Una escapada en moto por la Ruta Vía de la Plata, de Gijón a Zamora

EXPRESO - 03.03.2014

  , filtered_html, Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto La de la Plata es una de las Vías más conocidas, por su antigüedad y por su plena vigencia, de cuantas cruzan España

Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa y Pilar Alonso Canto
La de la Plata es una de las Vías más conocidas, por su antigüedad y por su plena vigencia, de cuantas cruzan España. Lo hace de Sur a Norte y siempre cerca de Portugal, y basándose en ella nació la Red de Cooperación de Ciudades Ruta Vía de la Plata
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En esta ocasión recorremos de Norte a Sur su tramo más septentrional, desde Gijón a Zamora, comenzando en las cuencas verdes más inextricables, alcanzando cumbres míticas, atravesando la montaña asturiana hasta la cuenca del Bernesga, alcanzando el río Duero.
Y, armados de Pasaporte y Moto vía Card, lo hacemos sobre dos ruedas, porque en moto es una de las maneras más espectaculares de disfrutar de esta Ruta Vía de la Plata y su impresionante patrimonio natural, arquitectónico y etnográfico. Y no importa si no tienes moto o nunca has subido a una, en la Guía Práctica te contamos por qué.
 
La Ruta Vía de la Plata en moto, comenzamos de Norte a Sur
 
Llanera 
Los exconxuraos y Lucus Asturum. Una charnela entre Gijón, Oviedo, y el río Nora.

 

Gijón
Termas y paseo por Cimavilla, el barrio más emblemático de la ciudad.
 
 

 

 
 
 
Pintura, arquitectura, paisajes magníficos y el pueblo de los hórreos, Bueño.

 

El embalse de Afilorios y el queso asturiano Afuega’l pitu.
 
 

 

 
 
 
Una subida mítica del ciclismo en la Montaña Central de Asturias: L’Angliru.

 

La ‘Vía Romana de la Carisa’ y la iglesia de san Vicente de Serrapio.
 
 

 

 
 
 
De la montaña asturiana a la cuenca del Bernesga. Poblado minero de Bustiello.

 

El prerrománico de Santa Cristina de Lena y la naturaleza en las Ubiñas.
 
 

 

 
 
 
Minería y naturaleza, cecinas leonesas y fósiles con mucha historia.

 

El órgano nuevo, los pinchos y las termas romanas bajo la catedral.
 
 

 

 
 
 
Una ‘Piedad’ de Gregorio Fernández y el Museo de las joyas.

 

Paseo con el historiador de la ciudad, Casa Solita y la Torre del Caracol.
 
 

 

 
 
La ciudad con más templos románicos de Europa no se ganó en una hora.

 

Mapa. Paradores con historia. Moto vía Card, tengas moto o no.
 
 
Red de Cooperación de Ciudades de la Ruta Vía de la Plata
La ‘Red de Cooperación de Ciudades de la Ruta Vía de la Plata’ es una asociación de concejos, libre y muy ‘viva’ constituida por ciudades ubicadas en la denominada Ruta Vía de la Plata y en su área de influencia para promocionar conjuntamente sus recursos turísticos, históricos, culturales y económicos.
La asociación, abierta a la incorporación de nuevos miembros, discurre por cuatro comunidades autónomas españolas, Asturias, Castilla y León, Extremadura y Andalucía.
En Asturias cuenta con los términos de Gijón, Llanera, Ribera de Arriba, Morcín, Riosa, Mieres, Aller y Lena. En Castilla y León, los ayuntamientos adheridos son los de La Pola de Gordón, León, La Bañeza, Benavente, Zamora y Béjar.
Nos queda pendiente este último para continuar Ruta Vía de la Plata hacia el sur, por tierras extremeñas y andaluzas, hasta Sevilla. Será otro viaje.
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Desde nuestra primera base en Gijón, con alojamiento en el hotel Parador Molino Viejo, sito en el hermoso Parque de Isabel la Católica, realizamos la excursión al municipio de Llanera, a medio camino de Oviedo, para ir calentando motores la víspera de nuestra jornada en la ‘Montaña Central de Asturias’.    
 
