Días de vino y ostras en la histórica región de Aquitania

EXPRESO - 09.08.2011

Texto y fotos: Sabela Cal Maceiras

Asomada al Atlántico, de clima suave durante todo el año, la región francesa de Aquitania ofrece, además de sus increíbles paisajes y su patrimonio arquitectónico, un viaje cultural a través del vino, la gastronomía y el turismo de una de las regiones vitivinícolas más importantes del mundo.

Aquitania sabe a ostras de Arcachon, a vinos del Médoc, a castillos que mantienen intacto el encanto medieval del suroeste francés. Fronteriza con el País Vasco español, a menos de tres horas de París y muy cerca de las principales estaciones de esquí de los Pirineos, está perfectamente comunicada por carretera, por tren, en barco o a través de sus aeropuertos internacionales. En la web de Turismo de Francia se explica cómo llegar.

Un paseo goloso por Burdeos

Su capital, Burdeos, es conocida mundialmente por la calidad de sus vinos y su gastronomía, pero también por su rico patrimonio arquitectónico del siglo XVIII. De hecho, desde el 28 de junio de 2007 es considerada Patrimonio Mundial de la Unesco. Está entre las cinco mayores metrópolis francesas, y posee el sector protegido más amplio después de París.

Burdeos es una ciudad de piedra, con calles llenas de encanto y numerosas plazas y parques floridos. La mejor forma de conocerla es caminando subiendo y bajando la mirada para descubrir sus barrios vivos y cosmopolitas, cada uno con su propia identidad.

Un paseo sabroso ha de incluir el Chartrons, el barrio histórico de los negociantes de vinos. Aquí está el Comité Interprofesional de los Vinos de Burdeos (CIVB) y la Escuela del vino.

Para probar los platos más típicos del Suroeste de Francia una buena opción es el restaurante La Tupina, en el corazón del barrio Saint-Michel. Los platos más elegantes de la ciudad, sin embargo, son los de Pascal Nibaudeau, el chef del restaurante Pressoir d’Argent del Regent Grand Hotel Bordeaux, un cinco estrellas que cuenta con estrella Michelin.

La oficina de turismo de Burdeos organiza diariamente visitas gastronómicaspor la ciudad. Una de las más apetecibles es el ‘paseo glotón’, que hace escala en varias de las tiendas emblemáticas Burdeos para disfrutar de los productos locales.

Si se dispone de tiempo suficiente, la oficina de turismo organiza a lo largo de todo el año excursiones guiadas a diferentes pueblos y viñedos bordeleses que incluyen degustaciones y almuerzos. Para dormir, dos buenas opciones son el Mercure Cité Mondiale, en el barrio de Chartrons, o el All Seasons Meriadeck en la avenida del General Larmitat.

Castillos y fortalezas medievales: St Emilion y Monbazillac

Aquitania es tierra de sabores, de tradiciones, de castillos y fortalezas. Una de las escapadas imprescindibles es la visita al pueblo medieval de Saint Emilion, al norte del valle de la Dordoña, a unos 35 km al noroeste de Burdeos.

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999, pasear por Saint-Emiliones sumergirse en plena Edad Media. Está erigido en una montaña rocosa con empinadas calles empedradas (se recomienda evitar los tacones), y rodeada de viñedos hasta donde se alcanza a ver. Su iglesia monolítica del siglo XI es la más grande de Europa, y su campanario, en lo alto del pueblo, domina todas las vistas.

La belleza del paisaje y la paz que se respira en esta zona nos puede ayudar a comprender que en el siglo VIII un monje Bretón llamado Emilion eligiese este enclave para retirarse lejos del mundo y establecerse en una ermita excavada en la roca.

Emilion evangelizó a la población local y junto con un grupo de monjes creó una gran ciudad monástica a la que los creyentes dieron el nombre de Saint-Emilion. Merece la pena empaparse de la fascinante historia del pueblo, desde sus orígenes hasta el presente, muy fácil con alguna de las visitas guiadas que organiza la Oficina de Turismo de Saint-Emilion.

Otro de los grandes atractivos de este pueblo son sus 200 km de galerías subterráneas excavadas en rocas de piedra caliza que se extienden bajo el pueblo y el viñedo, y de las que una parte está abierta al público.

