Torrox, ruta de sol, vino y tilapia en la costa malagueña

EXPRESO - 22.04.2011

Texto y fotos: Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso

Originaria de las aguas del Nilo, sabrosa, resistente y, lo que es más importante para la conservación del ecosistema marítimo, vegetariana, la tilapia es un pez sorprendente que ha llegado a la Costa del Sol para quedarse en las albercas de agua dulce de Torrox.
 
Tradicionalmente agrícola, turístico a la fuerza de sus arenales kilométricos y su clima fantástico, hospitalario, sabroso, cuna del moro Almanzor, este municipio malagueño va a sumar pronto a sus atractivos el título de capital mundial de la tilapia.
Gracias a un proyecto de investigación que desarrollan conjuntamente el Aula del Mar y la Universidad de Málaga y al empuje de unos pocos visionarios torroxeños, la tilapia tiene todas las papeletas para convertirse en el sabor más característico de Torrox.
Ya existe una instalación de investigación y cría que ha promovido el Ayuntamiento y el siguiente paso es facilitar su cultivo a los agricultores de la zona.
Este proyecto, pionero en Europa, supondrá un importantísimo complemento para la economía del municipio. No es para menos, porque este pescado sólo tiene ventajas.
En crocante, con tomate, a la plancha, o con un simple aderezo de ajo, perejil y aceite, la tilapia es un bocado jugoso, sin apenas espinas, que sabe a mar, donde también puede vivir, y es número uno en ventas en países como Venezuela o Estados Unidos.
Pero este municipio acogedor, que aún conserva playas vírgenes en una de las franjas más codiciadas del litoral español, no sólo sabe a tilapia. También a migas con ensaladilla arriera; a vino rescatado de la tradición de Málaga, a aceite virgen, a verduras de la huerta, a nísperos y aguacates que maduran en sus bancales al calor del mejor clima de toda Europa.
Aquí no se puede venir a hacer el denostado turismo de las tres ‘P’ (paseo, pipas y playa), porque Torrox ofrece mucho más que una costa bonita y una buena gastronomía.
En plena Costa del Sol, en la comarca de la Axarquía malagueña, donde se asienta la segunda colonia alemana del país, Torrox mantiene aún el ritmo preciso que otorga calidad a la vida.
Cervezas con pincho a menos de un euro y medio; ensaladas frescas de habichuelas, tomates y lechugas recién cogidas en sus invernaderos, un paisaje tranquilo de casitas blancas desperdigadas por la sierra y una hospitalidad que no tiene precio.
A poco más de media hora por autovía desde el aeropuerto internacional de Málaga, a la altura de Vélez-Málaga se divisa por primera vez la punta de la Torrox costera.
Y es que en Torrox hay dos zonas bien diferenciadas: el pueblo originario, a tres kilómetros del Mediterráneo, en la parte alta del valle, y la línea de costa. Entre ambos, algunas urbanizaciones nuevas.
Entrando por la montaña se descubre enseguida su carácter agrícola, con una panorámica de invernaderos, pequeñas edificaciones encaladas y olivos que se van sustituyendo paulatinamente por cultivos tropicales, mucho más rentables.
Hoy la agricultura sigue siendo una parte muy importante de la economía de Torrox, junto con el turismo, mayoritariamente residencial. Precisamente esta escasez de hoteles ha traído hasta nuestros días una fortaleza sobre otros municipios de la Costa del Sol, playas intactas como la de Calaceite o el Peñoncillo, en la que sólo hay unos pocos chiringuitos.
 