Llanera. Los exconxuraos y Lucus Asturum
El concejo de Llanera, de unos 15.000 habitantes, es una charnela que linda con los dos ayuntamientos más importantes de Asturias, con Gijón, por el Nordeste, y Oviedo, por el Sur, cuyo linde es el río Nora. Como su nombre indica, es básicamente una planicie, con una pequeña sierra al norte que apenas supera los seiscientos metros.
Quizás por estas características, de posición y topografía, albergó el primer aeropuerto asturiano, hoy relegado a aeródromo deportivo y de ocio, cuya mejor atalaya es el área recreativa del monte Santo Firme, desde el cual se divisa Oviedo perfectamente. Además de varios polígonos industriales, cuenta con el Parque Tecnológico y el Centro Penitenciario de Asturias. 
Entre su arquitectura civil destaca el Palacio de Villabona, del siglo XV, por su accesibilidad, obras de arte, buena conservación y jardines con árboles centenarios. En su planta baja se ubica un restaurante, dirigido por el conocido restaurador Jorge L. García, dedicado casi exclusivamente a eventos y celebraciones, aunque algunos días a la semana (conviene confirmar) abre al público.
En Llanera celebran cada año, en el primer fin de semana de julio, la Fiesta de los ‘Exconxuraos’ o excomulgados, conmemorando la rebelión de todo el pueblo contra la tiranía del obispo Don Guillén. Los llaneros se resistieron durante cuatro años, entre 1408 y 1412, año de la muerte del obispo, a pagar los abusivos tributos.
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Durante dos días, esta ‘Fiesta de Interés Turístico Nacional’ nos traslada a la Edad Media, para representar aquellos hechos con ambientación y espectáculos propios de la época. Entre ellos, una multitudinaria cena para más de mil comensales, amenizada por magos y bufones; un torneo medieval en el que cuatro caballeros defenderán el honor de su dama; exhibición de cetrería y proliferación de espectáculos y actuaciones.
Destacan los de iluminación y pirotecnia, los desfiles de exconxuraos, los juegos tradicionales, los conciertos y desfiles de grupos musicales. En fin, dos jornadas en las que todo el pueblo participa convirtiéndose en un gran mercado medieval.
Antes de regresar a nuestra base de Gijón, nos detenemos para la cena en la Sidrería Blanco, en Lugo de Llanera, su población más importante (aunque la Casa Consistorial está en Posada). Memorable el ‘pastel de cabracho’ y  la ‘merluza en salsa de oricios’, de la cocinera Rosa Macías. Aquí comimos quizá el mejor pan de estas jornadas, de la panadería La Favorita, de Posada de Llanera.
En el camino de vuelta hacia el Parador del Molino Viejo, llevábamos la sensación de que lo mejor de Llanera está por descubrir y nos acompañaban las interrogantes:
¿Alberga este valle el Lucus Asturum del que ya nos hablaba Ptolomeo? ¿Está bajo Lugo de Llanera? El estudio de Jorge Camino Mayor y Yolanda Viniegra Pacheco, sobre ‘La Vía Carisia y la jerarquización del territorio en Asturia Transmontana’, no lo duda, ante la evidencia de los hallazgos en la zona.
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Gijón. Termas y paseo por Cimavilla
Volver a Gijón siempre es gratificante: sus concurridas calles peatonales, la playa de San Lorenzo, una sidrina mirando al Puerto deportivo…, siempre descubriendo algo nuevo y redescubriéndolo todo.
En esta ocasión empezamos visitando las Termas Romanas de Campo Valdés, situadas a pocos metros de la Iglesia de San Pedro. La recuperación de sus cimientos, aunque parcial, supuso la remodelación de la plaza, elevándola ligeramente para hacerlas visitables.
La mayor parte, sin embargo, se pierde bajo la iglesia, al igual que la antigua muralla romana al lado de la que estaban ubicadas. Son del siglo I d. de C., con ampliaciones del siglo II. Constaban de zona fría, templada y caliente, con un sistema de calefacción subterráneo llamado hipocausto (hypocaustum), habitual entre los romanos pudientes de aquella época.
No hemos dicho que este paseo mañanero lo dedicamos al barrio más emblemático de la ciudad, el de Cimadevilla, sito en la ladera sur del cerro de Santa Catalina, que bordearemos.
Por eso, al salir del museo de las termas, tomamos el Camín de la Fontica, una antigua fuente también usada desde época romana, un buen mirador para otear la llegada de las naves procedentes de las Galias y, hoy día, con buena vista de la ciudad.
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Alcanzada ya la zona más elevada del cerro, nos encontramos ante la Batería Alta de artillería próxima a su primer siglo y, sobre ella, ‘El Elogio del Horizonte’, la conocida escultura de Eduardo Chillida, del año 1990. Iniciando la bajada por el otro lado, nos topamos con el Fuerte Viejo y su Batería Baja, ésta del siglo XVIII, recordándonos nuevamente el valor estratégico de esta península, que en la antigüedad era isla, con la marea alta.
Los nombres de las rúas parecen una guía de usos ancestrales. En el inicio de la calle Artillería, paradójicamente al noroeste de Cimavilla, está la escultura ‘Nordeste’, del 1994, obra de Joaquín Vaquero Turcios, en acero corten, quizá un guiño al pasado industrial de la ciudad.
Desde aquí, por la calle Tránsito de las ballenas, está a un paso la antigua rula y el puerto pesquero (hoy sólo deportivo). Nos detenemos un instante en la Capilla de la Soledad, del siglo XVII, lugar de oración previa a la partida hacia rumbos inciertos.
Atravesamos la Plaza del Periodista Arturo Árias, también llamada Campo de las Monjas, dejando a nuestra izquierda la, hasta tiempos recientes, emblemática Fábrica de Tabacos de Gijón, para dirigirnos a las ruinas de la puerta principal de la muralla romana, recuperada recientemente.
Ya sin tiempo para detenernos, pasamos ante la Capilla de los Remedios, adosada al Museo Casa Natal de Jovellanos, ambos del siglo XV, llegando de nuevo a Campo Valdés, donde nos aguardan Juanjo e Ismael, de Mototouring, dos profesionales de las motos, para salir en unos minutos. 
 
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‘La Montaña Central de Asturias’
La orografía que nos espera en esta comarca interior (2), de profundos valles y colladas, de cordales donde las nubes te rozan el rostro, para llegar a cumbres en las que sólo pacen en verano las caballerías y las vacas de raza ‘asturiana de los valles’, parece ‘diseñada’ especialmente para las ‘dos ruedas’.
 
Ribera de Arriba. Los hórreos de Bueño
Pues, listos ya, partimos de Campo Valdés rumbo a esta comarca compuesta por seis concejos que comparten historia, gastronomía y, envolviéndolo todo, el bellísimo paisaje de montaña. Realizamos los primeros treinta kilómetros por la A-66, saliendo al sobrepasar Oviedo.
Nuestro primer destino es el más pequeño de los seis, Ribera de Arriba, en la vega del Nalón, y concretamente Bueño, el pueblo de los hórreos, premiado por la Fundación Príncipe de Asturias como 'Pueblo Ejemplar de Asturias', no sólo por el número de estas construcciones sino también por el buen grado de conservación, antigüedad y valor arqueológico de gran parte de ellos, y el gran número de actividades que desarrolla la Asociación Cultural Bueño.
Nuestra visita coincide precisamente en vísperas del ‘X Certamen de pintura rápida’ convocado por el Ayuntamiento y la Asociación Cultural Bueño, cuyos temas son los hórreos y el paisaje, por eso nos encontramos con algún artista haciendo ‘prácticas’ en la plaza.
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En un extremo del pueblo cuenta con el ‘Centro de interpretación del hórreo’, obra de los arquitectos Rogelio Ruiz y Macario González, que se puede visitar ‘a la carta’, basta con llamar al ‘Consorcio para el desarrollo de la Montaña Central de Asturias’ para concretar hora. Con el Consorcio, estos seis ayuntamientos rurales optimizan recursos y dan al visitante un servicio óptimo y muy profesionalizado.
 
