De niño me regañaban porque pintaba las paredes, las puertas...

EXPRESO - 02.08.2018

Danilo Oliú Reyes, artista de Santiago de Cuba

"Desde niño me interesé por las artes, con los lápices hacía todo tipo de dibujos que se me ocurrieran; me regañaban porque pintaba las paredes, las puertas..."

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"Desde niño me interesé por las artes, con los lápices hacía todo tipo de dibujos que se me ocurrieran; me regañaban porque pintaba las paredes, las puertas..."

 

Nos encontramos con Danilo en el mercadillo que parece habitual en el acceso al Castillo de San Pedro de la Roca, más conocido como Castillo del Morro, en la bocana mismo de la bahía de Santiago. "Algunos profesores querían enfocarme al deporte, otros se interesaron por llevarme al arte y allí fue donde conseguí una plaza, en la Escuela de Artes. Estudié, me gradué, me hice profesor y también hacía mi vida profesional. Y, desde luego, nunca he podido apartarme del arte, escribo, pinto..., soy muy inquieto. Quedé huérfano muy pequeño y esa añoranza me mueve las manos para trabajar."

 

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Danilo nació en Santiago de Cuba y tenía 8 años cuando llegó la Revolución. Observamos una de las esculturas que ofrece, una pieza de madera de unos dos palmos de alto y, por el modo de explicarse, pensamos que quizás el hecho de haber perdido pronto a su madre haya influido en su fijación por la fuerza femenina y por la importancia de la maternidad en su obra. "... la maternidad tiene que ver con la naturaleza, esa fuente de creatividad... La veo capaz de florecer, de dar helechos, dar plantas que se dan en lo seco, que se dan en lo húmedo...; una resistencia total. La veo como una pieza que ayer yo vendí, que se llama 'la mujer es un tsunami', porque es como una ola... La mujer tiene esa potencia, es un ser fuerte. Es así como yo la veo."
 

 

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Se expresaba de este modo para definir una 'maternidad' esculpida en guayacán negro, una madera tan dura y resistente que se emplea para hacer barcos o para determinadas piezas de precisión en algunos instrumentos musicales. Para un europeo puede parecer exótica, pero en América, donde se le llama también guayaco o palo santo, es bien conocida. En Imías y San Antonio, en el Oriente cubano, se está empleando para reforestar. También tiene propiedades terapéuticas y, quemando ramitas y hojas, su humo "grasiento" ahuyenta cualquier tipo de mosquito, perdurando el efecto semanas.

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Nos interesamos por el control oficial sobre las obras de arte y por la utilidad que le proporciona este trabajo, habida cuenta de los precios asequibles que observamos. "Creo que está bien pagado. Pago mis impuestos y me da muy bien para ir viviendo y mantener a mi familia. Mi hijo Luís es ingeniero y ahora está haciendo un curso superior en la Habana. En cuanto a la regulación del arte, cuando son obras de un tamaño grande, las pinturas sobre todo, sí es bueno registrarlas. Llega un momento que van a decir 'usted es una persona importante, sus obras tienen que estar registradas'; y yo creo que eso es bueno."

 


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La Escuela de Artes Plásticas de Santiago de Cuba, donde se formó, lleva el nombre de José Joaquín Tejada desde 1945, después del fallecimiento del pintor, y, desde ese momento, pasa al Ministerio de Educación y aplica el mismo plan de estudios que la Academia de San Alejandro de la Habana. De su ideario anotamos: "Conjuga armónicamente una instrucción especializada con una intensa formación humanística". La realidad es que la mayoría de los artistas de vanguardia en la región oriental han pasado por esa Escuela.
 
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto

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