Recorre el lago más grande de Europa al timón de tu propio barco

EXPRESO - 10.11.2009

Texto y fotos: Ana Bustabad Alonso Cuando mi buen amigo y colega Faustino Castilla me propuso un viaje en barco por el Grande Lago de Alqueva, en el Alentejo portugués, dudé un momento si aceptar

Texto y fotos: Ana Bustabad Alonso

Cuando mi buen amigo y colega Faustino Castilla me propuso un viaje en barco por el Grande Lago de Alqueva, en el Alentejo portugués, dudé un momento si aceptar. No por la compañía, excelente de todo punto; ni por la región, una de las más atractivas y desconocidas de Portugal; sino porque me mareo a bordo de cualquier artilugio que navegue sobre el agua.
La duda duró sólo unos segundos. Al fin y al cabo, los atractivos que me esperaban eran muchos, y un crucero por un lago no puede balancearse tanto, pensé. Así que, cargada de pastillas para el mareo, y otros remedios caseros de dudosa eficacia (sin faltar la tirita en el ombligo), emprendí viaje en coche hacia Amieira Marina, un nuevo complejo de recreo a orillas del lago artificial más grande de Europa.
todo a punto en el embarcadero de Amieira Marina
Al llegar, la sorpresa fue mayúscula. No se trataba de un crucero al uso, con su patrón profesional y todo, sino de un recorrido de tres días a bordo de un barco-casa tripulado por nosotros mismos entre los ríos Guadiana y Degebe.
No me lo podía creer. Mis conocimientos marineros se reducen a distinguir babor de estribor, y los de mis compañeros no parecían ser mucho más extensos. Pero sí, tal y como prometían los folletos publicitarios de Amieira Marina, en sólo 40 minutos -aún nos sobraron un par de ellos- estábamos listos para emprender la aventura por el Grande Lago a bordo de una lustrosa embarcación blanca, de nombre ‘Estrela I’.
Sara Abreu, una de las fundadoras, nos asegura que prefiere a los navegantes novatos antes que a los lobos de mar. ‘Los que nunca han tenido contacto con los barcos suelen ser más prudentes. En cambio, quienes tienen experiencia se olvidan de ser cuidadosos. Una vez tuvimos un almirante de la Marina que chocó contra otro barco’.
Sara nos explica los fundamentos de manejo del barco
 