(2) La comarca denominada ‘Montaña Central Asturiana’ abarca la cuenca del río Caudal, con sus afluentes Aller, Lena, Riosa y Morcín, y un pequeño tramo de la Vega del Nalón en el que desagua el Barrea, con el embalse Afilorio. En total son seis concejos:
Ribera de Arriba, de 22 Kilómetros cuadrados (el más pequeño), lindando con Oviedo.
Hacia el Sur, Morcín y Riosa, en torno a los 50 km2 cada uno. Entre los tres no llegan a 7.000 habitantes.
Al Este de los anteriores, Mieres, centro de la comarca minera y población más importante, con más de 40.000.
Aller y Lena, los más extensos, de 375 y 315 km2, respectivamente, tienen algo más de 12.000 habitantes cada uno.
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Morcín. Afilorios
Cruzamos el Nalón, dejando atrás Soto de Ribera con su Central térmica, para entrar ya en el término de Morcín. Nos dirigimos al entorno del embalse de Los Afilorios, que abastece de agua la ciudad de Oviedo.
Antes de llegar nos detendremos brevemente en el Mirador del mismo nombre, para refrescarnos y contemplar la extraordinaria belleza del valle.
Es de reseñar la pulcritud y cuidado de sus pueblos, fruto de lo cual La Foz de Morcín fue nominado pueblo ejemplar de Asturias 2002, compartido con la Hermandad de La Probe, por la Fundación Príncipe de Asturias.
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Precisamente en La Foz se ubica el Museo Etnográfico de la Lechería. Hay que recordar que estamos en una zona de exclusivos quesos cuya estrella es el Afuega’l pitu.
Este paisaje siempre nos recuerda un libro, cada hoja que pasas te aporta nuevos datos desvelando poco a poco la trama. Aquí son las montañas con sus cordales las que nos reservan nuevas sensaciones en cada recodo de la carretera. O en su cima, como las capillas medievales del Monsacro, dedicadas a la Magdalena y a Santiago.
Antes de dejar este concejo, llenamos los depósitos de ‘nuestras’ máquinas porque nos espera el tramo más ‘complicado’ de nuestra etapa y conviene tener todo a punto.
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Riosa. L’Angliru
Las comunicaciones entre estos valles son los cauces de los ríos y así, seguimos la carretera N-630, pegadita al Caudal, para desviarnos a la derecha (dirección Sur) por la vía local AS-231, fiel al río Riosa, hasta sobrepasar La Vega, porque nos dirigimos a Coruxeo, en el concejo de Riosa
El último tramo, para llegar a la Aldea Soñada, es de los que ponen a prueba a los motoristas más avezados. Si una rampa parece límite, la siguiente se aproxima un poco más a la vertical.
Nuestra colaboración únicamente puede ser pasiva, haciendo más que nunca un solo cuerpo con el piloto, pero la pericia de Juanjo e Ismael hace que parezca fácil. Después de un cambio de rasante increíble, entramos en el recinto bajando en picado los últimos cincuenta metros.
La ‘Aldea Soñada del Angliru’ es el resultado de la rehabilitación de un pequeño núcleo rural para dedicarlo íntegramente a hotel que, sin perder el encanto rural, ofrece al viajero todas las comodidades, incluyendo un completísimo circuito de spa y conexión de Internet garantizada.
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A nuestros pies, el pequeño núcleo de La Vega, capital del concejo, y a la derecha, el pico Gamonal, a 1712 metros de altitud. Estamos en pleno ‘Paisaje Protegido de la Sierra del Aramo’.
Solamente por el paisaje vale la pena llegar hasta aquí, pero, además, vamos a disfrutar de su cocina tradicional. Empezamos con una estupenda fabada y de segundo ‘pitu’ guisado marca de la casa, para no olvidar. Del cordero y los escalopines al cabrales, sólo la prueba, para poder ‘cumplir’ con los postres variados caseros. La única pega: no poder regarlo todo con un buen vino, no hay tiempo para disipar el efecto, el Angliru espera.
La serpenteante subida, a caballo entre los términos de Morcín y la Riosa, va ganando en curvas y pendiente progresivamente, pero ya estamos ‘curtidos’ y pronto nos encontramos en la amplia explanada, diseñada para meta de eventos ciclistas que aquí llegan con frecuencia.
Un poco antes, desde el mirador que está en el punto más alto del puerto, hacia el Norte vemos Oviedo y adivinamos Gijón, ya que el día no es del todo claro.
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Aller. San Vicente de Serrapio
Hemos vuelto a la A-66, rumbo sur, atravesamos Mieres (en la jornada de mañana volveremos por aquí, concretamente a Bustiello) y nos desviamos por la AS-112 hasta Cabañaquinta, capital del concejo de Aller, desde donde, en pocos centenares de metros, llegamos a la enigmática iglesia de San Vicente de Serrapio, en la que nos detendremos.
A nuestra derecha (al Oeste) hemos dejado el Pico Ranero, en plena subida hacia el Cordal de Carraceo, que es justamente por donde discurre la ‘Vía Romana de la Carisa’, en el linde con el ayuntamiento de Lena. En uno de sus montes, el Curriellos, se ubica el Campamento Romano de la Vía Carisia.
La iglesia de San Vicente de Serrapio, románica del siglo XII, fue construida sobre otra prerrománica y ésta posiblemente sobre un templo de la época romana, pero sucesivas obras deterioraron su estilo. Conserva del románico el ábside tripartido. Sin embargo, su nombre y su interior nos transmiten misterio.
Serapis era una divinidad alejandrina cuyo culto fue iniciado durante el reinado de Tolomeo I en el siglo IV a. de C., pero también se le identifica con Osiris, dios del Sol, ‘cuyos actos simbólicos representan las transformaciones regulares que se realizan en la naturaleza y en el destino del hombre’.
En la época del Imperio, Serapis estaba en primera fila entre las divinidades curadoras y sus santuarios se transformaron en verdaderos hospitales, donde la gente esperaba la curación por medio de ciertas prácticas, mezcla de medicina y superstición.
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Las finas tallas de los capiteles que sostienen el arco central del ábside, sólo se explican conociendo el bestiario medieval y la simbología oculta de las formas. En la pila de agua bendita, la cruz de san Andrés custodia los cuatro elementos, tierra, fuego, agua, aire, y también los tres principios, mercurio, azufre y sal, o, lo que es igual, El espíritu, el alma y el cuerpo, necesarios para alcanzar la piedra filosofal, la iluminación (4).
En la sacristía se conservan varias lápidas con inscripciones. La  más interesante quizá sea un ara votiva de la época romana, por su antigüedad y buena conservación. En definitiva, todo un mundo de símbolos para interpretar y muchas interrogantes que aguardan respuesta.
Desde Cabañaquinta, siguiendo la misma AS-112 que traíamos desde Bustiello, se llega a la Estación Invernal ‘Fuentes de Invierno’, en el puerto de San Isidro, que es paso hacia tierras leonesas.
Pero nosotros, agotada la jornada, regresamos a la base, haciendo el recorrido hasta Gijón directamente por la autovía AS-1. Hay poco tráfico y el viento ha amainado.
Reposición de fuerzas en la ‘Sidrería el Secreto de Güelita’, muy cerca del Parador del ‘Viejo Molino’, para afrontar la jornada de mañana.
 
