Una ruta inolvidable por los colores, olores y sabores del otoño en Asturias

EXPRESO - 27.11.2012

Texto y fotos: Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso No importa en qué momento del año, Asturias atrapa nada más poner el pie en estas tierras mágicas del norte de España

Texto y fotos: Federico Ruiz de Andrés y Ana Bustabad Alonso

No importa en qué momento del año, Asturias atrapa nada más poner el pie en estas tierras mágicas del norte de España. Es difícil encontrar en el mundo otro destino como este, bonito a rabiar, hospitalario, sabroso y bien de precio.
teixois
Pero cada final de año, además, Asturias se viste de colores intensos para ofrecer al viajero un otoño de cuento; rutas inolvidables por bosques encantados; pueblecitos de pizarra y chimeneas humeantes; olor a hierba fresca, húmeda; sabores y sonrisas auténticos.
Hoy nos adentramos en una de las comarcas donde la temporada se muestra más radiante. Oscos-Eo, en el occidente asturiano, desde la costa cantábrica a las profundidades de los valles que lindan con Galicia.
Comenzamos ruta en la desembocadura del Eo, bordeando la ría plantada de eucaliptos, junto al trazado estrecho de traviesas del FEVE. A un lado, la gallega Ribadeo. Enfrente, Castropol sobre el agua, que recuerda a un Mont-Saint-Michel en miniatura. Y al fondo de la ría, Vegadeo con su Senda de los 12 puentes, desde donde parte la ruta hacia Taramundi. Allá vamos.
Comienza la aventura. Las piedras rezuman agua a un lado y otro de la carretera AS-21. Árboles de hoja caduca en rojo, amarillo, ocre; helechos jugosos. Prados verdes, infinitos, en este paisaje salpicado de vacas libres.
ermita
Despacito, para no perdernos detalle. La primera sorpresa aparece en Cereigido, una ermita que parece dibujada. Detenemos el coche en el pequeño mirador frente a la puerta, para recargar los pulmones de aire puro con vistas al valle y a la aldea de Lamisgueira.
Un poco más adelante, el mojón del kilómetro 6 anuncia ya la entrada al concejo de Taramundi, y quedan otros 12 para llegar a su capital. De camino, aldeas de tejados irregulares, cubiertas de lascas de pizarra cortadas a mano; piedras de mampostería, arquitectura humilde y centenaria.
En Ouria hacemos la segunda parada, junto a su iglesia blanca y un antiguo horno para fabricar cal, al pie mismo de la carretera. Comienza a llover finito, y este orbayu imprescindible, el mismo que mantiene la frescura de esta tierra asturiana, consigue que el decorado adquiera tintes mágicos.
ouria
Hórreos espectaculares, algunos cuadrados, otros rectangulares como los de la vecina Galicia, y una toponimia que parece también gallega. Desde Chao de Leiras, la carretera comienza a descender hacia el valle, flanqueada de paredes cortadas a cuchillo, de flores amarillas despuntando en cada grieta de la roca.
Una rotonda aparece de pronto, rompiendo por un instante la ilusión de este paisaje prodigioso. Nos ofrece desviarnos hacia los Oscos o a Taramundi, seguimos camino hacia esta última.
Enseguida encontramos Bres, con su Casa del Agua, arquitectura de indianos en blanco y burdeos para esta antigua escuela hispano-argentina. ‘La sufragaron los emigrantes, y era muy buena, una de las mejores, yo estudié aquí’, nos cuenta una mujer que interrumpe sus labores en el campo para atendernos sin prisas. No sorprende. En Asturias la hospitalidad es un arte cotidiano.  
cuchillero
cruce
Aquí comienza una ruta de agua, la de los ‘ingenios hidráulicos’ que forjaron estas tierras. El paseo continúa hasta el molino de Logares, quince minutos caminando sobre las hojas crujientes para ver el lugar donde antaño se molía el cereal. Adentrándonos por este país de nieblas que confieren al paisaje un aspecto fantasmagórico.
Apetece perderse arriba y abajo. Dejar el coche aparcado en cualquier cuneta y descubrir cualquier sendero. Todos bien señalizados, también los caminos que llevan a los alojamientos, porque Asturias es pionera en turismo rural y eso se nota.
Llegamos por fin a Taramundi, capital de la cuchillería tradicional y de quesos buenísimos, hoy hemos de probarlo con nueces, una de las especialidades locales que nos han recomendado. A pocos metros, en la parte alta del pueblo, comienza la Ruta de la Sierra de Elroa.
taramundi
Además de visitar la Casa-Museo de la Cuchillería Tradicional, con su colección de navajas, queremos ver de primera mano el taller de un artesano cuchillero, aquí se escuchan todavía los sonidos de las ferrerías, donde se moldea el metal y se talla la madera. Fuego y agua.
Una parada en la Oficina de Turismo de Asturias nos descubre enseguida nuevos secretos de la comarca, y continuamos camino por esta Ruta del Agua hacia la cercana Mazanovo que cuenta, parece mentira en este enclave minúsculo, con el mayor museo de los molinos de toda España.
molino
A pocos kilómetros, atravesando los bosques de castaños y alisos, llegamos por fin a Os Teixois, este sí es un pueblecito de cuento. La diminuta capilla de San Antonio, rodeada de hierba fresca, y un burro mimoso nos reciben en la cuesta que desciende al precioso conjunto etnográfico.
Justo abajo, junto al río, un pequeño merendero de apenas tres mesas de piedra. Pero el día está lluvioso y el sabor se concentra hoy en la taberna. Un café rico en buena compañía antes de comenzar el recorrido. Y un bote de miel casera al morral, que se acerca el invierno.
teixois
Volvemos sobre nuestros pasos hasta Bres, en la rotonda tomamos la AS-26 para continuar viaje atravesando apenas la Sierra de Bobia por la AS-11 hacia Los Oscos. Unos 25 kilómetros nada más, que nos llevan mucho más de lo previsto, porque hay que detenerse cada poco a saborear la paz imposible de estos montes solitarios. El humo de las chimeneas de leña nos indica la mejor ruta.
Otra parada, imprescindible, en el Mirador de Buscamouros, que suena a tiempos de la Reconquista. En el alto de La Garganta, un cruce de caminos obliga a decidir. Tomamos rumbo a Santa Eulalia, con testigos verticales amarillos, preparados sin duda para la llegada de las nieves. Sin prisas, aspirando el frescor del paisaje, descubrimos en el arcén una abertura misteriosa que nos hace detenernos. Es la mina As Carquivas.
burrito
ecomuseo
Tras las diáfanas vistas de montaña, apenas comienza el descenso cambiamos de plan. Por qué no descubrir a dónde lleva una de estas carreteritas-atajo. Dejamos atrás Pasarón y en Santa Eufemia encontramos el Ecomuseo del Pan, un merendero junto al río y un puente. Buen lugar.
A dos minutos por la AS-33 llegamos por fin a Villanueva, con su imponente Monasterio de Santa María. Nada más bajar del coche, llega intenso el aroma de madera recién cortada, a golpe de hacha.
Un café, una charla con los paisanos, y nos vamos arropados por los colores de los robles, de los castaños. Otra vez esta neblina misteriosa, troncos repletos de líquenes que conforman un escenario de leyendas. Cruzamos arriba y abajo el río Vilanova, en baile de curvas techadas de otoño.
Continuamos ruta hacia el interior de este bosque encantado, guiados por el olor de las galletas de nata de vacas asturianas que nos esperan, ahora sí, en Santa Eulalia. Cae la tarde sin alaracas, las horas se nos van sin querer.
horreo
Una escapada a las afueras, en Ferreirela, para visitar la casa natal del Marqués de Sargadelos, con símbolos celtas grabados en la puerta, espigas colgadas en el hórreo y el pequeño taller de cerámica contiguo.
La noche llega con sabor a buena carne a la brasa y un arroz con leche y azúcar quemado a fuego. Mañana espera San Martín, con su elegante palacio de los Guzmán y su Casa del Marco, museo de la vida tradicional campesina. Y un poco más allá, atravesando el río Agüeira hacia el sur, fuera ya de la comarca de Oscos-Eo, el museo etnográfico de Grandas de Salime.
Podríamos continuar para siempre esta ruta de otoño; hacia el valle suave del Eo en San Tirso de Abres, con su vía verde del ferrocarril; escapar a las playas o las cumbres de Castropol, que tiene unas y otras; perdernos con permiso o sin él en el cercano bosque de Muniellos, uno de los lugares más misteriosos de Europa, ya en la comarca de Fuentes del Narcea.
Pero serán otros viajes, porque hoy nos envuelve este otoño asturiano de los Oscos que apetece que no termine nunca.
 