Desde fuera, el Estrela I parece enorme. Sus 10 metros de eslora se hacen interminables. Sin embargo, una vez a bordo, descubrimos que manejarla es muy fácil.
Viene equipada con un GPS que nos indica en todo momento la posición, un sonar que muestra la profundidad en cada punto, un gran mapa del lago y toda la información sobre las aldeas ribereñas.
Después de explicarnos las nociones teóricas básicas y responder con paciencia a nuestras preguntas, Sara nos invita a embarcar y hacemos la primera salida práctica.
Atracar, desatracar, y media vuelta alrededor del muelle. Eso es todo y, aunque parezca mentira, suficiente.
En estas aguas tranquilas ni siquiera es necesario un permiso o una licencia de navegación.
Delante de nosotros, el Grande Lago se extiende por el Alentejo más de 80 kilómetros, desde Portel hasta Elvas, donde continúa hasta llegar a territorio español, haciendo frontera con Extremadura. Nada menos que 250 Km2 a nuestra disposición, más de mil kilómetros de costa donde atracar a nuestras anchas.
Lo único que debemos hacer ahora para no perdernos ni encallar es navegar siguiendo las boyas que indican la ruta de mayor calado. Los diferentes recorridos están perfectamente señalizados y no hay error posible.
el Estrela I
Una vez que tenemos timón, GPS y sonar controlados, nos relajamos un poco y decidimos echar un vistazo a la que será nuestra casa durante los próximos días. A bordo descubrimos cinco ambientes diferentes.
El salón comedor-cocina, con una gran mesa para compartir tertulias, la ‘terraza’ de popa y la zona dedicada al descanso, con 4 camarotes dobles y sus correspondientes cuartos de baño. Sin olvidar la zona de proa, donde las chicas se ponen enseguida a tomar el sol, y el solarium de la parte superior del barco, la zona más tranquila.
A partir de aquí, las posibilidades son muchas. Amieira Marina ha colgado en Youtube un vídeo que ayuda a hacerse una idea de todas ellas, y en su propia web hay varios reportajes de TV sobre el proyecto.
La alarma del sonar nos avisa si la profundidad es inferior a tres metros, así que podemos navegar sin rumbo, atracar en cualquier rincón de la orilla para caminar, descubrir una a una las pequeñas aldeas costeras del lago, ocultas desde las carreteras principales, o simplemente echar el ancla en medio del lago y darnos un chapuzón.
el Grande Lago, todo nuestro
Como es nuestro primer día, y estamos deseando probar la gastronomía de la región, decidimos poner rumbo hacia Estrela. No hay prisa. De camino, a pocos minutos de Amieira Marina, paramos un momento en el Dolmen de la Presa de Barragem del Alqueva.
La embarcación tiene un volante con el que se conduce fácilmente, tanto desde el interior como desde la cubierta superior. La visibilidad es perfecta. Por fin, a unas dos horas y media de travesía navegando a la velocidad máxima a la que está limitada la embarcación, 10 Km/h, llegamos a Estrela.
Se trata de un pueblo pequeñito, no más de cuatro calles, con las casas pintadas de blanco y albero, donde parece haberse detenido el tiempo.
Pero, como en el resto de aldeas que visitaremos a orillas del Grande Lago, esconde su mejor gastronomía en un restaurante a la última, a modo de moderno santuario, digno cualquier ciudad portuguesa. El único que hay aquí está a poco más de 3 minutos andando desde el embarcadero, y lleva el nombre de Sabores de Estrela.
arroz con pato y bacalhau en el restaurante Sabores de Estrela
El hijo de su propietaria, Mª José Gudinho, nos cuenta que el sueño de su madre siempre fue tener restaurante propio. Hace tres años lo consiguió, y desde entonces lo regentan juntos.  El plato más solicitado es probablemente el bacalhau ‘Sabores da Estrela’, frito, con una especie de pisto y patata asada.
La cocina regional está presente con delicias como la ‘açorda de caçao’ (cazón), el ‘ensopado de borrego’ o las ‘migas com entrecosto’, sin olvidar la encharcada, un dulce alentejano elaborado a base de azúcar, canela y esos huevos que en Portugal tienen más color que en ninguna otra parte.
Entre los nuevos sabores, cuya carta cambia según la temporada, el arroz de pato ‘à cozinheira’, la ensalada Luviness, con fruta y gambas, la achiga (pescado de río) frita con migas de tomate, o el gazpacho alentejano con carapaus fritos.
selección de vinos en Sabores de Estrela
Personalmente, recomiendo probar los quesos. Por ejemplo, un queijo de cabra frito de entrante; o como postre, un queijo de serpa asado con mermelada y banana. Los más dulces no podrán resistirse a la estrela de chocolate, el requeijao con dulce de abóbora, o las farófias.
Además, el restaurante cuenta con una selección gourmet de vinos cuyas características vienen explicadas en la carta, para acertar con el maridaje perfecto. La decoración es elegante y sencilla, y la terraza se asoma relajada a una de las zonas más tranquilas del Grande Lago. No podía ser de otra manera.
canoas disponibles en Amieira MarinaDespués de comer volvemos a Amieira Marina, para probar el resto de actividades que ofrece el complejo. Hay mucho donde elegir.
Paseos en bicicleta, en canoa o kayak, rutas a caballo, navegación a vela, pesca deportiva, esquí acuático, o incluso wakeboard.
Próximamente habrá también un hotel, el próximo proyecto de la compañía.
Pero el día ha sido tan intenso que nos sentamos a charlar en la terraza del restaurante panorámico. Una botella de champagne y cientos de galletas saladas van cayendo al mismo ritmo que el sol desaparece lentamente en el agua.
Regresamos al barco-casa para compartir cena y risas en la cubierta de popa, que aprovecho para declarar zona de fumadores.
La noche está llenita de estrellas. Se van apagando las voces. Uno a uno, ocupamos los camarotes, mucho más confortables de lo que pudiera parecer, con una o dos camas y cuarto de baño de lo más coqueto.
 