Torrox Pueblo, callejeando por la cuna de Almanzor

Parece que el tiempo se hubiese detenido. El Pueblo de Torrox resplandece sobre los cultivos abancalados del valle con el blanco insultante de sus paredes encaladas.
Entrando por la calle Pontil, la rúa principal, desde la parte oriental del casco antiguo, el viajero se adentra enseguida en un entramado de calles estrechas que desvelan su origen morisco. Es la Ruta de Almanzor. Cuentan los historiadores que el que fue caudillo de Al-Andalus nació en el castillo alto de Torrox, allá por el año 938.
Bajando entre balcones de macetas con flores se llega a una plazoleta tranquila.
‘Los Caños eran un ensanchamiento de la calle, una especie de plazoleta con una monumental fuente de mármol de seis caños de agua de donde venía su nombre, que vertían a una enorme pileta, como un pesebre gigante igualmente de mármol…’ Javier Núñez (La caja de los hilos, 1998)
Así reza una de las placas de azulejo que cuentan la historia de Torrox. Sólo hace falta seguirlas para descubrir el Pueblo a través de su esencia milenaria.
A pocos metros, a la izquierda, una cuesta empinada esconde la entrada de la Bodega Medina y Toro, heredera de una tradición vitivinícola que ahora se recupera con calidad ecológica. Sin sulfitos, ni ácido tartárico, ni clarificantes de albúmina; libres de aditivos artificiales y productos químicos, ‘porque los buenos vinos se hacen en la viña, en la bodega no se tocan’.
Lo cuenta José Alberto Medina que, con sus padres, lleva once años elaborando vinos tintos, blancos, dulces y espumosos, con el fruto de tres hectáreas de viñedos atendidos con mimo, recolectados por lotes cuando cada racimo está a punto.
Con un par de botellas de vino Monteorégano en la mochila y un par de tragos refrescantes en el gaznate el camino te lleva sin querer hasta la plaza de San Roque, patrón de Torrox. Aquí se conserva su ermita neomudéjar, del siglo XVI, toda roja de color sangre.
Caminando por la calle Baja aparecen a ambos lados callejas curiosas, unas con escaleras, otras con arcos moriscos que descienden hacia la vega del río.
Un poco más adelante de la tetería Taifas, que abre sólo por las tardes, hay una parada imprescindible en el número 72. Es la antigua Casa de la Moneda, donde está ahora el Museo Miniatura de Torrox, con curiosas maquetas de Antonio Medina Bueno.
Gestionada por la asociación de mujeres, esta casa se conoce también como ‘La Aduana’. Aquí pagaban sus impuestos los comerciantes que llevaban sus mulos cargados con azúcar, miel y vino al antiguo Reyno de Granada.
Enseguida se encuentran dos de los alojamientos más coquetos del Pueblo, el hotel Al-Andalus, y ‘La Casa’. Entre ambos, en el número 38 de la calle Baja, unas rejas antiguas y decenas de macetas color añil identifican a la antigua Casa de la Inquisición.
Casi el final de la cuesta se encuentra uno de los edificios más simbólicos del municipio, el Torreón árabe. Antes sede de la oficina de Turismo, se está restaurando ahora para utilizarlo como sala de exposiciones.
Desde su azotea se alcanzan todos los tejados de Torrox. Según Antonio Segovia Lobillo, escritor de la Axarquía, ‘Cuenta la leyenda que aquí vivió el príncipe Abderramán, después de desembarcar en Almuñécar en septiembre del año 775’.
El camino bien merece una cerveza tranquila en alguna de las terrazas de la Plaza de la Constitución.
 
O en la pequeña Plazuela de la Hoya, que se divisa a la izquierda desde el balcón rojo de geranios. En la antigua Casa de la Hoya, hoy sede de los juzgados, dicen que se hospedó el rey Alfonso XII en su primera visita a Torrox.
Saliendo de la plaza camino de la parte más baja del pueblo, frente al Ayuntamiento, se encuentra ‘El toque de la Caracola’. La estatua recuerda la llamada de aviso cuando estaban preparadas las migas. Cada diciembre, el domingo anterior a Nochebuena, se sigue celebrando aquí la Fiesta de las Migas, una degustación gratuita que atrae a miles de visitantes.
Bajando por el paseo de las Moreras se llega a la oficina de Turismo de Torrox, con su logotipo amarillo de sol. La otra, la del litoral, está en el nuevo edificio de Usos Múltiples a la entrada de Torrox Costa, inaugurado hace un par de años.
 