(4) Sobre estos asuntos profundiza Cristina Menéndez Maldonado en su estudio: ‘Enigmas alquímicos y Templarios en San Vicente Serrapio’. Más allá de la ciencia. Octubre 2010.
El historiador Ernesto Burgos se centra en ‘los hoyos llenos de agua cristalina, conteniendo dos cajitas de madera, una descompuesta’ (la madera)
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De la montaña asturiana a la cuenca del Bernesga
En esta jornada nos proponemos completar la visita a la ‘Montaña Central de Asturias’, con paradas en los concejos de Mieres y Lena, para entrar en León por la cuenca del río Bernesga, que nos lleva a La Pola de Gordón y nos acompañará hasta la misma capital del antiguo reino.
 
Mieres. Poblado minero de Bustiello
Salimos de Gijón por la AS-1, la ‘autopista minera’, para llegar rápidamente a ‘Mieres del Camín’ que, sobrepasando los 40.000 habitantes, es el núcleo más importante de la comarca. Es una ciudad larga, encajonada entre montañas, donde los ríos Lena y Aller se juntan para formar el Caudal. Río arriba, en dirección Sur, está Uxo, topónimo que nos remonta a tiempos de los romanos, quienes tuvieron aquí un asentamiento en plena Vía Carisa.
Decir Mieres es decir minería. Si nos adentramos por el valle del río Turón, entramos en el ‘Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras’, con varias aulas didácticas y vías verdes. Por el Oeste, al abrigo de la Sierra Gallegos, nos toparemos con los museos etnográficos de Cenera y Gallegos, en Valdecuna. Al Norte, entrando por la N-630, queda el museo del ferrocarril minero de Lloreo, con toda la historia del ‘coto hullero’, que comprendía terrenos de Morcín, Riosa y Mieres.
Nosotros continuamos hacia el Sur por la A-66 y, desviándonos por la ya conocida AS-112, nos detenemos en el ejemplar pueblo de Bustiello, casi en el límite con Aller.
Bustiello es un antiguo poblado minero, construido entre 1890 y 1925 por iniciativa, y a expensas, del segundo Marqués de Comillas, Claudio López Bru (1853-1925), una de las mayores fortunas de España. Como complemento a su flota de mercantes a vapor y a su empresa de ferrocarriles, el marqués creó la Sociedad Hullera Española para explotar sus minas de Mieres, Lena y Aller.
El siguiente paso, posiblemente influenciado por su admirado León XIII y la encíclica Rerum Novarum (5), fue construir un pueblo para sus obreros (unas cuarenta viviendas para los ‘elegidos’), que constituye el más claro ejemplo de ‘paternalismo industrial’ de esa época.
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Nada se dejó al azar o a la improvisación: en la parte más baja, a veces inundada por las crecidas del Aller, las casas de los mineros, pareadas y con huertos independientes. Un poco más elevadas, y situadas en los extremos, las viviendas de los ingenieros (en la de ‘D. Isidro’ se ha instalado el Centro de Interpretación).
En un plano más alto están: el Casino obrero, sede del ‘Sindicato del Círculo Obrero Católico’, que contaba con teatro, cine y lugar de reunión; las escuelas de niños y niñas, una en cada extremo; sanatorio con farmacia, el primero de España construido por una empresa y hoy abandonado; economato y campo de fútbol.
En la parte más elevada está la Iglesia, que fue la primera edificación. Es de planta basilical y en su diseño hallamos múltiples herramientas de la minería. El altar-retablo, a modo de tríptico de exquisita talla, hace referencia a los tres sectores empresariales del grupo: la naviera, la minería y los ferrocarriles.
En el anagrama de Jesucristo (JHS), taraceado en la puerta del Sagrario, algunos ven las iniciales de la Sociedad Hullera Española. Conserva los bancos de madera primitivos, de tamaño y calidad en disminución a medida que se alejan del altar.
 Frente a la iglesia, en una especie de plaza, está el busto del marqués con el pueblo a sus espaldas.
Se debe el cuidado diseño de todo el conjunto al director de las minas de Aller, el francés Félix Parent, en colaboración con el ingeniero de minas José Revilla Haya, siguiendo el modelo de viviendas de Mulhouse, premiadas en la Expo de París de 1867. La rehabilitación se llevó a cabo por la ‘Escuela Taller de Arqueología Industrial’.
La Sociedad Hullera Española mostró además gran preocupación por la prevención de riesgos laborales. En este sentido, es de destacar la colección de ocho carteles, obra del escultor Juan José Moreno Llebra, ‘CheChé’, destinados a mejorar la seguridad en las minas. Son pioneros en el tema y de un valor extraordinario, teniendo en cuenta sus más de ochenta años.
 
