Dubai, lo bueno comienza cuando terminan los negocios

EXPRESO - 21.06.2009

Texto: Ana Bustabad Alonso    Fotos: Miguel Muñoz Romero / RV Edipress El gerente iraní del restaurante Local House, uno de los poquísimos de comida local que hay en Dubai, lo tiene claro

Texto: Ana Bustabad Alonso    Fotos: Miguel Muñoz Romero / RV Edipress

El gerente iraní del restaurante Local House, uno de los poquísimos de comida local que hay en Dubai, lo tiene claro. ‘Aquí cada uno hace lo que quiere, se siente libre’. Puede que, visto desde algunas perspectivas, no sea exactamente así, pero sus palabras encierran la sensación de progreso y libertad que se respira en la calle.
gerente del Local House
Todo el mundo sabe que Dubai, uno de los siete Emiratos Árabes Unidos, que va camino de convertirse en una segunda City financiera como la de Londres, es ya uno de los destinos más importantes del mundo para reuniones de negocios.
Pero lo que no se sabe es que, sin salir de la ciudad, se pueden combinar los negocios con una oferta de ocio increíblemente variada. Tanto, que merece por sí misma un viaje.
Y, puestos a desmontar mitos, Dubai no es una ciudad cara. En general, las cosas cuestan bastante menos que en algunas ciudades europeas o americanas. Pero aquí el viajero puede alojarse en el hotel más caro del mundo o comer divinamente por menos de cinco euros.
Uno de los sectores más agradables para pasear es el de Bastakiya, donde nació la ciudad. Los primeros palacios que construyeron los jeques han sido rehabilitados y conforman ahora un barrio pintoresco, de paredes de adobe y calles silenciosas. Artesanos del barro, calígrafos, artistas plásticos, galerías de arte ocupan actualmente los pequeños edificios.
En uno de ellos, oculto al exterior tras una galería de arte local, se encuentra un diminuto hotel boutique, el XVA Gallery, que expone colecciones de artistas de vanguardia y cuenta con un coqueto café. Sus habitaciones rodean un patio fresco donde se prolongan las tertulias.
Muy cerca, el Local House es uno de los poquísimos restaurantes de la ciudad que ha recuperado la gastronomía tradicional dubaití. Buen gusto, decoración árabe y antigüedades definen un local en el que el tiempo se paladea despacio.
interior del Local House
La comida comienza con un café árabe con cardamomo. La carne de camello está presente en algunos de los platos rescatados de la identidad local. Un buen menú termina recostado en los cojines de fibras naturales fumando en un gadou, una pieza de barro típicamente dubaití.
A última hora de la tarde el mejor lugar es la terraza, donde charlar tranquilamente mientras cambian las sombras en los tejados más antiguos de Dubai.
Además de los 70 kilómetros de costa natural, Dubai se baña de vida en las aguas de su Creek, una lengua navegable que parte en dos la ciudad. Lo que antaño fue un pasillo de arena que se adentraba en el desierto para transportar alimentos constituye hoy una de las estampas más animadas.
Por un dirham, unos 23 céntimos de euro, los barcos-taxi de madera cruzan en pocos minutos de un lado a otro. Un buen transporte para visitar los barrios más comerciales de la ciudad. Al caer la tarde, cientos de turistas se suben a los tradicionales dhow de color café, para disfrutar de una cena a bordo con espectáculo.
De noche, cuando las luces de los rascacielos iluminan el cielo negro de Dubai, no se puede evitar pensar en el milagro de esta tierra que se ha hecho a sí misma.
Skyline nocturno de Dubai
Uno de los primeros conceptos que aprenden los estudiantes de arquitectura es la frase de William Morris, ‘arquitectura es el conjunto de modificaciones y alteraciones introducidas en la superficie terrestre con objeto de satisfacer las necesidades humanas, exceptuando sólo el puro desierto’.
Dubai es un buen ejemplo de ello. En la década de los 30 del siglo pasado, esta tierra era un desierto, y sus habitantes subsistían comiendo dátiles y peces.