Antes de dejar el valle hay que hacer una parada en la Ermita de la Virgen de las Nieves, parte de un convento del siglo XVI ocupado ahora por dependencias municipales.
A la izquierda, la vista descubre el puente romano de las Ánimas, por donde atraviesa el río Torrox la antigua calzada romana de Málaga a Almuñécar.
Tras pasar la urbanización de la Rabitilla merece la pena detenerse un momento en el puente de Torrox Park.
Desde aquí se ve el río, casi seco, y el perfil abandonado de ‘El Ingenio de San Rafael’, la primera y última fábrica de azúcar que tuvo el municipio, hoy propiedad de la empresa Larios, que se empeña en dejar morir.
Torrox Costa, nueve kilómetros de playas en el Mediterráneo
Por supuesto, Torrox es también mar. Salvando los meses de julio y agosto, saturados de turistas, cualquier momento del año es bueno para visitar este rincón de playas extensas, nueve kilómetros para todos los gustos flanqueados por los torreones que protegían la costa de ataques piratas.
Entrando por la carretera de la costa desde el oriente, desde la vecina Nerja, Torrox recibe al viajero con una montaña de flores. Tras ella se esconden las curvas de la antigua vía costera, un buen lugar para aparcar un momento y tomar las primeras fotos. Desde aquí se ve la costa más salvaje.
La primera, la playa de Vílchez, con un restaurante llamado ‘La Restinga’, donde se muy bien. Frente a la urbanización de Calaceite, cerca de donde está proyectado el futuro puerto deportivo, una roca separa los accesos recién inaugurados a las playas de Calaceite, completamente desnuda, y a la del Peñoncillo, con chiringuitos en la misma arena.
La costa urbanizada comienza un poco antes del Faro, en la playa de los Cuartos. En proceso de rehabilitación para convertirlo en Centro de Interpretación, sus paredes blancas se alzan sobre la antigua villa romana que dio origen a Torrox.
A continuación, bajo el suelo traslúcido de un nuevo mirador, el salitre permite adivinar con dificultad las ruinas de la vetusta necrópolis. No son las únicas; cada poco tiempo, el expolio de arena provocado por los vientos de Levante deja a la vista nuevos restos arqueológicos.
Un monolito que lleva grabado el nombre de Greenwich y unos cuantos locales de copas para gente muy joven dan comienzo al paseo marítimo de la playa de Ferrara. Aquí están las mejores urbanizaciones y el hotel más grande de Torrox, hasta hace poco Riu Ferrara, y al que ahora Iberostar ha cambiado el nombre de la playa torroxeña por ‘playa de Málaga’.
Aunque es la más masificada y en su arena hay algunas piedras, es sin duda la playa más animada de Torrox Costa, donde están los espacios deportivos, y la mayoría de bares y restaurantes con terrazas.
Después Torrox se hace llamar sucesivamente Los Llanos y La Carraca, sin perder su línea de playa. Una de las más mejores es la del Cenicero, ancha, con dunas que la separan de los edificios de apartamentos. La preferida por las familias con niños es la del barrio del Morche, que tiene la arena más fina de todo Torrox.
A pesar de que su censo oficial no alcanza los 20.000 habitantes de 74 nacionalidades distintas, los torroxeños son muchos más gracias a la gigantesca colonia alemana, más de siete mil ciudadanos, la mitad de ellos sin empadronar.
Esto marca el carácter del municipio, no sólo por la cantidad de establecimientos donde sólo se habla alemán, sino porque trae a Torrox fiestas tan animadas como la de la Pascua alemana, la de la Cerveza o la fiesta de la Amistad.
Tampoco hay que perderse, por supuesto, la Fiesta de las Migas de diciembre, con las castañuelas y las cintas de sus verdiales, ni los primeros días de octubre, cuando el Pueblo se viste de fiesta para celebrar una de las últimas Ferias andaluzas de la temporada.
Seguramente los mejores meses para visitar Torrox sean de septiembre a junio, cuando el municipio se libra de las masificaciones veraniegas sin perder sus fantásticas temperaturas. Porque aquí, como reza su eslogan, además de buena gastronomía, paisajes sorprendentes y hospitalidad auténtica, se disfruta todo el año del ‘mejor clima de Europa’.
Algunas escapadas imprescindibles

Torrox está estratégicamente situado en la Costa del Sol malagueña, lo que permite descubrir a pocos kilómetros lugares tan atractivos como la ciudad de Málaga o uno de los monumentos naturales más visitados de Andalucía, las Cuevas de Nerja.
Muy cerca está también el Santuario del Burro de Nerja, un hogar que rescata a estos entrañables animales, que los viajeros pueden visitar y donde siempre se necesitan donaciones. Pero no hay que ir lejos para dejarse sorprender por el paisaje de la Axarquía.
 
Nada más dejar Torrox Pueblo, tomando cualquier sendero, el viajero encuentra rutas senderistas que recorren la montaña salpicada de olivos, de nuevos viñedos que sustituyen a las antiguas producciones de seda y uva que se llevó la filoxera del XIX.
Una de las más espectaculares es la Puerta Verde de Torrox, que se prolonga hasta la Sierra de Almijara. Desviándose a la izquierda desde la carretera que va de Torrox al vecino pueblo de Frigiliana se coge el camino empinadísimo que sube a la Loma de la Coscoja.
Merece la pena el esfuerzo. Desde el sendero flanqueado de chumberas, de chirimoyas, de flores extrañas de todas las especies, se divisa un paisaje fascinante.
 