(5) El proceso de beatificación del Marqués está abierto desde el año 1945.
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Lena. Joya prerrománica
Retrocedemos el corto trayecto que nos separa de la A-66, para seguir en dirección Sur hasta el concejo de Lena. Ahora el Monte Ranero y la Sierra de Carraceo, por cuyos cordales avanza la ‘Carisia’, quedan a nuestra izquierda.
Nuestro objetivo inmediato es Santa Cristina de Lena, antes de entrar en tierras de León. Al llegar a La Vega del Rey, nos desviamos por Las Campas, pasando bajo la vía del ferrocarril, hacia Palacio y Felgueras, pero antes de la primera ya encontramos una explanada de aparcamiento, donde recomiendan dejar los vehículos. El camino de acceso es demasiado estrecho para cruzarse dos turismos, pero con las motos no hay problema, se llega hasta la ermita.
Hay quien dice que Stª Cristina tiene más esquinas que días el año y la verdad es que, si se cuentan también las interiores, no andará lejos. Esto es debido al sistema tan sólido de construcción, con contrafuertes en todos los arcos, además de la propia forma de cruz griega de la planta y los salientes del nárcex, especie de vestíbulo para los no bautizados, y del ábside, en el extremo opuesto.
Todo ello logra un armonioso interior y de gran esbeltez, a pesar de los distintos espacios y varios niveles. Porque el primer tramo de la nave tiene un altillo para el coro (u oratorio real) y el presbiterio está separado de la nave por el iconostasis, una triple arcada de dos niveles que recuerda un poco las iglesias orientales, además de su elevación de siete peldaños sobre ella.  
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Se sitúa su construcción en el reinado de Ramiro I, entre 842 y 850, al igual que el impresionante conjunto arquitectónico del monte Naranco, palacio e iglesia de Santa Mª del Naranco y San Miguel de Lillo.
El arquitecto-constructor de esta pequeña joya del prerrománico, que se supone el mismo de las citadas, sigue siendo una incógnita, lo mismo que su datación, dentro del período ramirense. Parece más consistente la tesis de que Stª Cristina es la más antigua, por su tamaño, que podría ser un ‘ensayo’ del arquitecto para acometer después las obras de más envergadura.
Está catalogada como Monumento Histórico Artístico desde 1885. Y justo cien años más tarde fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su estado de conservación es excelente, seguramente gracias a la cuidada restauración llevada a cabo por Juan Bautista Lázaro en 1893.
Nos encaminamos nuevamente a la A-66, que en este tramo se funde con la N-630. Nuestra intención era seguir por ésta última, pero las previsiones de densas nieblas en el puerto de Pajares nos hacen optar por los túneles de la autovía, a pesar del incremento de kilómetros que supone.
nuestra derecha, hacia poniente, vamos dejando el Parque Natural de las Ubiñas – la Mesa, imponentes montañas donde tienen su hábitat especies protegidas como el urogallo, el águila real y el lobo, que es Reserva de la Biosfera.
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La Pola de Gordón. Minería y naturaleza
El trazado de la autovía A-66 en la vertiente leonesa discurre por el valle del Luna, que viene a ser el camino entre Astorga y el Puerto de la Mesa, del que hablábamos en el ‘prologo’ de este reportaje, pasando al lado de pueblos del mismo, como Los Barrios de Luna y La Magdalena.
Precisamente al sobrepasar este último pueblo nos dirigimos hacia el Este, para pasarnos a la cuenca del Bernesga, reincorporándonos, por Llanos de Alba, Puente de Alba y Peredilla, a la senda que enlaza con ‘La Carisia’ y llegar a La Pola de Gordón, nuestra siguiente parada.
Este es un concejo minero, de hecho es el ramo más importante en su economía, y, para que nadie tenga dudas, en la fachada de la Casa Consistorial se exhibe carteles en defensa del sector. Todas sus poblaciones están entre los 1.000 y los 1.300 metros de altitud, lo cual hace que su temperatura ambiente sea fría durante gran parte del año y, por tanto, un excepcional ambiente para el curado de las carnes.
Esto lo aprovechan bien en Geras, pequeña localidad que cuenta con dos empresas de elaboración de embutidos y cecinas: Entrepeñas y Tarabico. Geras, cruzada por el río Casares, cuenta con un Centro de recepción de visitantes de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, de la que forma parte el municipio de Gordón en unión del de Villamanín.
Este impresionante Espacio Natural, también parte de la Red Natura 2000 de la Unión Europea, encierra verdaderos tesoros de la flora y fauna ibéricas, entre los que destacan los bosquecillos de Sabina Albar y varias especies vulnerables o en peligro de extinción, como el Tritón Alpino, el Desmán Ibérico o la Nutria Paleártica.
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En lo que se refiere al Camino Real de Asturias, que entra en el concejo por Peredilla y Huergas, se encuentran vestigios en algunos puntos, como el Puente Tornero, entre La Pola y Beberino, que se le supone de origen romano, aunque reconstruido posteriormente, o los restos de Calzada romana en las inmediaciones de la Collada de San Antón, cerca de Buiza. A partir de este pueblo se bifurcaba, tomando una la dirección de Rodiezmo y otra la de Villasimpliz.
Nos detenemos para reponer fuerzas en Vega de Gordón, concretamente en Casa Senén, al pie de la N-630 para no demorar en la salida y con unas vistas únicas de una escarpadísima montaña que baja hasta la carretera y el río para mostrarnos fósiles del período Cámbrico al Carbonífero (6).
Por otra parte, la elección del restaurante fue perfecta: de entrante, cecina de la zona; el plato ‘marca’ de la casa, pimientos rellenos de morcilla ligeramente picante, un sabor imborrable, exquisito…; plato ‘fuerte’, cordero del Alto Bernesga; todo levemente regado con un buen tinto de la tierra de León. Y de postre, yogur de vaca y de oveja con miel y frutos secos.
 
