La Casa del Abad de Ampudia, una joya en Tierra de Campos

EXPRESO - 02.06.2009

Texto: Federico Ruiz de Andrés

Texto: Federico Ruiz de Andrés.  Fotos: Ana Bustabad Alonso

Rodeada de los interminables paisajes de cereal de la Tierra de Campos, en la pequeña villa palentina de Ampudia, la Casa del Abad es una de esos hoteles-joya que sorprenden a veces al viajero donde menos se lo espera.
La primera visión, la de sus recios muros de adobe, no permite imaginar lo que se esconde dentro. La decoración impecable de sus instalaciones, el restaurante con estrella Michelin incluida o un servicio a la altura de sus cuatro estrellas hacen de esta posada uno de los mejores alojamientos de Castilla y León.
uno de los salones
Comenzó siendo, allá por el siglo XVII, residencia del abad de la Colegiata de san Miguel de Ampudia y, tras algunos cambios de manos, los García Puertas, actuales propietarios, decidieron recuperar y mejorar la historia.
Del proyecto de rehabilitación se encargó uno de los cuatro hermanos, el arquitecto Ángel García Puertas, que acertó mezclando colores atrevidos, antigüedades, elementos vanguardistas con materiales de la zona. El buen gusto del resultado no puede ser más rotundo.
El edificio mantiene la distribución original, un entramado de patios y corrales unidos por puertas y pasadizos que hacen complicado orientarse dentro. Sin embargo, eso supone una ventaja para el viajero, que en cada recorrido por la casona descubre rincones especiales.
patio
Los dos espacios más emblemáticos se encuentran nada más entrar. Una colorida bóveda recibe al visitante a seis metros de altura, sobre la escalera. Justo al fondo, tras la diminuta recepción, se encuentra el patio principal, pintado en atrevida combinación de fucsia y añil.
Antigüedades, radiadores de diseño, puertas de más de tres siglos, o jacuzzis de última generación, todo tiene cabida en un resultado decorativo ecléctico y sorprendente. Incluso la pequeña capilla del abad, que conserva el altar original.
cúpula sobre la escalera principalPara librarse de los rigores del clima castellano y encontrarse un paisaje verdaderamente espectacular los mejores meses son los de primavera y otoño.
O, al menos, lo eran. Desde que la Casa del Abad inauguró su spa apetece venir en cualquier época del año.
Además de un circuito termal que incluye piscinas de flotación, de chorros y de contraste, el spa Alabastro ofrece al viajero espacios ambientados con luminarias de colores.
Entre sus tratamientos incluye una selección de técnicas de cromoterapia, frutales, y utiliza los productos de Darphin, una de las marcas de estética de Estée Lauder.
Otra visita obligada durante la estancia es su restaurante Arambol, galardonado con una estrella Michelin en 2004.
A los fogones dirigidos por el joven jefe de cocina, Pedro González Matos, se suma la experiencia de un maestro internacional, Joaquín Koerper, que se encarga de asesorar el menú.
Ubicado donde estuvo antaño la bodega del abad, aquí se puede encontrar una gastronomía basada en los productos de temporada de la zona.
La presentación de los platos es cálida y agradable, como la decoración del restaurante, que conjuga la elaboración tradicional con la cocina de autor.
A pesar de encontrarse en una pequeña localidad palentina, la Casa del Abad está muy bien comunicada. Se llega en coche fácilmente desde el norte de España, atravesando la localidad palentina de Dueñas, o desde Madrid, pasando por Cigales, un pueblecito vallisoletano que se hizo famoso por sus vinos claretes y donde hoy se elaboran algunos tintos excelentes.
A pocos minutos en coche, el aeropuerto de Villanubla (Valladolid) recibe vuelos directos desde Barcelona, París y algunas otras ciudades, dependiendo de la temporada. Como alternativa, se puede llegar hasta la capital castellana en los trenes de alta velocidad AVE. Si se prefiere, el hotel puede encargarse del transfer.
detalle de una de las suites del abad