Al fondo, la línea de la costa, desde Torrox hasta Nerja. Más cerca, los núcleos blancos de Frigiliana y Torrox Pueblo. Entre ambos, un espectáculo de terrazas naturales salpicadas de chalets alegales, de cortijos y antiguas ventas rehabilitadas.
Alicia Quesada, guía senderista de vocación y de profesión que puede localizarse a través de la Oficina de Turismo de Torrox, vive en una de ellas, sencilla, auténtica, en lo alto de una colina con vistas al mar y al pico de El Fuerte. Con ella se hace mucho más agradable aún el camino, que desciende al fin hasta un edificio singular.
Es el hotel rural Los Caracoles. Un alojamiento de formas caprichosas en cemento encalado, con buena gastronomía y una terraza impresionante sobre el valle de Torrox.
 
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Por carretera, Torrox tiene un acceso directo desde la autovía A-92, que atraviesa la Comunidad Autónoma de Andalucía. El acceso desde el norte de España se ha de hacer a través de la autovía A-45 (Antequera-Málaga).
El aeropuerto más cercano es el de Málaga que cuenta con vuelos nacionales e internacionales y a donde llegan la mayoría de las aerolíneas de bajo coste europeas.
Málaga también está muy bien conectada por tren. A la estación María Zambrano llega el AVE y otros trenes desde varias ciudades. Desde Bilbao, atravesando toda la Península, el Estrella Picasso, mucho más práctico, permite viajar cómodamente mientras se duerme.
Desde la estación o desde el aeropuerto de Málaga, a unos cuarenta minutos por autovía, lo mejor es reservar un Taxi de Torrox, por unos 60 euros, más barato que los de la capital. Si además se tiene la suerte de que el taxista sea Emilio José Sánchez el trayecto se convierte en un ameno descubrimiento. La parada de taxis está en Torrox Costa. El teléfono 24 horas es el 951 32 18 71.
Dónde comer
Si algo no puede faltar en las mesas torroxeñas, acompañando a las tradicionales migas, es un buen vino Monteorégano de la bodega de Medina y Toro, y un aceite Nevaíllo, que se produce en la única almazara del pueblo.
Además, hay que probar las verduras frescas de sus invernaderos, frutas tropicales que se cultivan en el valle, como nísperos o aguacates, los típicos pescaítos fritos de la costa y el nuevo sabor estrella de Torrox, la tilapia.
Cualquier postre, mejor acompañado de un vino ‘del terreno’. Dulce y dorado, recuerda a un Málaga Virgen o a un pajarete, y se sigue haciendo de forma tradicional en cualquier casa, pero no es difícil de encontrar en los bares.
Tanto Torrox Pueblo como Torrox Costa y las urbanizaciones intermedias tienen muchos lugares para comer o simplemente tapear. Estos son algunos imprescindibles.
Venta Madrid. El mejor lugar para una merienda a la sombra de su emparrado o para comenzar el día con un desayuno axárquico a base de molletes, que aquí se llaman ‘pan cateto’, miel de romero y aceite. También está especializado en carnes asadas, por encargo. Lucas, un cariñosísimo golden retrievier, descubre al visitante los rincones frondosos de este lugar tan especial rescatado por Ángel Aparicio. En el Pago de la Dehesa, junto a la glorieta de la salida Torrox Costa en la autovía Málaga-Nerja.
Los Caracoles. Este espectacular hotel rural cuenta con un pequeño restaurante muy agradable. Pero lo mejor es sentarse en su espectacular terraza y pedirle a Miguelón una selección de sus mejores especialidades.
Buenísimos los Chups de tomate con queso de cabra y semillas de amapola, los Atascaburras de bacalao con nueces y flores, los Boquerones en vinagre, y las enormes Croquetas de carne de puchero con espinacas. En la carretera vieja de Torrox Pueblo a Frigiliana.
La Mar Chica. Un clásico al borde del mar donde saborear el mejor pescaíto, sus famosos arroces con bogavante, pescados al horno o a la sal, y parrilladas de marisco. Su dueño, Miguel Arrabal, fue artífice de la lucha por mantener los chiringuitos cuando era presidente de la asociación de empresarios de playas de Málaga. En el Paseo Marítimo de Ferrara, nº 18.
Restaurante HortoSu nueva terraza acristalada, donde se puede fumar, es uno de los mejores lugares para probar la tilapia, preparada en crocante, con salsa de tomate o al natural. También están muy buenos los arroces, las almejas ‘del terreno’, y las originales croquetas de tinta de calamar. En Torrox Costa, en el kilómetro de la carretera Málaga-Almería, paralela al paseo marítimo de Ferrara.