SEGUNDO DÍA
Al día siguiente me despierta temprano la luz que entra por el ojo de buey. Aunque Amieira Marina tiene, justo al subir del embarcadero, una cafetería con terraza, decido acercarme al pequeño pueblo de Amieira, a 2 kilómetros, perteneciente al municipio de Portel.
Callejeando entre casitas blancas y buganvillas encuentro el café-snack O Bico, que abre desde primera hora. Está en una plaza pequeña, al final del pueblo, antes de llegar al cais (muelle). Además de un espresso, buenísimo como siempre en Portugal, no hay que marcharse sin pedirle a José Sanz Bico, su propietario, que prepare una tosta mista con pan de pueblo.
Le cuento a José que en Galicia, mi tierra, bico quiere decir ‘beso’, y se ríe a gusto. El desayuno se pasa entre charlas con algunos parroquianos madrugadores, que comentan que, hace apenas unos años, sólo se veían en el Grande Lago tres o cuatro barquitas.
Desde que se comenzó en 2002 el proyecto de Amieira Marina, con apoyo de entidades como Ayuntamiento de Portel, EDIA, Gestalqueva y la Comissão de Coordenaçao e Desenvolvimento da Regiao Alentejo, las cosas han cambiado.
Sin embargo, no demasiado. Ni el gobierno portugués ni los responsables regionales y municipales implicados parecen darse cuenta de las posibilidades del embalse como enclave turístico. Como casi siempre, las iniciativas privadas van muy por delante de los apoyos públicos.
Pregunto por un lugar para comer un buen pescado, por si decido volver a Amieira, y me recomiendan, aquí mismo, una típica ‘caldeirada de peixe de río’ en el restaurante O Aficionado, de Pedro Pimienta. Hoy no podrá ser, porque en un rato salimos de nuevo a navegar.
Faustino Castilla patroneando el Estrela I
Encuentro a mis compañeros de viaje desayunando en la terraza. Mientras terminan, aprovecho para un vistazo rápido a la tienda, que además de merchandising de Amieira Marina tiene productos de primera necesidad, delicatessen de la zona y artículos náuticos.
En la costa izquierda del gran río Guadiana, ya cerca de la frontera con España, encontramos Mourão. Coronado por un castillo y rodeado de terrenos fértiles donde crecen olivos, almendros y otros árboles de fruto que moldean el paisaje, se reconoce fácilmente por sus enormes chimeneas redondas de influencia árabe.
Esta vez no nos detenemos, pero anotamos en el cuaderno de bitácora que hemos de volver un tercer jueves de mes, cuando se celebra el mercadillo, para conocer sus productos regionales de artesanía, como las piezas de cerámica, o la cestería tradicional, de mimbre.
un paisaje silencioso y sin contaminación, a orillas del Grande Lago
Tras una barbacoa a bordo, continuamos camino de Monsaraz, uno de los lugares más interesantes del recorrido.
Muy cerca del embarcadero, antes de subir al pueblo, hacemos una parada en Horta da Moura, un complejo azul y blanco proyectado y decorado por Carlos Manuel de Moraes Palmeiro, que cuenta con hotel. Su restaurante cierra lunes y martes, y no tenemos reserva, así que continuamos hacia la fortaleza amurallada en busca de almuerzo.
Uno de los servicios más interesantes que ofrece Amieira Marina es el de transfer gratuito desde el embarcadero, si uno reserva mesa en alguno de los restaurantes ribereños con los que tiene acuerdo.
Además de la posibilidad de reservar directamente la embarcación, en la web de Amieira Marina está toda la información sobre la zona, las últimas ofertas y promociones, propuestas para reuniones de empresa, y hasta se puede navegar virtualmente.
subida a Monsaraz
Pueblo de trazado medieval, empedrado y dicen que castro fortificado en sus orígenes, lo cierto es que durante siglos el castillo de Monsaraz ha desempeñado el papel de centinela del Guadiana, vigilando la frontera con España. Por eso, desde aquí se disfruta una de las mejores vistas de toda la zona.
Subiendo hacia el castillo, a la derecha, antes de llegar a la segunda muralla, hay un segundo núcleo urbano donde se esconde el restaurante rústico Sabores de Monsaraz, una casita de mampostería que asoma al Grande Lago. Aquí la cocina, sencilla y deliciosa, está a cargo de Isabel Lucena.
Lo más rico con diferencia son los ‘ovos mexidos con farinheira’, un embutido de cerdo que se utiliza mucho en la zona. También hay que probar el queso alentejano, y su especialidad, las ‘migas gatas con bacalhau e coentros’. Para quienes no aborrecemos el cilantro, una alternativa es el ‘bacalhau dourado’, revuelto con huevos y patatas.
restaurante Sabores de Monsaraz
No se pueden dejar pasar tampoco los ‘medalhoes de porco’ y, de postre, un dulce conventual o la sericaia (un bollo alentejano del norte, a medio camino entre pao de ló y tarta de queso) con ameixas.
Monsaraz es un pueblo de cal y pizarra, de trazado irregular y suelo más irregular aún -abstenerse las amantes de los tacones- llenito de rincones para hacer fotos de esas que merecen puesto en el álbum.
Además de su patrimonio arquitectónico, reflejo de un pasado señorial, tiene el atractivo añadido de un sinfín de deliciosas tiendas de artesanía local, antigüedades; algunas incluso en las que se puden comprar objetos exóticos traídos de todos los rincones del mundo.
Callejeando se nos pasa la tarde, así que decidimos mantener el atraque y quedarnos a dormir aquí, en el embarcadero de Monsaraz.
calles blancas de Monsaraz, cada una es una postal en sí misma 
 