Desde 1960, cuando se descubre petróleo en su subsuelo, los dubaitíes han diseñado una nueva ciudad que vive día y noche. Vertebrada por una gran avenida paralela al mar, que comunica el este y oeste de la misma, así como Dubai con el resto de emiratos, en sus barrios se pueden encontrar gasolineras, bares, supermercados, que abren las 24 horas.
Todo este sueño partió del primer presidente de Dubai, el Sheik Saeed Al Maktoum, un visionario cuya obra han continuado sus hijos, ahora en el poder. Su palacio, un ejemplo de arquitectura del siglo XIX, forma parte del patrimonio nacional y se puede visitar.
Los sheiks con las familias más influentes de cada emirato, procedentes de las tribus que los colonizaron. Se distinguen por las matrículas de sus automóviles que, en vez de las cinco cifras del resto de los mortales, lucen cuatro, tres, dos o una sola cifra, según la importancia del propietario. Una vez que se sabe esto, resulta inevitable -y divertido- fijarse en cada placa.
un "dos cifras" junto a la mezquita Jumeirah
En Dubai no se pagan impuestos directos. Uno de los pocos conceptos por los que sí se recauda dinero de los ciudadanos son las multas de tráfico. Las avenidas importantes están llenitas de radares que cazan con sus flashes a los enormes todoterrenos de lujo de los dubaitíes, que suelen cambiar de coche una o más veces al año. Esto favorece un amplio mercado de segunda mano con coches a precios muy buenos que aprovechan los extranjeros, de menor poder adquisitivo.
Y es que el sueño dubaití se ha conseguido con una política de contratación de mano de obra importada. El 70% de la población está compuesta por extranjeros. Hindúes, filipinos, chinos, iraníes, afganos… aquí conviven sesenta nacionalidades. Aunque sus salarios son bajos y muchas veces no pueden traer a sus familias, cuentan con vivienda, transporte y sanidad gratuitos mientras viven y trabajan allí.
La religión mayoritaria es la musulmana, practicada por los dubaitíes y por muchos extranjeros residentes. Las demás, excepto el judaísmo, son respetadas, y en Dubai coexisten algunas iglesias con la multitud de mezquitas que se encuentran a cada paso.
Tan sólo la mezquita de Jumeirah, la más antigua del país, tiene visitas guiadas por las mañanas, donde los no creyentes pueden conocer su interior y los fundamentos básicos del Corán. Enfrente, en absoluto contraste, un centro comercial con una tienda de Zara Home en la fachada.
En este proceso de reinvención, Dubai no ha renunciado a las tradiciones. El Dubai Museum, ubicado en el antiguo fuerte de Al Fahidi, conserva los restos de la vieja muralla, y en su interior se recrea el modo de vida tradicional de los árabes, antes de la llegada del petróleo.
Dubai Museum
Un lugar para los amantes de las compras
Merece la pena callejear alrededor del museo. Debido a la variedad de culturas que conviven en Dubai, muchas personas optan por fabricarse la ropa. Así que aquí puede uno encontrar telas procedentes de todas partes del mundo a muy buen precio, y llevarse un traje a medida por pocos euros.
Los dubaitíes –locales- se distinguen fácilmente del resto de la población porque siempre van vestidos igual. Ellos de blanco inmaculado, con una túnica larga llamada dishdasha y un ghutra colocado de forma sencilla sobre la cabeza, y ellas de negro riguroso, con elegantes abbayas. La poligamia está permitida, no obstante, la tendencia actual es que cada hombre tenga sólo dos mujeres.
vestimenta tradicional de los dubaitíes
Aunque hay muchos otros souqs -zocos-, el de las telas es uno de los tres mercados más famosos de la ciudad, junto con el de las especias y el del oro, donde pueden admirarse algunas de las joyas más espectaculares del mundo en 24 kilates.
En el barrio del Karama se pueden encontrar copias todo tipo de ropas y complementos de marca, incluyendo excelentes falsificaciones y productos auténticos de temporadas pasadas.
escaparate en el zoco del oroRegatear sólo está bien visto en los zocos, pero las compras son uno de los atractivos de la ciudad.