Se trata de un antiguo cementerio subterráneo que hoy en día está acondicionado para albergar bodegas y como espacio museístico. Su temperatura constante e higrometría hacen de ellas un lugar sensacional para el vino.

Saint Emilion es una de las principales zonas de tintos de Burdeos, con su propia denominación de origen, pero es también conocido por sus macarons, un dulce elaborado a base de almendras, clara de huevo y azúcar cuya receta data de 1620, cuando las hermanas Ursulinas se asentaron en Saint-Emilion, y que ha ido pasando de generación en generación.

Para sumergirse en el mundo de la producción vinícola, la opción más atractiva es visitar las bodegas que, atendidas por sus dueños, abren sus puertas a los visitantes, en las que explican el proceso de elaboración del vino y obsequian a los visitantes con una copa.

La siguiente parada en esta ruta medieval es el castillo Grand Corbin Despagne. Una bodega con la que la familia Despagne ha estado ligada más de 500 años, aunque no es hasta el siglo XIX cuando empiezan a gestionarla. Desde ese momento han mantenido una reputación de calidad constante, y hoy día está entre los mejores de Saint Emilion.

El viaje puede continuar con una salida hacia el valle de la Dordoña, también llamado el país de los 1001 castillos. Una región repleta de castillos y fortalezas, donde el paso del tiempo parece haberse detenido.

En el corazón del viñedo de Monbazillac se alza el castillo de Monbazillac, construido a mediados del siglo XVI. Desde sus terrazas se puede disfrutar de unas espectaculares vistas del valle de la Dordoña. El castillo está abierto todo el año para visitas libres o guiadas, y al final de la visita se ofrece una degustación de su típico vino blanco dulce.

Un buen lugar para terminar el día es el hotel Les Relais des Vigiers, con una increíble cena en Les Fresques, el restaurante gastronómico del hotel. Porque esa es otra de las posibilidades que se pueden encontrar en la región de Aquitania, unir golf y naturaleza al turismo del vino y la gastronomía.

Les Relais des Vigiers está también en el valle de Dordoña, a menos de una hora de Burdeos. Este castillo del siglo XVI, transformado hoy en un hotel de 4 estrellas, fue reformado en 1992 manteniendo su estructura original. El castillo dispone de 87 habitaciones en los tres edificios, el chateau, las dependances y el Relais des Vigiers.

Está diseñado para entrar y perderse por sus diferentes estancias, y la cordialidad del equipo humano, que crea una atmósfera relajada y amigable, consigue que cuanto más tiempo se pase en él más difícil resulte abandonarlo.

Ostras en la bahía de Arcachon

En un viaje por Aquitania no puede faltar una escapada imprescindible hacia el Atlántico, para descubrir los sorprendentes paisajes de la bahía de Arcachon. El camino, de poco menos de una hora, se hace aún más corto tras una parada en el Café de l’Espérance de Bouliac, un pequeño pueblo en las alturas de Burdeos.

Arcachon es una ciudad de unos 20.000 habitantes que se multiplican por cuatro durante el verano. Es conocida por la belleza de sus playas, sus bosques de pinos, sus dunas, su puerto y sus magníficos restaurantes. De origen pesquero, ha ido creciendo gracias al turismo.

A mediados del siglo XIX fue el destino turístico escogido por la burguesía francesa, atraídos por sus aguas con características medicinales, y es también en esa época cuando el baño en el mar se empieza a convertir en una afición de verano. Todavía se conservan muchos de aquellos edificios, con vidrieras de colores, balcones adornados y ladrillo intrincado que dan a Arcachon su peculiar estilo señorial.

A 60 km el este de Burdeos, al sur de la bahía de Arcachón, se encuentra la duna del Pilat, también llamada duna de Pyla, en el bosque del parque natural de Gascoña. Sus más de 100 metros de altura la convierten en la duna más alta de Europa y una de las más espectaculares del mundo. El paisaje es sobrecogedor. Desde su altura se disfruta de una vista espectacular de la costa oceánica, la entrada de la bahía y, cuando el cielo está despejado, de la cordillera de los Pirineos.

Es una de las atracciones turísticas más importantes de Francia y el lugar más visitado de la región de Aquitania, cada año más de un millón de personas sube a la cima de la duna, bien a través de las escaleras de madera o, los más intrépidos, caminando sobre la arena. Su ladera oeste se extiende sobre 3 kilómetros de la costa, descendiendo suavemente hacia el océano, mientras que la cara interior se hunde casi en vertical en los bosques de Las Landas.

