Celestún, con la mirada puesta en los flamencos

EXPRESO - 24.07.2011

Texto y fotos: Dolores Vázquez Blanco

El dispar trío que forman flamencos rosados, cocodrilos y termitas son el principal atractivo, en cuanto a la fauna, de Celestún, un pequeño enclave situado en la península mexicana de Yucatán y Reserva de la Biosfera desde 1979, que ha optado por exponer a los turistas sus atractivos naturales y convertirse así en una excursión complementaria y casi obligada cuando se visita un área que tiene entre sus principales reclamos el legado del mundo maya.

Celestún, a unos 90 kilómetros al oeste de Mérida, la capital del estado, no pretende rivalizar con las opciones costeras, sino ofrecer una especie de parque temático centrado en el mundo de las aves. Cincuenta embarcaciones, con una media de seis plazas, son las encargadas de llevar a los turistas a ver los flamencos, unas aves que tienen en esta ría del Golfo de México su principal asentamiento desde noviembre a abril.

No es necesario hacer reserva previa. Las barcas se cogen en un pequeño muelle que cuenta con una cafetería y con tiendas que permiten adquirir pequeños recuerdos típicos, entre los que sobresalen los peluches de los flamencos. Entre 20.000 y 40.000 ejemplares de estas aves se pueden llegan a congregar en esta zona, para el disfrute de los visitantes y también de los cocodrilos, sus depredadores.

Los reptiles, de los que se pueden ver ejemplares de hasta cuatro metros de longitud, no cazan de día ahuyentados por el motor de las embarcaciones, pero sus ataques y la posibilidad de verlos han hecho que se promuevan recorridos nocturnos.

El brazo de mar, conocido como ría Esperanza, al que se llega tras un recorrido en lancha de unas 5 millas, es un buen banco para la pesca de camarones, cangrejos, róbalos o jureles. Aquí se pueden avistar otros 303 tipos de aves, desde garzas, a fragatas, cormoranes, halcones negros o martines pescadores, aunque sean los flamencos rosados los que atraen a mayor número de visitantes.

Además de las aves autóctonas y de las migratorias, que llegan cada año a pasar la temporada invernal, Celestún cuenta también con mamíferos, 234 especies entre los que destacan el ocelote, el jaguar, el tigrillo y el mono araña, en peligro de extinción, al igual que tres especies de tortugas marinas y dos de cocodrilo.

Como complemento a los avistamientos, los patrones finalizan el recorrido introduciéndose por un túnel entre manglares, en el que se ven impactantes nidos de termitas, para finalizar en el circuito del Ojo del Agua, que permite disfrutar del nacimiento de manantiales y bañarse en una poza de agua cristalina, que contrasta con la tonalidad turbia de la ría, causada por la alta tasa de azufre.

La ría de Celestún, con una longitud de 21 kilómetros, no es apta para el baño y los patrones se encargan de precisar que pese a la lámina de agua que hace pensar en una gran profundidad en esa zona, realmente eso no es así y no se puede nadar debido a la gran cantidad de fango acumulado que haría que nos enterrásemos entre 40 y 50 centímetros. 

Las aguas del estero son ideales, en cambio, para navegar en kayak. Si se sigue la lengua de mar hacia el sur se llega a la boca de mar, donde hay pequeñas playas solitarias y limpias, de arena fina y oleaje suave.

Existe la opción de realizar distintos recorridos por Celestún y también se ofertan visitas al manantial Baldiosera, donde se puede nadar, o al dormidero de los flamencos, denominado Tambor.

En la parte este se encuentra el rancho Real de Salinas, en otra época un área de extracción de sal; el bosque petrificado Tampelén y Punta Ninum, donde abundan tanto los camarones en miniatura como las almejas.

Como recomendación se remarca que es importante llevar repelente para los mosquitos y protección solar, aunque las barcas son cubiertas, lo que facilita la exposición directa al sol.

La playa de Celestún cuenta con restaurantes donde probar la gastronomía local, pero el tirón de este enclave natural tiene también su repercusión en los negocios hosteleros de sus proximidades.

