Pesca con tarraya y otras variables… De un viaje a Cuba (XI)

EXPRESO - 02.02.2012

Manolo Bustabad Rapa, periodista

Desde la arribada a la isla pensaba en la pesca como una de sus riquezas indiscutibles. Es lo que se espera de un país con tanta costa. Los primeros días escudriñaba la bahía de la Habana desde mi hotel tratando de descubrir alguna embarcación…

Desde la arribada a la isla pensaba en la pesca como una de sus riquezas indiscutibles. Es lo que se espera de un país con tanta costa.

Los primeros días escudriñaba la bahía de la Habana desde mi hotel, en primera línea del puerto, tratando de descubrir alguna embarcación perseguida por las aves o aparejada para la faena, pero sólo se movía la barca del pasaje hacia la Virgen de Regla, en la Habana Nueva, sorteando los mercantes en lastre fondeados frente a nosotros; o la que iba hacia Casablanca desde el otro lado del espigón. Pero ni rastro de pesqueros.
Algún pescador con caña y sedal, sí vimos. Y otros sólo con sedal y encaramados en cepas de hormigón, a modo de islotes artificiales, en postura casi circense.
En la carta de los restaurantes suele aparecer merluza pero, a la hora de la verdad, sólo hay emperador o salmón. Lo que sí abunda en los que visitamos es el camarón y, en muchos, la langosta.  
En nuestro periplo por las costas de Varadero avisté un par de pequeños yates, de aspecto turístico, pescando a la cacea.  Pero de pesca industrial, nada.
Una de esas tardes de relajante paseo por los arenales de cayo Libertad, me encontré con un joven que caminaba despacio, con una especie de red al hombro y sin quitar ojo de las olas próximas.
En la breve conversación, por la que me enteré de que el chico era hijo de un pescador, traté de saber algo más sobre el asunto. Su padre pesca a bordo de un pequeño barco y las capturas se entregan al Estado. Bueno, todo no. Se quedan algo para consumo propio…De todos modos estos días hay marejadilla y no salen a faenar.
Al día siguiente era un grupo de tres, gente joven también, con sus artes al hombro y la misma actitud observadora de las aguas. En este caso también la conversación se hizo más amplia y pude enterarme de su empeño.
Son pescadores de ‘lizas’ con ‘tarraya’. Vienen a pescar a esta Punta de Morlas, la más oriental de la península de Hicacos, porque en esta época las lizas vienen a las playas a desovar, durante tres lunas.
Cuando pregunto de donde vienen, me dicen que de los ríos. Deduzco que se refieren, en todo caso, a rías o estuarios con alta proporción de agua dulce; porque la liza, según el diccionario de la RAE, es el mújol, que es de agua salada. Hay otra acepción que se refiere, efectivamente a un determinado pez de río, pero su tamaño y forma no concuerdan con los aquí atrapados esta tarde, que sí parecían mújoles.
La atarraya o rayo, que también así se denomina, o red pollera (Bolivia), chili o red bolichera (Colombia), resallo (Argentina), tarrafa (Brasil), es una red arrojadiza, del grupo de los esparaveles, con un diámetro de apertura entre 2 y 4 metros y altura de 2 a 3. Se usa desde canoa o desde tierra, pero siempre en aguas poco profundas. Es arte de mucha paciencia para el que se precisa además buena vista y una gran habilidad y rapidez.
La aventura terminó con un gran lance y captura de dos machos por parte de Fidel Luis, que tuve la suerte de captar con mi Nikon en sus distintas fases de: oteo, lance, apertura y arrastre, que se aprecian nítidamente.
Sólo queda una incógnita: Cómo que dos machos. ¿No quedamos en que vienen a desovar? También para eso tienen respuesta: los machos vienen por delante, de avanzadilla, como para tantear el terreno. De momento, estos dos pasan a la cazuela para una degustación entre amigos.
Al margen de la anécdota, sumando a las impresiones ‘in situ’ los datos ‘on line’ (rebosantes de ofertas de pesca deportiva), llegamos a la conclusión de que la pesca en Cuba no se recuperó de los serios recortes sufridos al desintegrarse la URSS, con el desmantelamiento de su flota de altura. La industria del sector se reduce casi exclusivamente a la acuicultura.
De todos modos, los datos oficiales, eso sí, un poco atrasados, referidos al año1999, nos dicen que, de las 144.900 toneladas que movía, 80.000 eran de la acuicultura,  y correspondían al camarón 1.600. Estas cifras son muy distintas de las oficiales de la FAO, que, con datos de 2005, nos asegura que la acuicultura de agua dulce llega a las 16.700 t anuales y el camarón a las 1.900. En fin… lástima que no se aprovechen las enormes posibilidades del sector.
 
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