Las Merindades, en Burgos, un destino para disfrutar

EXPRESO - 08.08.2013

Una de las seis zonas que conforman el territorio de la Provincia de Burgos y que atesora en su recorrido historia, patrimonio, cultura, naturaleza y paisaje al alcance de todos

Medina_de_PomarUna de las seis zonas que conforman el territorio de la Provincia de Burgos y que atesora en su recorrido historia, patrimonio, cultura, naturaleza y paisaje al alcance de todos.

Así, para conocer la extensa provincia de Burgos, el viajero tendrá que enfundarse unas buenas botas que le permitan recorrer los más de 1.000 pueblos que la forman, ya que es un territorio para descubrir poco a poco.
Las Merindades es la zona más norteña de Burgos, que se caracteriza por la belleza de su verde paisaje, naturaleza en estado puro a la espera de ser descubierta; su historia que ha dejado su huella impresa como ocurre con los dólmenes de Huidobro, Busnela y Porquera de Butrón; o su patrimonio arquitectónico, que agrupa construcciones de la época romana y de la Baja Edad Media. 
Cientos de aldeas, pueblos y villas forman el territorio burgalés de Las Merindades. Una comarca rica en cultura, paisaje, patrimonio, mitología y muchas más cosas que el viajero tendrá que descubrir.
Se trata de un destino que ofrece una amplia posibilidad de actividades todo el año, pero que durante el período veraniego se multiplican gracias al buen tiempo y a las fiestas populares que invaden la agenda estival y que son un buen reclamo.  
Viajar hasta Las Merindades, a la Provincia de Burgos, es introducirse en uno de los territorios más hermosos y con mayor personalidad e historia de toda la provincia de Burgos. Ésta es la comarca burgalesa más norteña, definida por un paisaje de montañas verdes y angostas que lindan con el Cantábrico. De ahí ese clima húmedo que permite conservar todo un ecosistema donde flora y fauna conviven en perfecta armonía, así por ejemplo los entramados rocosos de Sierra Salvada, donde destaca el monumento natural del Monte de Santiago dominado por un frondoso hayedo que llega hasta un espectacular anfiteatro rocoso por el que, en épocas de deshielo o de fuertes lluvias, se precipita en una cascada de casi 300 metros de altura.
Y los Montes de la Peña, lugares perfectos para la cría de aves de montaña como el Buitre Leonado o el Águila Real, todo un anfiteatro natural tapizado por un frondoso bosque caducifolio donde predominan robles, hayas y quejigos.  
Aunque Las Merindades no sólo sorprenden y enamoran por su paisaje: la historia también ha dejado huellas muy marcadas y de las que hoy hace alarde esta comarca. Es el caso de los Dólmenes de Busnela, Porquera y Huidrobo, megalitos repartidos por todo el territorio de Las Merindades. También los romanos dejaron su herencia: es el caso de la calzada de Irús o el puente de Agüera; además de decenas de ermitas, iglesias y monasterios que aparecen dispersos por pueblos y parajes naturales.  
Es el caso de la Iglesia de estilo románico de San Pedro de Tejada, construida durante el segundo tercio del siglo XII. Esta es una de las mayores obras de importancia de este tipo de arte en la provincia de Burgos, destaca por su sencillez y elegancia de los relieves de la Ascensión y de la Última Cena. O la Ermita de San Pantaleón de Losa, consagrada en 1207 y a la que le rodean un puñado de misteriosas y esotéricas leyendas entre las que destaca la del Santo Grial, por lo que se le considera un templo templario.       
Pero hay mucho más patrimonio para descubrir, ya que Las Merindades concentran el mayor número de torres y castillos de toda la comarca, fortalezas que protegían los señoríos de los nobles durante la Baja Edad Media. Destacan algunos como el castillo de Los Velasco, en Espinosa de los Monteros, la torre de Berberana o la torre de Quintana de Valdivielso, entre otras.   
Uno de los vestigios históricos más destacados y de mayor reclamo que se conservan en Las Merindades es el complejo kárstico de Ojo Guareña. Un monumento natural de casi 100 kilómetros de extensión que, con el paso de los siglos, el hombre ha ido ‘decorando’ hasta conformar lo que hoy se conserva en su interior.
Es uno de los pocos lugares del mundo en donde se puede seguir con claridad la evolución de la religión desde el Paleolítico hasta nuestros días. Esta gran gruta está considerada como el conjunto de cuevas más extensas de la Península Ibérica y entre las diez mayores del mundo.   Y si el viajero se ha quedado maravillado por el paisaje, por su historia y por su patrimonio, ahora le toca enamorarse e impregnarse con sus pueblos y sus gentes.
Existen cuatro rutas con las que descubrir los cientos de pueblos, aldeas y villas de esta comarca:  Montija, Valle de Mena y Losa; otra que recorre toda la zona de Espinosa de los Monteros; una tercera que revela el territorio de Medina de Pomar y Villarcayo; y por último, una que desvela Valdivielso y Tobalina. 
Entre sus núcleos urbanos destacan cuatro villas, que atesoran una densa historia y un rico patrimonio artístico, como son Frías, un municipio medieval que se encuentra situado en la parte abrupta del cerro de La Muela y presidida por original castillo.
Si a esto le sumamos lo peculiar de sus casas colgadas, los restos de sus numerosos edificios religiosos y la huella de su judería encontramos el panorama perfecto para una escapada.  Para contemplar un paisaje fresco, alegre y siempre verde, nos trasladamos hasta Espinosa de los Monteros, una villa de carácter montañés con una arquitectura repleta de casonas y torres señoriales.
Cuenta la historia que de esta localidad son oriundos los legendarios Monteros Reales, los Guardias de la Cámara Real.
Continuamos el recorrido para llegar a Villarcayo, situado a orillas del río Nela; esta localidad es uno de los destinos idóneos para el verano donde, además, se pueden visitar las casonas solariegas de grandes escudos.   
Y no podíamos irnos de esta comarca de Las Merindades sin visitar Medina de Pomar, un municipio que se ha convertido en un interesante conjunto urbano para el viajero. La que fue capital de Las Merindades, abre sus centenarias puertas de la muralla para dejar ver sus calles de organización medieval que atesoran sólidos edificios, torres defensivas o iglesias románicas.
En definitiva, un destino para descubrir con los cinco sentidos y dejarse impregnar por su verde paisaje, sus historias y leyendas pero, sobre todo, de sus gentes.
Expreso. Redacción. A.F

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