Cada una de las habitaciones se conoce por un nombre referido al uso que tenía originariamente. Las suites 105 y 106, por ejemplo, se llaman La Yegua Loa y La Yegüita Broca, porque aquí estaban antaño las cuadras de los caballos.
La del Ping Pong, alguna de las 12 dobles superiores, la 203 ó de las Palomas, las suites del jardín de la piscina… Cualquiera de ellas merece la pena, aunque quizá las más bonitas sean las junior suite del edificio viejo y las 3 suites del Abad, con terraza.
Todas cuentan con ADSL, aire acondicionado y calefacción, TV satélite y minibar. Las suites, además, con columna de hidromasaje o jacuzzi y equipo de música de alta fidelidad.
sala de desayunos
Los desayunos son muy buenos, a la altura de lo que se espera. Se sirven en una sala de decoración minimalista en la parte nueva del hotel, que se ha sabido ensamblar perfectamente con las partes de arquitectura tradicional.
A veces, sin embargo, se echan de menos aquellos desayunos saboreados en el patio viejo, de colores. Hoy es un espacio tranquilo, con sillones blancos, muy agradable para ponerse al día con la prensa.
puertas originales del siglo XVIIEl colorido está presente en cada rincón del hotel, que mantiene el antiguo pavimento de terrazo y las vigas y viguetas de madera del techo vistas.
Anexo a la casa del abad se encuentra lo que fue una antigua carpintería. El salón principal, que mantiene la maquinaria y los utensilios originales, se ha transformado en una sala para celebrar reuniones o eventos.
Este es uno de los puntos fuertes del alojamiento. Lo mismo resulta perfecto para una escapada romántica que para celebrar una boda especial o quedar fenomenal con una reunión de empresa diferente, en la que el personal del hotel se encarga de todos los detalles de la organización.
La Casa del Abad de Ampudia dispone de salas equipadas con toda la tecnología necesaria para albergar desde un pequeño evento hasta una actividad de trescientas personas.
El salón Los Cereales, por ejemplo, tiene casi 300 metros cuadrados y cuenta con una zona exterior ajardinada, perfecta para un cóctel o una presentación.
Si lo que el viajero busca es simplemente ocio, en el hotel encontrará gimnasio, bicicletas, canchas de tenis y pádel, piscina y área de barbacoa.
También tiene garaje, aunque aquí no es difícil aparcar. Desde la plaza principal de la villa, donde está la Posada, Ampudia se merece sin duda una visita. Aunque sólo sea para descubrir sus calles porticadas, y caminar bajo los curiosos soportales de madera.
La villa, que fue declarada conjunto histórico-artístico en 1965, destaca por una arquitectura perfectamente integrada en el paisaje. Además de la del abad, aún se conservan algunas casas solariegas, restos de murallas, un antiguo hospital y varias ermitas.
bar
Pero los dos monumentos más importantes, que se ven desde las terrazas del hotel, son el castillo, que está habitado, y la torre de la Colegiata de san Miguel. De estilo gótico renacentista, es obra de Juan Escalante y Gaspar de Solórzano, y se conoce como la ‘Giralda de Campos’.
A pocos kilómetros de aquí, no hay que perderse la vista infinita de los campos de Castilla desde el mirador de Autilla del Pino, también en la provincia de Palencia. Este sigue siendo un lugar de recarga de energía cósmica, por mucho que se empeñen en adornarlo con hitos de dudoso gusto.
vista de Ampudia desde la terraza de una suite
Posada Real de Castilla y León, miembro de Small Luxury Hotels, avalado con las marcas de calidad de Lugares Divinos, Domus Selecta o Notodohoteles, alojarse en la Casa del Abad no es barato, así que conviene consultar las ofertas y paquetes que ofrece el alojamiento, pero el precio merece la pena, sin duda .
Como prometen en su propia web, ‘La Casa del Abad de Ampudia es uno de esos lugares que siempre perduran en el recuerdo’.
 
Agradecimiento:

Comentarios

Julia

Mágnifico reportaje y dívinas fotos. No sé si es bueno que lo contéis todo, casi que ya lo conocemos. NO hay que ir en persona y disfrutarlo