sus dueños: a mayor altura, más riqueza. Uno de los principales es el Palacete de Bernuy, actualmente sede del colegio Pierre de Fermat, que tiene la torre más alta de la ciudad.
Estas casas son privadas y no se puede acceder a ellas libremente. Sin embargo, la Oficina de Turismo de Toulouse tiene, entre su amplia oferta de visitas guiadas, una ruta por el casco histórico que incluye estos lugares, así como un sinfín de posibilidades para descubrir todos los rincones de la ciudad.
El Museo de Historia Natural también resulta una visita didáctica y divertida. Reabierto en 2008 tras 10 años de cierre por reformas, cuenta con una superficie de unos 3.000 m2 que albergan aproximadamente dos millones y medio de piezas pertenecientes a la paleontología y la prehistoria, unos 4.500 especímenes de pájaros, además de un gran jardín botánico.
En el vestíbulo principal reciben al visitante un esqueleto de quetzalcoatlus, el mayor reptil volador conocido, y un elefante de Asia naturalizado. A un lado, el restaurante Le Moaï, dirigido por el reputado chef tolosano Gérard Garrigues, que cuenta con una fantástica terraza con vistas a los jardines.
Para conocer más sobre la gastronomía de Toulouse, una buena idea es pasarse por el Mercado Victor Hugo, uno de los más prestigiosos de Francia. Abre todos los días por las mañanas, excepto los lunes, y en él hay todo tipo de puestos de comidas propias de la región.
La salchicha de Toulouse, el cassoulet, quesos, vinos y, por supuesto, el pato en todas sus variantes, se pueden encontrar en este mercado. Además, en el primer piso hay varios restaurantes donde degustar los productos provenientes de los puestos y otras comidas tradicionales.
Otro producto típico es la violeta de Toulouse. Son más de 80 las variedades de esta planta que se cultivan y conservan en los invernaderos municipales.
Se emplea para fabricar toda clase de productos, desde miel, mermelada y caramelos, hasta cosméticos, cremas y perfumes. Para conocer más sobre esta flor, el mejor lugar es la gabarra Maison de la Violette, situada sobre el Canal du Midi.
La oferta gastronómica de Toulouse es impresionante. En la ciudad hay más de 800 restaurantes, 5 de ellos poseedores de la estrella Michelín. En el centro, se pueden encontrar buenas opciones en las concurridas Place du Capitole, Place St. Georges o Place Wilson, que cuentan con un gran número de locales donde probar la comida tolosana.
Para disfrutar de la noche, quizá por su proximidad a España, o por la gran cantidad de estudiantes que viven aquí, Toulouse cuenta con infinidad de bares y pubs que abren hasta altas horas de la madrugada. La Place St. Pierre, la Rue des Blanchers o la Rue Gabriel Péri son algunas de las zonas de marcha más animadas de la ciudad.
La oferta de alojamiento también es abundante. Una buena opción es el Pullman Toulouse Centre, situado en el centro de la ciudad, a apenas 10 minutos caminando de la Place du Capitole. Este hotel de 5 estrellas de decoración minimalista cuenta con 125 habitaciones, un coqueto restaurante, bar lounge, gimnasio, espacio de negocios y todos los servicios propios de la cadena Pullman.
Albi, la ciudad roja de Toulouse-Lautrec
Antes de abandonar la región de Midi-Pyrénées hay que hacer una escapada a la cercana ciudad de Albi, cuna del famoso pintor Toulouse-Lautrec, a solo una hora de distancia hacia el noreste.
Si a Toulouse se la conoce como la ‘ciudad rosa’, Albi recibe el sobrenombre de ‘ciudad roja’, también debido al color, en este caso más rojizo, del ladrillo predominante en sus construcciones. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2010, Albi posee uno de los conjuntos monumentales de ladrillo más importantes del mundo.
Pasear por sus callejuelas estrechas y sus barrios coronados por torres y campanarios es como sumergirse en la Edad Media. Sin embargo, son dos los monumentos que destacan por encima de los demás: la Catedral de Santa Cecilia y el Palacio de la Berbie.
La Catedral de Santa Cecilia, obra maestra del gótico meridional, fue construida a lo largo de casi 200 años entre los siglos XIII y XV. Con sus 113 metros de largo por 35 de ancho, 40 de alto y un campanario de 78 metros de altura, es la catedral de ladrillo más grande del mundo. Pero si su exterior es impresionante, su interior es todavía más espectacular.
Además del órgano, de dimensiones enormes y gran sonoridad, y la clausura del coro, todo un encaje de esculturas talladas en piedra, lo más sorprendente son las pinturas que decoran el interior de la catedral. Los frescos de la bóveda, de un azul intenso, corresponden al Renacimiento y son contemporáneos a la Capilla Sixtina.
El Fresco del Juicio Final, considerado el mayor ‘último juicio’ de la Edad Media, es en cambio más cercano a la pintura flamenca de la época. Su composición se lee en tres registros: el cielo, la tierra y el infierno, y retrata, en impactantes pinturas, los siete pecados capitales.
El antiguo palacio episcopal, conocido como Palacio de la Berbie, núcleo de la Ciudad Episcopal de Albi, fue construido en el siglo XIII. Su arquitectura indica su uso defensivo, aunque también fue utilizado como palacio residencial. En la actualidad, es la sede del Museo Toulouse-Lautrec.
Este museo alberga la mayor colección del célebre pintor natural de la ciudad de Albi, más de 1000 obras del genial artista Henry de Toulouse-Lautrec, incluidos carteles, litografías, lienzos y dibujos y tras casi una década de remodelaciones, este año está espléndido.

  

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