TERCER DÍA
El tercer día de nuestra aventura queremos probar algo nuevo. Hoy no nos apetece estar pendientes del timón y del GPS, así que nos decidimos por coger un pasaje de ida y vuelta hacia la Aldeia de la Luz.
Una de las ventajas del Grande Lago es que, además de alquilar un barco, también se puede utilizar el servicio regular de cruceros que tiene la empresa Gescruzeiros. Con una flota de tres barcos, todos con nombre de río, Alcarrache, Degebe y Guadiana. Ofrece diferentes itinerarios por la zona, y los billetes se compran en el propio muelle de Monsaraz, en el Museo de Arte Sacro, en Amieira Marina o en el restaurante Sabores da Estrela.
Además, los terceros domingos de cada mes hay un viaje internacional a Cheles, en España, que parte desde Monsaraz por la mañana y regresa después de comer. Y existe la posibilidad de organizar recorridos a medida.
el comandante Miguel Santos a los mandos del GuadianaEn el Guadiana, el más grande de los tres barcos de la empresa, caben unas 120 personas.
Miguel Santos, su comandante, que ha recorrido medio mundo para volver al lugar que más le gusta, nos descubre algunos secretos de la zona.
Incluso los de la noche, que a simple vista no parece muy animada.
‘Para salir a tomar unas copas lo mejor es acercarse a Reguenga, a 10 minutos de Amieira.
Para comprar, en cambio, os recomiendo Sao Pedro do Corval, y que vengáis a las fiestas de Amieira, en septiembre’.
La visita a la Nueva Aldeia da Luz revela fácilmente el impacto social que tuvo la construcción de la presa.
La nueva población, inaugurada en 2002, mantiene la misma distribución de calles y casas que la antigua, sumergida a menos de dos kilómetros de aquí, bajo las aguas del embalse del Alqueva.
Pero además, para que permanezca siempre en la memoria de sus gentes, se construyó un  museo que alberga una colección etnográfica de la Aldea, piezas arqueológicas y exposiciones temporales. Un buen momento para visitarla es el primer fin de semana de septiembre, cuando celebra la fiesta de Ntra. Sra. de la Luz.
desembarcando del Guadiana
Hay incluso una réplica de la Fuente Santa que había en la antigua aldea, de la que se decía que manaban aguas milagrosas.
Lo milagroso, a estas alturas, es decidirse a la primera por uno de los restaurantes de la zona. Casi todos son magníficos representantes de la gastronomía del Alentejo, y preparan especialidades locales como la caldeirada de pescado o el bizcocho ‘rançoso’.
Eso, sin olvidarnos del pan artesano de la comarca, el queso, la miel o las sabrosas aceitunas del Alentejo, que pueden encontrarse en cualquiera de las ‘Terras do Grande Lago’. Se llama así al todo el territorio que rodea a los valles del Guadiana y Degebe y sus afluentes.
sericaia con ameixas, postre típico del Alentejo
De vuelta al barco, algunos pasan el tiempo tomando el sol en proa, otros leyendo en la pequeña salita.
Nuestro yate tiene capacidad para ocho plazas, pero los hay de diferentes tamaños. Desde el Nicols Duo, perfecto para parejas, hasta los grandes Nicols para doce pasajeros.