(6) Gordón es un punto de referencia a nivel internacional por su interés geológico. Cuenta con importantes yacimientos paleontológicos del Devónico inferior, medio y superior, con fósiles marinos que habitaban los mares de esas épocas.
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León. Órgano nuevo y termas romanas bajo la catedral
La N-630, que prácticamente sigue el curso del Bernesga, nos lleva hasta la capital provincial de León, distante sólo 33 km. Una vez instalados en San Marcos, uno de los Paradores más emblemáticos de la red, nos disponemos a efectuar un paseo por el centro histórico de la ciudad. Nos dirigimos en primer lugar a la Plaza de Puerta Obispo, aledaña a la Catedral, para conocer la Cripta Aqueológica, abierta al público hace pocos meses (7).
No exageramos en nuestro título: los primeros vestigios de las termas se hallaron a mediados del siglo XIX, al realizar obras en el interior de la Catedral. Hoy se sabe que su extensión rebasa los límites del magnífico templo.
Pero pasaron ciento cincuenta años hasta que, con motivo de la remodelación para peatonalizar la zona, se realizaron prospecciones arqueológicas que culminaron con la recuperación de una mínima parte. En 1996 y 1997 se realizaron las obras pertinentes para hacer visitable el área de actuación.
Además de los vestigios de las termas y de otras obras superpuestas, como canalizaciones para desagües, se recuperó la cimentación y parte de los muros de la Porta Principalis Sinistra, que era el acceso oriental al campamento de la Legio VII Gemina. Esta actuación nos proporciona información valiosa sobre las técnicas constructivas y los materiales empleados, sorprendiéndonos por su perfección.
La verdad es que acabamos dedicando más tiempo a este pequeño ‘reducto’ arqueológico que a visitar la catedral. Queríamos contárselo por más novedoso. Aunque también la Pulchra Leonina tiene grandes novedades este año. Recientemente se celebró la XXX edición consecutiva de su Festival de Órgano, con el aliciente de estrenar el ‘más monumental de Europa’, obra del maestro francés Jean Guillou.
Llevaban los leoneses esperando 30 años, desde que en 1966 el anterior órgano se dañó en un incendio. Por si esto fuera poco, se está llevando a cabo un exhaustivo proceso de restauración y limpieza de vitrales, iniciado en el año 2006. Esta catedral tiene más de 1.800 metros cuadrados de vidrieras de colores.
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Por lo demás, qué les vamos a contar de esta maravillosa y afrancesada seo. Los emplazamos a visitarla para que disfruten en vivo de estas actuaciones que tanto potencian su hermosura. Impresiona observar la diferencia de las cristaleras restauradas con las que no se han tocado aún.
Vamos paseando por la Calle Ancha, contemplando sus palacios, hasta encontrarnos con Gaudí, que está sentado en la Plaza de San Marcelo como en actitud de hacer un postrer retoque a la Casa de Botines.
Nuestro callejeo nos lleva hasta el extremo noroccidental de la antigua muralla, donde se recuesta San Isidoro, también sobre tégulas y lápidas romanas. Leyendo su historia, sorprende su particular armonía, después de tanta ruina y reedificación y tanta soldadesca con sus bestias que la tomaron por establo. Esta Basílica es también Colegiata y tiene Panteón, Museo y Hotel. Por sí sola merece una escapada en moto, que prometemos para el próximo verano.
Después de una jornada tan completa, la verdad es que apetecía sentarse y reponer fuerzas, máxime por lo que nos habían ponderado el hotel Posada Regia, en cuyo restaurante teníamos reservada la cena. Era obligado catar las croquetas, especialmente cremosas y enteras; de chuparse los dedos, su trucha al horno; especial, la tarta de castañas con chocolate caliente y helado de vainilla.
Pero, sobre todo, la natural cordialidad y buen oficio de Marcos Vidal junior, que destila bonhomía por todos sus poros. Con lo que no contábamos era con ‘ver más piedras’, pero hete aquí que el restaurante Bodega Regia, ocupando varias casas antiguas de la calle Regidores, está literalmente incrustada en la muralla Oeste, hasta el punto de que alguno de sus comedores ocupa un torreón.
Eso sí, todo bien conservado y restaurado bajo control de las autoridades. Merecen doble enhorabuena, por su excelente cocina y por el histórico espacio que ofrecen al viajero.
 
