Mostrar La Habana (III): Mambí, ron y cruceiro

EXPRESO - 14.08.2012

Manolo Bustabad Rapa, periodista

Fue la primera sorpresa de la jornada. Veníamos de la Plaza Vieja hacia el museo del ron y allí, en Oficios con Churruca, nos topamos con el espléndido Mambí recién restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad para exponerlo al público…

Fue la primera sorpresa de la jornada. Veníamos de la Plaza Vieja hacia el museo del ron y allí, en Oficios con Churruca, nos topamos con el espléndido Mambí recién restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad para exponerlo al público.

Se trata de uno de los tres ejemplares construidos en los Estados Unidos en 1900 para los presidentes de las compañías ferroviarias de EEUU, México y Cuba. Éste llegó a la isla en 1912 y el Sr. Rubens lo puso a disposición del Presidente de la República. Por eso también se le conoce como coche presidencial.
Su estructura es de acero y su interior de maderas preciosas, cuenta con todos los servicios y un magnífico aprovechamiento del espacio. En su día, tenía instalación de luz de carburo y ventiladores con hielo seco.
Ya se oyeron tímidas voces de protesta por exhibirlo a la intemperie y en un lugar tan próximo al mar.
Y llegamos a la Avenida del puerto, donde, enfrente a la antigua Aduana, muy próximo a la Iglesia Ortodoxa Rusa y al hotel Armadores de Santander, se encuentra el Museo del Ron Havana Club.
En su interior se recrea todo el proceso de elaboración, desde la selección de la caña, su prensado en el trapiche y la fermentación del guarapo, con la que se consigue unos seis grados alcohólicos (melaza), a la destilación, para lograr la graduación final, que puede llegar a los cuarenta.
Toda la vida oyendo a los ‘expertos’ que no se debe mezclar los alcoholes de fermentación (vinos) con los de destilación (aguardientes) y aquí nos encontramos con un producto que pasa por los dos procedimientos. Curioso.
Bueno, el proceso se completa con la filtración, el añejamiento y las mezclas finales. Todo de la mano de los maestros roneros.
El museo se ubica en un amplio edificio que tiene además bar-restaurante, salas de exposición de pintura y espectáculos nocturnos recreando el ambiente de los años cincuenta.
Al lado está el conocido restaurante, actualmente especializado en comida criolla, Los Dos Hermanos, visitado hace casi un siglo por la bailarina Isadora Duncan.
Volvemos a la calle Oficios, que recorre la plaza de San Francisco, donde las calesas de la Oficina del Historiador esperan a los turistas.
Y, precisamente en esta calle, saliendo de la plaza, en la intersección con Lamparilla, nos damos de bruces con la segunda sorpresa (en realidad tercera), en forma de cruceiro gallego de siete metros y medio de alto.
Es un precioso ejemplar realizado por los canteros de Poio (Pontevedra), en piedra granítica Silvestre.
Su fuste salomónico se apoya sobre un dado octogonal ricamente tallado, que lleva en una de sus caras el escudo de Galicia.
Fue donado por esta región a través de su Presidente, a la sazón Sr. Fraga Iribarne.
Sobre esta magnífica pieza nos ilustra Concha Fontenla, profesora de Historia del Arte de Santiago de Compostela, en la revista Opus Habana (vol. IV, nº 3, 2000, Breviarios).
 
 
 
 
 
 
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