Antes de que caiga la tarde regresamos a Amieira Marina, para cerrar nuestro viaje con una cena en el Restaurante Panorámico del complejo.
Es blanco, acristalado, con una enorme terraza rodeada de agua por todos lados. Impresionante desde aquí el atardecer.
un San Bernardo descansa en la subida al restaurante de Amieira Marina
Comienza la cena, iluminada por velas, y con cada plato, un vino diferente degustado de la mano de un catador profesional: ‘Uno de nuestros mejores caldos es el Espumante. ‘Hay que servirlo a unos 6ºC, para que al principio destaquen los sabores ácidos y, al ir calentándose, se puedan ir descubriendo el resto de matices’. Quien habla es Joaquín Benito, responsable de la producción de la bodega Monte do Limpo.
La explicación corresponde a una de las catas de vinos que acompañan los primeros sábados de cada mes a la cena en el Restaurante Panorámico de Amieira Marina. Luis, su director, las ha bautizado como ‘Enojantares’. Hoy, además, la música la pone el Grupo coral do Campinho, un pueblo cercano, que interpreta temas tradicionales de canto alentejano.
vinos de la bodega Monte do LimpoDel Monte do Limpo Reserva Branco, un vino que se hace joven en la boca pero soporta platos muy condimentados y ‘es probablemente el único vino portugués blanco que hace una fermentación totalmente maulática, provocada’, pasamos al Monte do Limpo 2005 Premium.
Todavía con el aroma a fruta roja muy madura y el sabor de 18 meses en barrica, sin colorantes ni aromas del que, según Benito, ‘es el mejor vino de la bodega’, enfilamos al embarcadero para pasar nuestra última noche en Amieira Marina.
Parece mentira. Hemos recorrido el lago artificial más grande de Europa al timón de nuestro propio barco. A solas, en el camarote, pienso cómo contar este viaje para transmitir la sensación de libertad que se tiene a bordo; el silencio del Grande Lago; el intenso azul de un cielo sin contaminación; los pequeños tesoros gastronómicos que esconden sus orillas…
La amabilidad de sus gentes no me preocupa saber contarla. Cualquiera que haya viajado alguna vez a Portugal la conoce de sobra. No sé, creo que puedo resumir todo con una palabra: volveré.
detalle de un campanario contra el cielo limpio de Monsaraz

Agradecimientos:

Faustino Castilla, director de la revista Viajes y Turismo

mapaCÓMO LLEGAR: 

En la web de Amieira Marina se explica con detalle cómo llegar hasta aquí en coche, reservando un tránsfer o incluso dónde se puede alquilar un automóvil.

Si se va en coche, a partir de la ciudad portuguesa de Evora o de la de Beja, hay que coger la IP2.

Al llegar a Portel, sin entrar en el pueblo, desviarse en dirección Alqueva-Moura por la N384.
Girar a la izquierda dirección a Amieira, al ver la indicación vía R255.
Una vez que se llega a la rotonda de Amieira hay que seguir las indicaciones ‘Acceso local’ y Amieira Marina.
 

 

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