(7) Las visitas son controladas y reducidas, por lo que conviene ponerse en contacto con la oficina de Turismo Municipal para concertarlas.
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La Bañeza. Una ‘Piedad’ de Gregorio Fernández y el Museo de las joyas
Aunque iniciamos esta etapa de nuevo por la N-630, pronto tomamos rumbo SO, por la CL-622. El ‘libro’ de montañas cuyas hojas pasábamos en la cordillera del Norte, cordal a cordal, aquí se ha abierto de golpe, como un mural gigantesco que nos lo muestra todo a la vez.
El trayecto desde León hasta La Bañeza se hace en medio de campos cultivados, con predominio de maizales, sobre todo por tierras de Santa María del Páramo, donde la indígena americana nos envuelve en su aroma dulzón. Es un rodar relajado y son otros los sentidos que descansan o se alertan.
Entramos en La Bañeza con lluvia, pero ello no nos impide asomarnos a lo más alto de la curiosa torre almenada de la Iglesia de Santa María, que es nuestra primera visita, en pleno centro urbano.
Teníamos curiosidad por contemplar los artesonados de la cubierta, ocultos por sus bóvedas actuales, y hemos podido caminar sobre éstas para tomar primeros planos de la deteriorada trama de madera. Es un atractivo más, pero la verdadera perla de esta iglesia está en la Capilla de la Piedad, con un grupo escultórico de Gregorio Fernández del año 1628.
La Bañeza cuenta, desde febrero del 2011, con un nuevo atractivo para el viajero estudioso de la cultura de estas tierras: el Museo de las Alhajas en la Vía de la Plata.
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Es el fruto del trabajo de recopilación al que ha dedicado su vida la bañezana Olga Cavero, consiguiendo una colección única, no sólo de joyería popular de plata, azófar y azabache, con la mejor muestra de patenas del mundo, sino también de la indumentaria usada en esta comarca durante los últimos siglos.
Un aliciente añadido es el edificio en el que se ubica, un palacete modernista recién rehabilitado, en la calle Juan de Mansilla, conocido como la ‘Casa de Doña Josefina’.
Si algún lugar de la Ruta es inexcusable para un motero, ese es La Bañeza, donde el motociclismo iniciaba su carrera, nunca mejor dicho, en las fiestas de 1952, con firmas históricas como Sanglas, Ossa, Guzzi, Lube o Montesa, de la mano del Moto Club Leonés, fundado ya en 1949. He aquí la ‘fusión’ de la moto con la Vía de la Plata. El Circuito Motorista Bañezano ya pasa del medio siglo.
Hemos de seguir el camino, dejando atrás esta tierra de alubias y de tradición harinera, en la fértil vega entre el Jamuz y el Órbigo, incorporándonos ahora a la carretera N-VI, que nos llevará por la cuenca de éste último hasta Benavente.
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Benavente. Paseo con el historiador de la ciudad
Sigue lloviendo y nos encontramos con que es día de mercado en la antigua Brigaecium del itinerario Antonino. Estamos citados con alguien de Turismo para que, en las escasas tres horas (incluido el tiempo de la comida) de que disponemos, nos aporte unas pinceladas sobre esta encrucijada de caminos que es Benavente.
Lo que no sabíamos es que vamos a contar con las inestimables explicaciones de Juan Carlos de la Mata Guerra, archivero e historiador de la Ciudad, un lujo que esperemos poder disfrutar en otra ocasión, ya avisados y contando con un hueco en su solicitada agenda.
Y, hablando de mercado, las dos iglesias más importantes, San Juan del Mercado y Santa Mª del Azogue, que se iniciaron con sólo un año de diferencia, en 1180 y 1181, cuando esto ya se llamaba Malgrat, curiosamente llevan similar apelativo (8).
También sus portadas Sur tienen similitud, aunque con motivos diferentes, en el tímpano de la de San Juan se representa la Adoración de los Magos con un San José dormitando, y en la de Santa María el Cordero de Dios incensado por cuatro ángeles.
Tenemos ocasión de visitar el Centro Cultural Soledad González, más conocido como Casa Solita, dedicado a museo y que alberga en su planta baja la Biblioteca Pública Municipal.
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Es un edificio con muchos detalles modernistas en su interior, mandado construir en 1904 por el senador Felipe González Gómez, un hacendado, propietario de la ‘Eléctrica de Benavente’ y de la fábrica de harinas ‘La Sorribas’. Está ubicado al lado del Mirador de la Mota, con amplias vistas de la fértil vega del Órbigo.
Otra parada obligada en Benavente es el Castillo de la Mota, en el que Alfonso IX celebró las Cortes en 1202. A decir verdad, poco queda de esa edificación, debido a múltiples modificaciones a lo largo de los siglos y a la destrucción sufrida durante la Guerra de la Independencia.
La actual Torre del Caracol, del siglo XVI, alberga el Parador de Turismo Fernando II y en uno de sus salones se puede admirar el precioso artesonado mozárabe procedente de una iglesia de San Román del Valle.
Como el reloj no perdona y tenemos que volver a la Ruta, limitamos la comida a un ‘tapeo’ en la Taberna de Bode, en la Plaza del Grano, con originales tostas y jugosos revueltos. Recomendable.
 
(8) Una de las acepciones del vocablo azogue es: Plaza de algún pueblo, donde se tiene el trato y comercio público. Lo que viene a ser el mercado.
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Zamora. ‘No se ganó en una hora’
Aunque salimos por la A-6, pronto nos desviamos hacia la derecha recuperando la N-630, siempre próxima a la primitiva calzada romana, cuando no sobre ella, que nos llevará hasta Zamora
Camino probablemente muy anterior a dicha calzada, ya que, si bien el itinerario Antonino (que se supone del siglo III) cita Ocellum Durii (los Ojos del Duero, que algunos identifican como Zamora), y unos cinco siglos antes otros romanos pasaron por aquí a la conquista de Gallaecia (137 a. de C.); los historiadores nos hablan de un asentamiento castreño de la Edad del Bronce y de la Ocalam de los celtas vacceos, en esta pequeña meseta sobre el Duero.
El caso es que hemos llegado a Samurah, esta Ciudad Vieja ‘con el mayor número de templos románicos de Europa’, Conjunto Histórico Artístico desde 1973, con forma de huella humana, en cuyo talón, al Oeste, se ubica el Castillo y la Catedral. El Parador, donde nos hospedamos, ocupa el antiguo Palacio de los Condes de Alba y Aliste, casi en el otro extremo.
Marca el límite del casco histórico de Zamora la Plaza Mayor, donde convive el románico del siglo XII, San Juan de Puerta Nueva, con el Ayuntamiento Viejo, de tiempos de los Reyes Católicos, y con edificios modernistas del arquitecto Francesc Ferriol i Carreras (autor también del Teatro Ramos Carrión).
Iniciado, pues, nuestro callejeo en la ecléctica Plaza Mayor, caminamos ahora hacia el Oeste precisamente por la calle Ramos Carrión, con su teatro en obras; saludamos al héroe Viriato, que, de no ser portugués, bien pudo ser zamorano, y seguimos por las Rúas (rúas, como en Compostela).
En la de los Francos, además de tortas de ‘coscarones’ (chicharrones) en algún escaparate, está una de las iglesias (dicen) más galanas de la ciudad, la románica de la Magdalena, con una bellísima portada Sur, cuyas arquivoltas están repletas de motivos vegetales de influencia islámica. En su interior guarda el misterioso sepulcro de una dama desconocida.
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Muy cerca, la iglesia de San Pedro y San Ildefonso nos sorprende con sus arbotantes sobrevolando la calle contigua y una curiosa decoración en las arquivoltas de la puerta Sur, a base de modillones de rollo, que también veremos en la Catedral.
Después de asomarnos al Duero para contemplar el ‘Puente de Piedra’ a la izquierda y las aceñas de Olivares enfrente a las ruinas del ‘Puente Medieval’ (que podría indicarnos la posición de la primitiva Calzada), avanzamos por Corral de Campanas, bordeando esta pequeña joya (la catedral más pequeña de Castilla y León), cuya cúpula de escamas pétreas, de influencia bizantina, es el símbolo de la ciudad. Su visita nos queda pendiente.
Terminamos este paseo ante el ‘rehabilitado’ Portillo de la Traición’ (9), ahora ‘de la Lealtad’, después de recorrer el Castillo, reconvertido en museo de Baltasar Lobo.
Tenemos reserva para cenar en el céntrico restaurante Serafín, en la plaza del Maestro Haedo, 10, especializado en cocina tradicional zamorana. Para recordar, el ‘rabo de toro’ y el ‘tocinillo’. En esta ocasión, que no nos espera la carretera hasta el día siguiente, podemos regarlo con un excelente ‘cañus verus’, un buen vino de Toro, de cepas con más de cien años.
Cerramos aquí esta ‘etapa norteña en tres tramos’ de la Ruta Vía de la Plata, cuyo trayecto meridional esperamos llevar a cabo próximamente. Se lo contaremos.
Nuestra intención es estimular a nuestros lectores para que se decidan a disfrutar de la Ruta cuanto antes. Si lo hacen en moto, aprovecharán mejor el tiempo y llegarán a más lugares.
 