Así, allí se abrió hace 16 años el Hotel Eco Paraíso, un establecimiento hotelero que apuesta por la sostenibilidad, con el destino de sus residuos orgánicos para el cómpost; el uso de energía solar para el calentamiento de las dos piscinas del recinto y que depura el agua que se consume.

En esta apuesta por la vida natural, se restringe el uso de Internet o de la señal del teléfono móvil a las zonas comunes, y las cabañas de los huéspedes no disponen de televisión, con el objetivo de fomentar la conexión con el medio y que los visitantes no tengan estímulos externos que los aparten del disfrute de cinco kilómetros de playa frente al Golfo de México.

Otras maravillas naturales de Yucatán

Si Celestún resulta una buena opción para un recorrido al aire libre, Yucatán ofrece también una amplia variedad de cuevas, unas 1.200, donde disfrutar de asumibles excursiones de espeleología. Los guías son los primeros en desmitificar estos espacios, asegurando que hay muchos y que las diferencias entre ellos no permiten hacer claramente una elección.

Una de las excursiones que se publicitan son las de las Cuevas de Loltún, situadas a 100 kilómetros al sur de Mérida por la carretera federal número 180, en dirección a Campeche.

Son unas de las más grandes de Yucatán y las que contienen restos arqueológicos de un periodo más amplio. Deben su nombre a la unión de vocablos mayas que significan flor y tierra y que se atribuyen a que en el interior existen dos columnas paralelas que tocándolas con fuerza se obtiene esos dos sonidos.

El espacio visitable es de 1.000 metros y es recomendable para todo tipo de público, aunque los guías adviertan de que los que no estén en buena forma no realicen el último tramo, debido a que se debe ascender una zona bastante empinada.

Además, se debe tener especial cuidado al andar en algunos tramos, que presentan el suelo muy resbaladizo.

Dentro del misticismo maya, se indica que las cuevas se visitaban en días especiales y en la de Loltún en su interior existen curiosas formaciones, que los lugareños han bautizado con nombres como la Catedral, la Galería del Cañón o la Mazorca de Maíz. También se puede ver la escultura de una cabeza olmeca, pinturas rupestres, petroglifos e incluso barricadas construidas por los mayas en lo que se denominó como Guerra de las castas.

Loltún cuenta en su interior con cisternas naturales, para recoger agua y se asegura que es un espacio que permite conocer la historia natural y cultural del área en un período que abarca los últimos 10.000 años. Los guías, que no dudan en compaginar los datos históricos con las leyendas de la gruta y divierten a los visitantes con juegos utilizando la ventilación de unas cuevas cuya imagen más fotografiada es una bóveda, en el tramo final, parcialmente derruida.

A unos 70 kilómetros de Loltún, en el municipio de Ticu y Oxkutzkab, se encuentra la antigua hacienda San Juan Bautista Tabi, situada en una zona catalogada desde 1994 como Área Natural Protegida por su valor histórico y cultural y su ecosistema de selva baja caducifolia.

Todavía en fase de restauración, se remarca que tiene un gran valor histórico y cultural y supone una apuesta por la restauración ecológica, teniendo en cuenta su pasado como área de producción ganadera y de azúcar.

El entorno de Tabi conserva vegetación nativa con especies endémicas, y se ha registrado fauna protegida como el búho cornudo, la salamandra yucateca o el tejón.

La suntuosa vivienda principal dispone de una discreta exposición que recoge la historia del lugar.

El área de la hacienda fue un asentamiento maya en la etapa precolombina y pasó por varios propietarios hasta que en el 1784 fue adquirida por extranjeros, aunque desde 1992 es patrimonio del Gobierno del estado de Yucatán y se encuentra inmersa dentro de los proyectos de desarrollo sostenible y fortalecimiento de la participación social del ANP.

 

Agradecimientos:

Turismo de México en España

Consejo de Promoción Turística de México

Secretaría de Fomento Turístico del Estado de Yucatán

Feria Turística del Mundo Maya

 

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