Bar restaurante La Plaza. Un buen lugar para probar las típicas migas torroxeñas con sardinas o ensaladilla arriera, un plato refrescante elaborado con naranja, tomate, bacalao, olivas y aceite de la tierra.
La Restinga. Chiringuito con mucho estilo en la playa de Vílchez. Perfecto para un día tranquilo junto al mar. En la entrada de Torrox desde Nerja.
Flamenco FusiónA2Para tapear mientra se escucha flamenco del bueno. Además de cante y baile, el cantaor Curro Cueto, Manuel Yunke a la guitarra y sus excelentes bailaoras han hecho de este local un centro de enseñanza de la cultura andaluza. Perfecto para pasar un buen rato por la noche. Al comienzo del Paseo Marítimo de Ferrara, cerca del Mirador.
Dónde dormir
En Torrox no hay demasiados hoteles. El más grande, de cuatro estrellas, es el Riu Ferrara que cambia este verano a la marca Iberostar, en pleno paseo marítimo.
Más personal, el hotel Torrearena, en el Morche, que está a punto de ganar su cuarta estrella. También en el Morche, el hotel Costamar, que ofrece habitaciones y apartamentos a 50 metros del mar.
Pero el mejor situado de toda la costa es el hotel Santa Rosa, al borde mismo del mar. Su sencillez se ve compensada por las vistas de las olas desde la cama y la terraza-jardín que se abre a la playa.
Justo al lado, el ciudadano más envidiado de Torrox vive en una casita blanca con jardín sobre la misma arena, por donde corretean tres o cuatro gallinas felices.
Los hotelitos más íntimos y especiales, sin embargo, están en el casco antiguo de Torrox Pueblo. En pleno centro hay tres. Si se busca algo sencillo, en la calle Alta está Solkea, en la misma casa que fue durante años escuela pública del municipio. Además de habitaciones, también se alquila entera para grupos, y organiza actividades como cursos de cocina o talleres de idiomas.
En la calle Baja está el hotel Al-Andalus, con buenos precios y un restaurante especializado en carnes y platos tradicionales de la comarca; y un poco más abajo, en la plazuela de Barajas, el hotel La Casa, un alojamiento coqueto, proyectado en torno a un patio central que se abre al cielo de Torrox.
Desde su terracita, donde se puede cenar en el bistro o tomar una copa, así como desde los enormes ventanales de sus habitaciones, especialmente los de la planta alta, hay una vista preciosa del valle. 
Un poco alejado del pueblo está el hotel Cortijo Amaya, rehabilitado con cariño por una pareja de holandeses que ha encontrado en Andalucía el mejor lugar para vivir. Perfecto para familias con niños.
Si se busca algo más original, verdaderamente romántico, hay que alojarse en el hotel rural Los Caracoles. Asomadas al valle de Torrox, seis habitaciones de planta baja en el edificio principal y cinco suites en forma de caracol. Cuentan que su construcción, tratando el cemento con paños para lograr estas formas curvas, fue todo un espectáculo.
Además de su director, Santos Domínguez, al viajero lo recibe aquí Manuela, una perra negra, brillante, cariñosa, que hace de guía por la finca abalconada y luego se sienta a la sombra de cualquier terraza, a contemplar el valle de ‘Torrox, el mejor clima de Europa’.
Para saber más de Torrox
La web de Turismo de Torrox cuenta con toda la información necesaria para descubrir y visitar el municipio. Pero si se quiere conocer mejor las tradiciones y leyendas de esta villa ancestral, nada mejor que comprar ‘La villa de Almanzor’, un libro muy ameno escrito por Enrique Zattara Hernández y editado por el propio Ayuntamiento, que recoge anécdotas de la historia de Torrox desde sus orígenes hasta la II República.

Con nuestro agradecimiento al equipo de la Concejalía y la Oficina de Turismo de Torrox, y a tantas personas hospitalarias que hacen de Torrox un lugar verdaderamente especial.

Comentarios

Cándido (no verificado)

Buenas No conozco Torrox, pero lo cierto es que tiene muy buena pinta. Habrá que apuntarlo para el próximo viaje al sur de España. ¡qué originales los chups de tomate, queso y amapola! Y lo de la tilapia parece buena idea también. Enhorabuena por el reportaje. Saludos Cándido

Torroxeño (no verificado)

Hola, muy buen post sobre mi pueblo, gracias. No obstante querría corregir dos errores que encontré al inicio del mismo: 1º- Lo que llamáis Plaza Mayor, realmente se llama: Plaza de la Constitución. 2º- Lo que llamáis Plazuela de los Hoyos, realmente se llama: Plaza de la Hoya. Eso es todo, por lo demás todo muy bien. Gracias, un saludo!

Administrador

Muchas gracias por avisar, Torroxeño!

Los hemos corregido en el reportaje, y nos alegramos de que te guste. Gracias por leer Expreso

Redacción