(9) En 2009, la Corporación municipal de Zamora reconoció que el apuñalamiento del rey Sancho II, por Vellido Dolfos, fue un acto de heroísmo y no de traición, como se sostuvo durante casi un milenio, puesto que estaba defendiendo la ciudad y el Reino de León del ataque del rey castellano. De aquel asedio de siete meses viene el dicho ‘No se ganó Zamora en una hora’.
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GUÍA PRÁCTICA
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EL MAPA DE LA RUTA
En la web de la Ruta Vía de la Plata está toda la información sobre este itinerario, incluyendo un mapa de la ruta en Google Maps, en Google Earth, e información detallada de cada una de las ciudades que la conforman.
 
DÓNDE DORMIR
Una ruta con tanta historia se merece alojamientos que estén a la altura, por su ubicación perfecta, su servicio impecable, por tratarse de castillos y palacios únicos. La cadena pública Paradores de Turismo cuenta con cuatro en este tramo de la Ruta: Gijón, León, Benavente y Zamora.
En Gijón, nuestra primera base, nos alojamos en el coqueto Parador Molino Viejo, en el Parque de Isabel la Católica, rodeado de patos y próximo a la playa y al estadio del Molinón.
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No puede faltar una noche en el de Parador de Benavente. La emblemática Torre del Caracol, del siglo XVI, alberga el Parador de Turismo Fernando II y en uno de sus salones se puede admirar el precioso artesonado mozárabe procedente de una iglesia de San Román del Valle.
El Parador de San Marcos, en León, con su impresionante fachada y sus estancias repletas de historia, es uno de los Paradores más emblemáticos de la red. Y buen punto de partida para un paseo por el centro histórico de la ciudad.
Pero si de ubicación hablamos no hay quien gane al Parador de Zamora, que ocupa el antiguo Palacio de los Condes de Alba y Aliste, en pleno cogollo de la zona vieja.
 
tarjetaMOTO VÍA CARD
Ruta Vía de la Plata ha lanzado la Moto vía Card, una tarjeta especial para moteros que lleva funcionando desde abril de 2013, y que se une al Pasaporte de la Ruta.
Ambos totalmente gratuitos, ofrecen descuentos a los portadores del mismo en 130 empresas y oficinas de turismo a lo largo de  los 24 municipios de la ruta miembros de la Red de Cooperación de Ciudades en la Ruta de la Plata.
Además, la web de Ruta Vía de la Plata cuenta con una nueva sección dedicada a la ruta en moto, en la que los viajeros podrán encontrar diversa información de utilidad para su viaje en moto por la ruta.
La sección va a ir progresivamente nutriéndose con información de utilidad y recursos moteros presentes en los municipios de la Ruta Vía de la Plata miembros de la Red de Cooperación.
Próximamente estará disponible también en inglés, francés, portugués y alemán.
Por supuesto, la Ruta Vía de la Plata encierra muchos viajes, y merece la pena descubrir sus tramos despacio, también en coche, en bicicleta, caminando o incluso a caballo, a gusto del viajero.
 
TENGAS O NO TENGAS MOTO
Tengas o no tengas moto, no hay disculpa que valga, el equipamiento lo proporciona Mototouring, desde el casco a los guantes pasando por la casaca. Todo reglamentario y de buena calidad, porque estos jóvenes, además de enamorados de las motos, son veteranos y profesionales que priorizan la seguridad sobre todo.
En esta ocasión, dos reporteros de EXPRESO, que hemos venido sin moto, hemos disfrutado de ella gracias a Mototouring Asturias, una novedosa empresa de expertos moteros, cuyo fin es servir de guía y acompañamiento, por las intrincadas carreteras del Principado, a los viajeros que se desplacen en motocicleta. Pero están preparados también para llevarlos de ‘paquete’ como en nuestro caso.
Mototouring está especializada en Asturias, pero su ámbito de trabajo es toda la Península Ibérica. Sus explicaciones, en inglés, portugués o español. Nuestros guías en estas jornadas fueron Juanjo Echezarreta, con su BMW R 1100 S, e Ismael Sanpedro, conduciendo la TRIUMPH-TIGER 955 I.
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