Dubai cuenta con mercados tradicionales y modernos centros comerciales, más de cien, abiertos de nueve y media de la mañana a diez y media de la noche.
El famoso Wafi Center, con forma de pirámide, está decorado como un lujoso mercado egipcio.
Uno de los más nuevos, el del Kempinski, incluye una pista de esquí, campo de golf y tiendas de las cadenas internacionales más caras.
Pero ninguno puede compararse con el que aseguran es el mayor centro comercial del planeta, que acaba de abrir sus puertas bajo el rascacielos Burj Dubai.
La arquitectura más vanguardista
En el distrito residencial de Jumeirah, al lado del mar, se edificaron los primeros palacios de la era petrolífera. Sin embargo, muchos dubaitíes han vuelto a sus orígenes, al desierto, así que ahora es uno de los barrios más solicitados por los extranjeros con dinero.
Muy cerca se encuentra el edificio más conocido del emirato, el Burj Al Arab, un hotel en forma de vela que se ha autoproclamado el único siete estrellas del mundo. Al acercarse parece bastante más pequeño de lo que sugieren las fotografías –sólo son 321 metros-, y su decoración interior, de un lujo árabe, puede resultar estridente para el gusto europeo.
A este hotel, edificado sobre la primera isla artificial construida en Dubai, sólo se puede acceder con una reserva previa de alojamiento o restaurante –desde unos 500 dirhams-, en coche a través de una entrada con barrera, en barco, o aterrizando directamente en su helipuerto.
Burj Al Arab desde la playa
Sin embargo, los curiosos pueden contemplar su silueta desde la playa que está justo al lado, donde se ven más bikinis que ropas largas. Es una de las pocas playas públicas de Dubai. Para entrar en la mayoría de ellas, como en los parques, hay que pagar, lo que da derecho a utilizar los excelentes servicios públicos.
Tras un baño para quitarse el polvo del desierto en suspensión que tantas veces cubre el cielo de Dubai, lo mejor es un recorrido por la ciudad para comprobar que el Burj Al Arab no es el único ejemplo de arquitectura de vanguardia.
En esta ciudad en la que las paradas de autobús lucen marquesinas último modelo con aire acondicionado, es complicado encontrar ningún edificio demasiado viejo, ya que periódicamente se lleva a cabo una renovación de cada distrito.
Actualmente, toda la ciudad es una gran obra. El skyline está plagado de grúas, ya que la mayor parte de sus rascacielos están todavía en construcción. Algunas de los más famosas, como la Chelsea Tower (llamada popularmente el piano, por sus teclas blancas y negras), las Emirates Towers, o el edificio de la compañía nacional de teléfonos, que se distingue fácilmente por tener una esfera en lo alto.
El primer rascacielos que se construyó en Dubai fue el World Trade Centre, un edificio de color crema situado en el distrito financiero, en 1979. Hoy es el centro internacional de convenciones más grande de Oriente Próximo, con 64.000 metros cuadrados entre salas de exposiciones y de conferencias. Por aquí pasan diariamente más personas que por ningún otro lugar de la ciudad, exceptuando el aeropuerto.
Precisamente en el aeropuerto es donde se celebran otros eventos que requieren menos espacio, porque cuenta con un recinto expositivo de 30.000 metros cuadrados. También de nueva factura, los controles de seguridad son rigurosos pero no importunan demasiado a los viajeros; a no ser que lleven en su pasaporte un sello de Israel, lo que impide automáticamente la entrada en el país.
zona del Financial Center
Al otro lado de la ciudad, el centro financiero –downtown- aspira a convertirse en la segunda City del mundo, tras la de Londres. Capitaneado por el Financial Centre, el enorme complejo de cristal y acero incluye varios edificios que conforman una pequeña ciudad de negocios dentro de Dubai.
Esculturas suspendidas en el aire simbolizan el equilibrio; sobre el césped, unas hormigas gigantes elaboradas en metal recuerdan el trabajo que ha costado transformar el desierto en una gran urbe.