Tras almorzar en un buen restaurante, como Le Royal Moulleau, en el barrio de Moulleau, la ruta ha de continuar con una travesía desde la bahía hasta el pueblo de Cap Ferret, a bordo de los pequeños barcos típicos de la bahía, llamados les pinasses.

No puede faltar una cata de ostras con una copa de vino blanco, ya que la bahía de Arcachon es el mayor centro de nacimiento de ostras de Europa. Una charla con el ostreicultor desvela al viajero los secretos de este oficio, los cuidados y el tiempo, nada menos que cuatro años, que son necesarios para conseguir su excelente sabor.

Para dormir frente al mar, el Hotel de la Plage, asomado al océano Atlántico de Arcachon.

Los mejores tintos del Médoc

El Médoc es un triángulo de tierra de suaves ondulaciones que se extiende al norte y al oeste de Burdeos, descendiendo por la Gironda hasta el océano Atlántico. Es famoso por sus playas –la de Porge es la más cercana a Burdeos-, pero sobre todo porque en sus viñedos se elaboran algunos de los tintos más famosos de Francia: Margaux, Pauillac, Saint-Estèphe…

Muchos de las bodegas están abiertas para los visitantes, y tienen sus propios restaurantes. Este es el caso de Les Médocaines, cuatro mujeres que se han propuesto introducir una brisa de aire fresco en el mundo del turismo del vino. Son viticultoras y propietarias, y organizan talleres de vendimia y de descubrimiento de los vinos, lúdicos y pedagógicos.

Aquí se puede participar en los cuatro innovadores talleres que ofrecen a los turistas. La experiencia comienza entrenando el paladar con una cata de vinos en la que se aprende el proceso de mezcla en la creación del vino, se prueban las diferentes variedades de uvas del Médoc, una mezcla misteriosa y finalmente la mezcla final de las cuatro propietarias.

El segundo es un exquisito taller de vino y queso, con cuatro tipos diferentes de vinos y quesos para explorar sus combinaciones de sabor. El tercer taller conjuga belleza y vino, y el cuarto es un taller de vendimia, solo en temporada. Incluye una mañana de vendimia seguida de una comida típica y una visita a la sala de las cubas, donde se descubre el proceso de la creación del vino. El taller finaliza, como no podía ser de otra manera, con una cata de vino.

Otra opción para los amantes de los vinos es la Winery, un gran complejo que ofrece tanto a no iniciados como a especialistas un acercamiento diferente y personalizado a las catas.

Situado a 30 minutos de Burdeos, el primer sitio de enoturismo de Francia propone catas temáticas con viticultores, una biblioteca dedicada al vino, exposiciones, el restaurante Wy y una tienda con más de 16.000 caldos franceses y extranjeros. Un sitio contemporáneo y cultural que nada tiene que ver con las tradicionales bodegas de los chateaux.

En la Winery se puede, entre otras cosas, descubrir los vinos que mejor van a cada uno, en su exclusivo Wine Sign Event. La sesión comienza probando seis diferentes vinos y expresando los gustos a través de un panel electrónico. Esta información es después analizada para determinar cuál es el vino ideal de cada uno.

De aquí se sale con un libro de vinos personalizado y adaptado al gusto y presupuesto del viajero. Sin duda una gran ayuda para no perderse al elegir entre los 1001 vinos franceses y extranjeros de las más importantes regiones vinícolas que se pueden encontrar en la tienda.

También se puede tomar parte en las sesiones de cata con los viticultores o disfrutar de las originales combinaciones de comida y vino que ofrecen en el restaurante le WY. La Winery expone además sus tendencias culturales con una colección permanente de arte inaugurada en 2006 a la que se unen exposiciones temporales y una agenda cultual que incluye música, teatro, danza y otros espectáculos.

Asomada al Atlántico, de clima suave durante todo el año, la región francesa de Aquitania esconde muchos otros secretos sabrosos, como el oro negro de las trufas de Périgord, o el foie gras de Las Landas; necesita muchos viajes para saborear a fondo esta tierra del buen vivir.

Agradecimientos:

Atout France

Comité Régional de Turismo de Aquitania

Oficina de Turismo de Burdeos

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