                                                                   GUÍA PRÁCTICA
as21
CÓMO LLEGAR
Desde Oviedo o desde Gijón, la autovía A-66 llega hasta Vegadeo, inicio de esta ruta, en la costa asturiana. También se puede venir desde Avilés por la N-632 o Ribadeo por la N-634.
Si se prefiere hacer el recorrido de sur a norte, de la montaña a la costa, en la autovía A-6 (Madrid-Coruña) hay que tomar la salida 461 dirección a Fonsagrada, Lugo, y desde aquí a Barbeitos, donde comienza la AS-27 que lleva hasta Santa Eulalia de los Oscos.
 
DÓNDE DORMIR
Esta ruta, no demasiado larga en kilómetros, esconde tantas sorpresas, tantos caminos alternativos que apetecen sobre la marcha, que conviene reservar dos o tres días para hacerla sin prisas. Lo mejor es buscar un alojamiento al comienzo de la ruta, en la costa, y otro a medio camino, en Taramundi o en cualquiera de los municipios de los Oscos.
casas
En la web de Turismo de Asturias hay enlaces a todas las opciones de alojamiento de la comarca y una central de reservas. En Castropol y en Santa Eulalia de los Oscos esperan carismáticas Casonas Asturianas, pero además hay decenas de pequeñas casas de aldea y hoteles que resultan perfectos para esta ruta mágica.
 
DÓNDE COMER
En Asturias se come de cine. Cada uno de los pueblecitos de esta ruta esconde alternativas sabrosas. Lo mejor, dejarse llevar por el humo de las chimeneas, los aromas y las recomendaciones de los vecinos.
 
MÁS INFORMACIÓN
En la web de Turismo de Asturias: www.infoasturias.com
capilla

 

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