La nueva zona de expansión, al oeste, es una nueva colonia de rascacielos que parece empeñada en modificar el perfil de Dubai. Cada edificio tiene un diseño más original que el anterior, aunque hay algunos que parecen copiados de la misma Nueva York, como dos torres casi idénticas al edificio Chrysler.
Mil kilómetros de costa artificial
El mar del Golfo Arábico es aquí de un azul turquesa, más bien templado y, sobre todo, poco profundo. Apenas 15 metros hacen posible la facilidad con que proliferan las islas artificiales en Dubai. Un relleno de piedras naturales y arena soporta alguno de los proyectos que han sorprendido al mundo por su extravagancia.
Nakheel –que significa palmera en árabe- es la empresa promotora de los proyectos urbanísticos más escandalosos. El Burj Al Arab y las islas artificiales son las señas de identidad de esta compañía que se planteó como reto doblar el número de kilómetros de costa de Dubai. Beckham y Schumacher tienen una villa aquí, según confirman los promotores del proyecto.
Pero no todas las islas son un reducto exclusivo para millonarios. Algunas, como Palm Jumeirah, la primera palmera que se construyó, es un compendio masificado de bloques de apartamentos, villas y hoteles. El primero en abrir ha sido el Atlantis, un macro resort de lujo inagurado el otoño pasado con la asistencia de cientos de personalidades y famosos.
acuario del hotel Atlantis
Decorado con motivos marinos hasta la espectacularidad, merece la pena reservar mesa en su restaurante Ossiano, del cocinero español con tres estrellas Michelin Santi Santamaría. Si la cocina de vanguardia no fuera suficiente, el espectáculo del enorme acuario que rodea el local dejará boquiabierto al más viajero.
Ahora está en marcha la construcción de dos nuevas palmeras, un mapamundi y una gran cola de escorpión que dotarán al emirato de mil nuevos kilómetros de costa y, si se ocupan en su totalidad, multiplicarán por tres la población actual de Dubai.
El Mundo, el proyecto más exclusivo, se compone de 300 islas que no se pueden adquirir sin invitación. El precio de cada una oscila entre 20 y 80 millones de dólares y entre todas forman un mapamundi al que sólo se puede acceder por mar o en helicóptero.
Pero el ejemplo más espectacular de arquitectura es, sin duda, el Burj Dubai, el que será el edificio más alto del mundo en pocos meses, cuanto se termine la construcción de sus 860 metros. Su aguja gigante entra directamente en el cielo e impresiona sin remedio, se mire como se mire.
silueta del Burj Dubai
Sin embargo, el cambio fundamental experimentado en Dubai en los últimos años no es el arquitectónico, sino el formidable incremento de la población. Para la próxima década se espera, aún, triplicar la misma, y el gobierno se está empleando en proyectos como la Internet City o la Media Center, para atraer a inversores extranjeros.
Aunque aquí todavía no ha llegado la crisis, y hay más grúas que habitantes, o casi, no son todo rascacielos. La mayor parte de la ciudad se compone de edificios normales, y las partes viejas son animadas e invitan a callejear.
En Dubai todo el mundo es amable, está alegre, sonríe; todo está impoluto y perfectamente organizado. De día, hay opciones para todos los gustos y bolsillos. Un recorrido por su arquitectura, por las mejores galerías de arte, una tarde de compras o una excursión en 4x4 por el desierto son algunas propuestas interesantes.
excursión en 4x4 por las dunas
Por las noches tampoco decae el ambiente. En cuanto los dubaitíes salen de trabajar se apresuran a atascar las avenidas de camino a los locales nocturnos. La mayoría de los pubs y discotecas están en hoteles, ya que fuera de ellos está prohibida la venta de bebidas alcohólicas. En estos lugares también se puede fumar.
Desde el glamour elevado al cuadrado de la discoteca Sanctuary, el reducto más exclusivo del hotel Atlantis, pasando por el Buddha Bar, en Dubai Marina, las posibilidades son muchas. Dispersas, eso sí. Se está terminando la obra del metro, que unirá antes de finales de septiembre de 2009 los distintos barrios de la ciudad mediante trenes ligeros que seguirán un recorrido aéreo de 85 estaciones.
De momento, lo mejor para salvar las enormes distancias de un lugar a otro de la ciudad es coger un taxi, tanto de día como de noche, con precios bastante buenos. La carrera más larga puede costar unos 20 euros.
galería de arte en el Financial Centre
Un destino más barato de lo que parece
Tampoco es complicado llegar aquí. Destinia, por ejemplo, ofrece paquetes de vuelo más hotel de 4 noches con vuelo directo desde España. Emirates, Qatar Airways o Turkish Airlines son algunas de las compañías que tienen vuelos desde Europa y América y si se aprovechan las ofertas pueden conseguirse muy buenas tarifas.
Lo más complicado es conseguir un hotel barato. Actualmente la ciudad cuenta con 40.000 habitaciones, pero las obras que se llevan a cabo aumentarán en mucho esta cifra antes de terminar el año. La oferta de cinco estrellas sigue creciendo y se completará con Hydropolis, el que será el primer hotel de lujo bajo el mar.
Los meses de mayo a septiembre bajan considerablemente los precios, pero el viajero ha de mentalizarse para pasar las horas centrales del día encerrado en el hotel, ya que el calor resulta casi insoportable. En verano se alcanzan fácilmente los 50ºC a la sombra. El resto del año, las temperaturas no suelen bajar de los 20ºC, y casi nunca llueve.
barcos en el Creek
Una vez aquí, todo resulta más barato de lo que se espera, los transportes, las comidas, la ropa… Una copa en el local más cool de todo Dubai cuesta unos diez euros, y comer en la calle mucho menos si se elige algún local sencillo o un puesto callejero. Por unos 10 dirhams puede uno hartarse de arroz, ensalada y pollo o ternera más o menos picantes, según se elija un hindú, un filipino o un turco, por ejemplo.
La calle Diafa es el mejor lugar para probar comidas de todo el mundo. Aquí hay cafeterías, restaurantes y bares de casi sesenta nacionalidades distintas, tantas como las de los habitantes de Dubai. Por supuesto, los restaurantes de los hoteles de lujo cuentan con alta cocina internacional, a precios más asequibles que en cualquier ciudad europea, y el servicio es excelente en hoteles y restaurantes.
La moneda local es el dirham. Pero una ventaja de este país es que se puede pagar casi con cualquier moneda. Por algo Dubai es un emirato que vive del turismo, una vez agotadas sus reservas de petróleo, que sólo queda en la vecina Abu Dhabi, el emirato más rico.
café árabe con cardamomoPuede que Dubai no sea lo más del mundo en nada, pero no hay otro lugar donde se puedan encontrar juntas las torres de Manhattan, las dunas del Sahara, los zocos de Estambul, los centros comerciales de París, los garitos más glamurosos de Tokio, la City de Londres y los hoteles de Las Vegas o de Cancún. Eso, sin contar una pista de esquí cubierta o un campo de golf en plena ciudad.
Dubai está condenado a ser uno de los lugares preferidos de los viajeros, tanto de negocios como de ocio.
No sólo por su posición estratégica en Oriente Próximo, a medio camino entre los centros financieros de Europa-América y Asia. También por la fiabilidad que ofrece un país que ha logrado transformarse, reinventarse, en poco más de medio siglo, como uno de los destinos más completos.
 
 
Agradecimiento:

Comentarios

Bueno, quizá Dubai lo que hace es desmentir, actualizar o desmitificar la sentencia de William Morris... Pero es cierto que ofrece muchas posibilidades al margen de los tópicos del shopping y el Burj Al Arab. También se puede explorar su desierto o visitar los museos históricos...

ALEJA (no verificado)

SALUDOS ME GUSTARIA SABER QUE NEGOCIO ES BUENO PARA EXPORTAR A DUBAI... CARROS DE COLECCION, YATES, O CUALQUIER OTRA COSA ,, ALGUIEN ME PUEDE INFORMAR GRACIAS!